Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el lanzamiento de un alimento con tecnología desarrollada por investigadores e investigadoras, del Conicet, Longchamps, prov. de Buenos Aires
Buen día a todos y a todas, mis primeras palabras son de gratitud – Juan – por recibirnos con tanto afecto, en una empresa, en una industria impresionante, que Gabriela nos mostró con mucho detalle y muy bien. Mi segundo, mis palabras de gratitud a los trabajadores y trabajadoras de Danone, porque nos recibido con un cariño y un afecto enorme y yo lo valoro y lo aprecio.
Y hoy es un día importante para que todos repensemos un poco, realmente muchas veces – la gran parte de los argentinos – pensamos qué es la ciencia y la tecnología. Parece una entelequia, parecer ser una cosa destinada a personas muy estudiosas, pero que no sabemos cómo se materializa en la vida cotidiana. Y la verdad el desarrollo del conocimiento, de la ciencia y la tecnología es, en el tiempo en que vivimos, lo que verdaderamente garantiza la prosperidad de las sociedades. Las sociedades más ricas - sigo repitiéndolo a riesgo de aburrirlos – no son las que tienen petróleo, las que tienen oro, las que tienen plata, las que tienen litio, son las que desarrollan conocimiento, ciencia y tecnología. Eso las hace diferente.
Y de eso yo estoy convencido, absolutamente convencido, porque tengo demasiadas pruebas que dicen eso. A veces pienso cuál es el país que a mí me impresiona cómo se ha desarrollado y pienso en un país que es como Noruega y Finlandia, países que – seis meses al año – viven de noche, pero han desarrollado la ciencia y tecnología, que el mundo necesita y tienen una calidad de vida formidable por ese desarrollo científico y tecnología; son – según dicen los estudios – las sociedades más felices, en el mundo y, a diferencia de lo que muchos creen – yo no creo que la Argentina esté llamada a ser ni el granero del mundo, ni el supermercado del mundo… estamos llamados a desarrollar ciencia y tecnología, a agregarle valor a los productos primarios, que industrializamos, con esa ciencia y esa tecnología y darme mejor calidad de vida – como bien dijo Juan – a los argentinos y a las argentinas y también al mundo, cuando llega la hora de exportar. No hay mejor inversión, que pueda hacer el Estado, que la inversión que hace en educación, en conocimiento, en ciencia y tecnología, porque ahí uno invierte en el futuro.
Y para esos que… claro cuando a mí me proponen hablar de ciencia y tecnología, hay cosas de la ciencia y la tecnología argentina que me maravillan, como toda la industria satelital. Pero claro si yo les hablo a ustedes de los satélites que la Argentina tiene orbitando me miran con cara de qué me está diciendo este tipo, dónde están esos satélites. Y bueno, esos satélites resuelven las comunicaciones, de la Argentina, y de gran parte de otros países de Latinoamérica y nos anticipan problemas climáticos, que nos permiten afrontarlos con más tranquilidad, pero claro no lo vemos y entonces pensamos, de qué está hablando. Yo les cuento que la Argentina es uno de los 10 países del mundo que hace satélite y que pone satélites en órbita. Y que, hasta ahora, teníamos que ir a Cabo Cañaveral, en la Florida, a pedir que – por favor – nos den un turno para que un cohete lleve esos satélites a la estratósfera. Pero ahora ya vamos a poder, hacer nosotros mismos, los cohetes y los vamos a ver lanzados, desde el sur de la provincia de Buenos Aires. ¿Y eso quiénes creen que lo hacen? Lo hacen los científicos argentinos y las científicas argentinas y eso es darnos mucha independencia, mucha soberanía, porque es permitirnos obtener información desde un satélite, información que sirve no sólo para que nos comuniquemos. Muchas veces – cuando hablamos por teléfono – usamos las celdas de esos satélites para poder hablar, pero también nos sirve – vuelvo a repetir – para prevenir catástrofes climatológicas. Cuando hablamos de la sequía esos satélites nos dicen cuándo dura la sequía y cuándo llega la lluvia y nos preparamos para sobrellevar la sequía y nos preparamos para recibir la lluvia.
Ahora, hoy estamos viviendo un momento mucho más fácil, porque hoy hacemos mucho más palpable la ciencia y la tecnología. “Vicky”, nuestra querida ministra de Desarrollo Social, nos decía antes en la reunión, que uno de los objetivos de esto es garantizar la buena alimentación de nuestros chicos. Lo hacemos con planes, donde alimentamos, llevamos alimentos a los municipios, está el actual Diputado, el eterno Intendente de Almirante Brown, él lo sabe bien y lo hacemos llevando alimentos.
Comer no es lo mismo que alimentarse, son dos cosas distintas. Comer no es llenar con “chatarra” la comida de los chicos nuestros; alimentarse es ir preparando a los nuestros para que desarrollen su potencial humano del mejor modo. Cuando hablo de esto digo que, un chico, que no está bien alimentado, en sus primeros tres años de vida, es un chico que puede tener problemas cognitivos el resto de su vida. Entonces darle la alimentación adecuada, que es darle las proteínas adecuadas, es darle lo que realmente uno necesita, para el crecimiento, tras nacer es una cuestión central, no es una cuestión del mercado. Porque por ahí al mercado le conviene mucho más producir golosinas, que producir alimentos para esos chicos, es una cuestión del Estado.
Por eso nosotros hicimos esa Ley de los Mil Días, donde ustedes intervienen activamente porque gran parte de la alimentación de la primera infancia del niño y la niña recién nacida, son productos de ustedes que tienen las calidades proteicas que ese ser humano, recién nacido necesita.
Y ahora, merced a un maravilloso trabajo, que hizo un instituto del CONICET, en Tucumán, que maneja María Pía, ahora podemos agregarles a los yogures que se hacen aquí, un prebiótico, que mejora también las condiciones de vida. Como yo soy un abogado pregunté: “¿qué es un probiótico?” Entonces, me explicaron que todos tenemos bacterias y consumimos bacterias, que hacen a la mejor calidad del funcionamiento del cuerpo humano; y que esos probióticos, baterías, nos permiten también prevenir enfermedades o sobre llevar enfermedades que tenemos. Pues bien, acá hemos detectado un probiótico que, puesto en los yogures que produce Danone, mejora las condiciones de vida y la calidad de vida de nuestros chicos.
Si querían saber para qué sirve la ciencia, miren a María Pía, sirve para eso. (APLAUSOS). Sirve para que podamos desarrollar en la primera infancia de nuestros chicos del mejor modo. Si quieren saber si el Estado es importante, mírenla a “Vicky”, si no estuviera en Desarrollo Social llevando la alimentación adecuada para nuestros chicos y nuestras chicas y nuestros adultos también, bueno, tendríamos un serio problema.
Ahora, lo mejor de esta experiencia es que también nos damos cuenta algo que ayer, o antes de ayer - no me acuerdo cuando - cerré la Cumbre de la CELAC, lo dije; y que tiene que ver con el ejemplo que nos dejó nuestro equipo de fútbol, de la Selección. Ganamos un Mundial, nosotros decimos ganamos un Mundial; nosotros no ganamos nada, lo ganaron los jugadores y el equipo técnico, está es la verdad y el mérito es de ellos. Nos permiten celebrar y comparten ese momento tan maravilloso con nosotros, pero…, detengámonos un minuto en esos jugadores y en ese cuerpo técnico, y pensemos y recordemos; recordemos todo lo que le costó al técnico poder trabajar al comienzo por las críticas que recibía porque era un técnico muy nuevo, no había dirigido nunca un equipo; y la prensa caía impiadosa sobre él diciendo cómo le van a entregar a un tipo que no conoce…, nunca dirigió un equipo de fútbol, cómo le va a entregar el manejo de la Selección argentina. Pero resulta que ese hombre tuvo un maestro maravillo, que se llamó José Pekerman, que salió de Argentinos Juniors, esto es una publicidad que paso al margen. Pero que supo construir enormes equipos de fútbol con jugadores muy jóvenes, con jugadores desconocidos; con hombres que buscaban gloria, que no estaban hechos en su vida, necesitaban gloria.
Y de repente apareció Scaloni mostrándonos un equipo, que hay que hacer memoria, cuando Scaloni empezó Messi había renunciado a la Selección. Y empezó a armar un equipo con hombres jóvenes y nos preguntamos: “¿che, de dónde salió este?” Porque no lo conocíamos, se habían ido de muy chico de la Argentina a jugar a Europa, y no teníamos idea de quiénes eran. Y primero armó un equipo de fútbol que jugó al fútbol que les gusta a los argentinos: y después pudo contar con el liderazgo de ese jugador maravilloso que es llama Messi. Ahora, que…, bueno, no hace falta que hablé de Messi porque todos sabemos lo que Messi representa para nosotros.
Ahora, yo le pido que reflexionemos un minuto sobre ese equipo, ¿Cuál es la enseñanza que ese equipo nos dio? La enseñanza que nos dio es que tenés que mantener tus convicciones, aunque muchos nos apabullen con sus críticas; tenés que convocar a los mejores y hacerlo trabajar en equipo, porque convicciones, más mejores jugadores, más equipo dan una fortaleza enorme a cualquier proyecto. Y si, además, las convicciones, los buenos, los mejores, la formación de un equipo que se consolida, promueve al mejor fútbol las posibilidades de ganar son muchísimas.
Esa creo que debe ser la enseñanza que nos dejó el equipo que condujo Scaloni, a quien no conozco y a quien le tengo un respeto y una admiración enorme, porque lo vi trabajar, solamente por eso, como ustedes, lo vi trabajar; lo vi mejorar día a día y lo vi cambiar todas las veces que tuvo que cambiar para lograr lo óptimo, no se encaprichó con el primer equipo que armó. Cambió todas las veces que tuvo que cambiar.
¿Y por qué contás todo esto? Porque yo siento que hoy acá estamos haciendo un poco eso; contamos con una empresa multinacional, láctea de primer nivel, está es la segunda planta láctea que tiene Danone en el mundo; acá hay buenos, están los mejores y las mejores. Tenemos que buscar otros mejores, ¿y dónde estaban esos mejores o esas mejores? En el CONICET, en el Estado. Rompimos barreras y pudimos unir al Estado a trabajar con una empresa tan grande como Danone. ¿y qué logramos? Un buen producto, ¿y cómo lo hicimos? Jugando bien, jugando bien; aportando lo que cada uno debía aportar. Este es el resultado. La ciencia y la tecnología argentina hoy está de fiesta porque una empresa se asoció con ella para alimentar mejor a los argentinos y argentinas. Y eso es un motivo de celebración.
Y es un motivo de celebración, y va a ser un motivo de celebración; cuando yo llegué al Gobierno y empecé a hablar de ciencia y tecnología yo planteaba, pero hay que trabajar con el sector privado y hay que trabajar con el sector privado; y había como cierto resquemor en los científicos y cierto resquemor en el sector privado. Y tres años después, con un enorme trabajo de Daniel, eso se fue rompiendo y pudimos fusionar todo ese esfuerzo y podemos hacer estas cosas de las que estamos orgullosos, los que estamos en el Estado y los que están en una empresa privada, todos orgullosos, todos unidos, haciendo cada uno lo que debe hacer. Vamos a hacer una Argentina mejor, ese es el deber que tenemos. Y esa Argentina mejor, ¿saben cuándo va a ser perfecta? Cuando sea igualitaria; para que sea igualitaria también nosotros tenemos que desarrollar la ciencia y la tecnología en el interior de la patria. Y acá tenemos una prueba, ¿de dónde salió el probiótico que está permitiéndonos lanzar este producto? De Tucumán.
Cuando llegamos al Gobierno, corregime Daniel, el 80 por ciento de la inversión técnica estaba en el AMBA, en el Área Metropolitana de Buenos Aires, y solo el 20 se destinaba al interior del país, hoy esa proporción cambio, es exactamente al revés. Y acá están los resultados, porque cuando se les dan tecnología, se les dan instrumento, se les dan condiciones de trabajo al interior del país; el interior del país responde y responde muy bien, y responde muy bien; responde con desarrollo. Cuando, Daniel, dice que el año pasado invertimos 106 millones de dólares en maquinarias, en instrumental, en tecnología, la inmensa mayoría de esa inversión también fue al interior. La Argentina no puede seguir siendo un país que tiene un centro y dos periferias, tiene que haber una Argentina; y el desarrollo tiene que llegar a todos los rincones de la Argentina.
Hoy la verdad es que disfruté de una mañana maravillosa, todos ustedes me dieron la posibilidad de disfrutar. Gracias María Pía por el trabajo que han hecho. Gracias, Daniel. Gracias, Ana por el trabajo del CONICET. Gracias, Mariano por siempre recibirnos con afecto. Gracias, Juan; gracias, Gabriela. Gracias a todos y a todas; está es la Argentina que tenemos que construir. Les agradezco. (APLAUSOS).