Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el panel "Universalismo desafiado por la guerra en Ucrania", en París, Francia
Muchas gracias, querido Emmanuel, querido presidente de Francia, amigo, gracias por este foro, que creo que tiene mucho sentido que lo tengamos, una gran idea del presidente. Sí, yo siento que el mundo viene en una suerte de cascadas, de cataratas de desgracias. La Argentina viene de la desgracia de un alto endeudamiento, pero cuando estamos tratando de salir de ese problema, aparece una pandemia, que ha dejado al descubierto toda la inequidad, que en el mundo se vive. Y cuando la pandemia parece estar desapareciendo aparece una guerra, que conmueve, definitivamente, al mundo todo. Si alguien piensa que la guerra es un conflicto entre rusos y ucranianos se equivoca; la guerra es un problema que excede – en mucho – a Rusia y a Ucrania y –como dije – esa guerra se nos presenta, después del martirio, que significó la pandemia, que dejó al descubierto toda la desigualdad del mundo.
Y acá déjenme enmarcar algunos datos, para que entendamos desde qué lugar estamos enfrentando la guerra. Primer dato: al tiempo de la pandemia, diez personas concentraban la misma riqueza que el 40 por ciento de la población del mundo; esa población del mundo más pobre, más empobrecida está en el hemisferio sur del mundo. Déjenme darles otro dato: la pandemia se llevó 4 veces más vidas, en los países pobres que en los países desarrollados; esas naciones empobrecidas están en el hemisferio sur, básicamente.
Déjenme contarles, que – en América Latina – las expectativas de vida cayeron 1,3 años, después de la pandemia. Todo esto ¿qué está diciendo? Está diciendo que nosotros, en ese terreno de enorme desigualdad debemos enfrentar el conflicto de la guerra.
Y en verdad, la invasión de Rusia a tierras ucranianas, no ha medido las consecuencias que esa acción iba a deparar a todo el mundo. Y vuelvo a repetir – y lo hablamos muchas veces con el presidente de Francia, que es muy receptivo a escuchar nuestras inquietudes – no se trata de que estamos haciendo un planteo ideológico, acá la discusión no es entre Occidente y Oriente, o entre Rusia y Estados Unidos; Rusia y la OTAN. La discusión es que, acá en el norte, vuelan misiles, pero en el sur se desarrolla el hambre. Ese es el problema que tenemos; entonces la guerra no es un conflicto bélico en el norte, es una guerra también de la gente del sur, porque los costos de esa guerra la pagamos nosotros.
Cuando la FAO nos dice que va a haber una hambruna, que va a afectar a 300 millones de seres humanos. ¿Dónde están esos seres humanos? En el sur del hemisferio, en el hemisferio sur, en el sur del mundo; esos datos no son datos menores, son datos que reflejan la gravedad del conflicto. Y frente al a gravedad del conflicto, vengo planteando, hace mucho tiempo, que es conflicto debemos resolverlo entre todos. Porque el conflicto – insisto – excede a Rusia, Ucrania, a Estados Unidos, a la OTAN, a Europa… el conflicto ha llegado al sur del mundo y el sur del mundo la pasa mal por este conflicto.
Algunos dirán: “bueno, el conflicto está generando un problema de seguridad alimentaria”, vergüenza debería darnos que, después de haber perdido más de 6 millones de vidas, por la pandemia, la misma Organización Mundial de la Salud no sabe si son 10 millones de vidas las que se han perdido como consecuencia de la pandemia, por muertes no registradas adecuadamente. Vergüenza debería darnos que después de haber vivido eso, el mundo se anime a llevar adelante una confrontación bélica, como esta.
¿Dónde está la ética política, que ve semejante desastre y no reacciona? Vergüenza debería darnos. Algunos dirán: “bueno, pero Argentina, América Latina es productora de alimentos, tiene una gran oportunidad por delante”. Miren, no quiero tener una gran oportunidad como consecuencia de una guerra, quiero tener la oportunidad de desarrollarme, sin que haya guerra de por medios y que haya gente que mueran, de por medio.
La misma guerra ha desatado una crisis energética que, en Europa, se vive más que en ningún otro lugar, pero que Argentina también loa vive, porque Argentina que tiene que importar gas ha visto cómo los precios del gas se han ido por las nubes.
A la Argentina la guerra, el año pasado… este año, perdón; solo este año le significó una pérdida de 5 mil millones de dólares que debimos gastar en mayores precios de gas y mayores precios de fertilizantes. Los organismos internacionales de crédito, donde hay países endeudados como Argentina y Ucrania ¿Qué están haciendo por repensar los programas económicos que les piden a esos países para pagar sus deudas frente al cuadro internacional que se vive?
En verdad, hago todos estos planteos porque creo que Emmanuel me ha invitado aquí para que la voz del Sur sea oída. Yo vengo del Continente de América Latina más desigual del mundo, es donde la brecha entre ricos y pobres es más profunda. Eso era así antes de la pandemia, eso era así antes de la guerra y ahora esa brecha es más profunda como consecuencia de la pandemia y como consecuencia de la guerra. Y lo que debemos hacer es reaccionar, es decirle a los que están en disputa que esa disputa no es de ellos dos, que esa disputa mata muchos más, los condena al frío, los condena a la falta de energía, los condena a la perdida de trabajo, los condena al hambre y no podemos quedarnos callados. Y entonces, en la mesa donde se debe debatir la paz, en esa mesa el Hemisferio Sur tiene que estar sentado, porque el problema también es nuestro, el problema también nos atañe a nosotros. Y es muy bueno que volvamos a poner en valor la palabra paz, aún cuando a muchos les suene naif y piensen que es un acto inocente e ingenuo reclamar la paz. Nada hay más revolucionario en el mundo del presente que reclamar la paz. Nada hay más revolucionario en el mundo del presente que reclamar la paz porque es una indecencia después de la pandemia, que hemos vivido, que algunos maten a otros por disputas territoriales.
Argentina no quiere estar ausente y por eso está en este escenario. Venimos trabajando con el Presidente de Francia desde hace mucho tiempo para plantear nuestra posición, para reclamar que Ucrania y Rusia vuelvan a sentarse a una mesa de dialogo, donde nosotros seamos también actores y encontremos una solución al problema.
Verán que en todo lo que he dicho, no he hablado del tema nuclear, que es una amenaza que a todos nos atormenta; que alguien pueda usar, en este conflicto, armas nucleares o que en este conflicto se puedan bombardear centrales de energía nuclear, porque no quiero pensar si después de todo lo que nos pasó, vamos a tener que soportar que una nube atómica esté sobrevolando nuestros países contaminando a nuestra gente, nuestros cultivos, nuestros ganados, nuestras aguas. Quiero pensar que eso no va a ocurrir. Pero digo todo esto porque tenemos el imperativo ético de no callarnos, tenemos el imperativo ético de ser claros, tenemos el imperativo ético de reclamar la paz.
Muchas gracias.