Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la inauguración de la XV Conferencia Regional sobre la mujer de América Latina y el Caribe, organizada por CEPAL y ONU Mujeres, Hotel Sheraton
Muchísimas gracias a todos, a todas, por estar en Argentina, por haber organizado este CEPAL Mujer en Argentina. Gracias Secretario general, sean todos muy bienvenidos, bienvenidas a mi patria.
En verdad, participar de este encuentro…pido disculpas por la demora, antes que nada, pero la verdad es que tengo un día complicado porque mañana inicio un viaje que me va a llevar mucho tiempo fuera del país, entonces la Agenda de la semana se acorta dos días y todo se complica. Pero en verdad, no quería estar ausente para hablar de un tema que es, definitivamente, trascendental: que es el rol de la mujer en el presente y del feminismo. ¿Cómo el feminismo lo ha transformado todo en los últimos años? (APLAUSOS)
Días atrás, cuando me tocó dar inicio a dos días que se celebraban dentro del mes del orgullo, decía lo que francamente siento: “Si algún mérito me cabe, que creo que no es mucho, es haberme prendido a la demanda del feminismo”, que en la Argentina fue muy, potente muy poderosa, y en muy poco tiempo llamó la atención de toda una sociedad. Y en realidad, allí hubo unas luchadoras inmensas, enormes luchadoras por el feminismo, que pudieron empezar a poner en crisis las lógicas del patriarcado, las lógicas machistas, las lógicas que, definitivamente, generaban una brecha entre hombres y mujeres, entre hombres y géneros y, en verdad, allí, yo creo que se empezó a vivir un tiempo distinto, donde el Gobierno argentino ha entendido que el feminismo es una identidad y que lo único que ha hecho fue tomarse a los reclamos de igualdad que, organizaciones de mujeres, lesbianas, travestis, trans, que luchan por sus derechos, venían demandando.
Como decía días atrás, esa lógica de igualar, es simplemente la lógica de dar felicidad a la gente. Nada hace más infeliz a un ser humano que sentirse destratado respecto de otro, nada hace más infeliz a un ser humano que sentir que no merece la misma consideración que el otro. Y en verdad, el feminismo, fue impulsar esa transformación para que de una vez por todas, la igualdad se convierta en una realidad. No les voy a explicar a ustedes cuáles son las desigualdades que han vivido porque las han padecido y, si algo debemos hacer es terminar con ese padecimiento. Garantizar que todos los derechos son iguales para todos y todas y todes y que, finalmente, todos, todas y todes sean partícipes de una sociedad que las contenga, no que las expulse, no que las discrimine, no que las someta a un trato que no sea igualitario.
En el gobierno hemos podido avanzar mucho, les decía, y la verdad que estoy contento de haber sido, de alguna manera, artífice de algunos de esos cambios. Los cambios empezaron en Argentina hace mucho tiempo, aunque, no centralmente en reclamos feministas, pero sí en reclamos de igualdad de género y reclamos también feministas. Empezaron con la Ley de matrimonio igualitario, con la Ley de identidad de género, con leyes que, verdaderamente, transformaron a nuestra sociedad. Y como yo el otro día reflexionaba presentando ese mes del orgullo, la verdad es que muchas veces me encuentro con personas del mismo sexo que han podido casarse y me agradecen el haber podido lograr ese objetivo, y yo pensaba: “pero qué fácil era hacer feliz a la gente ¿por qué tanto tiempo el Estado hizo infeliz a los seres humanos? solamente por una regla que ni siquiera entiendo muy bien por qué existía, porque la verdad, lo que estábamos haciendo era reglamentar el amor y, el amor no se reglamenta, el amor se disfruta se vive. (APLAUSOS)
Y seguimos en esa senda, y llegamos al Gobierno y yo no quise que esa senda que ha hecho que, o por lo menos los argentinos, nos sintamos un poco distinto aportando a ayudar y a contener en la diversidad.
Y dimos pasos también durante está gestión. La marea verde fue muy impresionante (APLAUSOS) cuando las mujeres salieron y demandaron el derecho de disponer de su cuerpo y poder libremente interrumpir el embarazo si así lo querían. La verdad es que, si tengo alguna tranquilidad o felicidad es haber impulsado, desde el Gobierno Nacional, esa Ley de interrupción voluntaria del embarazo. (APLAUSOS) Y en realidad, fue todo un debate que vivimos en Argentina, no en ese momento, porque ya antes lo habíamos intentado y no se había logrado y esta vez pudimos lograrlo, pudimos concretarlo. Pero, en realidad, para aquellos que todavía siguen pensando las bondades de una legislación de ese tipo, la legislación que legalice el aborto, no que no lo castigue penalmente, que lo legalice, que les dé a todas las mujeres la posibilidad de acceder a una interrupción segura de su embarazo y no exponerlas a situaciones de desigualdad, en donde la que tenga dinero pueda pagarlo y la que no lo tenga se vea sometida a condiciones sanitarias malas para poder practicar esa interrupción. Pero, cuando uno mira los resultados -la veo allá a la Ministra de Salud lejos- pero cuando uno mira los resultados y vemos el modo en que ha decrecido los problemas de la afectación de la salud o las muertes con motivos de los embarazos, nos damos cuenta cómo castigamos a las mujeres durante años, sometiéndolas a la idea de que la interrupción del embarazo debía ser castigada penalmente y persiguiéndolas penalmente; Lo único que lográbamos con eso era la clandestinidad y en la clandestinidad, el maltrato de la salud de la mujer. (APLAUSOS)
Les decía que, junto con esa ley que fue un triunfo del feminismo, así hay que tratarlo y que insisto, el único mérito que me cabe es haber me sumado a ustedes para convertir en Ley que ustedes reclamaban, pero junto con eso hicimos muchas cosas más en este tiempo. Nos ocupamos de garantizar un cupo trans para que puedan trabajar en la Administración pública. Hoy en la Administración pública argentina hay cerca de 500 personas trans que están trabajando. Nos ocupamos de terminar con la documentación binaria, que nos hacía definir, ante el Estado, si éramos hombre o mujeres. L verdad que cuando uno piensa todas estas cosas piensa: “pero ¿qué le importaba al Estado si esa persona era un hombre o una mujer? si finalmente debemos tratar a la persona por su condición de tal” ¿no?.
Y también, como me doy cuenta -porque no escapa a todos nosotros que esto nos exige una profunda reflexión cultural y una profunda transformación cultural- definí que en mi Gobierno iba a haber un Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad que solo se ocupara de este tema para poder educar a la sociedad en una nueva realidad y lo fuimos haciendo y fuimos garantizando esa igualdad que estamos buscando. Igualdad que no discrimine por la condición o por el género y donde todos podemos acceder a los mismos derechos.
¿Hemos logrado todo lo que queríamos?: No, definitivamente no. Todavía somos conscientes que la mujer a la hora de ser paga en un trabajo, está peor remunerada que un hombre y en mucho lugares, somos conscientes que aún hoy, pese a todo el esfuerzo que nosotros hacemos, algunos empleadores prefieren emplear a un trabajador varón antes que una trabajadora mujer. Y muchas veces nos pasa que verificamos que, un hombre y una mujer en la misma empresa, con un cargo semejante, no reciben los mismos sueldos. Todo eso hay que cambiarlo, todo eso hay que corregirlo y hay que seguir luchando para que eso se termine porque eso es desigualdad, eso es injusticia. Es alguien que cobra menos, solamente por su condición de género, y eso hay que corregirlo y hay que seguir trabajando.
Y también, reconocer algo que la sociedad nunca reconoció que son los trabajos de cuidado que las mujeres, muchas veces hacen y que no son reconocidas. (APLAUSOS) Nosotros hemos elevado al Congreso de la Nación, a la Cámara de Diputados una ley de Trabajadoras de Casas Particulares y las políticas públicas para fomentar el registro, de personas que trabajan en casas particulares, hemos implementado la Ley de Amas de Casa para que se les reconozca la jubilación, pero lo que creo que mejor hemos hecho es reconocer el trabajo de cuidado de una madre, que nunca recibió una recompensa por eso, reconocerle como antigüedad en el trabajo, un año de antigüedad en el trabajo, por cada hijo un año de antigüedad en el trabajo para que pueda acceder más rápidamente a una jubilación; una jubilación por un trabajo, que siempre hizo y que nunca nadie le remuneró. (APLAUSOS).
Por eso, yo creo que - poco a poco - en este tránsito que se ha iniciado, en la Argentina y creo que en todo el mundo, esta marea verde que ha cambiado el mundo y que creo que nos está educando a los varones y que nos está haciendo entender que hay un fin de ciclo, unos le llaman patriarcado; otros le llaman machismo, pónganles el nombre que quieran lo único que sé es que se ha terminado el tiempo de la desigualdad entre el hombre y la mujer, eso es lo único que me queda claro. (APLAUSOS) Y aunque en ese tránsito se ha avanzado mucho todavía dista mucho camino por recorrer y estamos todavía muy lejos de lograr los objetivos que nos hemos propuesto.
A mí me pone muy contento ver que, la Argentina, muchas veces es reconocida por esta labor, en pos de la igualdad de géneros, y de respeto en la diversidad: las Naciones Unidas ha desarrollado un ranking y dice que la Argentina lideró el ranking mundial de políticas – con perspectivas de género, durante la pandemia – y eso me hace muy feliz porque eso no ha sido la acción de un Presidente, ni ha sido la acción de un gobierno, ha sido la sociedad la que va entendiendo la necesidad del cambio, la necesidad de la transformación, la necesidad de ser iguales. Y nada hay más lindo, que trabajar por la igualdad. La igualdad es una palabra maravillosa que permite que todos sean contenidos, que nadie quede afuera, que no hayan normas de primera para unos y normas de segunda para otros, que todos estemos regidos por las mismas varas, que todos tengamos las mismas obligaciones y los mismos derechos, que todos seamos reconocidos por lo que somos, por lo que hacemos y no seamos diferenciados por algo tan liviano como el género o la condición sexual.
Y creo que tenemos que seguir trabajando más que nunca en todo eso, máxime cuando objetivamente, en el mundo, asume un discurso de derecha que nos quiere hacer retroceder los avances que el mundo ha dado, en pos de la igualdad. (APLAUSOS).
Hoy, están votando, en los Estados Unidos de América, espero que se den cuenta lo que han retrocedido por ese fallo, de la Corte Suprema diciendo que el aborto es una discusión de cada estado. (APLAUSOS). Ese antecedente tiene que llamarnos la atención a todos a todos, absolutamente a todos, porque ese antecedente es un retroceso que marca la involución que puede darse en el mundo, si la lógica conservadora, si el conservadurismo y la derecha, finalmente, se terminan imponiendo. La verdad, es que los que hacemos política, los que abrazamos las política, los que queremos ser gobernantes, los que somos gobernantes tenemos una aspiración central, que es lograr la felicidad de la gente; en realidad la vida no es otra cosa que la búsqueda de la felicidad, no lo digo yo, lo decía Aristóteles y de Aristóteles en adelante muchísimos filósofos plantearon que el objeto de la filosofía, que el objeto de la vida misma es la búsqueda de la felicidad.
Lo que no podemos nosotros es reglamentar qué es la felicidad, porque cada uno la encuentra la felicidad a su modo, y cada uno es feliz con lo que es y lo que no podemos reglamentar son los caminos de la felicidad; eso es imposible de hacer, eso es indecente hacerlo. ¿Y saben lo qué tenemos que lograr? Que nos respetemos, que cada uno sea feliz como quiere ser feliz, y que esa felicidad que encuentra no frustrarla ni con leyes, no frustrarla no con malos tratos, no frustrarla con discriminaciones. Eso es lo que nos hace falta. Y tenemos que trabajar, precisamente, para garantizar todo eso.
Voy a terminar reflexionando con lo mismo que empecé: si nosotros dejamos de discriminar hombres y mujeres, dejamos de discriminar en función del género, si nosotros dejamos que cada uno encuentre su felicidad a su modo y que encuentre el amor a su modo y que viva feliz con el amor que ha elegido, la verdad lo único que estaremos haciendo es una sociedad más feliz, porque más felices serán sus integrantes y tenemos que seguir trabajando para eso porque todavía hay muchas normas que son una rémora y todavía siguen discriminando y siguen impidiendo que alguien encuentre – en libertad – el amor y la felicidad.
Gracias a todos y todas por habernos acompañado y gracias por estar en el país. Muchas gracias. (APLAUSOS)