Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la inauguración del 39° período de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), desde el Centro Cultural Kirchner (CCK).
Buenos días a todos y a todas. Gracias a todos por estar acá, gracias a quienes me acompañan en está mesa; gracias querida representante de Naciones Unidas, gracias queridos ministros; gracias ministros y ministras. ¡Gracias Canciller! Por el trabajo hecho por Costa Rica estos años. Gracias, José Manuel, la mejores de las suertes en el desafío que tienes por delante, te han dejado la vara muy alta después de Alicia Bárcena; así que seguro que lo vas a hacer muy bien. Gracias a quienes están acá y a quienes vienen como invitados a nuestra patria, en especial mí gratitud, sincera, a tres personas que escucharán inmediatamente después de está charla; tres personas que valoró en lo personal mucho, ayer les dije a dos de ellos, que tuvimos la suerte de cenar con José Manuel, (INAUDIBLE) y a Mariana Mazzucato, que no se han enterado, pero sus discípulos; así que leemos con mucha atención sus enseñanzas y sus opiniones. Ahora, ustedes van a poder escucharla, inmediatamente, después de mí y se va a sumar un latinoamericano muy prestigioso que está con nosotros, que es José Antonio Ocampo. Gracias, José Antonio, por estar acá. Muchísimas gracias. También alguien muy respetado y valorado por todos nosotros.
Es un inmenso honor ser anfitrión del 39° de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Argentina asume la presidencia pro tempore de un periodo de sesiones de la CEPAL luego de 59 años, casi seis décadas han pasado y algunos de los planteos iniciales de la CEPAL en base a los aportes sustanciales de un argentino, Raúl Prébisch, siguen siendo una parte central de la agenda para el desarrollo económico y social de América Latina. Prébisch remarcaba la necesidad de observar nuestra propia experiencia como región, como un modo de alcanzar soluciones propias y no importar recetas ajenas para hacer frente a nuestros desafíos. No nos proponía aislarnos del mundo, buscaba integrarnos con nuestra propia identidad; reconociendo y preservando nuestros intereses.
Este periodo de sesiones nos encuentra -como se ha dicho- en una coyuntura internacional muy compleja, tras superar una pandemia que arrasó con la vida de millones de vidas y paralizó la economía mundial, ahora, hemos perdido la paz. El conflicto bélico genera un impacto, claramente, negativo sobre la economía global y América Latina no puede escapar a ello. En esta coyuntura los problemas se agudizan, se agravan las dificultades de logísticas sobre las cadenas de valor con un fuerte impacto en el precio de la energía y los alimentos. Ante la desgracia de estos tiempos que vivimos volvemos a tener la esperanza, la oportunidad y la necesidad de enfrentar creativamente en nuevos desafíos. Podemos y debemos hablar de la integración productiva de cadenas regionales de valor de ciencia y tecnología aplicadas a la producción de bienes y servicios y, fundamentalmente, de las formas para generar trabajo de calidad en nuestros países. Sin trabajo no hay futuro, sin trabajo decente no hay justicia social.
En está agenda el rol de la CEPAL como generador de contenidos y catalizador de acuerdos es determinante. Vamos a poder discutir un documento elaborado para orientar el análisis y los debates de este periodo de sesiones. Ese documento parte de la certera premisa de que la actual situación económica y social de los países de América Latina y el Caribe no solo están afectadas por sus dinámicas internas, sino también por shocks externos que han deteriorado el contexto necesario para la inversión y la producción que necesitamos. Ya antes de la pandemia y de la guerra nuestros países revelaban la existencia de problemas para crecer, para insertarnos en el concierto de la Naciones y para distribuir el ingreso de un modo más equitativo.
La situación actual no exige una mirada crítica y respuesta innovadoras para disonar políticas y soluciones hechas en América Latina y el Caribe, y para América Latina y el Caribe. La crisis mundial apuesto en evidencia el valor de la solidaridad de semejante experiencia vivida nos demanda fortalecer las acciones de cooperación y las alianzas regionales para implementar acciones conjuntas y solidarias. Cooperar es un imperativo de fraternidad y al mismo tiempo una condición necesaria para lograr un desarrollo equitativo que no sumerja en la pobreza a los hombres y mujeres que habitan estás tierras.
En esta línea la CEPAL nos ofrece un espacio privilegiado para una construcción colectiva y pluralista, que incentive una mirada sensible a las necesidades de los países de la región. Una mirada capaz de utilizar la revolución tecnológica para ofrecer nuevas soluciones a los desafíos de desarrollo que nuestra región exige. Argentina en su calidad de presidente pro tempore los invita a trabajar en una agenda estructurada a partir del dialogo; fortalecer los vínculos entre los países de la región y lograr posicionarnos de otro modo con el resto del mundo. Nuestros pueblos necesitan soluciones ya y el documento núcleo que nos presenta la CEPAL plantea ejes de trabajo muy valiosos. En primer término, debemos reducir la brecha ecológica; hoy aparecen nuevos desafíos importantes tantos los avances de la tecnología en los procesos productivos, aun así, esos desafíos nos brindan la oportunidad de identificar los vectores productivos asociados a esta revolución tecnológica y a las necesidades de combatir el cambio climático. Estos vectores deben permitirnos insertar a nuestros países en la cadena de valor, no ya como proveedores de materia prima, sino como eslabones que agreguen tecnología y generen empleo en el proceso de producción.
Impulsar políticas que faciliten la transición hacia las energías renovables y desarrollar cadenas de valor entorno al litio, al hidrogeno y otros minerales estratégicos que nos permitan la generación de nuevas energías; es una oportunidad que tenemos y no debemos desperdiciar. La importancia estratégica de las reservas de litio existentes en la región, particularmente, en el denominado triangulo del litio integrado por Argentina, Bolivia y Chile; que representan alrededor del 56 por ciento de los recursos de ese mineral, es una gran oportunidad para nuestro desarrollo.
Nuestra región también puede convertirse en líder mundial en la producción de hidrogeno bajo en carbono. El desarrollo de la cadena de valor de hidrogeno es pues otra oportunidad para poner en marcha nuestras capacidades productivas. Es esencial profundizar las acciones en procura de este desarrollo energético, mediante la identificación de proyectos, la cooperación a nivel regional y la búsqueda de fuentes de financiamiento de parte de los organismos multilaterales de créditos. Ahora que el BID ha vuelto a manos latinoamericanas y del caribe necesitamos recursos para que la transformación que planteamos pueda materializarse. No todos somos igualmente responsables del deterioro climático al que asistimos.
América Latina y el Caribe no se encuentran en la primera línea de emisión de carbono, inexplicablemente, sin ser los causantes de tanto daño somos lo que más lo padecemos. Las responsabilidades deben ser diferenciadas y por eso en la emergencia debe ser aliviado el esfuerzo de quienes no somos generadores de la crisis. Así como debemos trabajar en la cuestión ambiental, también, debemos reducir la brecha tecnológica que nos distancia del mundo central. Tenemos que lograr que la región acceda al mundo de la tecnología global reduciendo la distancia que hoy observamos. Ellos se relacionan directamente con la localización de las inversiones productivas en nuestros países.
Las nuevas tecnológicas y formas de producción se generan allí donde se produce. Este aspecto ha sido ampliamente estudiado y explica una parte de tenciones geopolíticas vinculadas con la localización de las fuertes de producción. Si ese es nuestro objetivo es fundamental impulsarla la conectividad y la infraestructura digital, la educación, el conocimiento, y la industria 4.0; debemos cooperar juntos como región en políticas publicas que estimulen la inversión privada para democratizar la conectividad. También podemos trabajar juntos en una agenda 4.0 entre los países de América Latina y el Caribe; en áreas como la economía del conocimiento, la tecnología satelital, la inteligencia artificial y la ciberseguridad.
No estamos planteando una utopía, varios de nuestros países ya tienen desarrollado en cada una de esas áreas proyectos importantes, también, la Argentina; hablemos, coordinemos, trabajemos juntos. Eso nos dará fuerza, fortalecerá la autoestima de nuestras naciones, la autoestima regional y nos revelará un panorama de realizaciones a la que no le hemos prestado, hasta aquí, la debida atención.
Tal como señala la CEPAL en su documento núcleo, si el desarrollo de la educación y el conocimiento es uno de nuestros objetivos, la recuperación de la presencialidad en la educación no puede significar, simplemente, volver a la situación anterior a la pandemia. Debemos poder sumar la tecnología necesaria para potenciar el encuentro en las aulas porque los procesos de aprendizaje siguen siendo una instancia fundamental e irremplazable para el desarrollo y la inclusión social.
El mundo de la virtualidad y las redes sociales exigen repensar también los modos en que nos comunicamos y nos informamos en la modernidad. Repensar la cuestión no busca poner en juego la plena vigencia de los derechos individuales, el derecho a la información o los principios que fomentan la libertad de expresión.
En la actualidad las fronteras se diluyen frente al riesgo de la manipulación de datos y noticias falsas, que influyen en el ánimo social, la problemática y sus desafíos son globales. Es importante coordinar acciones regionales para enfrentar los discursos del odio, motorizados por algoritmos, que generan la adicción digital, dificultan el dialogo entre quienes pensamos diferente y debilitan la convivencia democrática.
Aprovechando la desazón que generó la pandemia y los efectos económicos de la guerra, los discursos más extremistas y violentos han proliferado en todo el mundo y también en nuestra región. Encontraron tierra fértil para transformar los reclamos legítimos por mejores condiciones de vida, en un discurso contra la política que pone en jaque a la misma democracia, se trata de palabras que han ido ganando espacio y que naturalizan expresiones y acciones violentas.
Quienes buscan debilitar y erosionar las democracias, tienen intereses específicos que lo llevan a promover esa polarización extrema. No aceptemos resignados que lo hagan, todos sabemos bien que el empeoramiento en la distribución del ingreso, y en la cantidad y la calidad del trabajo, no es producto de quienes creemos en un Estado presente promotor de políticas activas, que induzcan a construir una sociedad más justa e inclusiva. La desigualdad que enfrentamos es consecuencia directa de quienes pugnan por un Estado ausente, que deje en manos del mercado la solución de aquella desigualdad. Son los mismos que con sus políticas permiten que el ingreso se concentre en pocos, mientras la pobreza se distribuye en millones de seres humanos, así la riqueza se acumula en paraísos fiscales, y jamás se derrama sobre los más necesitados.
Para construir sociedades inclusivas, debemos trabajar en favor de la igualdad de género, del 7 al 8 de noviembre próximo la Argentina será sede de la 15° Conferencia Regional Sobre la Mujer en América Latina y el Caribe de la CEPAL. Durante esas dos jornadas de trabajo estaremos conversando sobre un tema central, las tareas de cuidado como un factor relevante para una recuperación sostenible y con igualdad de género. Este será un Foro privilegiado, para construir compromisos que promuevan y protejan los derechos de las mujeres y diversidades en nuestra región.
Esperamos recibir a las distintas delegaciones para continuar los trabajos conjuntos, impulsar planes de recuperación con acciones afirmativas, que promuevan sistemas integrales de cuidados, el trabajo con derechos y la plena y efectiva participación de las mujeres y las diversidades en sectores estratégicos de la política y la economía, para una recuperación transformadora.
La dramática experiencia de la pandemia dejó enseñanza sobre el impacto de las políticas sociales y el rol del Estado para aumentar la resiliencia y la capacidad de recuperación de la economía. Dejó en evidencia la trascendencia de la Salud Pública y la necesidad de impulsar una cadena regional de producción y distribución de vacunas y medicamentos, para facilitar su llegada a todos los rincones de la región.
Hemos dado un paso muy importante a partir de los lineamientos y propuestas para un plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y Caribe, presentado en septiembre de del 2021, durante la Sexta Cumbre de jefes de Estado y de gobiernos de la CELAC. El documento fue aprobado por unanimidad por los miembros de la CELAC. En enero del 2022 la Argentina asumió la Presidencia Pro Tempore de la comunidad de Estado de Latinoamérica y el Caribe. Además de mantener el foco en la implementación del plan a corto plazo de los mecanismos de compra conjunta, internacional de vacunas y de medicamentos esenciales, y en la convergencia y el reconocimiento de las regulaciones, se dedicó a impulsar el desarrollo y la producción regional de vacunas en los laboratorios públicos.
Ese es solo un ejemplo, quiero a través de ese ejemplo concreto destacar la relevancia de las sinergias que generan el trabajo conjunto entre CEPAL y la CELAC.
Quiero dedicar mis últimas palabras para invitarlos a revisar una reflexión colectiva. Venimos de perder millones de vidas como consecuencia de una impiadosa pandemia, ese virus desconocido que se expandió con una velocidad inusual en todo el planeta, fue capaz de dejar al descubierto las inequidades en las que vivimos, ¿es justo que las fortunas de solo diez hombres representen más que el ingreso del cuarenta por ciento de la población global? fue en la pandemia, cuando la riqueza concentrada en el mundo central se exhibió con toda impudicia, y fue en la pandemia cuando la pobreza y la marginalidad distribuida en la periferia en la que se ha convertido el hemisferio sur, solo reveló su impotencia esa desigualada ya demostró su capacidad de daño, la pandemia se ha cobrado cuatro veces más vidas en los países más pobres que en los ricos.
La falta de solidaridad global quedó patentizada cuando la vacuna fue producida, el noventa por ciento de esa producción quedó en poder del diez por ciento de los habitantes del mundo, así penosamente el noventa por ciento de la humanidad deambuló desesperada tratando de acceder al diez por ciento de las vacunas restantes.
Después de tanta pena, después de tanto dolor, una guerra se ha desatado para seguir sembrando muerte, hombres y mujeres terminan sus vidas por imperio de las armas. La guerra también causa daños, más allá de los campos de batalla, la FAO preanuncia una hambruna que afectará a más de 300 millones de habitantes, como consecuencia de la falta de alimentos que la guerra depara.
Vivimos todos nosotros en el continente más desigual del mundo, aquí la brecha entre ricos y pobres es la más profunda del planeta, quienes aquí estamos somos parte de la humanidad sobreviviente de la pandemia, ahora nos toca encontrar los modos para no postergar el desarrollo de sociedades que necesitan crecer en un marco de mayor equidad. El hecho de haber sobrevivido a un tiempo tan tremendo nos impone el imperativo ético de cambiar ese presente, es hora de derribar muros y construir puentes. Tenemos el deber moral de unirnos en ese esfuerzo común, sabiendo que somos pasajeros de un barco que también abordaron millones de hombres y mujeres que padecen y esperan de nosotros una mano que los rescate del pozo de la pobreza. Debemos volver a construir la Patria Grande, debemos recuperar el valor de la solidaridad y desechar el individualismo. Una vez más recuerdo la enseñanza del Papa Francisco, “en este tiempo nadie se salva solo”, en esta etapa difícil que nos ha tocado vivir estemos juntos, pensemos juntos, integremos todas nuestras potencialidades para mejorar las condiciones de todas y todos los que son parte de nuestros pueblos.
Alguien dijo alguna vez que quien sueña solo, solo sueña, pero quien sueña con otros puede cambiar el mundo. Argentina sueña con cambiar este presente, pero necesita soñar con sus hermanos y hermanas de la América Latina y el Caribe, para que soñando juntos podamos cambiar tanta desigualdad que nos rodea.
Muchas gracias. (APLAUSOS)