Palabras del presidente Alberto Fernández junto a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, en el acto de promulgación de las leyes de VIH y Oncopediatría, en la Casa Rosada
Gracias, gracias, compañeros. Gracias a todos y a todas por estar acá. Es un día muy lindo, es un día gratificante porque los temas de los que habló Carla - me dejó sin discurso, Carla, porque contó todo - son temas que hacen mejor la vida de la gente para sobrellevar los problemas que padecen argentinos, argentinas y argentines.
No es un momento fácil el que nos toca vivir, es un momento, particularmente difícil. Yo siempre reflexiono sobre este tema. Hace un par de días desayunaba con el gobernador del Chaco, el Coqui Capitanich, y le decía: “Coqui, decime la verdad. Si a vos te hubieran dicho - elegí cuatro años para gobernar - ¿Hubieras elegido estos cuatro años? No. Nos ha pasado de todo como humanidad, nos ha pasado de todo; nos ha pasado una pandemia muy cruel. No sabemos ni siquiera cuántas vidas se llevó. Algunos hablan de seis millones. La Organización Mundial de la Salud acaba de decir que, tal vez, son 10 millones o más. Una pandemia que paralizó el mundo, que dejó en una situación muy difícil a todos, que afectó la psiquis de todos nosotros; porque algunos vimos cerrar nuestros negocios, perder nuestros empleos, perder seres queridos, perder nuestros vecinos, perder familiares. La pandemia el día de hoy no ha terminado y nos sigue exigiendo esfuerzos. Y cuando estamos empezando a levantar cabeza, aparece una guerra que vuelve otra vez a complicar todo, a hacer todo más difícil. Y, además, tenemos a los a los de adentro, que tampoco nos las hace fácil. Los que especulan, los que quieren ganar aprovechando la incertidumbre. Los de siempre. A todos ellos, la verdad, nosotros estamos preparados para ponerles el pecho y dar la pelea que tengamos que dar y en la pelea que tenemos que dar, nunca ninguna pelea justifica la resignación de un derecho, nunca. Por dura y difícil que sea la pelea, ninguna pelea puede darse resignando derechos de otro. Y lo que siento que quieren probar nuestra templanza y la van a probar. ¿Quieren probar nuestras fuerzas?: la van a probar y, si quieren ver si vamos a dudar, hoy tienen la prueba de que no vamos a dudar en lo que estamos haciendo. (APLAUSOS) Invítenos a todas las pruebas que quieran, ninguna de esas peleas va a ser a costa de derechos de la gente, ninguna de esas peleas.
Yo siempre he dicho que si Argentina fue un país distinto en América latina, fue precisamente porque les dio a los argentinos y a las argentinas derechos que en otros lugares no había. Los derechos a la educación pública que empezaron allá por el siglo XIX, con Alberdí, con Sarmiento. Con la reforma universitaria del18, que abrió las cabezas de todos y abrió las puertas de las universidades a cualquier idea. La Universidad gratuita de Perón. El otorgamiento de derechos a los que trabajaban, los que trabajan. Los derechos a la mujer, que empezaron con el voto femenino de Eva. Las mejor Argentina, fue la Argentina que reconoció derechos. La peor Argentina fue la que quitó derechos. Cuando la sociedad pierde derechos, se hace una sociedad menos valiosa. Cuando la sociedad gana en derechos, la sociedad es más valiosa.
Y hoy estoy en presencia de 2 leyes que también quiero destacar, porque aún en los momentos más difíciles, en los momentos de mayor incertidumbre, podemos ser capaces, la sociedad civil, el mundo de la política, que más allá de ideologías, es capaz de confluir en proyectos comunes como estas dos leyes. Absolutamente necesaria para muchos argentinos, argentinas, argentines que necesitan de esto. Hay una Argentina que se puede encontrar detrás la búsqueda, de la solución, de las necesidades de quienes habitan esta tierra y - yo - a esa Argentina la reivindicó siempre.
Hoy acá, con una primera ley, estamos dando una respuesta integral al VIH, a hepatitis virales y a otras infecciones de transmisión sexual y la tuberculosis. Estamos, primero, poniendo en dimensión la trascendencia de esas enfermedades, y a tal punto que la declaramos interés público y nos comprometemos como estado a darle toda la atención que necesitan quienes padece estos males, estas enfermedades y ponernos al lado de ellos. Era un adolescente, no tan adolescente, miento, ya tendría 20 años. Bueno, ahora la adolescencia dura mucho tiempo, hoy sería un adolescente. Tendría 20 años, estaba promediando mi carreara de abogado, cuando apareció el VIH, el sida, y a todos nos conmovió esa epidemia. Y, la verdad, lo peor de eso fue que quien quedaba afectado por la enfermedad terminaba siendo segregados socialmente. La Argentina en eso fue una sociedad pionera, porque se ocupó en el tratamiento de esas enfermedades, de hacer llegar la medicación. Poco a poco se pasó del famoso cóctel de medicamentos para enfrentar el SIDA a dosis más acostadas, donde alguien tan importante como Pedro Cahn, hizo tanto por esta enfermedad y no puedo dejar de recordarlo en estos momentos. Hizo tanto para hacerlo más llevadero el tratamiento de la enfermedad. Y el Estado estuvo presente y hoy ¿qué hacemos?: comprometernos más con la presencia del Estado en apoyo de quienes padecen esta enfermedad ¿Para qué?: bueno, para hacerle más fácil la vida. Hoy ya sabemos que es una enfermedad que se puede tratar, que se puede convivir con ella. Cuando apareció, parecía una enfermedad irremediable. Hoy ya no es así y lo que necesitamos es decirle a cada uno que padece alguna de estas enfermedades: “no temas, que el Estado va a estar atrás tuyo, ayudándote, proveyéndote la medicación, garantizándote los tratamientos, estando a tu lado”. Eso es un paso importante.
La ley, además, recoger lo que jurisprudencialmente se fue dando con el correr del tiempo, lo que fue una ley inicial, la jurisprudencia fue ampliando en derechos y todos esos derechos hoy ya no son decisiones de un juez, no están presentes en la normativa legal. Y creo que ese es un paso muy significativo. Destaco, una vez más, que con esta primera ley estamos garantizando una vida plena de los que tienen que enfrentar la enfermedad. Y destacó también, una vez más, que pudimos hacerlo de modo consensuado. Esto es el resultado de una lucha que empezaron hace muchos años las primeras víctimas del SIDA, que siguieron asociaciones civiles y que pudieron encontrar en la política el encuentro necesario, las coincidencias necesarias para resolver el problema de quienes padecen la enfermedad. Esto en tiempos de tanta locura que vive el mundo es muy importante y yo lo quiero destacar y lo quiero rescatar.
Lo mismo pasa con la creación del régimen de protección integral del niño, niña y adolescente con cáncer. En verdad, allí la ley busca algo más, que es socorrer al pequeño, pequeña que se ve afectado por una enfermedad oncológica. Se trata de hacer más llevadera la situación de los padres y estar al lado de los padres acompañándolos, ayudándolos, en cuestiones laborales, en cuestiones médicas; para ir en socorro esos chiquitos, de esas chiquitas. Y ahí también hay una regla de solidaridad que como Estado nosotros reivindicamos. El estado está para esto, precisamente; para igualar las condiciones allá donde las condiciones se desigualan. Que nadie que tenga que pasar por esto quede a la intemperie porque no tiene la posibilidad de pagar la medicina prepaga o la posibilidad de pagar un tratamiento médico. Que sepa que el Estado va a estar siempre, auxiliando y ayudando. (APLAUSOS) Esa función niveladora del Estado es central, pues ya después de tantos años, aprendimos que las sociedades no son iguales, que la ley parece ser igual para todos, pero no todos somos iguales ante la ley; y que algunos gozan de privilegios que otros no tienen y el estado está precisamente para nivelar condiciones. Para terminar con algunos privilegios y para privilegiar algunos que necesitan ser privilegiados. Creo que hemos dado un paso muy importante con estas leyes y por eso felicito a los diputados. Allá veo a Daniel Gollán, que fue tan importante en los días de pandemia como ministro de salud de la provincia de Buenos Aires. La veo a Carito, la veo a Roxana, con ellos mi gratitud a todos los diputados, a todos los senadores que pudieran confluir en el apoyo de esta ley tan importante. Fíjense para cuántas familias, para cuántas personas que le estaban necesitando. Mi gratitud a la ministra y a Vilma que han sabido rápidamente poner en marcha toda esta ley, con esta promulgación, que no la queríamos hacer en soledad, queríamos hacerlo así. Son temas ingratos porque estamos hablando de enfermedades; pero lo que quería era que todos sintieran que en este tiempo hay un Estado presente que está preocupado por todos y cada uno de ustedes. (APLAUSOS)
Nosotros vamos a seguir con nuestras convicciones. Vamos a seguir trabajando para que todo se normalice, para que la economía se tranquilice, para que los especuladores sepan que no hay tiempo para la especulación. La pandemia debió habernos enseñado a todos nosotros a ser más solidarios, porque está visto que acá nadie se salva solo y como yo estoy cada día más convencido en esa idea y, que aquí nadie se salva solo. Como diría Fito: “Acá estoy yo, vengo a ofrecer mi corazón”. Gracias a todos y todas. Muchas gracias.