Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, por videoconferencia, en la XIV Cumbre de Jefes de Estado de los BRICS.
Muy buenos días, desde aquí, desde el Sur del mundo; gracias por presidente Xi Jiping, señores Jefes de Estado: el mundo está atravesando un momento singular, nunca la desigualdad se vio tan expuesta. Unos pocos concentran el ingreso abusando del poder financiero, mientras millones de seres humanos sobreviven distribuyéndose sólo pobreza.
Cuando aún no superamos la crisis sanitaria, generada por una pandemia que arrasó con la vida de millones de seres humanos, una guerra se ha desatado con una cuota de violencia y muerte que a todos nos conmueve. Las consecuencias de semejante desastre exceden en mucho a los países en pugna; la energía se vuelve carencia, la producción se detiene y el fantasma del hambre recorre, sin piedad, los pueblos del hemisferio Sur. En este tiempo nos encontramos y como parte de la humanidad, que somos, estamos obligados a revertir con urgencia la crueldad de este presente. Acaba con la violencia, retomar el diálogo y volver a poder en valor la solidaridad son imperativos éticos que esta hora nos impone. Estamos convencidos de lo que acá afirmamos: la paz en el mundo, la integración global, la amistad entre los pueblos, la cooperación internacional, el imperio de la justicia, la recuperación de la dignidad humana, la no injerencia entre los estados, garantizar la integridad territorial, la plena vigencia de los derechos humanos, el respeto a la diversidad como requisito central a la convivencia democrática.
Lo que acabo de enunciar son los diez principios, que gobiernan la política exterior argentina; lejos de cualquier abstracción buscamos respetar cada principio, en favor del bienestar de nuestro pueblo, en un mundo – socialmente – más justo y ambientalmente más responsable.
Estamos honrados por la invitación, a esta reunión ampliada de los BRICS, aspiramos a ser miembro pleno de este grupo de naciones, que ya representan el 42 por ciento de la población mundial y el 24 por ciento del Producto Bruto Global. Argentina es proveedora segura y responsable de alimentos, reconocidos en el ámbito de la biotecnología y en tecnología logística aplicada. Esto significa que no sólo somos capaces de producir y exportar alimentos, también sabemos suministrar servicios y formar especialistas, para que otros países hagan crecer su eficiencia productiva y mejoren así la calidad de vida de sus habitantes.
Tenemos grandes recursos energéticos, contamos con la segunda reserva mundial de shale gas y la cuarta de shale oil. Empresas argentinas y extranjeras no sólo explotan de modo no convencional energías fósiles; también incursionan en la explotación del litio, del hidrógeno verde y otras energías renovables. Todo esto lo hacemos lidiando con las dificultades propias de un país en desarrollo, signado por una pesada deuda. Necesitamos mejorar nuestra infraestructura, diversificar nuestra matriz productiva, aprovechar las nuevas industrias como generadoras de nuevos empleos y aumentar así nuestras exportaciones.
Sabemos que este encuentro es una oportunidad, pues podemos acordar aquí una agenda común, que nos permita transmitir nuestras inquietudes con mayor eficacia, con mayor claridad en nuestras voces, en la próxima Reunión del G20.
La Argentina ejerce, hoy, la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, una región directamente afectada por estás circunstancias, que antes señalé. Enfrentamos situaciones desesperantes, asociadas a la falta de alimentos y al incremento del precio de los combustibles, en lugares que, además, son víctimas del cambio climático.
Escuché - con atención - al presidente Xi Jinping, sabe muy bien de lo que hablo. Recuerdo cuando en 2021 anunció - con orgullo - el cumplimiento de su meta de terminar la pobreza extrema, en China. Quiero acabar con la pobreza extrema, en mi país, que es parte de un continente, que hoy tristemente se exhibe como el continente más desigual del mundo. Sin políticas públicas adecuadas no vamos a llegar a implementar los objetivos de desarrollo sustentables, fijados por las Naciones Unidas, para el año 2030. Para poder alcanzar esos objetivos es una condición necesaria recuperar la paz, es imperioso que cesen las hostilidades, en Ucrania. Queremos ser parte en la búsqueda de una solución que acerque a todos los involucrados, para lograr – así – una paz que dure, que deje definitivamente atrás la dinámica desatada por la escalada bélica.
Quiero alzar mi voz para que el mundo entienda, que aunque la guerra se libre, en Europa, sus consecuencias trágicas repercuten en América Latina y el Caribe, en África y en todo el hemisferio sur. Somos una periferia que padece.
Lo ha señalado el Papa Francisco, ni el trigo, ni los alimentos pueden convertirse en un arma de guerra, tampoco la persona humana puede volverse moneda del cambio. La paz no sólo es necesaria, la paz es urgente porque es urgente hacer un mundo más igualitario. Mientras trabajamos para acallar el tronar de las armas debemos concentrar nuestros esfuerzos, en el diseño de una arquitectura financiera mundial, que tenga en cuenta las necesidades del crecimiento, del comercio, de la inversión y fundamentalmente del bienestar que la humanidad reclama.
El peso institucional y económico de los BRICS puede convertirse en un factor de estabilidad financiera, la expansión de su nuevo Banco de Desarrollo puede ser un instrumento útil para fortalecer las infraestructuras nacionales. Ya es hora de que exploremos mecanismos de cooperación, como el SWAP de monedas, que la Argentina suscribió con China. Ya es hora de promover una agencia calificadora del riesgo internacional, que ponga en manos públicas, lo que hoy está en manos de intereses privados. También es importante poner en debate pautas, que determinen la asignación especial de los Derechos Especiales del Giro, del Fondo Monetario Internacional, los DEGs también son una herramienta esencial para la necesaria capitalización de los bancos regionales de desarrollo, sin desdeñar un modelo económico que acabe con la exclusión financiera, pues la posibilidad de construir un mundo más justo y equitativo acabará siendo tan sólo una quimera.
Dicho todo esto, no quiero dejar de agradecer el apoyo recibido por los miembros de los BRICS a nuestro reclamo de negociar – pacíficamente – la cuestión Malvinas, con el Reino Unido. Nos entusiasma la perspectiva de coordinar políticas que potencien la agenda de los países del Sur global.
Los BRICS constituyen una plataforma con enormes capacidades para discutir e implementar una agenda de futuro, que nos lleve a un tiempo mejor y más justo. Argentina quiere sumarse a ese espacio y brindar sus aportes como integrante del mismo.
Jamás nadie me ha convencido de que todo tiempo pasado haya sido mejor; lo mejor está en el mañana que se avecina, un mañana que nosotros sí podemos construir. El tiempo es hoy, la historia es ahora, la estamos escribiendo. Debemos entender – de una vez y para siempre – que el desarrollo debe ser el nuevo nombre de la paz; que la paz, debe ser hoy, el nuevo nombre del desarrollo.
Muchas gracias.