Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el acto de asunción de autoridades nacionales del Sindicato del Seguro, en Parque Norte, CABA
Buen día, gracias a todos y todas, una alegría estar aquí con ustedes.
Debo confesarles que para mí es una suerte de deja vu, es como volver a mis años, a mis 30 años, tenía 30 años cuando fu superintendente de seguros. Estaba buscando ver cuántas caras de aquel entonces quedaban acá, bueno queda Ariana, mi querida amiga y colaboradora de siempre; Alberto Pagliano, mi querido amigo; Enrique Cossio, que lo veo allá; a Manuel que lo vi, Manuel me volvió loco, un gran productor de seguros, y en aquellos años discutíamos mucho, pero un hombre muy valioso, un dirigente muy valioso. Después debe haber otros que me cuesta reconocerlos por el barbijo, por el tapabocas, pero es un lindo momento estar acá acompañando a Jorge, el día de su asunción.
Uno guarda por el Seguro un cariño entrañable, nos tocó una época muy difícil, fue una época asignada por un país dislocado, con otros problemas, tenía el problema de la deuda, tenía un problema inflacionario infinitamente superior al actual. Siempre me acuerdo que en aquel año de 1989, yo asumí en julio de 1989, y ese año la Argentina tuvo 5400 puntos de inflación. Nos llamaban del mundo para preguntarnos cómo era que convivía el Seguro con inflaciones de esa magnitud, y lamentablemente nos hicimos expertos de manejar el seguro con la inflación, fueron años muy difíciles, donde el mercado se concentró y donde muchas empresas cerraron, producto de que esa situación económica las arrastraba a ese lugar. Cuando dejé el mercado de seguros, cuando dejé la Superintendencia de Seguros, me fui a trabajar al Grupo Provincia, y allí con Alberto, y con otros colaboradores más, llevamos adelante lo que son las empresas del Grupo Banco Provincia, hoy de Seguros, Provincia Seguros, Provincia ART, Provincia Vida. Con ese Banco detrás que es verdaderamente enorme, de una fortaleza inmensa. Sí lo que hice fue desvincularme profesionalmente del mundo del seguro, lo elegí por una cuestión de tranquilidad, pero nunca pude dejar de seguir y de mirar cómo evolucionaban las cosas, casi por cierto afecto que uno le quedó, de ver cómo transitaba un mercado tan difícil como es el mercado de Seguros, una actividad tan compleja como es la actividad del Seguro, en esta Argentina tan cambiante y tan difícil.
En aquellos años, Jorge, me tocaba discutir también paritarias, porque los empleados de la Superintendencia de Seguros eran del Sindicato del Seguro, hoy son de UPCN básicamente, pero en aquellos años teníamos discusiones difíciles con don Ramón Valle, que era entonces el Secretario General del Gremio y al que siempre recuerdo con afecto, que tampoco me la hizo fácil, pero era lo que él debía hacer, cumplir su rol. Pasaron los años y el mercado fue creciendo, se fue recomponiendo, y el mercado tiene una actividad muy rara, muy difícil de entender para muchos, porque en verdad lo que el Seguro hace es ofrecer es un seguro que no es tangible, no se toca, no se toca, y entonces uno no entiende bien qué le están vendiendo, uno paga una cuota por algo que quiere que nunca le ocurra. Compra un Seguro de Vida, y uno paga una cuota confiando en que no se va a morir nunca, y compra un seguro de autos y en verdad paga todos los meses una cuota, confiando en que nunca vaya a chocar, o vaya a entrar en un siniestro, pero lamentablemente las muertes y los siniestros ocurre, y es allí donde uno advierte la importancia del seguro.
Días atrás, una empresa de Gualeguaychú, muy importante, un frigorífico de pollos se incendió, de Gualeguay, no de Gualeguaychú. Y lo primero que le pregunté a los dueños de la empresa, que venía a pedir auxilio, y hay que dárselo para que siga produciendo, es si están asegurados, me dijo que no, y le dije no puedo creerlo, no puedo creerlo, porque es allí donde uno verifica la importancia del seguro. Lamentablemente en el momento más traumático, en el momento más traumático hay una empresa que viene a reparar el daño, y a permitir que todo se siga moviendo. El Seguro es además un enorme captador de ahorro privado, porque cada prima que pagamos acumula inversiones, que se pueden usar, como bien dijo Jorge en su discurso, se puede usar solo especulando financieramente, y se puede usar también promoviendo o participando en actividades productivas. En verdad en el mundo, los fondos que acumulan las empresas aseguradoras son grandes promotores de la economía, y nosotros debemos tender a eso, debemos tender a eso. Este es el desafío que tenemos en este tiempo de las Argentina, que ha pasado seis años muy difíciles, cuatro signados por un endeudamiento caótico, catastrófico, y dos signados por la pandemia. Los números dan cuenta que este año nos hemos recuperado mucho y bien, y eso lo celebramos, pero celebramos con los cuidados del caso, porque de repente vemos que en África aparece una nueva variante, y empezamos todos a tener recaudos. Con una tranquilidad que ya entre nosotros hemos podido inmunizarnos, a través de la vacuna de un modo muy efectivo, pero eso no quiere decir que el problema se haya terminado, hay que ser cuidadosos y yo celebro verlos con el barbijo, y que el barbijo se haya convertido en un atuendo más de nuestra vestimenta. No nos damos cuenta pero con el uso del barbijo no sólo evitamos el contagio del COVID, ha bajado mucho el contagio de las gripes, que son también un problema de la salud y de otras enfermedades, con lo cual dentro de todo ese uso que hacemos del barbijo nos ayuda también a contener las enfermedades en nuestra sociedad.
Y cuando vengo al Sindicato del Seguro, que me traen todos esos recuerdos, que me hacen hablar del pasado, es una suerte de deja vú para mí también digo que vengo feliz a participar de la asunción de un secretario general de un sindicato, de la Argentina, elegido por sus compañeros de trabajo cotidiano y que de este modo estamos fortaleciendo, el sistema sindical, en la Argentina. Para eso estoy acá también, para darles testimonio de mi compromiso con el sindicalismo. (APLAUSOS).
Uno cuando se acostumbra a vivir con ciertas cosas, piensa que esas cosas son habituales y normales en el mundo, pero eso no es así. Esto que nosotros vivimos de tener una serie de derechos, que para nosotros se han vuelto moneda corriente y no lo valoramos adecuadamente, como tener aguinaldos, vacaciones pagas, aportes jubilatorios, hechos por la patronal, podernos sindicalizar, tener centrales obreras fuertes y unificadas son todos derechos que no están en todo el mundo, están en Argentina, y gracias a Dios que los tenemos, porque son derechos que preservan la mejor calidad de vida de la gente. Porque un sindicalismo que se une favorece los derechos de quienes trabajan, y ese es el mismo sindicalismo el que cotidianamente trabaja, a través de las obras sociales. Estuve, cinco años afiliado a la obra social del Seguro y recuerdo la calidad, que seguramente es la misma que tiene hoy y la importancia de las obras sociales que nos han permitido forjar un sistema de salud único en el mundo y que han sido realmente auspicioso y que debemos cuidar. Por eso, cuando vienen algunos y nos hablan de la modernidad y nos dicen: “hay que terminar con los costos laborales, suprimamos las indemnizaciones por despido, bajemos los aportes”. Todo eso es menos derechos para los trabajadores, nunca lo olvidemos, porque la mejor Argentina es la Argentina que dio derechos.
Nosotros nos diferenciamos en América latina y en el mundo porque tuvimos derechos que otros no tuvieron. Alguna vez liberales, buenos liberales como Alberdi o como Sarmiento, entendieron la importancia de la educación pública y la promovieron y le dieron una enorme trascendencia, y otros entendieron la importancia de la educación universitaria y fuimos pioneros, en el mundo, con nuestra reforma del 18, que permitió la libertad de cátedra, que permitió darle excelencia a la currícula universitaria. ¿Y todo eso cuándo se perfeccionó? Cuando Juan Domingo Perón, en el 49, la hizo gratuita, porque el día que la educación universitaria fue gratuita, en verdad empezó a cumplirse el sueño de mi hijo el Doctor, que los hijos de los trabajadores pudieran doctorarse, ahí empezó a cambiar. Y lo mismo pasó con el trabajo, hizo falta que un coronel del pueblo – así se le llamaba entonces – empezará a reconocer derechos a los trabajadores y subiera al escenario social a sectores que fueron olvidados y postergados.
Eso nos hijo mejores, que los trabajadores tuvieran empleo, que tuvieran aportes, para constituir, primero sus sindicatos, después sus obras sociales y los trabajadores aseguraron su aguinaldo, los trabajadores aseguraron sus vacaciones pagas, los sindicatos aseguraron a sus trabajadores indemnizaciones adecuadas para el caso de despidos. Esa fue la mejor Argentina, cuando nos dicen que para hacer una Argentina ideal tenemos que renunciar a esos derechos, yo les digo conmigo no cuenten, fuimos un gran país gracias a esos derechos, que les dimos a los argentinos y argentinas. Y por esos derechos vamos a seguir peleando y trabajando todos juntos. Así que estoy muy agradecido porque me hayas invitado a este acto, y es un gusto para mí participar de esta asunción, pues es un gusto que los trabajados sigan trabajando, que los dirigentes de los trabajadores sigan trabajando, como lo hacen hoy, en favor de quienes trabajan, preservando sus derechos y que el sindicalismo argentino se siga fortaleciendo.
Gracias a todos y todas. (APLAUSOS)