Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Cumbre de Finanzas 2021 del G20

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Cumbre de Finanzas 2021 del G20

Quisiera agradecer a la Presidencia italiana del G20 y muy especialmente al Presidente del Consejo de Ministros Mario Draghi, por dar continuidad a un diálogo iniciado en París y que hoy demanda respuestas urgentes por parte de liderazgos comprometidos con una reconstrucción global que no deje a nadie atrás. Entablamos este debate en momentos en que una triple crisis de Pandemia, Cambio Climático y Deuda golpea duramente a los países de renta media como la Argentina. Urge repensar, y lo hacemos a través de esta iniciativa, una nueva Arquitectura Financiera Internacional que brinde una respuesta multidimensional a estos problemas tan íntimamente relacionados. El rol y el nuevo dinamismo que la realidad impone sobre los Bancos de Desarrollo será clave para la reconstrucción de la post pandemia. Nos encontramos frente a la oportunidad de hacer frente a los complejos desafíos actuales que enfrentamos: El riesgo de una crisis generalizada de deudas externas en los países en desarrollo se abate sobre el planeta. Por eso, apoyamos la idea de impulsar un acuerdo multilateral inclusivo y sostenible, capaz de abordar de manera acabada las cuestiones referidas a la reestructuración de las deudas soberanas. La prórroga de la Iniciativa de Suspensión de Servicios de Deuda producida por el G20, si bien valiosa, es una medida provisoria que no resulta suficiente. No ataca de forma definitiva la impostergable necesidad de alivio y reestructuración de deudas insostenibles. Necesitamos en particular un marco multilateral para la reestructuración de la deuda de los países de renta media, cuya falta supone un verdadero vacío dentro de la gobernanza financiera internacional.

Es por ello, en vísperas de la Cumbre de Líderes del G20, alentamos la ampliación del nuevo Marco Común para el Tratamiento de la Deuda del G20 a países de ingresos medios con vulnerabilidades. Celebramos la ampliación y distribución de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional, iniciativa que abre la puerta para una esperanza. Lo que un año atrás era impensable, hoy es una realidad. El nuevo destino de los Derechos Especiales de Giro debe orientarse a nutrir un Gran Pacto de Solidaridad Global que incluya a los países con alta vulnerabilidad climática, socio productiva y financiera. Un pacto con un nuevo espíritu de solidaridad, que permita extender los plazos para atender los pagos de los endeudamientos y la aplicación de menores tasas bajo circunstancias de stress social, sanitario, financiero y ecológico. Por eso, celebramos toda iniciativa del G7 y sus miembros que apunte a la cesión voluntaria de los DEGs hacia economías de mayor vulnerabilidad, independientemente de su ingreso. Los DEGs también pueden servir para apalancar las carteras de créditos de los bancos regionales de desarrollo, pienso particularmente el caso de América Latina, alentando procesos de capitalización virtuosos. También debemos impulsar sistemas de financiamiento sostenibles que promuevan mecanismos de pago por servicios eco sistémicos. El concepto de deuda ambiental y el canje de deuda por clima, sería otro paso virtuoso que tenemos que impulsar. De cara a la próxima Cumbre del G20, se torna necesario profundizar el debate sobre el nuevo Impuesto Mínimo Global, para que favorezca puntualmente a las economías emergentes y contribuya a una acción de desconcentración de riqueza.


Esta urgencia de reordenamiento de la arquitectura financiera internacional, que yo les propongo, supone también revisar los mecanismos negativos que propician paraísos fiscales, fuga de divisas, ámbitos de opacidad que cobijan actividades ilícitas de narcotráfico, terrorismo y criminalidad organizada. Recrear finanzas éticas y sostenibles va de la mano de un incremento de las políticas de ambición climática. No existe la crisis climática alejada de la crisis social y de la crisis financiera. Esto supone pensar en un nuevo multilateralismo ambiental, que evite todo intento de discriminar a los países más pobres con barreras supuestamente ecológicas, para permitir una transición justa y sostenible, que distinga responsabilidades y atienda a la cohesión social. El mundo evidencia ya una recuperación a dos velocidades, lo que implica que, una vez más, muchos quedarán atrás. Si queremos evitar las consecuencias catastróficas que dicha brecha generará en un mundo post pandémico, debemos trabajar para construir un nuevo multilateralismo orientado al desarrollo de los países más vulnerables. El tiempo es ahora. El reloj de la historia está corriendo. Sin justicia financiera global, no habrá justicia ambiental global ni, mucho menos, justicia social para todo el planeta.

Muchas gracias.