Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el homenaje al general Güemes por el bicentenario de su muerte, en la provincia de Salta
Señor Gobernador de Salta, querido amigo Gustavo Sáenz, señora Intendente Romero, mil gracias por recibirme en esta hermosa provincia y en esta hermosa ciudad. Señores gobernadores, Gildo, Jorge, ministros y demás funcionarios que nos acompañan, jefe de las Fuerzas Armadas.
Hace 200 años moría Martín de Güemes, debo confesar que siento por él una admiración de siempre. En el despacho presidencial, me acompañan los que yo creo fueron los grandes próceres de la Argentina. Allí está Mariano Moreno, allí está Belgrano, y allí está el general Martín Miguel de Güemes. Para mí estar hoy aquí era una obligación, era un deber, para poner en valor lo que Güemes representó, no para Salta, sino como bien dijo el Gobernador para toda a Argentina. Güemes fue un político inmenso y fue un militar más grande aún, más grande aún, que luchó en la adversidad cuando muchos inclusive les quitaban el apoyo, no le daban el apoyo que necesitaba para poder darle esa pelea. Murió, como bien dijo el Gobernador, luchando junto a su pueblo, murió pidiéndole a su pueblo que no cedan, murió rechazando el chantaje de los que lo habían mandado a matar. Que hoy esté aquí es para mí un honor, un enorme honor, porque está reivindicando la figura de un argentino a lo que los argentinos tardaron mucho en reconocerle o que fue. Güemes fue el general de los gauchos, fue un general que construyo una fuerza popular con su pueblo, con hombres y mujeres de su pueblo, donde había criollos, mestizos, hombres y mujeres de las comunidades originarias, afroamericanos. En esa diversidad los convocó a una lucha enorme, que vivía el continente en ese tiempo. Construyó un ejército, Los Infernales, con cada uno de esos hombres y mujeres de su pueblo. Su vida, cuando uno la revisa, fue extraordinariamente corta, injustamente corta, pero inmensamente rica. Era muy joven cuando los ingleses intentaron invadir Buenos Aires, y Güemes estuvo allí, hizo algo que suena increíble, pero lo hizo, tomó un barco inglés entrando al río a caballo. Aprovechando que el agua del Río de La Plata bajaba, fue capaz de abordar un barco enemigo, de la armada más importante que el mundo reconocía en ese momento, y tomarlo para la argentinidad. Sus sueños siguieron acompañando en el Ejército del Norte. Fue un hombre central para que América Latina lograra la independencia.
Piensen ustedes que los años donde el imperio español dominaba la América del Sur, solo el virreinato del Río de La Plata había logrado un proceso de independencia, que había empezado en 1810, cuando desconocieron los criollos al Gobierno de Fernando VII y a su virrey, y terminó en 1816 con la independencia, que apoyó San Martín, que apoyó Belgrano, y que también apoyó Güemes. Pero había un riesgo permanente, que era allí en Perú, las fuerzas concentraban todo su empeño por recuperar la independencia que se había logrado aquí. San Martín lo vio y entendió que debía cruzar la Cordillera de los Andes, primero garantizar la libertad de Chile, después ir más al norte, llegar a Perú, y garantizar también la libertad de Perú. Pero hacía falta algo, hacía falta un general, que tuviera liderazgo sobre sus tropas, y cuidar a toda la frontera norte, porque sin eso el riesgo de la independencia era cierto ¿Y a quién le encargó esa tarea? A don Martín Miguel de Güemes, y lo hizo con una eficiencia enorme, con un modo de pelea que consistía en atacar y retirarse, en atacar y retirarse, atacar y retirarse, sabiendo que estaba luchando con el ejército que acababa de vencer en Europa a las tropas napoleónicas. Y así los fue desgastando, y así le garantizó a San Martin que esas tropas reales de España nunca ingresen por la frontera norte de la Argentina.
Como dije antes, cerca de aquí en la Cañada de la Horqueta, siendo muy joven, Güemes encontró la muerte, en una actitud artera de sus enemigos, en un descuido lo hirieron de muerto. Agonizó durante diez días, durante diez días peleó contra mi muerte, pero cuando vio que ya las fuerzas se le acababan, y después de haber rechazado una oferta de sus propios victimarios, de ofrecerle la ayuda médica que requería, a cambio de que cese la hostilidad contra el ejército español. Güemes, después de todo eso, ante la proximidad de su muerte, lo llamó a Vidt, su segundo, y llamó a sus lugartenientes, sabiendo que moría, les pidió una sola cosa, les pidió que les juraran que iban a seguir luchando, como habían luchado junto a él, para garantizar la independencia, que Argentina y América Latina reclamaban. Y sus gauchos cumplieron, y sus soldados cumplieron. Güemes hizo todo esto con su pueblo, de este pueblo, con mujeres inmensas como su mujer Carmen Puch, su hermana Macacha Güemes, todas trabajando al lado de Güemes, y siendo trascendentales también en la lucha por la independencia. Güemes es en esencia una muestra de interés incorruptible, nunca cedió a los chantajes, ni siquiera cuando la parca se le acercaba, aun en ese momento tuvo el coraje necesario para decir si yo no estoy, sigan ustedes. Y su trabajo no solamente fue garantizar la independencia argentina, fue también central para que América del Sur recupere su independencia, para que San Martín termine su gesta, para que Bolívar haga la suya, Güemes fue un hombre importante. Murió acompañado de su pueblo, llorado por sus soldados, por los hombre y mujeres que lo habían acompañado, pero también, como bien dijo el Gobernador, sufrió el menosprecio de ciertos sectores que, definitivamente, lo maltrataron, le quitaron el apoyo que necesitaba y tardaron muchos años en reconocerle la condición de prócer, que hoy le reconocemos a Güemes
¿Quiénes son los próceres en la Argentina? Para nosotros los próceres son los que fueron capaces de construir esta patria, los que la fundaron, los que dieron sus vidas, los que dejaron todos para que seamos libres. Esos hombres y esas mujeres, inmensos e inmensas, fueron hombres que dejaron enseñanzas, enseñanzas que perduran en el tiempo, trascendieron sus vidas, hasta el día de hoy sus ejemplos nos motivan. Esas enseñanzas de los patriotas es la que en momentos como estos tan difíciles, tan complejos, tan tremendos, tan horribles, donde la enfermedad y la muerte nos asecha, es en este momento donde nuestra templanza debe recomponerse recordando lo que los patriotas hicieron, porque finalmente ellos hicieron esta patria. Y hacer patria es hacer un montón de cosas, hacer patria es ser generoso con el prójimo, es recuperar la solidaridad, es entender, como dice el Papa Francisco y yo no me canso de repetir, que nadie en un escenario como este puede salvarse solo, que todos necesitamos del otro. Ser patriota es defender nuestra tierra con toda su diversidad, es entender que cuando no estamos unidos solo el malestar, y la pena, y la angustia termina ganándonos. Es mirar más allá de las fronteras para entender que la patria no termina en los límites geográficos o políticos de la Argentina, sino que hay una patria más grande, que es la de América Latina, que debemos construir cotidianamente en unidad. Hacer patria es hacer justicia, hacer patria es reclamar igualdad para todos, hacer patria es tener convicciones y que esas convicciones nunca sean vulneradas por los poderosos que intentan comprarlas, hacer patrias es rechazar, justamente, el veneno de la corrupción que proponen los poderosos.
Todo esto es lo que me genera la figura de Güemes, exactamente, todo esto que acabo de decirles. Güemes, les dije antes, ustedes lo saben, son sus soldados, al morir les hizo prometer a sus lugartenientes que no cesarían en su lucha, allí en la Cañada de la Horqueta. Hoy es un día propicio, a 200 años de su muerte, para que yo le jure al general que en medio de la pandemia voy a trabajar incansablemente para que la salud de cada argentino y cada argentina este preservada, para que le jure al general que su muerte no ha sido en vano y voy a trabajar por reconstruir un país federal donde le norte no sea un norte olvidado, donde no haya un país central y una Argentina periférica. Quiero jurarle al general que voy a trabajar con los veinticuatro gobernadores de la Argentina porque es lo que el imperativo de este tiempo me impone y es lo que la Argentina reclama. Quiero decirle al general que voy a trabajar para que rápidamente nos vacunemos todos, para que cada argentino y cada argentina deje de vivir con el miedo de que un virus se meta en él y complique su salud y termine con su vida. Quiero decirle al general que voy a trabajar incansablemente, una y otra vez, por la unidad entre nosotros, porque no es tiempo de disputas, no es tiempo de perder tiempo, aunque valga la redundancia, en debates estériles, es tiempo de unir esfuerzos, es tiempo de construir el país que nos debemos, es tiempo de superar la pandemia. Cuando Güemes murió seguramente todos sus soldados habrán sentido en ese momento de desazón, pero frente al dolor se repusieron y siguieron adelante. Nosotros tenemos el dolor cotidiano de los que se nos mueren, de los que nos dejan, por una pandemia, esta vez, en memoria de todo ellos unamos fuerzas, tenemos un futuro por delante. La vacuna es la puerta de entrada a la vida que extrañamos y vamos a hacerlo entre todos y todas, unidos, como la Argentina de hoy nos lo reclama.
Viva Güemes, viva Salta y viva la patria (APLAUSOS)