Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por la firma del acuerdo federal para una Argentina unida contra la violencia de género, en el museo del bicentenario, Casa Rosada
Muchas gracias, gracias a todos, a todas, a todes también, en el día de hoy más que nunca.
Déjenme contarle cómo empezó mi mañana. Voy a contar algo previamente: hace mucho tiempo le conté a ‘Wado’ que allá por los años 90 había escrito un artículo, que se llamaba la palabra desregulación no existe, y eso era consecuencia de que cada vez que escribía en Word en mi computadora desregular me aparecía la viborita roja, avisándome que estaba cometiendo un error semántico u ortográfico. Y lo borraba y lo volvía a escribir, y siempre aparecía la viborita ¿Qué era lo que pasaba? Pasaba que en el diccionario no existía la palabra desregular, eso era lo que pasaba, porque a nadie se le hubiera ocurrido pensar en vivir en una sociedad sin reglas, y desregular quiere decir quitar reglas, y por lo tanto la palabra no existía. Tardó muchos años e hizo falta que el consenso de Washington impusiera su lógica, para que la palabra desregular finalmente a pareciera en el diccionario. Y esta mañana me levanto tempranito y veo un mensaje de ‘Wado’ que decía “escribí en Word la palabra femicidio, te va a pasar lo mismo que te pasaba con desregular”. Cuando uno escribe hoy femicidio, aparece una viborita que dice que se está escribiendo una palabra que no existe. No sé si la palabra existe o no existe, lo que existe son los femicidios, eso sí existe, eso sí existe.
Y a veces la realidad va mucho más rápida que la ortografía, que la semántica, va mucho más rápido, y a veces nos obliga a construir nuevas definiciones frente a hechos que no existían o que estaban ocultos, que no existían o que se toleraban. Me inclino más por lo segundo, hechos que se toleraban y estaban ocultos. Y eso tiene que ver definitivamente con una cultura que en la humanidad y en la Argentina también se difundió durante mucho tiempo. Es esa cultura que a mi querida Dora le gusta llamar la cultura patriarcal, que es la cultura donde el sexo masculino prevalece sobre cualquier otro. Y que esa lógica ha generado un sinfín de injusticias, un sinfín de destratos. Y además de las injusticias y los destratos, se ha llevado vidas, se ha lastimado la salud de muchas mujeres. Y nosotros hemos llegado a un punto donde si queremos entrar a la modernidad y sentirnos orgullosos, lo primero que tenemos que hacer es poner a todos en un plano de igualdad, cualquiera sea su género. Y mientras no lo hagamos no vamos a ser una sociedad justa, ni vamos a ser una sociedad igualitaria, vamos a ser una que discrimina y una sociedad que tolera, y yo no quiero vivir en una sociedad que discrimina y mucho menos quiero vivir en una sociedad que tolera la violencia de género y mucho menos que tolera los femicidios.
En el hecho de los femicidios hay también un aspecto que marcó muy bien ‘Wado’ en su discurso, que es cómo es la reacción institucional frente al femicidio. Días atrás recibí a los papás de Úrsula, una chiquita muy joven que encontró la muerte en manos de un femicida que la noche que la mató fue, la mató en una noche y durante la tarde estuvo en una fiscalía y de la fiscalía se fue sin que nadie se lo impidiera. Y el resultado es que no tenemos a Úrsula. Y la verdad que hablando con su madre y hablando con su padre, es muy difícil poder explicarle lo que pasó, es definitivamente imposible, porque esas cosas pasan también porque la reacción estatal es lenta o no existe, y ahí tenemos una enorme responsabilidad nosotros, los que gobernamos este país. Cuando asomó el caso Úrsula, fue tan tremendo lo que uno vio, cuando a uno le preguntan por qué insiste en hablar de la Justicia, yo insisto en hablar de la Justicia, entre otras cosas, para que no existan más Úrsulas, para que no existan más Micaelas, para que un tal Wagner no ande matando a Micaela y después queriendo violar a otras mujeres, para eso uno quiere cambiar la Justicia, también para eso. Y la realidad es que nos dimos cuenta que es muy difícil trabajar desde la Nación porque desde la Nación es un trabajo solitario, por momentos voluntarista, por momentos es decir, bueno, hagamos, pidamos informes, nos mejoran las estadísticas, pero no mejoramos los rankings de no violencia y no femicidio, no los mejoramos, crecen, crecen las violencias y crecen los femicidios. Y entonces, se me ocurrió que hoy, que se celebra como el Día de la Mujer, y la verdad es un día de lucha de las mujeres, es un día que se conmemora la muerte de mujeres que se quedaron en su lugar de trabajo haciendo huelga, alguien cerró las puertas, ese lugar se incendió y se llevó la vida de mujeres. Y desde entonces, desde el año 77, ese hecho es recordado como el Día de la mujer, porque lo que ese hecho en todo caso deja en evidencia era la voluntad de un grupo de mujeres de terminar con la discriminación que parecía, de tolerar con los destratos que padecían y pedir simplemente ser tratadas en condiciones iguales a las de los hombres. Uno de sus pedidos era trabajar diez horas diarias. Dense cuenta lo que estaban pidiendo y dense cuenta a qué estaban sometidas.
Yo siento que este día que en muchas otras ocasiones hizo que las mujeres salieran a las calles, la llenaran con demandas de igualdad, reclamaron por sus derechos, el derecho de ejercer libremente sobre su cuerpo, salieron a las calles para reclamar igualdad de trato en el trabajo, yo quise que ese día sea un día de respuestas, que no sea solo un día de reclamos. Las mujeres tienen mucho para reclamar no tengan ninguna duda, porque todavía la desigualdad existe. Existe en el trabajo, existe en el trabajo cotidiano, existe en la vida familiar. La mujer sigue siendo la encargada de los cuidados de la casa y de la familia, y eso sigue siendo una forma de tratarlas de otro modo. Yo quise que pese a todo eso, nosotros hoy diéramos un paso como sociedad, que nos animáramos a construir una política de estado capaz que nos lleve a acordar que hay cosas que ningún rincón de la Argentina vamos a tolerar. Y una de esas cosas es el maltrato por las condiciones de género, mucho menos el femicidio y tampoco vamos a acordar el trato desigual para las mujeres en el ámbito laboral o en la vida familiar. Y creo que, como bien decía Elizabeth recién, así como la sociedad argentina dijo basta con los genocidas, y dijo ya hemos probado, como alguna vez me dijo Néstor, hemos tratado de resolverlo con el olvido y fallamos, hemos tratado de perdonarlos y fallamos, porque una vez no tratamos con la Justicia para ver cómo nos va. Y tenía razón Néstor porque cuando dejamos el tema en manos de los jueces, los genocidas fueron poco a poco rindiendo cuentas en el banquillo de los acusados y fueron condenados a cumplir por los crímenes que habían cometido. Y eso fue posible por una sociedad que se movilizo y fue posible porque hubo una política de estado, que con el correr de los años no fue alterada. Del mismo modo que construimos Memoria, Verdad y Justicia para los delitos de lesa humanidad, por favor comprometámonos a ponerle fin a la desigualdad en razón del género, comprometámonos a construir una sociedad igualitaria, comprometámonos a no discriminar a nadie ni en el trabajo, ni en la escuela, ni en la sociedad, ni en la familia por su condición de género, comprometámonos a ser la sociedad justa que nos merecemos.
Creo que hoy le agradezco a todos los gobernadores, a todas gobernadoras presentes, los que nos están siguiendo desde sus provincias, también a los que están ausentes porque han adherido igual a este principio, a esta lógica, les agradezco enormemente que estén hoy acá. A los que hicieron el esfuerzo, yo sé que muchos de ustedes están con las tareas cotidianas de sus provincias, con tareas propias de gobernar y se les hace difícil el viaje, pero les agradezco enormemente de que hoy estén aquí, porque lo que están demostrando a todas las mujeres de Argentina es que queremos todos una sociedad distinta, una sociedad que no discrimine, una sociedad que a todos nos ampare y una sociedad que termine de una vez y para siempre con el dolor de la desaparición de Micaela, de Úrsula y de muchas otras que no nombró, pero que están en la memoria.
Muchas gracias a todos y todas por este acto. (APLAUSOS).