Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, después de la firma de convenios y anuncio de obras entre el Gobierno nacional y Santiago del Estero, desde la Casa de Gobierno de esa provincia
Buenas tardes a todos y todas; gracias Gerardo por tus lindas palabras: para mí es muy grato volver a Santiago del Estero; nos conocemos con Gerardo hace muchísimos años y con el correr del tiempo fuimos templando nuestro afecto y nuestra amistad, pero me es muy grato también porque Santiago es parte de ese Norte profundo, que tiene la Argentina, que – por la razón que quieran, para no hacer revisionismo histórico – fue sistemáticamente olvidado. Ese norte que fue poco a poco abandonado, inexplicablemente abandonado, porque cuando yo miraba recién el vídeo, que gentilmente nos mostraron – la verdad – uno se da cuenta la riqueza cultural que hay en el Norte y la riqueza cultural que tiene una provincia como Santiago, no solamente esta ciudad la Madre de Ciudades, por su antigüedad, por su historia profunda.
Y la verdad es que yo – que vengo de Buenos Aires – que soy un porteño consumado siempre reniego de que la Argentina se haya construido de modo tan desigual, de modo tan injusto, que haya permitido un centro tan rico, donde desde el Norte y desde el Sur, se lo mira a la distancia y lo que tenemos que ser capaces de construir las condiciones necesarias para que nuestros pueblos vivan todos con la dignidad que merecen.
Recién fuimos a Amamá y vimos el comienzo de esas obras, que va a permitir desarrollar un canal – de 180 kilómetros – que le va a permitir a 300.000 santiagueños recibir agua potable. ¿Se dan cuenta de lo qué estamos hablando? Fíjense esto se lo digo al resto del país para que entendamos de qué estamos hablando. Estamos haciendo una obra para llevar agua a 300.000 argentinos. ¿Cómo es posible que nos hayamos dejado estar tanto? ¿Cómo es posible que no hayamos entendido lo que significa desarrollar el país con equilibrio, con justicia y con igualdad. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que nos hayamos llenado la boca hablando la federalismo y hayamos abandonado a esos 300.000 santiagueños que no es que no reciban agua, hoy la tienen, pero – lo cierto – es que a veces se les hace muy difícil tenerla y simplemente lo que había que hacer es tomar al toro por las astas, y construir un canal, como lo estamos haciendo, ahora, que permita que el agua esté siempre disponible para esos 300.000 santiagueño. De agua estamos hablando, de agua, que – a esta altura de los acontecimientos – es un derecho humano poder acceder al agua, no debería ser un privilegio y mucho menos un privilegio de pocos y tenemos que ocuparnos de que el agua llegue a todos lados, que el agua potable llegue a todos lados.
Veníamos en el helicóptero y Gerardo, que ama a su provincia, como seguramente la aman todos los santiagueños, me iba mostrando cómo era la tierra de Santiago, la tierra del salitre que tan poco rinde y las tierras más fértiles y cómo había ido surcando canales para llevar riego, del Río Salado, para esas tierras que – en principio – no contaban con el agua y me mostraba con orgullo todo el trabajo hecho. Cuento todas estas cosas porque los que andamos por avenidas, repletas de negocios no nos damos cuenta de qué hablamos cuando nos referimos a la Argentina profunda. Y cuando nosotros disfrutamos en esas grandes ciudades de un buen edificio, de un buen negocio que se abre, de un buen shopping que se abre, a veces, no nos damos cuenta las carencias que el resto del país tiene y no nos ponemos a pensar en esas carencias y no nos ponemos a pensar en esas desigualdades, no nos ponemos a pensar.
Porque hay una mirada que – a mi juicio – y digo esto con mucho respeto es una mirada muy sesgada de cómo construir el país. Pareciera ser que el agua, a la salud, a la educación tienen derecho una parte de la Argentina y el resto tiene que ver cómo se las arregla. Eso no es así, todos tenemos derecho a eso, todos tenemos derecho a eso. También los santiagueños tienen derecho y deben tener orgullo de tener un estadio, como el que voy a inaugurar ahora, porque qué dice… quién ha dicho que en el interior del país no hay derecho a tener un estadio de esa naturaleza. ¿Dónde está escrito eso, quién lo ha dicho? ¿Por qué de eso podemos disfrutar los porteños y no lo puede disfrutar un santiagueño? ¿Quién ha dicho eso? Porque además esto hay que entenderlo cuando se juegue la Copa América, Paraguay va a jugar acá dos partidos y eso va a ser para Santiago un movimiento de turismo importante.
Y Argentina va a jugar a fin de mes, en marzo, va a estar jugando su partido de eliminatorias para el mundial frente a Uruguay en Santiago, en este estadio, ¿y por qué no va a tener derecho Santiago a tener un estadio así? ¿Dónde está escrito eso? Lo imperdonable sería que uno vea solo un estadio, pero cuando uno sobrevuela Santiago, ve todo el trabajo que hay en Santiago desarrollado, no solo en esos canales, no solo en las escuelas que se abren para que tenga ocho alumnos, diez alumnos, en las zonas más rurales de Santiago; lo ve en las casas, que reemplazaron ranchos.
Entonces yo siento que cuando nosotros estamos llevándole al interior de la Patria, y al norte particularmente, más acceso a bienes y servicios que necesitan, solo estamos generando igualdad, y en verdad no deberíamos discutir esto, no deberíamos discutir esto, nadie debería asombrarse porque Santiago tenga un estadio de esta naturaleza, deberíamos celebrarlo como argentinos que somos, y ojalá podamos abrir el fútbol al interior del país, para que todo el interior del país también lo disfrute, y no solamente los que vivimos en Buenos Aires o en el Gran Buenos Aires, o en Rosario, en las grandes ciudades, donde siempre hay un clásico para disfrutar. Ustedes ahora tienen a Central Córdoba haciendo ruido en el fútbol, pero está muy bien.
Yo creo que nosotros tenemos que ponernos a pensar que en el siglo XXI la Argentina no puede seguir con los desequilibrios que hasta a aquí ha mostrado, y que es parte de la tarea del Gobierno Nacional tratar que esas asimetrías y esos desequilibrios se moderen, y entender que la Argentina no es solo el centro, donde yo nací, yo amo a mi Ciudad, quiero aclarármelo, la amo profundamente, estoy orgulloso de mi Ciudad, la quiero entrañablemente, pero en lo que no me siento feliz es que esa Ciudad sea parte de un país tan desigual, eso no me hace feliz.
Por eso yo siento que cuando estamos avanzando en obras de este tipo y estamos llevando obra pública, infraestructura escolar, hospitales, más deporte, apoyo a los clubes de barrio, más turismo, lo que estamos haciendo es generando igualdad en la Argentina, y eso no debería ser solo tarea de un presidente, debería ser tarea de todos nosotros, y cada uno de nosotros debería pensar que Dios a algunos nos ha privilegiado por tener el puerto que da al Atlántico y permite sacar mercadería de la Argentina, y a otros los ha premiado con tener tierra espléndidas, y a otros los ha obligado a vivir en carencias, y hay que ayudar a los que tienen esas carencias a poder salir de esa situación, porque como siempre digo, yo voy a ser muy feliz el día que cada uno de nosotros pueda estudiar, encontrar trabajo, desarrollarse, vivir con su familia, ser feliz y morirse en el mismo lugar donde fue feliz toda su vida, donde nació y vivió feliz toda su vida. Cuando eso pase yo diré que estamos en un país más justo. Mientras tanto, cuando vea tanto argentino, argentina, emigrar de sus pueblos, pensando que en las grandes ciudades va a encontrar un futuro que generalmente no encuentra, porque allí lo recibe el hacinamiento, la pobreza y la marginalidad, yo no puedo vivir con esa realidad tranquilo, nadie que haya abrazado la política puede vivir tranquilo sabiendo que eso pasa, nadie; y si somos peronistas, o radicales de las características de Gerardo, tampoco podemos vivir tranquilos. Tranquilos vamos a estar cuando un chico nazca y la mamá y allí pueda encontrar su colegio, pueda desarrollarse, pueda encontrar un trabajo, pueda tener el agua que necesita, pueda tener donde estudiar, pueda inclusive pensar en tener una universidad cercana, porque yo soy de los que piensan que no debemos llevar a la gente a las universidades si no que hay que llevar las universidades a la gente, para que puedan desarrollarse en el lugar donde están. Ahí vamos a estar tranquilos, ahí vamos a ver un país más justo.
Yo estoy muy feliz de estar en Santiago, esta Santiago con esa historia espléndida, con este lindo presente y con el futuro que estoy seguro entre todos vamos a construir.
Gracias a todos y a todas.