Palabras del presidente Alberto Fernández en el Consejo Económico y Social, en el CCK
Muy bien. Maravilloso. Nos conocemos con Gustavo hace… ¿Cuántos años Gustavo? No sé, un montón ¿no? Y cuando se dio esta oportunidad de pelear por la Presidencia me vino a ver Gustavo y, créame que en esa primera reunión soñamos esto.
Miren, yo no creo que los argentinos seamos una sociedad que genéticamente nació para odiarse, yo no creo eso. Algunos nos han hecho creer que el secreto es estar el uno contra el otro. Y la verdad muchas veces hicimos eso, muchas, una y otra vez. Y tal vez deberíamos darnos cuenta de que el estar tanto tiempo del uno contra el otro nos ha dejado donde estamos, que no es un lindo lugar. Nos ha dejado en medio de una sociedad profundamente injusta, profundamente desigual. No solamente desigualdad desde lo social, que lo es, una comunidad que condena al 40 por ciento de los argentinos a vivir en la pobreza. Una comunidad donde los ingresos se concentran y no se distribuyen adecuadamente, pero también una comunidad que enfrenta nuevos problemas y nuevas experiencias a las que hay que darles una rápida respuesta. La violencia de género, lo femicidios, ¿cuánto tiempo más vamos a leer diarios contando mujeres muertas? Cuánto tiempo más vamos a ver la inacción de la Justicia, a la inacción de la policía. Cuánto tiempo más. Cuánto tiempo más vamos a ver la dificultad que tienen nuestros chicos de ir al colegio. Cuánto tiempo más las escuelas serán para muchos un lugar para comer antes que un lugar para aprender. Cuánto tiempo más vamos a ver la salud asegurada para algunos pocos, mientras para muchos se encontraron con las dificultades que se encontraron en los tiempos de pandemia. Cuánto tiempo más vamos a seguir discutiendo nuestras diferencias y no nuestros encuentros. ¿Cuánto tiempo más? Cuánto tiempo más vamos a seguir creyendo que el secreto de la Argentina es dominar al otro y no asociarse. Cuánto tiempo más. Miren eso lo hemos intentado durante mucho tiempo no nos fue bien, no nos fue bien. Tenemos esta sociedad que tenemos profundamente injusta, profundamente desigual donde nadie logra desarrollase cabalmente, porque nadie se desarrolla en una comunidad que no se desarrolla. Nadie puede ser feliz en una comunidad donde hay tantos infelices. Nadie.
Comentaba recién, en la reunión anterior que tuve con los miembros del consejo, que les agradezco a todos y a todas por haber aceptado el desafío, a todos los gobernadores que hoy están aquí acompañándonos, que alguien me dijo la vez pasada es raro tu discurso porque es un discurso lleno de conceptos morales, como si la política no tuviera que ver con lo moral y con lo ético. Lo moral de la política es precisamente llamar al otro a construir una sociedad más igualitaria, la ética en la política no es solamente no robar, ese es un valor agregado, garantizado, asegurado, eso no debe estar en discusión; la ética en la política es sacar del pozo al que está en el pozo; la ética de la política es que todos es que todos crezcan y que todos tengan y todos tengan posibilidades de crecer, eso es la ética de la política. ¿Y cómo se puede desarrollar esa ética si estamos todos disociados? Parece ser que no podemos encontrar los puntos en común para lograr esos objetivos. Pues bien, este Consejo Económico y Social tiene ese sentido, acá tienen que sentarse todos los argentinos.
Me preguntaba un periodista, cuando venía para acá, dónde está n los opositores, yo no tengo ni idea cuántos opositores hay acá, porque a nadie le pregunté lo que piensa, están acá en representación de sectores sociales, de instituciones de la economía, de instituciones de los trabajadores, de los movimientos sociales, no tengo idea si son oficialistas o no lo son. Pero lo que sí estoy seguro es que están convocados para que de una vez por todas construyamos un país con otra lógica, que es la lógica del diálogo, del encuentro, de saber sentarse con el otro y no profundizar los desencuentros, profundizar los encuentros, ese es el secreto.
No es verdad que los argentinos somos una sociedad genéticamente que no está preparada para esto, eso es lo que nos quieren hacer creer, lo que creo es que la oportunidad que tenemos es esta, abrir las cabezas, escucharnos, donde encontramos un punto de encuentro profundizar el encuentro, y donde encontramos un punto de desencuentro no profundizar el desencuentro hasta romper sino seguir dialogando para buscar caminos que nos hagan confluir en ese encuentro que haga falta.
Acá hay que hablar de todo, pero básicamente hay que hablar del futuro del país, qué país queremos, cómo lo construimos, qué compromisos asumimos cada uno de los que están acá. Hay de todo, hay trabajadores y empresarios; hay empresarias; hay juristas; hay gente del campo y hay gente de la agricultura familiar; hay representantes de empresas recuperadas; hay sociólogos; hay investigadores: acá está todo representado.
Pero el secreto del diálogo que hoy iniciemos va a ser que no volvamos a repetir las lógicas de estos encuentros, que a lo largo del tiempo se repitieron muchas veces, generando esa frustración de la que también hablaba recién Gustavo. El secreto es ser capaces de sentarse a dialogar con el otro poniéndose en el lugar del otro, esto no es una mesa para ver qué interés predomina, es una mesa para ver cómo los intereses confluyen hacia el desarrollo común. Por eso el secreto es pensar como el otro, el secreto es ponerse en el lugar del otro para tratar de encontrar las soluciones.
Y yo confío definitivamente en que lo podemos hacer, conozco a todos los que están aquí, es gente con acabada experiencia, es gente representativa, ese Consejo Externo Internacional donde confluyen muchos amigos míos son gente de sabiduría única que puede ayudarnos mucho a hacer más sólido lo que acá tenemos que construir. Y acá habrá problemas de coyuntura que afrontar, y habrá problemas que tengan que ver con el futuro, y tenemos trabajar y resolverlos entre todos.
Yo quisiera que entendamos que de acá puede surgir otro país, podemos hacer otra sociedad, porque nadie puede estar contento con la sociedad en la que vivimos, seriamente lo digo. A veces me siento a hablar con el Gringo y el Gringo me cuenta las penurias que se viven en los barrios populares, y uno dice “pero esa es mi sociedad también, eso está pasando en este país”. El Gringo llegó a la Mesa del Hambre y nos contó que había chicos que comían cartón cuando la pandemia se empezaba a desatar, que mojaban el cartón y lo comían: ¿ese es el país que queremos nosotros? Yo estoy seguro que nadie quiere ese país, estoy seguro que no. Y estoy seguro también que las condiciones nos han llevado a un punto donde tenemos la oportunidad de repensar todo lo que hemos hecho, y darnos cuenta que si seguimos haciendo lo mismo solo obtendremos los mismos resultados; y que si bien es cierto que el capitalismo existe, también es cierto que el capitalismo debe ser repensado a la luz de la experiencia que la misma pandemia nos ha marcado. Que no es posible pensar una economía sin ética, la economía no es números, la economía es una ciencia humanista aunque nos hayamos olvidado de eso. Y lo primero que tiene es poner en valor al hombre y a la mujer en una sociedad, eso es la economía. Tenemos la oportunidad de construir esa economía más igual, más atenta a estas cosas, porque como bien le gusta decir, no le gusta decir pero indefectiblemente debe decirlo, al Papa Francisco, esta cultura del descarte nos ha llevado al peor de los mundos, esta idea de pensar un país donde hay veinte millones de personas que sobran, como siempre dice Daniel Arroyo, es imposible de querer. Nadie acá puede querer un país que no acompaña absolutamente a todos y a todas, nadie, nadie. ¿Y que ese país empiece a construirse saben de quién depende? De nosotros, ahora no vamos a poder echarle la culpa a nadie, ¿poder sentarnos a discutir el presente y a diseñar el futuro saben de quién depende? De nosotros, no depende de otros. Y yo estoy seguro de la calidad moral de cada uno de los que están acá pensando en cómo construir un mejor país, de los que están allí, porque veo a representantes de movimientos sociales, a representantes del campo, a representantes sindicales, a empresarios, está en nuestras manos, una vez apostemos al diálogo; una vez apostemos a que hay que construir el futuro entre todos; una vez dejemos de pelearnos por la miseria de defender nuestros intereses; una vez pensemos que debemos hacer una sociedad más justa, y que no hacerlo es responsabilidad nuestra.
Gracias a todos y todas, muchísimas gracias. (APLAUSOS)