Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el 26ta. Conferencia Industrial Argentina, organizada por la Unión Industrial Argentina, desde Quilmes.
Buenas noches a todos y a todas, gracias por dejarme clausurar esta 26ta Conferencia Industrial, que organizó la Unión Industrial Argentina. Yo creo que es un buen momento para reflexionar juntos muchas cosas, porque el año que hemos vivido es un año que espero nunca más vivamos. No fue un año cualquiera, fue un año absolutamente inusual para la vida de cada ser humano, del mundo, no para la vida de cada argentino.
Por ahí no somos conscientes, pero hemos transcurrido, un año, donde ha pasado algo que no ocurre habitualmente. A veces, en el mundo – algunos tienen crisis-, en algunos países hay epidemias y se enferma la gente, lo que no suele pasarle al mundo es que todo el mundo se caiga, a partir de un virus, que se asoma y que, en esa caída, se enfermen y mueran millones de personas y toda la economía global se destruya, eso no suele pasar. Eso nos pasó este año.
Y por qué empiezo remarcando esto, porque –claro – como de lo que se trata la vida es de seguir caminando y saltando las vallas, que se nos van poniendo, en el transcurrir cotidiano – a veces – perdemos noción de lo que nos toca vivir. Nos ha tocado vivir, una pandemia; no lo vivió la generación, que nos precedió; no lo vivirá la generación, que nos suceda seguramente y seremos nosotros recordados por la historia como la generación de la pandemia.
Si somos conscientes de la dimensión histórica de lo que nos toca vivir, seguramente, podremos decir que hemos sido capaces de capear el temporal bastante bien. Porque nosotros venimos – entre el año 2016 y el año 2019 – de capear la caída de la industria más enorme que la Argentina recuerda. Ahí sí en un mundo que crecía, Argentina se caía en su industria drásticamente. Y sobre llovido mojado porque nos pasó eso, entre el 2016 y el 2019, y en el 2020 llegó la pandemia.
¿Y qué hicimos como sociedad para enfrentar la pandemia? Porque, la verdad, es que debimos reconstruir un entramado social que estaba absolutamente quebrado, absolutamente lastimado y lo pudimos hacer. Nos habíamos quedado sin hospitales; nos habíamos quedado sin camas de terapia intensiva; el virus nos corría y su aliento lo sentíamos en la nuca y pudimos hacer el milagro de poner en pie un sistema sanitario. La industria argentina construyó los respiradores que fueron a parar al lado de cada cama de terapia intensiva, para salvar miles de vidas de argentinos. Y allí estuvieron enfermeras y enfermeros, terapistas, médicos y médicas; hoy es su día, estuvimos todos poniéndole el pecho, todos colaboramos, absolutamente todos, cada uno de nosotros, cada hombre y cada mujer colaboró.
Yo recibí, en algún momento, a algunos de ustedes, junto con el Padre Zarazaga, que estaban preocupados, por conseguir alimentos para llevar a los que lo necesitaban y ahí estaban muchos de ustedes, preocupados por los que menos tenían. Y nosotros – como Estado – que somos todos nos ocupamos de que en ningún lugar, de la Argentina faltara sustento a un argentino. Y en medio de semejante crisis logramos dos cosas: que no haya un argentino con hambre, y que no haya un argentino que no haya tenido la atención sanitaria que requirió. Las dos cosas la logramos. Marco esto, porque yo no sé cuántas veces nosotros como sociedad fuimos capaces de enfrentar algo tan inesperado – como una pandemia – y poder llevar adelante el país, como lo llevamos entre todos. No sé cuántas veces la historia argentina registra algo así, no lo sé. Lo que sí sé es que yo – como Presidente – jamás se me ocurrió pensar que me iba a tocar gobernar en la pandemia, jamás. Y creánme que gobernar en la pandemia en la pandemia es algo muy difícil, porque – finalmente – gobernar no es otra cosa más que administrar lo que uno conoce, pero gobernar la pandemia es administrar lo desconocido, es administrar lo que uno no conoce, es administrar un espacio donde no sabemos dónde está el virus, quién es el enfermo, quién contagia a quién, quién vive, quién se muere, no tenemos el remedio, no tenemos la vacuna. En ese contexto, nosotros estamos en pie; en ese contexto la Argentina se recupera; en ese contexto la industria alimenticia – por ejemplo – no dejó de producir alimentos para todos los argentinos; en ese contexto la industria farmacéutica, los laboratorios no dejaron de producir remedios para los argentinos; en ese contexto las empresas de carga no dejaron de transportar los insumos necesarios para que la Argentina siga produciendo; en ese contexto los trabajadores de la salud, de la industria de la alimentación, de la empresa de la actividad farmacológica no dejaron de trabajar, en favor de los argentinos que lo necesitaban. ¿Se dan cuenta lo que hicimos, se dan cuenta lo que somos capaces de hacer, cuando nos damos cuenta del riesgo que corremos y nos ponemos de acuerdo a trabajar juntos? Somos capaces de hacer esto, somos capaces de levantar un sistema de salud, en 60 días, somos capaces de inventar dar clases por Zoom para que los chicos no pierdan la educación; somos capaces de seguir produciendo.
La gente de la salud, la que trabaja, el personal de la salud, las enfermeras y los enfermeros, los médicos, los kinesiólogos, que están permanente atendiendo en las terapias. Nunca rehusaron de su vocación y pusieron su cuerpo para enfrentar la pandemia. Hemos hecho algo extraordinario como sociedad y no lo advertimos. Nos dimos cuenta además – desde el Estado – que todo ese esfuerzo era insuficiente y allí fuimos a ayudar a las pequeñas, medianas empresas con la Asignación al Trabajo y la Producción. ¿Para qué lo hacíamos? Porque sabíamos que estábamos viviendo una emergencia y necesitábamos que la industria se mantenga en pie para que el día que la pesadilla termine todo siga caminando y es lo que ocurrió. Y lo hicimos entre todos, y detectamos que había millones de argentinos, que la Argentina no registraba, que estaban necesitando ayuda y así creamos el IFE, y fuimos en socorro de esos argentinos. Y allí fuimos con la Tarjeta Alimentar, con la Asignación Universal por Hijo y mejoramos esas asignaciones, y lo hicimos entre todos.
Digo todo esto, porque en este tiempo donde la curva de los contagios empieza a bajar, donde la vacuna parece estar cercana, quiero que estemos todos orgullosos de lo que fuimos capaces de hacer, que todos entendamos lo importante que es estar juntos, trabajando juntos y unidos, ante el riesgo común que se aproxima. El riesgo fue en este año que pasó la pandemia, el riesgo que se avecina es el no crecer, no desarrollarnos. Desarrollarnos, escuchaba decir muchas veces “cuando vamos a volver a la normalidad”, y yo suelo decir yo no quiero volver a la normalidad que vivimos, yo quiero otra normalidad, una normalidad más justa, una normalidad donde se distribuya mejor el ingreso, una normalidad donde el ingreso no se concentre en pocos y la pobreza de distribuya en millones. Yo quiero otra normalidad, ¿no se dan cuenta que tenemos la oportunidad de construirla juntos que tenemos la oportunidad de construir una normalidad que nos ayude a producir sin contaminar? ¿Se dan cuenta de la oportunidad que tenemos como generación? Esa Argentina que tantas veces ocupó nuestro tiempo en los discursos, ¿se dan cuenta que está en nuestras manos poder construirla? Depende de nosotros, no depende de nadie más, esta es la oportunidad que tenemos.
Y mis primeras palabras es para decirles, advirtamos lo que fuimos capaces de hacer como sociedad, lo hicimos entre todos, hicimos falta todos, todos colaboramos, colaboraron los empresarios, colaboraron los trabajadores, colaboró el Estado, todos colaboramos y logramos sobrellevar el peor momento, y eso significó también garantizar que nadie se quede en la Argentina sin la atención médica que requería.
Y ahora las cosas parecen empezar a tomar otro rumbo, que es para lo que trabajamos todo este tiempo, es lo que yo soñaba el 10 de diciembre del año pasado, poner a girar el volante y llevar a la Argentina para otro lado, bueno, este es el momento, esta es la ocasión, esta es la oportunidad, y ya empezamos a ver que la Argentina empezó a girar, ya lo empezamos a ver, tres meses consecutivos donde por primera vez en muchos años la recaudación está por encima de la inflación. La industria automotriz en noviembre creció un 20 por ciento más respecto de noviembre del año pasado. La construcción empieza a movilizarse a una velocidad que nosotros queremos que sea mayor todavía. La industria toda se está moviendo, toda. Todos los días me encuentro con empresarios que me dicen, como pasa acá, yo estuve aquí hace cuarenta días atrás, un mes atrás, y anunciaron que esas obras iban a empezar, ahí tienen, una nueva línea de montaje de una empresa líder en la Argentina en la producción de cervezas y gaseosas. La Argentina se está recuperando, la Argentina empezó a moverse. Ahora el tema es cómo queremos que siga ese movimiento, si queremos que la Argentina se mueva para repetir historias, o es un momento fundacional para hacer otro país, y yo creo eso último, que es un momento que entre todos debemos aprovechar para hacer otro país. Ese país no nos permite más el debate de si la Argentina es un país agropecuario o un país industrial, la Argentina es un país agropecuario y un país industrial, y lo que necesitábamos es unir esfuerzos, porque cuanto más valor la industria le agregue a lo que el agro genera, mejor nos va a ir.
Y la Argentina tiene que terminar con el debate de siempre, tiene que volver al mejor de los capitalismos, al capitalismo de raíz, que es ese que se preocupaba por invertir, arriesgar, producir, dar empleo y ganar. Y en la Argentina producir, exportar, generar recursos para la Argentina y que la Argentina crezca. Y todo esto mejorando la distribución del ingreso para todos.
Podemos hacerlo y debemos hacerlo, es la obligación que tenemos como generación después de haber soportado la pesadilla que soportaos, y que pudimos deportarnos con el esfuerzo de todos nosotros. Y los invito a que hagamos esa epopeya, hagamos esa Argentina, no depende de nada más que de nosotros, no depende del mundo, no depende de los que se fueron, no dependen de los que vendrán, depende de nosotros, hagámoslo, una vez pensemos como pensamos en la pandemia, hay un riesgo que corremos todos, agarrémonos de los brazos y marchemos juntos, dejemos de tirar cada uno la cuerda para el otro lado, eso no sirvió para nada; hagámoslo, de una vez por todas tenemos que avergonzarnos de la pobreza y tenemos que sacar del a pobreza a ese cuarenta por ciento de argentinos que quedó sumido allí en el medio de esta crisis, y de la pobreza no se sale con el auxilio del Estado con planes, se sale con empresarios que invierten, dan trabajo y generan empleo, así se sale, y el Estado mientras tanto va a estar presente para ayudar a los que lo necesiten, y va a estar presente para generar las condiciones para que esos empresarios se arriesguen a producir, a dar empleo, a dar trabajo y a ganar, que es lo que corresponde, si les va muy bien, el Estado cobrará más impuestos, mejor será.
Por lo tanto, tenemos una oportunidad única, única, yo no sé qué número de presidente soy en la democracia desde 83 a la fecha, pero hoy en Syngenta, el presidente de Syngenta recordaba las palabras de Alfonsín cuando decía que con la democracia se come, se cura y se educa, y yo sigo convencido que Alfonsín tenía razón, y también estoy convencido que la democracia no hizo las cosas lo suficientemente bien, porque hay muchos que no comen, a muchos les cuesta educarse y hay muchos que sufren en su salud. Pero con la democracia podemos dar de comer, dar educación y dar salud, con la democracia podemos hacerlo.
Y hoy recordaba también, en Syngenta, una frase que le escuché decir alguna vez a Antonio Cafiero, al abuelo de Santiago, Cafiero decía “quien sueña solo, solo sueña, pero el que sueña con otro, puede cambiar el mundo”. Soñemos todos juntos cambiemos el mundo de una buena vez, hagamos la Argentina que definitivamente nos merecemos.
Muchas gracias a todos y todas. (APLAUSOS)