Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el acto de homenaje a César Cigliutti, quien fuera presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y pionero en la lucha contra las discriminaciones, en nuestro país, desde antesala del Salón de Mujeres, Géneros y Diversidad, Casa Rosada.
Buenas tardes a todas y a todos; muy bien, ¿cómo les va? Hoy es un día importante porque estamos reconociendo a una persona que hizo mucho para que la Argentina sea un poco mejor. Yo a César lo conocí en Buenos Aires; éramos con Vilma, con Julio legisladores y se estaba dando la primera lucha por la unión civil y allí venía constante, persistente él, perseverante a explicar el por qué le correspondían los derechos que él planteaba. Aquella era, una Argentina, distinta a esta por mil motivos, pero un motivo central es que era una Argentina que tenía menos vocación a abrir la cabeza. Es irónico porque algo digo siempre yo, si algo hizo distinta, a la Argentina, fue que la Argentina fue un país, que fue muy importante, fue muy destacado en el mundo latinoamericano, porque siempre fue un país, donde siempre los derechos se ampliaron y – sin embargo – había un punto, donde parecía que alguien taponaba la amplitud de los derechos y decía: “los derechos se reconocen hasta aquí y de aquí para adelante los derechos no”. Y César era, un poco, alguien que decía: ”vengamos a voltear esa pared, porque detrás de esa pared hay gente con derechos, que hace falta que se le reconozcan”.
Y la verdad es que dio un paso muy importante, la aparición de la Comunidad Homosexual Argentina fue algo muy llamativo para todos los argentinos, para todos, fue algo que llamó la atención, que es esto, que es lo que está pasando. Y la verdad que lo muy valioso de César, como de los compañeros, compañeras, compañeres, que lo acompañaron, entonces, es que tuvieron el coraje de hacernos pensar, que – detrás de la pared – habían argentinos, argentinas, argentines que estaban reclamando ser reconocidos, simplemente eso y que amaban igual que nosotros y que, muchas veces, no podían disfrutar el amor como merecían disfrutarlo.
Me acuerdo que una de sus mayores críticas – cuando estábamos tratando la Ley de la Unión Civil – que era una ley que era para la Ciudad de Buenos Aires, exclusivamente, era que no tenía el derecho de acompañar a su compañero, en el sanatorio, si su compañero lo necesitaba. Y yo le decía: “cómo que no podés” y efectivamente no podía; yo ni estaba enterado que no se podía y de verdad nos hizo pensar a todos mucho, mucho.
Él fue un pionero en ese punto, definitivamente lo fue, y soy testigo de que lo fue. Y la verdad alguien que se anima a tanto, tanto es animarse a abrirle la cabeza a toda una sociedad y a decir: “admítanme como soy y denme los mismos derechos que ustedes tienen, porque yo no soy distinto” es un ser inmenso, inmenso. Y yo celebro que hoy esté su imagen, entre todos estos cuadros, porque claramente es un referente de una Argentina que queremos.
Leí, en algún lado, que fue un impulsor de la primera Marcha de Orgullo Gay, por la que muchos se rasgaron las vestiduras y yo celebro mucho, que en este mes, que es el Mes del Orgullo estemos todos celebrando; ya no es el orgullo de los que están del otro lado del mundo, es el orgullo que todos sentimos de estar integrados, uno al lado del otro, todos juntos, respetando; no tolerándonos, respetándonos. Porque lo que le hace falta, a la sociedad, no es tolerar al diferente, cuando uno tolera soporta lo que no le gusta, y ninguno de nosotros tiene derecho a decir cómo se vive o cómo se ama. Todos tenemos derecho a buscar la felicidad del modo en que cada uno sienta que puede encontrarla y todos tenemos el deber de respetar esa búsqueda y la decisión, que individualmente cada uno toma para encontrar esa felicidad.
Aristóteles, miren qué lejos me fui, decía que ese era el sentido de la vida: la búsqueda de la felicidad, no era otra cosa, y la felicidad no se encuentra de un solo modo y no se encuentra en el sexo opuesto, a veces; la felicidad y el amor se puede encontrar de muchos modos. Y todo esto que hoy estamos hablando, en la Casa de Gobierno, en el lugar donde se gobierna este país, y todo esto que está diciendo el Presidente de los argentinos es porque alguna vez existió César, porque si no – tal vez –estaríamos hablando de lo que no se debe hablar, esa zona gris que dice esos temas de los que no se hablan y en el silencio falso algunos se sienten cómodos.
Sólo me queda darle las gracias a César por haber existido, porque sin él sería esta una sociedad peor, sin su coraje muchos no tendrían el derecho que hoy tienen, sin su presencia, la Argentina, todavía estaría en el siglo XIX. Así que gracias César por lo que hiciste en vida, gracias por tu legado y gracias por habernos ayudado a ser una sociedad mucho mejor.
Gracias a todos, a todas y a todes por estar, en este acto. Muchas gracias.