Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la presentación del libro: “Néstor, el hombre que cambió todo”, en Casa Patria Grande.
Gracias “Topo”, gracias a todos y a todas por estar aquí, gracias por la idea que tuviste “Topo”, de verdad. Néstor merecía esta recordación nuestra, definitivamente. A todos por diferentes motivos, Néstor nos marcó y mucho. Yo hice política de un modo, hasta el día en que lo conocí a Néstor y después todo fue distinto y como bien decía Óscar ahí fue distinto para bien, todo fue distinto para bien.
Yo me acuerdo, que había escrito un artículo, en el diario “Clarín” que básicamente lo que cuestionaba era toda esa idea de la desregulación de la economía, porque lo que planteaba era que no era cierto que las sociedades existan sin reglas y entonces el artículo empezaba diciendo que hagamos un ejercicio, escribamos la palabra: “desregular”, en Word, este era el primer procesador de texto de Office, que a todos nos había conmocionado, en aquella época. Van a ver que cuando escriben esa palabra aparece una viborita roja, que marca error. ¿Saben por qué es eso? Porque la palabra desregular no existe y eso es correcto porque ninguna sociedad vive sin reglas.
Y a partir de allí desarrollé una serie de críticas a la economía argentina, de esos días. No sé cómo fue que Néstor leyó ese artículo, lo cierto es que un día viene Eduardo Valdés, que está allá atrás y me dice: “che, el Gobernador de Santa Cruz te quiere conocer porque leyó un artículo tuyo”, que él no había leído obviamente, y te quiere conocer, me dijo. Y resultó ser que… parece que Néstor sí y la cuestión es que nos fuimos, una noche, a comer a un restaurante, que todavía existe, donde teníamos una mesa, desde entonces teníamos una mesa casi asignada para nosotros y ahí lo conocí a Néstor.
Debo reconocer que me pasó algo singular con Néstor, que fue como si encontrara a alguien que decía y pensaba exactamente lo que yo creía, que no teníamos diferencias sustanciales en nada y era como encontrar mi reflejo, de vuelta, en palabras y otra persona. Eso que Atahualpa Yupanqui dice que “un amigo es uno mismo, pero con otro cuero” y yo sentí eso, el día en que lo conocí a Néstor.
Y debo confesar que fue algo mágico, inentendible, incomprensible, hasta el día de hoy, pero ahí no me deja mentir Eduardo, desde ese día cada vez que Néstor vino, a Buenos Aires, me llamó para almorzar, para comer y para trabajar juntos y nunca más nos separamos en ese trabajo. Y me acuerdo que hubo momentos, donde yo sentí que Néstor estaba llamado a ser algo distintos. Por ejemplo recuerdo la segunda reunión, del Grupo Calafate, que se hizo, en Córdoba, él estaba un poco molesto por el sendero que el peronismo estaba tomando, en la elección que perdimos con la Alianza, en 1999, y un poco molesto en el acto de cierre. Recuerdo que era una mesa muy grande, cuadrada enorme, estaba acá el candidato nuestro, que era Eduardo Duhalde y yo estaba sentado, a un costado, porque lo había presentado y veo que- del otro lado – Néstor se levanta y se va. Y yo dije: “uy, qué feo es esto”, y entonces Duhalde empezó a hablar y yo, del modo más disimulado posible, cosa imposible, me levanté y fui a buscarlo a Néstor y él me tuvo caminando, por una hora, por Tanti, que es ese lugar de descanso de los empleados del Banco Provincia, de la Mutual de los empleados del Banco Provincia y me fui a caminar con Néstor. Él estaba muy enojado y, en un momento me dice: “mira, Alberto, esto no tiene sentido; nosotros no podemos ser el ala progresista de un partido conservador. Eso no es ser peronista”. Y estuvo todo el rato machacándome con esa frase, que nunca me olvidé: “no podemos ser el ala progresista de un partido conservador”.
Yo lo traté de calmar, porque lo que necesita es que, en vísperas de la elección, se nota lo menos posible el revuelo que se estaba armando. Y entonces volvimos y ahí empezaron a hablar Néstor y Duhalde, sacaron los fotógrafos las imágenes que tenían que hacer y volvimos a Buenos Aires y seguimos trabajando juntos siempre. Luego vino la elección de legislador, donde fui electo Legislador de la Ciudad de Buenos Aires; Eduardo también, en ese momento; Víctor también, en ese momento; Julio también, en ese momento, todos estábamos en las listas que competían y eso fue un domingo y el día martes me llamó. Entonces me dijo: “Alberto, ya estoy decidido a que empecemos a trabajar” y me volvió a repetir lo mismo que me había dicho, en Tanti. De eso había pasado ya un año, pero me volvió a repetir que nosotros no podemos ser el ala progresista de un partido conservador, tenemos que ser expresión de lo que realmente somos y tenemos que empezar a construirlo: “pero yo estoy en Santa Cruz”, me dice “y yo necesito a alguien que, en Buenos Aires me ayude permanentemente. Si vos no me decís que sí yo no puedo empezar”.
Y me acuerdo que mi respuesta fue: “bueno, quiero que sepas, que desde este momento, en la Ciudad de Buenos Aires, hay un legislador kirchnerista”. Y empezamos; esa tarde lo fui a ver a Duhalde, que quise ser leal con él y contarle que me iba a poner a trabajar con Néstor y Duhalde, me miró y me dijo: “métanle, métanle, yo al ‘Flaco‘ lo quiero mucho”. Estaba convencido que era un acto de locura absoluta nuestra y así sentí que me estaba diciendo, bueno veo que me crucé con dos Quijotes, hagan los que puedan. Pero lo cierto es que, inesperadamente, un año después Néstor llegó a la Presidencia y Néstor fue – sin ninguna duda – el mejor Presidente que la democracia tuvo y digo esto con respeto por todos.
Néstor fue un hombre inmenso, con un genio político como nunca vi en mi vida, con una capacidad para entender la necesidad del otro como pocas veces vi en mi vida política, para Néstor, siempre me repetía una frase que a mí me quedaba tábano, me decía: “el problema no es nuestro, mientras no los conozcamos; si sabemos del problema es nuestro”. Y así lo que nos decía es que si el otro tiene un problema no te hagas el desentendido, ocúpate de resolverle y ayudarlo.
Y así yo viví lo que, en el capítulo que el “Topo”, gentilmente me invitó a escribir, como la más maravillosa aventura que alguien en política puede tener, que es la aventura de empezar en el desierto y llegar al poder. Y llegar al poder y cambiar a una Argentina. Y esa aventura – que yo viví – sólo fue con Néstor, esa es la verdad. (APLAUSOS). Cuando Óscar dice ahí, que nos cambió la vida a todos, nos cambió la vida a todos, nos hizo ver que había otro modo, que había otra forma, que no era la especulación, y que había compromisos primeros, que siempre había que respetar.
Me acuerdo almorzando con Cristina y con Néstor, en Olivos, apenas asumimos un debate que tuvimos con Cristina, una charla de almuerzo, no un debate, donde C Cristina planteaba algo, que después entendí era lo que Néstor practicaba. Cristina planteaba que en toda sociedad hay una disputa de intereses y la política lo que hace es representar intereses, qué intereses queremos representar nosotros y nos interpelaba con esa pregunta. Y Néstor nunca tuvo dudas sobre qué intereses tenía que representar, nunca y la verdad que nos enseñó a nosotros a no tener dudas acerca de qué intereses debíamos representar.
Yo veía la imagen de mi juramento y nunca olvido ese abrazo, una vez me lo preguntaron en un programa de televisión, qué fue lo que nos dijimos al oído, cuando nos abrazamos. Y de algún modo ese instante demuestra lo que fue Néstor y todo esto que estoy diciendo, cuando lo abracé a Néstor… claro ustedes piensen que, un año antes, estábamos, en Siberia, nosotros. Éramos Néstor, Eduardo, Óscar, éramos muy poquitos peleando contra toda una estructura que no quería saber nada con nosotros. Entonces yo lo que sentí era la culminación del esfuerzo, entonces cuando lo abracé a Néstor le dije: “viste, Néstor, llegamos” y él me dice, al oído y todavía lo tengo acá. Él me dice: “cómo que llegamos, si recién estamos empezando”. Entonces, nos separamos, nos reímos los dos y era cierto, para él ese era el momento de inicio de todo. Y fue un momento inicial maravilloso, porque después yo podría aburrirlos contándoles historias, porque tuve el singular privilegio, de haber estado a su lado, cada día de su gobierno.
No te voy a mentir “Topo” no era yo el primer en llegar, el primero en llegar era Néstor, cada mañana, porque yo dejaba a Estanislao en el colegio y después yo llegaba – más o menos – ocho menos veinte y Néstor ya estaba. Para ser justo, también, estaba Óscar, yo era el tercero en llegar, el último en llegar, o sea que en eso no me voy a llevar un mérito que no merezco.
Y cada mañana era un desafío nuevo, que Néstor proponía, un desafío nuevo y yo creo que si ustedes me envidian tienen razón, porque yo tuve ese privilegio, que ustedes no tuvieron. Y veo, también, que nada fue en vano, porque Wado, Juan, Fernanda, son parte de esa juventud que fue convocada por Néstor, y que volvió a la política y creyó en la política fue Néstor. Y fue una juventud que estaba esperanzada con alguien que venga a decirles cambiemos la historia, porque esta historia es injusta. Y si me permiten yo tengo el triste privilegio de haberlo acompañado a Néstor, pero ustedes tienen el privilegio de ser lo hijos políticos del proyecto que Néstor convocó, y son lo que van a sucedernos, y son lo que van a seguir adelante enarbolando las banderas que Néstor levanto por vez primera. La injusticia de la vida hizo que Néstor se fuera un 27 de octubre, en pocos días más lo recordaremos con alegría, porque eso es siempre lo que nos dio alegría en política; la alegría que te da la convicción y el compromiso. Y las ironías del destino hicieron también que, cuando lo recordemos a diez años de su partida, estemos celebrando el primer año de la elección de nuestro Gobierno. Yo sé que Néstor en algún lado está y donde esté lo único que le pido es que siga caminando al lado mío.
Gracias a todos. Gracias “Topo” por este día formidable, gracias a todos y todas por estar aquí. Gracias. (APLAUSOS)