Parece que hay otro protocolo, pero voy a romperlo. Los diputados no me dejaron dormir en toda la noche así que tengo derecho. Primero, gracias a todas y a todos por estar aquí. Cuando nos vimos, la vez anterior, yo les conté un poco cómo empezó esta historia. Que en la Argentina haya hambre no es una historia que desconozcamos, es una historia que lamentablemente todos conocemos. Lo que sí, hubo un momento en que a mí me hizo un click en la cabeza. Fue un momento que ocurrió como inesperadamente. Martín Caparrós me había pedido un reportaje, yo estaba en España. Y le dije “Martín, a mí, afuera de mi país, no me gusta dar reportajes para medios extranjeros, pero si querés tomamos un café”. Y vino, y tuvo la gentileza de traerme un libro de él que se llama El hambre, y nos pusimos a hablar del hambre, y nos pusimos a hablar. Ese libro habla más del hambre de otras latitudes, pero es un libro donde indefectiblemente nos obliga a pensar a todos. Yo lo leí después de aquella reunión, quiero ser sincero, nos hace pensar a todos con la liviandad con que tomamos el problema del hambre. El hambre hay un momento en que se convierte en un tema estadístico, el hambre es algo que todos padecimos un ratito, pero no nos hemos puesto a pensar lo que significa pasarlo siempre al problema del hambre. Y Martín me dijo ahí algo muy importante, me dijo: “los argentinos tantas veces emprendimos tareas épicas por cosas tal vez insignificantes. ¿por qué un día no somos capaces de tener la épica de terminan con el hambre de nuestra gente?”. Y lo escuché un poco más y me dijo: “la verdad es que habría que meter a toda una sociedad en eso, no debería ser un tema de uno. Ni de un ministro, ni de un presidente, meter a todos en conjunto en esa idea”. Y seguimos hablando y me quedó dando vueltas en la cabeza lo que Martín me había dicho. Esta historia creo que se las conté la vez pasada. Pero yo le pedí a Martín que hoy esté presente y que nos acompañe, y le voy a pedir también que él empiece la ronda de charlas, de opiniones que vamos a escuchar aquí, porque la verdad es que tiene razón. Una vez olvidémonos de nosotros, de quienes somos, de cómo pensamos, de qué representamos, y admitamos lo indigno que es ser parte de una sociedad que no se preocupa por el que tiene hambre. Pensemos cuánto nos descalifica como seres humanos ser parte de una sociedad que no le presta atención al que padece.
Ese fue el click que me puso en la cabeza Martín aquel día, que ya no era problema de un gobierno que armara un plan como el que estamos armando, que involucrara desde un ministro de Economía hasta un ministro de Desarrollo Social, que se ocupe de que ponga como prioritario el problema de los que menos tienen, sino que se sea un tema de toda la sociedad en conjunto.
Por eso, la verdad es que este plan no es el plan del gobierno, no es el plan de Alberto Fernández, es el plan de la Argentina. Es el plan de la Argentina. No soy el dueño de este plan, ya pagué el copyright a Martín. No soy el dueño de este plan, los dueños de este plan somos los argentinos de bien que no queremos que ningún argentino pase hambre. Y por eso, le dije a Daniel y le dije a Vicky “inviten a todos, no me importa de dónde viene, no me importa cómo piensan, no me importa qué representan en términos de intereses. Me importa que quieran lo mismo que queremos nosotros, terminar con el hambre en la Argentina. Y a los que conocen y a los que saben invítenlos para que nos hagan más fácil la tarea”.
El otro día hablándolo con Eduardo Duhalde le dije: “tiene que estar Chiche” porque Chiche, allá por el 2001, cuando la crisis fue muy profunda fue capaz de idear un plan que todos lo conocimos como el plan de “jefas y jefes”, y unas manzaneras se ocupaban de resolver el problema del hambre allí donde el hambre existía. Y fue un plan reconocido mundialmente y que los argentinos porai no tomamos dimensión. En esa mesa no podía no estar Chiche por toda la experiencia que ella tiene para aportarnos.
Hablábamos con Martín recién, y me decía “¿qué pueden comprar con esto?”, entonces yo le decía “pueden comprar cualquier alimento menos alcohol”. “Bueno, eso está bien, pero la verdad es que deberíamos enseñarles a alimentarse y no a comer solamente”. Y le dije: “vos sabés que eso lo dijo Narda en la primera reunión”, y yo lo tomé muy en cuenta. Todos lo tomamos muy en cuenta. Siempre está la diatriba de algunos que dicen “¿qué hacía una cocinera ahí adentro?”. Nos enseñaba la diferencia entre comer y alimentarse.
Entonces, yo siento que todos tenemos algo para dar, tenemos algo para ofrecer y debemos dar y ofrecer para terminar con el hambre en la Argentina. Y que eso nos va a hacer una mejor sociedad, vamos a ser mejores humanos y va a ser mejor esta sociedad el día que terminemos con eso, cuando sepamos que, en la Argentina, ese país ampuloso que se jacta de poder alimentar a 400 millones de personas se ha ocupado de alimentar a 15 millones de pobres que tienen en su tierra.
Todo lo que nosotros hacemos, desde el primer día, lo hacemos pensando en eso. Por eso, algunos no entienden que lo que termina de aprobar la Cámara de Diputados hoy son las bases para cambiar la lógica que imperaba. Son las bases para terminar con un sistema de especulación por un sistema de producción. Un sistema que premia al que especula por un sistema que premia al que trabaja. Un sistema que se olvida del que padece por un sistema que ponga en primer lugar al que padece para que todos estemos mejor. Porque cuando nos estamos ocupando de los últimos es que nos estamos ocupando de todos. Ocuparse de los más postergados es empezar a ocuparnos de todos. Ese es el sentido de este encuentro.
De nuestra parte, de los que somos parte del Gobierno nacional, tienen todo nuestro compromiso. Ese es nuestro horizonte de proyección. Vamos a la Argentina sin hambre, vamos a una Argentina más igualitaria, vamos a una Argentina que premie el trabajo y no la especulación, vamos a una Argentina responsable fiscalmente, vamos a una Argentina que va a cumplir sus compromisos, pero no a costa de más hambrientos.
Y esa Argentina estoy seguro de que es la que queremos todos, por eso este plan no es de Alberto Fernández, ni es del gobierno argentino. Es el plan de los argentinos, como bien dijo Martín aquel día, tratando de proponerme una épica. Si somos todos capaces puede volverse realidad.
Así que, si ustedes me autorizan, me permiten, antes de que empecemos el diálogo, a Martín que lo hice viajar 14 mil kilómetros para que este hoy aquí, quiero cederle la palabra porque fue el que inyectó la idea de todo esto.
Sé que muchos de ustedes trabajan hace años en esto, y están muy preocupados desde esos años y han dedicado su vida a esto. Pero, tal vez las cosas ocurren por algo, y tal vez ese encuentro, esa entrevista frustrada que no tuvo Martín, tal vez fue la génesis de un cambio de lógica en Argentina, donde todos nos unimos para ocuparnos de lo más importante que es la igualdad entre nosotros y el acceso de alimentos a todos.
Bueno, muchas gracias, queda muy poco por decir. Confieso que cada vez que vengo aprendo mucho, y me doy cuenta de que el desafío es muy grande y la obligación moral es mayor. A todos les doy las gracias. Lo que dijo Chiche es muy cierto, tenemos que organizarnos para empezar a mover esto realmente. Es cierto que acá somos muchos dirigentes y es necesario que, como decía Robi, bajemos esto a la gente. Porque me sigue dando vueltas en la cabeza aquella idea de Martín, que sea la Argentina toda movilizada buscando esto. Con Jimmy Persic hablaba esto la vez pasada, con Nico Trotta también, de cómo meter a las universidades, a los chicos universitarios en todo este tema, cómo involucrarlos, que no sea el problema del otro. Que sea problema nuestro. Y acá es un plan que no es de nadie, es nuestro, vamos a ser mucho mejores.
Tenemos que trabajar mucho como trabajamos en los últimos meses con los laboratorios y los precios, que en los últimos meses se levantaron, tenemos que trabajar con los precios de los alimentos, y en eso, Daniel, te pido mucho que nos ayudes porque va a ayudar a los que la están pasando peor, realmente, y a los supermercadistas otro tanto.
Me quedé también pensando en lo que Robi decía de los delegados, tal vez podamos, porque me quedó también el dato del amigo Isaac, de que es peligroso ver que la talla de los chicos es una alarma, que son los que están escolarizados. Y se supone que ellos son a los que más atención les estamos prestando desde el Estado. Ese dato no puede pasar desapercibido porque hay algo que tenemos que corregir. Y tal vez pensaba que podríamos trabajar con los maestros para que los maestros en las escuelas también eduquen a los hicos sobre calidad alimentaria.
Yo miro mucho a Marcelo, miro mucho a Narda. Nosotros tenemos dos emblemas enormes, emblemas morales en Estela y en Adolfo, pero personas como Narda y Marcelo pueden ayudarnos mucho a poner este tema en la conciencia social, y por eso son tan importantes y recurro tanto a ellos, y los insto tanto a que nos ayuden. Y los dos nos ayudan mucho, quiero decirles.
Así que, dándoles las gracias, estoy muy contento de que pongamos esto en marcha. Argentinos a las cosas, pongámonos a trabajar que hay gente con hambre que necesita terminar con ese presente.