PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN MAURICIO MACRI, EN EL ENCUENTRO ANUAL DE LA ASOCIACIÓN CRISTIANA DE DIRIGENTES DE EMPRESAS, EN EL HOTEL SHERATON, CABA
(…) Abríguense cuando salgan, porque esta es una semana en que caemos todos en la omnipotencia de creer que el invierno no nos puede sorprender.
Yo pensaba decirles un montón de cosas, pero tal vez, agarrado a este resumen de las conclusiones, quiero decir que esto que ustedes hacen, desde hace muchos años, de reunirse para reflexionar, mi primer cosa, si tratar de abstraerse de la locura, del día a día, que me gustó mucho lo que dijo la directora del CIPPEC, hace algunos meses, cuando planteó que nosotros somos como gente que corre, corre y corre y estamos en el mismo lugar, somos como los hámster u otra persona que dijo que si en la Argentina te vas 20 días cambió todo, o si te fuiste 20 años no cambió nada. Me pareció cruel, pero muy real, todos a los que la faltan pelo, en esta sala, o tienen canas como yo saben que seguimos repitiendo como esa materias.
Creo que parte de lo que explica que nos haya pasado todo esto es que hemos tenido mucha incapacidad para dialogar, para escuchar al otro, para tener la suficiente humildad de no creer tener todas las soluciones y después – por supuesto – que todo eso termino no en una sanata permanente, sino en un consenso en el cual para que lleguen a un consenso vos les dijiste a él que algo hay que ceder porque de lo contrario no hay manera.
Yo estos tres años y medio que llevo de Presidente me canso de recibir gente, que me dice: “tenés razón, en lo que decís, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro”. Durante media hora me dan una especia de terapia, supongo, pero cuando llegan a la puerta se dan vuelta y me dicen: “pero la mía está”. Entonces si todos hacemos eso de dónde hacemos que las cosas se arreglen y se equilibren macroeconómicamente y recuperemos la moneda y nos podamos vincular de una manera honesta y así todos juntos crecer.
Entonces, creo que hoy, sin dudas, estamos también – con las palabras tuyas – frente a una enorme oportunidad, que nos las dimos todos, cuando decidimos emprender esta aventura del cambio. Y el cambio claramente incomoda, el cambio es como una aventura y las aventuras no sabés el resultado final. Por eso te generan pasión, te generan entusiasmo, te generan un desafío y tenés que estar dispuesto a dar ese paso porque pensás que vale la pena, y en todo caso – desde el punto de vista cristiano – nos damos cuenta que más que vale la pena es una obligación, porque lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho ha dejado muchísima gente fuera del sistema y no ha alcanzado. Entonces, en ese camino de tener una sociedad más justa, más inclusiva, más solidaria tenemos que hacer algo distinto a lo que hemos venido haciendo. Y en esas cosas distintas, en esas oportunidades que tenemos creo que también el diálogo no solamente entre nosotros, sino el diálogo tiene que incluir al mundo. Porque el mundo cambió mucho desde que nosotros desde que nosotros nos desviamos.
El otro día leía algo que me impresionaba y me preguntaba si podía ser y lo chequeé y es así. Hace tres años y medio, ya hoy no tanto, éramos el tercer país más aislado del mundo, solamente superado por Nigeria y Sudán. A mí me impresionó cuando lo leí. Yo dije: “¿será tan así?”. Y sí estábamos todos cerrados, economías cerrada, sistema de reglas cada vez más confuso, que es inentendible para aquel que nos quiere visitar, abordar. Y hoy, de vuelta, después de este trabajo, que hemos empezado a realizar, estos tres años y medio, empezamos como abrirnos, a darnos cuenta de que solos no podemos, que es mentira eso de vivir solo con lo nuestro. Y también nos dimos cuenta, que aquellos que en estás décadas más se abrieron, más se integraron, más intercambiaron son exactamente todas las sociedades que más crecieron. Entonces, hay que decir que lo que creímos, dada nuestra enorme riqueza, nuestro enorme territorio era el camino lógico fue un camino malo, fue un camino que hizo mucho daño, e – insisto – dejó más de un tercio de la sociedad excluida.
Entonces, creo que hoy, justo venía de hablar, por ahí alguno estuvo, más temprano, en Olivos, representando a los distintos sectores de la economía, hablando del acuerdo, este acuerdo – que la verdad – que ya me pone muy contento porque habla del cambio, que genera alegría, mayoritariamente se generó algo como decir que podemos sentarnos a una mesa como pares con países más desarrollados; podemos ser parte de un mercado de 800 millones de personas; podemos pasar de dejar de tener relaciones con menos del 10 por ciento del PBI mundial a tener relación con más del 30 por ciento del PBI mundial. Y esto es una enorme oportunidad, pero claramente es un desafío y como Presidente yo tengo que decirles que necesito que ustedes se sientan protagonistas de ese desafío.
Los argentinos necesitan, que ustedes que son líderes, tomen este desafío con responsabilidad, con seriedad. Y es un desafío que lo vamos a poder hacer en el tiempo, porque nos hemos ocupado, en el equipo de negociación del Gobierno, en no sólo restablecer las relaciones en los países hermanos del Mercosur, porque – cuando llegamos – con Uruguay no nos hablábamos por el problema de las pasteras; con los paraguayos porque los habíamos querido echar del Mercosur; con Brasil políticamente bien, pero abajo económicamente mal. Imagínense los brasileros por más que son proteccionistas, como hemos sido nosotros, el tenerlo a Moreno les resultaba muy difícil, entonces también estábamos muy complicados con los brasileros. Entonces, todo eso lo dimos vuelta a una perfecta armonía, a un trabajo en equipo; la verdad que todo lo que hemos hecho ha sido coordinado y en estos meses, en que me ha tocado ser presidente pro tempore he tenido todo el apoyo de Bolsonaro y su nuevo gobierno, como también lo he tenido de Temer, de Tabaré y el gobierno uruguayo; de Abdo Benítez y antes lo tuve con Cartés y después, claramente, establecer buenas relaciones. Y los argentinos pudieron ser testigos, en el G20, de las buenas relaciones, que hoy tenemos con todos los líderes más importantes y tuvimos esto, que depende de personas, la buena voluntad de dejar 20 años atrás de frustraciones y transformarlo en unos días.
Ahora claramente uno empieza a leer, a algunos le viene mal, a otros les viene bien, va a haber perdedores y ganadores. Esta realidad, en la cual estamos viviendo, plantea que si no estamos globalizados no tenemos futuro, sino somos competitivos, dinámicos, abiertos tampoco tenemos futuro.
Hemos logrado una transición de diez o quince años, que sumado a los dos que van a faltar, y que todos los Congresos aprueben; vieron que en ya empezó a haber ruiditos para aquellos que decían que el acuerdo era regalarles la Argentina a los europeos, que ya los franceses no piensan tan así. Entonces hay que recorrer las legislaturas de cada país y aprobar el acuerdo. Entonces son como transiciones entre 10 y 17 años para los productos más delicados, pero la verdad que no sé cuántos en la sala son industriales, de esas cosas que sienten que no tienen la competitividad y ese es el plazo que nos dio este acuerdo, pero no sé si es el plazo que nos da el tiempo que vivimos porque a la vez esos acuerdos chocan con el comercio electrónico, que la gente compra por Internet, sin esperar esta cosa, y si es más barato y mejor lo compra en otra parte del mundo. De ahí que creo que es ayer que tenemos que empezar a esta esfuerzo de ser competitivos, ser más productivos, que – al final del día – es hacer las cosas mejor y si vos todos los días hacés las cosas mejor terminas siendo una mejor persona. De eso se trata el superarse, cuando uno se supera transmite algo distinto.
Por eso creo que esto que hemos firmado, es como una hoja de ruta, que nos permite ordenarnos definitivamente – pido a Dios – le permite a otra parte importante del mundo creer, que lo que hemos hecho, en estos tres años y medio no vamos a volver atrás, porque para eso firmamos este convenio. Permite que gente que puede decidir venir y producir con nuestro talento, nuestras materias primas productos para todo el mundo, o para Europa, por lo menos ya tienen este acuerdo, vengan y lo hagan. Entonces creo que es como una hoja de ruta, que nos tiene que vincular, entendiendo que es para superarnos, entendiendo que es para hacer las cosas todos los días mejor, entendiendo – por empezar – que es para darle a los argentinos una oportunidad de tener un producto de mejor calidad y menor precio. Porque acá se ha hablado mucho – a veces - de que nuestros salarios son más altos que los de la región, pero a la hora de ir al supermercado o a comprar lo que sea sale todo muchísimo más caro, el poder adquisitivo del salario nominalmente será más alto, pero en la realidad no es más alto, que es lo que ha pasado sistemáticamente.
Entonces creo que este acuerdo nos abre una enorme posibilidad y hay cosas que van a ser muy rápidas y va a favorecer muchísimo a las economías regionales, que tanto queremos se desarrollen para que este país sea un país verdaderamente federal y no que la mayor parte de las cosas pasen por esta ciudad antes de ir hacía el resto del país. Y creo que también entendemos todos, cuando se habla de asimetrías, que acá hay un equipo, que es indivisible, que es el sector público y el sector privado. Y si en cada cosa, que vamos a exportar hay pedazo del Estado y ese Estado no hace lo que tiene que hacer no tenemos oportunidades de que, en esta competencia, salgamos bien parados. También estos años de transición nos dan el tiempo para que nosotros sigamos haciendo lo que empezamos a hacer, hace tres años y medio, que es tener un Estado que te molesta menos, que te demanda menos tiempo, que te simplifica las cosas porque hacer los trámites a distancia (tenemos más de 2.000 trámites), la Ventanilla Única de Comercio Exterior, ya que queremos pensar en exportar para generar más trabajo, a partir de producir no sólo para nosotros, sino para el mundo y todo hacerlo por Internet, o sea tener acceso a la transparencia – que vos también decías – es una maravilla de herramienta para acabar con el oscurantismo que favorece siempre la corrupción. Además, tenemos que seguir mejorando la infraestructura, porque si este enorme país que tenemos no tiene caminos, no tiene autopistas no solo muchos argentinos tienen accidentes graves y pierden la vida, todos los años, sino que no podemos mover lo que producimos. Y necesitamos trenes, y estamos construyendo vías, como no se hacía hace 60 años; necesitamos aeropuertos para que la gente viaje y cuando más viaje la gente más bodegas hay y entonces empezamos a exportar cerezas, salmón, vinos, arándanos en las bodegas hacía el mundo. Vamos a terminar ya de poner a nuevo 30 aeropuertos en 19 provincias, para fin de este años y vamos a tener la mejor red de aeropuertos de América latina. Y necesitamos estar conectados a Internet, porque también hoy la conectividad es física y virtual, y el despliegue de 4G, que empezó y hemos cuadriplicado la velocidad de Internet, en estos tres años. Todo esto empiezan a generar todas estas bases que tanto les vengo hablando sobre las cuales vamos a poder crecer, y esas bases tienen que estar ahí para que ustedes y todos los que producen algún bien o algún servicio, en este país, lo puedan vender competitivamente, es un trabajo claramente simultáneo, en conjunto que tenemos que hacer entre todos no sólo por el acuerdo con la Unión Europea, porque de eso se trata.
Y la verdad que los seres humanos somos buenos, pero cuando competimos y con reglas transparentes somos mejores, nos hace mejores todos los días. Y la verdad que yo estoy acá porque les tengo confianza y he tenido la suerte y espero que la tenga cada vez más argentinos de poder elegir no sólo dónde vivir sino a qué dedicarse y yo tomé esta responsabilidad y este desafío porque creo profundamente – además de amar a este país – en sus capacidades. Y esto seguros que puestos a hacerlo lo vamos a hacer bien, porque ya hay muchos ejemplos de que lo hemos podido hacer bien. Hace poquito tenemos uno: en rugby éramos bastante buenos, pero cuando jugábamos con los buenos de verdad perdíamos por paliza y siempre íbamos a ver cuándo podíamos ganar un partido cada tanto, de esos que venían a Ferro a ganar contra Los Pumas y muchos habíamos ido ahí. Y de golpe decidimos formar un equipo, empezar a competir desde hace cuatro años, nos mataron durante tres años y de golpe, este año, vamos a la final. Somos argentinos que nos pusimos a trabajar para hacer las cosas mejor, para competir con los mejores y terminamos pudiendo demostrar que podemos estar ahí, entre los mejores en cualquier cosa que emprendamos siempre que lo hagamos con humildad, con dedicación, con constancia, con la verdad, no queriéndole hacer trampas a los otros porque ya quedó claro que no éramos los más vivos de todos si no tuvimos los resultados, que teníamos que haber tenido, en estos años, comparativamente con otros países.
Entonces creo que si confirmamos estos valores sobre los cuales estamos trabajando – que aparte son valores muy cristianos – nos va a ir muy bien. Así que yo les agradezco que me hayan invitado a compartir con ustedes este cierre de las reflexiones y diciéndole que vamos a reflexionar este año muy bien los argentinos y por más que cueste, por más que haya llevado más tiempo no significa que no lo estemos haciendo la Argentina está cambiando, la Argentina ha cambiado muchísimo, en estos tres años y medio. Cuando uno toma un poquito de distancia se da cuenta de las cosas, que hablamos hoy, que discutíamos hoy no tienen nada que ver con las cosas que debatíamos hace tres años y medio y eso es mucho más profundo, que obras monumentales, como el Paseo del Bajo, o un Viaducto, o rutas, o puertos que hayamos hecho. Tiene que ver con haber internalizado que llegó la hora, que no nos podemos engañar más, que esto depende absolutamente de nosotros, que no depende de nadie más en el mundo de cómo nos vaya a ir en el futuro y que hemos decidido ser – finalmente – protagonistas de un futuro distinto para todos nosotros.
Así que gracias y fuerza y que va a ser un año muy importante, un año bisagra en la historia de nuestro país. Gracias. (APLAUSOS).