Palabras del presidente Mauricio Macri al encabezar la inauguración del viaducto del Ferrocarril Mitre, en la Ciudad de Buenos Aires
Buenos días, buenos días a todos. Yo también tengo una enorme alegría de estar acá compartiendo, todos juntos, este gran equipo con los vecinos, con los usuarios del tren, con los trabajadores.
Un día histórico, realmente, un día histórico. 100 años, ¿no? 100 años pasaron desde la última vez que se había hecho un viaducto en la Ciudad de Buenos Aires. Es mucho tiempo 100 años: pasaron muchísimas cosas en el mundo entero durante esos 100 años.
Lo que sentimos, que nos damos cuenta, es que tal vez en la Argentina no pasaron tantas como deberían haber pasado, que fuimos perdiendo algunos trenes, ¿no? Dado que estamos acá con el tren.
Pero la verdad es que hoy es un día de enorme alegría en esta estación que parece traída del futuro o que nos lleva al futuro, y que le va a cambiar el día a día a cientos de miles de personas, como decía Horacio. Algunos que vienen de la provincia, algunos del barrio, algunos que tienen que cruzar las vías. Este viaducto es realmente tiempo ganado a la vida, tiempo ganado para crear futuro.
Y quiero felicitarlos a todos. Realmente, me siento muy orgulloso de este equipo, Horacio, la tarea como la han llevado a cabo con Franco, con todo el equipo. A Guillo, con todo el equipo de Transporte. Porque, como decías vos, y me decía Guillermo Krantzer esta mañana, en otra reunión que tuvimos, viendo el tema de vialidad y otros temas de ferrocarriles, que había sido a fines de 2013, en octubre, que arrancamos con esta idea. Pero, claro, había muchas trabas, obstáculos. Por empezar, no podíamos coordinar muy bien entre el Gobierno de la Ciudad y el Gobierno nacional en aquella época. Pero, igual, nuestro entusiasmo era potente, con lo cual empezamos a planear y planificar, pensando que realmente íbamos a llegar a hacer este trabajo, trabajando como un gran equipo que somos.
Y fue realidad, y fue realidad y, por eso, realmente los quiero felicitar a todos. Realmente, me llena de alegría. La misma alegría que tenía Matías, el conductor que nos trajo hasta acá, porque estaba orgulloso y nos relató una conversación con su abuelo, que hace muchos años le decía: “Y, ¿por qué no avanzan las obras en los ferrocarriles?”. Y hoy estamos acá.
Y también quiero destacar lo que dijo Horacio, porque una parte es lo que hacemos desde el Gobierno y después, otra parte, es lo que hace la actividad privada, lo que hacen las empresas constructoras. Acá son dos empresas constructoras tradicionales de la Argentina, Chediack y Roggio, que se animaron a traer esta técnica constructiva nueva, esta innovación tecnológica. Y la pusieron en marcha y rápidamente se capacitaron, y tanto se capacitaron, como dice Horacio, que ahora van a tal vez seguir haciendo este trabajo en otras partes del mundo. Y eso habla también de lo que somos los argentinos, de lo que somos capaces de hacer los argentinos.
Por eso, lo primero que quiero destacar es que esto no fue una casualidad, esto es causalidad. Esto es haber entendido, hace muchos años, cuando arrancamos a gobernar la Ciudad, que había que construir las bases, estas bases que les hablo a los argentinos, semana tras semana. Esos cimientos, esos cimientos que no se hacen de un día para el otro, que no hay soluciones mágicas. Lo que hay es trabajo, es creatividad, escucha al vecino, escucha al ciudadano de qué es lo que necesita, y transformar todo ese trabajo, y creatividad y honestidad en una solución concreta. Por eso, logramos salir de ese lugar porque en toda la historia de la Ciudad se habían hecho cuatro pasos bajo nivel, cuatro. Y, en los primeros ocho años hicimos 24, y Horacio ya va por cinco, y con este viaducto revolucionario, que transforma muchísimo más que un paso bajo nivel, son como 12 de un saque, 12 de un saque juntos. Es conectividad, es comunicación, y sigue porque tiene muchas más cosas en marcha. San Martín serán once.
Entonces, quiero decirles que lo importante de todo esto es entender que esto es parte de una de las bases importante de esa Argentina del futuro, que es la revolución de los trenes, que tiene que ver con que, si aquel ciudadano que quiere estudiar, que quiere capacitarse, que quiere trabajar no se puede trasladar, no hay futuro. Todos necesitamos poder estar comunicados, poder trasladarnos y no solo trasladarnos, sino trasladarnos en tiempo y forma. Y con seguridad. Por eso, como decía María Eugenia, hemos invertido y vamos a llegar en pocos meses a que todas las líneas tengan freno automático para evitar cualquier otra tragedia en el futuro por una distracción o un error humano.
Estamos invirtiendo en vías, en señalización, en estaciones, en equipamiento, en capacitación de conductores. Todo eso es parte de esos cimientos sobre los cuales se desarrolla y crece un país. De eso se trata hoy, de eso se trata este momento de alegría que estamos viviendo.
Esta mañana pensaba, ¿no? Me preguntaba qué hubiese sido si los gobiernos anteriores, de distintas banderías, se hubiesen comprometido a trabajar como un gran equipo, sin mezquindades, sin egos, con transparencia. ¿Qué Argentina tendríamos? ¿Por qué no hicieron estas obras? ¿Por qué prometieron obras y no las cumplieron? ¿Cuáles fueron sus prioridades? Y, ¿a dónde fue a parar el dinero de todos los argentinos? Muchas preguntas, muchas preguntas, y no tenemos respuestas. Pero lo importante, lo importante es que yo siento que hemos aprendido, que entendimos que dependemos de nosotros, de nuestra capacidad, de nuestra capacidad de hacer, de innovar, diciendo la verdad, con la verdad sobre la mesa. Y con esos valores todo se puede, claramente, como decía Horacio, todo se puede.
Nosotros venimos a encarnar un cambio que arrancó mucho antes de que gobernásemos la Ciudad, y ahora estamos llevando a todo el país, y que tiene que ver con estos cimientos que estamos construyendo que, insisto, no se hacen de un día para el otro. Requieren esfuerzo. Es un desafío claro. Pero es el premio hacia un futuro mejor para todos, es una mejor calidad de vida para todos. Por eso, la revolución de los aviones y los aeropuertos, la revolución de los trenes que también tiene el capítulo de los trenes de carga, que acá hay varios también de los responsables que están reparando esas vías, comprando el equipamiento, capacitando a choferes. ¿Por qué? Porque eso acerca el trabajo de argentinos que viven más lejos al resto del país y al mundo entero. La revolución de las autopistas y de las rutas seguras, para cuidar a los argentinos primero. Todo esto es para cuidar las vidas, pero también para facilitar el trabajo. La revolución de la energía, con Vaca Muerta, con las energías renovables, porque sin energía tampoco hay futuro. Y la revolución de la conectividad porque en esta ciudad hace mucho que tenemos Internet y acceso a buena telefonía celular. No tan buena también, estaba congestionada y la mejoramos. Ahora, el despliegue del 4G e Internet va a todo el país porque dos de esas bases, de esos cimientos sobre los cuales vamos a crecer como nunca antes, se basan en la conectividad física y virtual, en poder trasladarnos, en poder comunicarnos, y en tener energía.
Este es el rumbo, queridos argentinos. Este es el rumbo que nos lleva al futuro. Y cada obra que terminamos nos acerca un paso más, un paso más hacia esa Argentina que queremos, que soñamos, que merecemos. Y esta maravillosa obra, este viaducto, esta estación, es sinónimo de futuro, es sinónimo de progreso, es sinónimo de seguridad, es sinónimo de calidad de vida. Pero, claramente, demuestra que sí se puede, demuestra con claridad que, si hay honestidad, si hay trabajo, si hay vocación, si hay compromiso, se puede.
Entonces, por más dudas que hayan, yo hoy les vuelvo a decir, en este día histórico para la Ciudad de Buenos Aires, para los trenes argentinos, es que es por acá. Argentinos, es por acá.
Muchas gracias y felicitaciones a todos, de vuelta.