PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, MAURICIO MACRI EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DE UNA PLANTA DE ALFAJORES HAVANNA, EN EL PARQUE INDUSTRIAL DE BATÁN, GENERAL PUEYRREDÓN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.
Hola, buenos días o buenas tardes, no sé a qué hora estamos, porque yo vengo viajando desde Córdoba y todavía no almorcé, pero por suerte nos acompaña este día maravilloso, con un poco de viento, que le complicó la vida a la Gobernadora, pero a nosotros nos alivia, sino estaría mucho peor. Gracias Carlos, con este look que me sacaste hoy con el bastón, por esta invitación a compartir con la familia Havanna, porque esto es una familia.
Recién una de las chicas, que me dice que arrancó hace mucho, hace 43 años, que trabaja acá, no lo puedo creer. Son cosas…. y 39 usted, bueno no se pongan celosas, no me van a decir cuánto llevan cada uno, dije la que más años, también 38 y 39 son un montón de años. (APLAUSOS).
Este es el valor de una empresa que trabaja, que combina una buena conducción, con una buena gerencia, con buenos empleados y terminan – al final del día – funcionando como una buena familia, donde uno se identifica y yo siento y estoy convencido que todos ustedes se sienten orgullosos de lo que producen, de lo que hacen.
Y esto es algo maravilloso, porque tienen que ver con para qué estamos en este mundo, para la satisfacción interna de cada uno, que pasa – sin dudas – por lo que hacemos, por lo que logramos con nuestro propio esfuerzo, no por lo que nos regalan.
Tal vez nos gusta que nos regalen cosas, pero eso no nos lleva hacia la felicidad. La felicidad se logra cuando cada uno de nosotros sentimos que nos estamos superando, que cada día hacemos las cosas un poco mejor, eso es lo que nos marca la enorme diferencia y eso es lo que yo creo que es lo que hemos recuperado, en este año, en términos de entender de cómo salimos hacia ese futuro que todos queremos, que no tengamos que escuchar más esas recetas mágicas, que sin esfuerzo, sin nada tenemos derecho a todo y eso nos va a ayudar al lugar donde queremos. Eso fue una gran mentira, que nos llevó a frustraciones, a enojos, a grietas que lo único que hicieron fue complicarnos más la vida, con lo cual quiero agradecer y felicitar a los accionistas de Havanna por haber vuelto a creer en nuestro país, en Mar del Plata, en sus trabajadores, por haber apostado decenas de millones a una nueva planta, que va a mejorar 50 por ciento de la capacidad porque queremos llevar este orgullo argentino – que es Havanna – a todo el mundo. Eso es algo maravilloso y la verdad que todos lo sentimos cuando de golpe nos sorprendemos no sólo con alguna camiseta de Boca siempre en algún lugar, sino con una caja de alfajores Havanna nos ponemos todos realmente muy contentos.
Y nos ponemos muy contentos porque es realmente nuestro trabajo, es la demostración de que somos capaces de hacer cosas valiosas y que la pueden disfrutar también otros en otras partes del mundo. Y creo que lo que ustedes pusieron es lo que ponemos todos cada vez que abrimos un alfajor Havanna, nosotros abrimos un alfajor Havanna confiando en que eso equivale a algo va a ser rico, a un producto de calidad, es lo mismo que ustedes han hecho: confiar en que pueden hacer mucho más de esto. Pero también sabemos que – más allá de esta historia maravillosa, con casi 2.000 familias que trabajan, gracias a Havanna, todos los días – necesitamos muchas más fábricas como estas, muchas que van en línea con dejar de ser el granero del mundo para ser un supermercado del mundo, y hasta el gourmet del mundo. ¿Qué significa? Que con nuestras materias primas valiosas, nuestras harinas, nuestra azúcar, nuestra soja, nuestro maíz, nuestra energía tenemos que agregarle valor. Y agregarle valor es sumar trabajo para los argentinos.
Y esto es lo que nos lleva a reducir la pobreza, eso nos va a sacar a ese tercio de argentinos de la desesperación y la exclusión. Pero para eso también – lo hablábamos recién con los accionistas – tenemos que sentarnos alrededor de una mesa gobierno, sindicatos, empresarios y encontrar cómo logramos mejorar la productividad de nuestro país, eso que llamaba el General Perón: “la estrella Polar de la Argentina”, que no es más ni menos que lo que mismo que dijimos antes. Productividad, finalmente, es que cada uno haga su máximo esfuerzo, que haga las cosas lo mejor posible. Y el primero es el gobierno, este gobierno y los futuros gobiernos, porque el mayor impedimento, hoy, es un Estado que daba mucho más de lo que ayuda, obstaculiza más que lo que fomenta y en eso tenemos que trabajar, también, en estas Mesas de la Producción y el Trabajo.
Y lo primero es bajar el costo del capital, porque cuanto mayor financiamiento hay, más máquinas se van a comprar, más fábricas se van a hacer, mejor financiamiento para aquel que quiera comprar alfajores o lo que sea vamos a poderle dar y para eso es fundamental reducir el déficit fiscal. ¿Qué es el déficit fiscal? Lo que hace ustedes en su casa: si cada uno de ustedes gastase mucho más de lo que gana tendrán problemas enormes en sus casas. Y esto es lo que está haciendo la Argentina, a través del tiempo, con distintos gobiernos y eso nos ha hecho mal, nos hace frágiles ante cualquier cambio en el mundo. Entonces, tenemos que sentarnos a una mesa y empezar a escuchar que cada uno de los que se sienta alrededor de esa mesa dice en qué va a ceder para generar una prioridad que nos lleve a un mejor futuro. Y no cada uno sentarse ahí a ver qué más puede sacar, porque ya estamos pasados, ya no alcanza. Y además tenemos que bajar los impuestos, especialmente los impuestos al trabajo, que condenan a la mitad de los argentinos a trabajar en negro. Tenemos impuestos al trabajo de los más altos del mundo y tenemos que mejorar la logística, la infraestructura, tenemos que conectar este grande y maravilloso país. Porque si los camiones de Havanna pueden viajar en menos tiempo y más seguros también van a poder más gentes comprar más barato más alfajores.
Ayer, en una reunión de transporte, nos comentaba el ministro Dietrich, que hicimos una pequeña obra, que se reclamaba hace cinco o seis años o más, en Tucumán, en el aeropuerto, porque la base estaba mal, donde los aviones paraban a cargar, y se hundían los aviones de carga, con lo cual cada vez se exportaban menos arándanos, porque cada vez se podía llenar menos el avión porque cada vez se hundía más fácil, con menos kilos, y con poco dinero, en término de lo que se generó, este año, exportamos 60 por ciento más de arándanos, y el año que viene vamos a aumentar lo mismo otra vez. ¿Y saben cuántos puestos de trabajo representó esa pequeña obra que hicimos? Más de 20.000 puestos de trabajo, en Tucumán. (APLAUSOS) Y por qué en tantos años un gobierno no escuchó que hacía falta esa obra, por qué tantos años no escuchamos lo que hacía falta en el puerto, para lograr la exportación, la producción y ayudar a que la gente se gane su propio derecho a ser feliz. Entonces creo que hay muchas cosas para mejorar y corregir y, por supuesto, una inserción inteligente en el mundo, porque los países que más crecieron, en los últimos 20 años, fueron los que más comerciaron entre ellos, no los que menos. Y nosotros hace 12 años que estábamos aislados del mundo, por eso tuvimos el menor nivel de inversión, las menores cantidades de fábricas llegaron a la Argentina, comparativamente con los demás países de la región.
Y también, los amigos sindicalistas tienen que ser parte importante en esa Mesa, porque tenemos que encontrar mecanismos inteligentes para generar más trabajo, para bajar el nivel de litigiosidad, que tenemos en la Argentina. Y tenemos que lograr entender que con los convenios laborales, del siglo XX, en muchos casos no sirven en el siglo XXI, porque estamos en mundo distinto, que cambia cada vez más rápido.
Y los empresarios tienen que hacer esto: invertir en capacitar a su gente, lo más valioso que tenemos; invertir en nueva tecnología; invertir en cuidar el medioambiente y todos juntos – creyendo en nuestras capacidades, creyendo en lo que somos capaces de hacer – apostar a que desde el diálogo, trabajando en equipo, día tras día, porque esto no se hace de un día para el otro. Estoy seguro que Del Potro, cuando estaba dos sets abajo, no pensó cómo iba a ganar los tres sets, solamente pensó cómo iba a ganar el siguiente punto y uno tras el otro nos llevó a una alegría enorme a todos los argentinos. Y esto es lo que tenemos que hacer: concentrarnos en hacer las cosas, cada día, cuando nos despertamos en hacerlas lo mejor posible y en ese camino está la felicidad, porque vamos a sentir que cada día se redobla la esperanza, que ya hoy tenemos.
Gracias y a seguir trabajando juntos. (APLAUSOS)