Acto por el Día del Veterano y por el caído en la guerra de Malvinas: Discurso de la Presidenta de la Nación

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL DÍA DEL VETERANO DE GUERRA Y XXIX ANIVERSARIO DE LA GESTA DE MALVINAS, EN LA CIUDAD DE RIO GALLEGOS, PROVINCIA DE SANTA CRUZ

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Muy buenos días a todos y todas.

Señor Gobernador de la provincia de Santa Cruz; señor Intendente; veteranos de guerra; combatientes, que a partir de una ley sancionada por la Legislatura local pasarán a llamarse "Héroes de Malvinas" en lugar de veteranos y esperamos sea replicada también en el orden nacional: hace veinte años, en 1991, en este mismo lugar inaugurábamos este monumento en honor a los caídos. No eran tiempos en los cuales se recordase demasiado a nuestras Malvinas y a nuestros combatientes.

En 1989, el entonces intendente de esta ciudad, Néstor Kirchner, había llamado a concurso para que se presentaran proyectos desde la comunidad que hicieran honor a esa memoria.

Recuerdo, si no me falla a mí la memoria, haber formado parte de ese jurado donde se iba a elegir lo que finalmente fue el monumento que más tarde él inauguró poco antes de ser gobernador de esta provincia. Creo que fue el tercer monumento en todo el país.

Es que, eran tiempos, como les decía, en los cuales se quería olvidar y ocultar lo que había pasado, en un proceso de desmalvinización que comenzó en el país el mismo día, el mismo 10 de junio, cuando luego trajeron prácticamente escondidos de las Islas, a los que habían ido a combatir.

Nosotros aquí en Río Gallegos, la mayoría de los que hoy estamos aquí, vivíamos, hace 29 años aquí. Todas las noches Río Gallegos parecía una ciudad fantasma. Debíamos comenzar el operativo oscurecimiento y la mayoría de las casas que no tenían persianas -Río Gallegos era mucha más chica- debíamos ocultar la luz, muchos se acordarán, con frazadas porque la ciudad debía quedar totalmente a oscuras, inclusive los autos, tapar sus faros y dejar apenas una línea para poder circular, porque la amenaza era que podían bombardear la ciudad de Río Gallegos para finalmente disuadir y de esa manera finalizar la guerra.

Creo que hubo en algún momento, hasta lo recuerdo, algún simulacro por la noche con sirenas que indicaban que se acercaban los aviones, cosa que afortunadamente nunca ocurrió. En los colegios también los docentes entrenaban a los chicos para el caso de que hubiera un bombardeo y la ciudad fuera atacada. Así vivimos los ríogalleguenses. Uno de ellos, el soldado Ortega cuyos padres hoy nos acompañan, dejó su vida allá.

Nosotros -y cuando hablo de nosotros hablo de los argentinos- debemos saber diferenciar las cosas que ocurrieron, poder separar quienes gobernaban bajo formas no democráticas, del hecho en sí que es el ejercicio de la soberanía nacional y el rechazo al colonialismo que aún avergüenza a la humanidad en el siglo XXI.

Tan es así, tan está hecho carne, por lo menos adentro nuestro de quien fuera mi compañero y de esta Presidenta, esta situación, que también debo contarles y algunos lo recordarán, que también durante esos meses en los cuales en Río Gallegos no se movía una mosca sin que fuera absolutamente controlado porque era necesario, también se produjo un atentado contra el estudio en el cual mi compañero y yo ejercíamos nuestra profesión.

Sin embargo, eso nunca nos llevó a confundir las cosas, porque es imprescindible que los hombres y mujeres que tenemos responsabilidades institucionales y fundamentalmente también todos los argentinos, aprendamos, hagamos el duro aprendizaje de poder diferenciar las cosas y saber comprender que la patria y sus derechos están por sobre toda otra cualquier circunstancia o episodio que nos haya tocado vivir a cada uno de nosotros.

Esta carta que escuchamos su lectura hace unos instantes, la de ese docente que no debía ir a combatir a Malvinas, que fue voluntariamente a hacerlo, me fue alcanzada el día viernes por nuestro ministro de Educación, vamos a solicitar que en todos los actos de aquí en más, en todos los colegios de la República Argentina, se de lectura a esta carta.

Nuestros jóvenes, nuestros niños deben saber que se debe honrar la memoria de los caídos por la patria, porque además, hubo gente que sin estar obligada, sin estar convocada, fue a dar su vida por la patria, porque los ejemplos enseñan más que mil discursos o mil historias.

También vamos a disponer, vamos a pedirles a cada una de las provincias argentinas, que en cada uno de sus colegios, una de sus aulas lleve el nombre de alguno de los combatientes que murieron, soldados, oficiales o suboficiales, su historia y su fotografía, porque no puede llamarse a un país Nación, si no reconoce y recuerda a quienes murieron por ella.

También vamos a disponer -y esto es competencia del Ministerio de Relaciones Exteriores- que cada visita oficial que se haga a la Argentina, además de depositar una ofrenda floral y el reconocimiento al liberador de la patria, el general San Martín, crucen la calle y también vayan a homenajear el cenotafio donde están los nombres de los muertos en Malvinas, como corresponde a toda Nación.

A mí, cuando me tocó visitar Rusia en visita oficial, el homenaje es al Soldado Caído, un homenaje sentido que el pueblo ruso y casi todos los pueblos del mundo hacen a quienes han dado su vida por la patria.

Esto nos convierte en una nación beligerante; esto no nos convierte en una nación guerrera. Al contrario, nos convierte en una nación con memoria y con honor. Porque además, también hemos reafirmado y vamos a seguir reafirmando en todos los foros internacionales, en todos los ámbitos la vigencia del derecho internacional para solucionar conflictos, el cumplimiento del mandato de Naciones Unidas para que la Gran Bretaña cumpla lo que ha ordenado en votación Naciones Unidas y se siente a negociar con la República Argentina en los términos que así se han establecido en las distintas resoluciones de Naciones Unidas.

A veces, cuando uno ha escuchado, como no hace mucho tiempo, algunas acciones y algunas manifestaciones de dirigentes o autoridades del Reino Unido en cuanto a su temor a lo que pueda hacer la República Argentina, casi parece una broma cuando uno los ve que, ante cada conflicto, ante cada problema que se suscita en otras regiones del mundo, emprenderla a bombazos. Acusarnos a nosotros, precisamente a nosotros que solo participamos en misiones de paz; a nosotros, que somos abanderados y ejemplo en el mundo en materia de no proliferación nuclear; a nosotros, que hemos sido objeto también de ataques del terrorismo internacional; a nosotros, poner en duda si quiera, lo que es la voluntad pacífica, pero por sobre todas las cosas, sujeta a la ley, en este caso internacional, que es la única manera en que un país puede llamarse civilizado, democrático e integrar, precisamente, esta América del Sur, que hace poco reivindicábamos como una región de paz.

Yo sé de la importante misiva firmada por los mandatarios de la UNASUR dirigida al Secretario General Ban Ki-moon; yo sé que vamos a recuperar lo que es nuestro de la mano de la América del Sur, de la mano de Latinoamérica, de la mano de nuestros hermanos que nos apoyan inclaudicablemente junto a otros países del mundo en la lucha contra el colonialismo.

Pero también sé que el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros caídos en Malvinas, es este en el que hoy estamos aquí: Fuerzas Armadas y pueblo mezclados, unos junto a otros, las banderas oficiales junto a las banderas de los partidos políticos, junto a la bandera de los argentinos. Porque es en democracia, porque es en el respeto a la voluntad popular donde se puede construir la fortaleza de un país para emprender las grandes gestas.

Siempre que la Nación estuvo dividida, fue derrotada desde afuera y desde adentro. Las grandes gestas liberadoras, la de Manuel Belgrano, que no era soldado pero que ese hizo combatiente de la libertad, la de San Martín, la de Mariano Moreno, la de Castelli, la de Monteagudo, la de los hombres que también durante el siglo XX lucharon por lograr la unidad de los argentinos.

Instrumento esencial, objetivo esencial para poder crecer, para poder desarrollarse económicamente, porque créanme, el siglo XXI no va a ser, como en otros tiempos, de los que tengan las armas más poderosas; veremos muchos cambios en este siglo, veremos muchas más transformaciones de las que nos imaginamos. Este siglo va a ser de aquellos países que logren desarrollar conocimiento, inteligencia y mantenerse unidos para poder seguir creciendo junto a los otros países de la región, de esta bendita América del Sur, tierra de paz, tierra de recursos naturales, tierra de recursos humanos que va a requerir de todos nosotros un gran sentimiento de unidad, de pertenencia y de identidad.

Siempre, las Malvinas son argentinas y no cejaremos en nuestro reclamo y convocar a todos los argentinos a la buena memoria, a la memoria de los que dieron sus vidas, a la memoria de los que luego no pudieron superar los traumas de la posguerra y perdieron también la vida. Esta vez, tal vez, de manera más terrible y más trágica: de mano propia, no de manos del enemigo en combate.

Por eso, vaya mi homenaje a todos, también a sus familiares, a sus madres, a sus esposas, a sus hijas, a sus hermanos, y aquí tengo el recuerdo del soldado Ortega, pero también de muchos otros que uno se enteraba cuando salían los aviones y no volvían. Aquí sabíamos lo que estaba pasando, por lo menos, lo imaginábamos, lo intuíamos, no nos pasaba como a otros que estando alejados solamente tenían las noticias que les llegaban.

Por eso, es un día muy especial y quería recordarlo aquí en este Río Gallegos que vivió junto a los combatientes. Cuando recién escuchaba el relato del maestro Cao, de la humedad, del viento, de la lluvia, bueno, si hubieran empezado el acto unas horas antes, el clima se hubiera parecido mucho al de las Islas Malvinas, por eso los patagónicos tenemos tanto aguante, por eso somos capaces de soportar cosas que, tal vez, otros, por tener suerte de vivir en lugares diferentes, más hospitalarios, el clima, más cerca de todo, no tienen, tal vez, esta fortaleza.

Pero yo creo que todos los argentinos, desde el Norte hasta el Sur, porque allí murieron correntinos, regimientos enteros de correntinos, murieron soldados de todas las provincias argentinas, yo quiero decirles a todos en este particular 2 de abril, en el cual también siempre todos hemos perdido algo o a alguien muy querido, que sepan que esta Presidenta va a seguir batallando incansablemente por lograr el reconocimiento de lo que ya es: nuestra soberanía sobre esas islas.

Muchas gracias y ¡viva la patria, vivan las Islas Malvinas, viva la Argentina!

Gracias. (APLAUSOS)