Muchas gracias, muy buenas tardes a todos y a todas; señor rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA); señor decano de la Facultad de Ciencias Económicas; académicos; no docentes, alumnos, compañeros, compañeras y cuando digo compañeros y compañeras no me refiero únicamente a pertenencias partidarias, yo de acá - en este ámbito - me siento una más. Me incorporé a la vida política hace muchos años, junto a él, en la Universidad también nos conocimos, así que lo siento como un territorio muy particular y muy próximo, identitario en lo personal y también en lo político. (APLAUSOS).
Yo lo escuchaba recién, al señor decano de esta Facultad de Ciencias Económicas, que estamos inaugurando hoy, en este lugar en el que todos me contaban era una playa de estacionamiento al aire libre. Yo no me acuerdo haber pasado por acá pero bueno confío en la palabra de ustedes; si estuviera escrito en algún diario desconfiaría, pero si ustedes me lo dicen seguro que es cierto. (APLAUSOS). Pero él me comentaba, cuando estábamos sentados ahí, y lo comentó luego con ustedes, que el original edificio de la Facultad de Ciencias Económicas había sido precisamente heredado durante el Gobierno del Presidente Perón y durante el ejercicio en el decanato por parte de quien fuera su ministro de Economía, Ramón Cereijo y venir ahora a ser nosotros los que inauguramos la nueva Facultad, con más de 10.000 metros cuadrados, 46 aulas que van a permitir aumentar la oferta educativa pública, en Ciencias Económicas en el 50 por ciento de que actualmente se está dando. (APLAUSOS).
Recordar, además, que está es la universidad pública gratuita, gratuidad que también instituyó, en el año 49, el gobierno del Presidente Perón. (APLAUSOS). También haber inaugurado, hace unos instantes también aulas, en otra universidad más nueva: Ciencias Económicas, dentro de la UBA, una universidad que está a punto de cumplir casi ya 200 años; la de Córdoba 400 y las nuevas universidades, como la de Quilmes, como la "Arturo Jauretche", que inauguramos, hace poco en Florencio Varela; 9 nuevas universidad nacionales, desde el año 2007 a la fecha. (APLAUSOS). No hay provincia argentina que no tenga su universidad nacional, es toda una suerte de construcción de federalismo y también - permítanme decirlo - de redistribución del ingreso.
Ustedes saben yo nací en la Ciudad de La Plata y tenía la oportunidad de tener una universidad a cuadras de mi casa; él sus padres pudieron costearle la universidad desde el Sur, como vino de la Patagonia. Pero cuántos argentinos no habrán podido estudiar, haber accedido a los claustros universitarios porque no tenían padres que pudieran costearle la carrera porque estaba muy lejos.
Déjenme decirles algunos datos de la Universidad "Jauretche" - digo la "Jauretche" porque fue la última que inauguramos - le entregamos un viejo edificio también en un acuerdo que hicimos con la Universidad Nacional de La Plata y el 78 por ciento de sus alumnos, de su matrícula - hay más de 3 mil inscriptos para este año 2011, vive y trabajan en Florencio Varela; el 41 por ciento vive en calles de tierra y solamente el 5 por ciento tienen padres que han completado o no su educación universitaria. Estoy segura que si no hubiéramos tenido esa universidad esos tres mil y pico de chicos, que hoy están yendo en las distintas disciplinas y materias, tal vez, no hubieran tenido la oportunidad de acceder a ese gran igualador social, que es precisamente la universidad pública y gratuita. (APLAUSOS).
También comentábamos que hace poco ya inauguramos y están en funcionamiento más de 13.000, a estos 10.600 metros cuadrados, podemos también contar los 13.000 ya inaugurados y en funcionamiento, de la Facultad de Ciencias Sociales, y estamos comenzando ya en la Facultad de Ciencias Sociales también un edificio nuevo, 13.000 metros cuadrados de lo que van a ser 33.000 metros cuadrados, estamos iniciando la tercera etapa. (APLAUSOS). Y charlábamos recién, también por lo bajo, que el último edificio universitario que se había inaugurado en la Argentina era la Ciudad Universitaria, en el año 72. ¿No? Desde el 1972 no inaugurábamos edificios universitarios y hoy estamos con un plan iniciado - en el año 2003 - por más de 600 millones de pesos en infraestructura universitaria.
Todavía recuerdo - yo creo que anda por ahí alguien - que allá por el año 2001 creyó que la solución era achicar el presupuesto de las universidades para mejorar la economía. No, si no es para silbar, es para recordar nada más, con el recuerdo y la memoria me alcanza y me sobra, sobre todo para que no volvamos a cometer los mismos errores. (APLAUSOS).
Cuando veo los no docentes - APUBA se llama acá, yo me acuerdo de ATUL - y los que somos más viejos se deben acordar de ATUL también y del legendario "Semilla" Ramírez, que fue su secretario general, víctima de la dictadura también, junto a otros miles de compañeros. (APLAUSOS). Era la lucha del sector no docente y la de los estudiantes, ni que hablar. Y siempre me pregunto porque es una discusión que algún día deberemos darnos en serio, en la República Argentina, porqué con todas estás historias de gratuidad de la enseñanza pública, esta idea de construcción de la escuela pública, de lo gratuito que tanto se construyó, durante los años de las presidencias de Perón, y ahora también durante la gestión, por qué habrá sido que durante muchísimo tiempo, en los claustros universitarios se vio al movimiento nacional como un enemigo. Saben que siempre me pregunto: ¿qué curioso mecanismo, qué suerte de patronazgo cultural se instaló en la Argentina que precisamente los sectores que más instrumentos cuentan para poder analizar con certeza, con claridad los fenómenos sociológicos, políticos, económicos o simplemente lo que nos pasa en la vida cotidiana tenemos esa tendencia. Y digo tenemos porque yo formo parte de esa orgullosa clase media argentina que pudo llegar a la universidad pública y gratuita.
Y yo creo que esta Argentina del Bicentenario, esta Argentina plena donde nos encontramos en las calles conmemorando y festejando nuestros 200 años creo que nos han hecho comenzar un aprendizaje, una suerte de revisión de nuestra propia historia como argentinos. No para achacarnos cosas, sino para superar etapas y seguir creciendo y marchando, que de esto se trata la vida, la política y fundamentalmente el sector académico, al que yo tengo una gran apuesta, en lo que hace a la necesidad de articular fuertemente la universidad con el sector productivo, con el sector económico.
Muchas veces tuvimos como algo pecaminoso que lo académico se pudiera mezclar con lo económico, que se pudiera mezclar con las empresas cuando en realidad en todo el mundo desarrollado han alcanzado ese desarrollo por esa articulación virtuosa entre las universidades, entre el conocimiento en definitiva, y la producción. Y si va a haber un siglo donde el conocimiento va a ser definitorio, en cuanto a la generación de riquezas, en cuanto a las posibilidades de una mejor distribución va a ser precisamente este siglo XXI.
Por eso tenemos una gran apuesta; por eso hemos hecho crecer como nunca el presupuesto universitario; por eso los salarios docentes crecieron el 526 por ciento, los no docentes el 600 por ciento. (APLAUSOS). Por eso, hemos pasado de los 1.000 millones que tenían de presupuesto nuestras universidades, a más de 12.000 millones de pesos; por eso las becas universitarias, que el año pasado dimos más de 55.000 becas, aumentando el 1.300 por ciento las becas, especialmente las del Bicentenario, orientadas a las carreras que necesitamos.
Miren, para Cristina ya veremos, pero déjenme decirles lo que yo quiero para la Argentina: yo quiero para la Argentina que podamos superar esas etapas y podamos construir lo que yo denomino "pisos de debate".
¿Qué es el "piso de debate o discusión"? Comenzar, no retornar una y mil veces a discusiones que ya han sido superadas, sino a partir de lo que hemos logrado avanzar y de lo que hemos logrado construir. ¿Cómo hacemos para mejorarlo, cómo hacemos para profundizarlo, cómo hacemos para que pueda llegar a más cantidad de gente en el menor tiempo posible, cómo podemos contribuir cada uno de nosotros, del lugar que nos toque o que hemos elegido tener?
Porque yo siempre digo que hay algunos que tenemos la suerte de elegir el lugar en el que estamos y a otros le tocó ese lugar. Los que hemos tenido la posibilidad de elegir el lugar en el que estamos, ¡que ojo!, va desde un presidente a un profesor académico, a un alumno que tiene la suerte de poder estar aquí dentro de la universidad, todos con distintos grados de responsabilidad, pero todos también con la responsabilidad de cada uno en aportar a esa construcción, en un país en el cual nos hemos acostumbrado o nos habían acostumbrado a que era mucho más fácil destruir que construir.
Creo que tal vez, uno de los méritos más grandes que tiene este proyecto que comenzó un 25 de mayo del año 2003, es que se ha hecho sobre construcción, no volvimos la cabeza atrás para decir que no podíamos hacer las cosas porque otros las habían hecho mal, sabíamos que las habíamos hecho mal, por eso estábamos nosotros. Claro, nadie puede pensar que alguien con las ideas, que alguien con los compromisos que él sostuvo durante toda su vida y que explicitó, sin hipocresías y sin engaños ese 25 de mayo del año 2003, hubiera podido tal vez llegar a presidente en algún otro momento.
Yo siempre le decía: "Vos sos un hijo de la crisis". La historia se tomó un respiro y por una rendija colamos, no en términos personales, él, los que me acompañan o yo, sino una generación que, con errores o con aciertos, siempre tuvo un inmenso compromiso con el país.
Y por eso digo que esta generación del Bicentenario tiene un rol muy importante: el rol más importante que tenemos es el de institucionalizar estos cambios, es el de ayudar a organizarlos socialmente para que nada ni nadie pueda derrumbar los logros que hemos obtenido, que no son logros ni de un sector ni de un partido, son los logros de la Argentina de hace 200 años.
Yo creo que una Argentina con un sistema de decisión política independiente, donde las decisiones se toman en el país y en base a los intereses de la Nación y del pueblo, era lo que querían con distintos nombres y con distintas formas Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo, que más tarde tuvieron los hombres de FORJA, Hipólito Yrigoyen, todos con matices y también los 30 mil.
Lo que pasa es que se produjo un agujero muy grande en la Argentina y por eso muchas veces no podemos entender cómo pudimos llegar desde un país que tenía fábricas, que tenía un proceso de industrialización.
La Universidad de Quilmes -todavía me están escuchando, ahí los veo en pantalla- está construida sobre una antigua fábrica, la Fabril Financiera, que no era una financiera, era una fábrica textil, que tenía 4.000 trabajadores, que abrió en 1950 y que cerró en 1960.
Y así muy lentamente, pero inexorablemente, se fue desmontando prolijamente un aparato industrial generador de valor agregado, que permitió que fuéramos los primeros constructores de aviones en toda la América latina, el mayor PBI en la década de los '50.
Por eso, la tarea es todavía una tarea inconclusa y necesita que muchos argentinos se sumen a esa tarea.
Yo tengo una gran esperanza en los jóvenes, que no significa no creer o apostar al resto de los sectores generacionales o etarios; no, por el contrario, pero saben qué pasa: esta generación de jóvenes del Bicentenario, tiene una oportunidad que tal vez no tuvieron otras generaciones que siempre tuvieron que vivir en la lucha, en el exilio o en la muerte. Porque Mariano Moreno, tuvo que morir también, Belgrano, exiliado, el propio Alberdi, el más brillante de la generación del '37 también en el exilio. Siempre hubo exilios y siempre hubo momentos de desaparición.
Y yo creo que en este momento histórico que estamos viviendo, tal vez no tomemos conciencia exacta nosotros de su importancia, pero es la primera generación que en democracia tiene la oportunidad de vivir en un país donde, reitero, las cosas se deciden acá y donde volvemos a crecer, a generar empleo, valor agregado, universidades, científicos que retornan al país y que se habían ido definitivamente.
Por eso, hoy y para finalizar, me siento, como Presidenta de todos los argentinos, muy orgullosa de inaugurar esta Facultad de Ciencias Económicas, de las aulas de la Universidad de Quilmes, de las 9 nuevas universidades de estos años, de todo el esfuerzo que estamos haciendo dedicando más del 6 por ciento, casi el 6,5 por ciento de nuestro Producto Bruto a la educación. Esto es lo que soñamos alguna vez.
¿Qué faltan cosas? Y claro, tantas décadas no pueden ser suplidas así, mágicamente. Debemos seguir trabajando, debemos seguir comprometiéndonos y, por sobre todas las cosas, debemos seguir organizándonos como sociedad, como país para que estos logros puedan llegar a todos.
Este es el compromiso que tenemos que tener, sobre todo, nosotros, los universitarios, porque tengan en cuenta que muchos de los que sostienen esta universidad pública, tal vez nunca puedan llegar a ella.
El compromiso, entonces, no solo es político, debe ser también un compromiso moral para profundizar el proceso de redistribución del ingreso y que llegar a la universidad, en todo caso, sea una elección personal y no solamente el destino de haber nacido en un hogar con recursos.
Muchas gracias a todos, muchas gracias a los trabajadores, a los estudiantes, a los académicos y a todos los que han colaborado para que esto sea posible.
Los quiero mucho, muchas gracias. (APLAUSOS)