Bueno yo no puedo decirles muy buenos días, voy a decirles buenas tardes a todos y a todas; muy bienvenida, querida mi amiga y compañera Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; a toda su comitiva, a su canciller, Antonio Patriota, a quien - en este mismo lugar - compartimos aquella madrugada terrible para América del Sur, cuando pasó lo de Ecuador, él vino como vicecanciller, allí trabamos una muy buena relación y una muy buena charla y recuerdo sus intervenciones con mucho cariño y admiración. También le habían gustado mucho sus intervenciones al Presidente Kirchner, que estaba como Secretario General de la UNASUR; señores empresarios y empresarias argentinas; argentinos, brasileros, dirigentes sociales, artistas, porque hay de todo, como en botica - diría mi abuela - hoy aquí y es lo más representativo que podemos tener de nuestro país.
En primer término, una vez más agradecer a la Presidenta Dilma Rousseff y al pueblo de Brasil porque yo sé que ella interpreta, en esa decisión y en ese gesto el deseo de su pueblo de que precisamente su primera visita al exterior sea, aquí a nuestro país.
Los dirigentes que ocupan por el voto popular y democràtico lugares no toman decisiones personales, sus decisiones siempre expresan lo colectivo, y estoy absolutamente convencida de que Dilma expresa colectivamente esta asociación entre Argentina y Brasil. (APLAUSOS).
Quiero decirles lo que siento como un gran desafío, bueno una parte del desafío es ser mujer gobernando ¿no? y ya Dilma se está enterando, puedo luego tener conversaciones privadas al respecto para brindarte algunas ayudas, no consejos por sos lo suficientemente inteligente y con experiencia y militancia política para saber lo que hay que hacer, simplemente opiniones. Pero creo sí sinceramente - y ahora en serio - que estamos ante un gran desafío en Argentina y Brasil, pero el desafío no es solamente para estas dos mujeres como presidentas, tampoco lo es únicamente para quienes tienen responsabilidades ministeriales o institucionales, como Diputados, legisladores o Senadores. Creo que el gran desafío también es para el sector privado argentino y brasilero, porque en definitiva sabemos que nosotros tenemos que ser los grandes articuladores - desde el Estado - de poder unir lo que Brasil ha podido acumular, por volumen, por proyecto, por perseverancia en sus políticas de industrialización, de valor agregado, de conquistas de mercado, del propio volumen histórico de su país y también unirlo a la gran experiencia, que hoy hemos hecho los argentinos, a partir de recuperar nuestra dignidad, nuestra soberanía y fundamentalmente nuestra identidad que no se agota en la producción primaria importantísima que realmente hemos desarrollado, a partir de la ciencia y la tecnología, sino que queremos ser un país que agregue mucho valor a sus productos, genere mucho trabajo. Y sabemos - Dilma también lo sabe - que es la ciencia y la tecnología lo que va a dar la gran diferencia en este siglo XXI.
Por eso la creación de foros empresarios, impulsados y si se me permite la palabra, aunque a alguno no le guste, y monitoreado también por los funcionarios de cada áreas para que precisamente muchas veces cosas que no se pueden realizar, por intereses que se traben, por cuestiones que se dan y que finalmente nos deben llevar a la convicción y a la certeza de que solamente vamos a ser protagonistas del siglo XXI si somos capaces de asociar nuestros esfuerzos, nuestras industrias, nuestros conocimientos, nuestra producción en un proceso de integración productiva, a nivel industrial, científico y tecnológico, con espacios que obviamente por su carácter estratégico, como son, por ejemplo, el sector de energía nuclear o espacial, estarán fundamentalmente orientados y dirigidos desde el Estado, pero donde también queremos incorporar al sector privado como proveedor de estos insumos para el desarrollo de estos emprendimientos estratégicos, está la clave de nuestro posicionamiento no solamente en el futuro, sino también ya en el presente.
En la última reunión del G-20, en la cual Dilma participó, acompañada de quien todavía era Presidente, de Lula, me tocó una intervención, que hoy recordábamos en nuestra charla privada, que es el hecho de que lo que algunos ven como crisis o como momentos en los cuales por allí los países más desarrollados hoy no están siendo beneficiados, en los términos de intercambio comercial, porque se han modificado estos términos de intercambio comercial, deben ser aprovechados por nuestros países esta oportunidad histórica de no ser vista como una crisis, sino como una oportunidad de cambio y como tal tener oportunidades.
Y yo les manifesté, en ese momento, en el G-20, que era necesario que comprendiéramos que un viejo orden había caído estrepitosamente porque era un orden que se basaba fundamentalmente en una gran injusticia y en una gran inequidad en términos de intercambio, pero que también había olvidado, que es el trabajo, la incorporación de valor agregado, la producción de bienes y servicios y no solamente la especulación financiera las que conducen al crecimiento de los países y a la felicidad de los pueblos.
Por eso esto es más que una integración productiva, es una misma visión acerca de cómo debemos orientar el esfuerzo del Estado y de nuestras sociedades para obtener desarrollo y crecimiento, que no puede estar nunca desvinculado de la situación social que vivan nuestros pueblos. No queremos, la presidenta Dilma ni yo, crecimiento económico que no llegue a todo el pueblo y sirva para que los más pobres, los más vulnerables, los más postergados puedan también acceder a los bienes y servicios básicos de la sociedad como son la salud, la educación, la vivienda. (APLAUSOS)
Por eso, sabemos que no puede haber contradicción en nuestros respectivos países entre mercado interno y exportaciones; sabemos que dentro de nuestros países no puede haber contradicción entre producción primaria con mucho valor agregado, con mucha ciencia y tecnología, con mucha producción de fierros nacionales y, entonces, tampoco puede haber contradicción en unir el esfuerzo de ambos países, los de mayor PBI de la región, y que por ser los mayores tienen también con la región las mayores responsabilidades. Cuanto más se tiene y más arriba se está, más responsabilidades se tienen. Esto no es solamente para los presidentes, esto es para los empresarios y esto también es para los países. (APLAUSOS)
Somos, precisamente, nosotros los que tenemos, entonces, la inmensa responsabilidad de impulsar este proceso de integración productiva, con mayor capacitación de nuestra gente para que puedan tener más y mejores trabajos que, al mismo tiempo, ayuden a tener más y mejor valor agregado a todas las cadenas productivas.
Esto es clave y esto lo hemos visualizado en forma conjunta en la charla que hemos tenido hoy y por eso, los acuerdos que hemos firmado en materia nuclear, en materia de emprendimientos hidroeléctricos.
Voy a concluir con lo que ustedes ya saben y que es mi conceptualización acerca de lo que va a caracterizar el siglo XXI. El siglo XXI va a ser alimentos; el siglo XXI va a ser energía para dar sustentabilidad al crecimiento económico y, al mismo tiempo, va a ser gran desarrollo científico y tecnológico.
Paradojalmente, vamos a necesitar muchísima cantidad de comida para darle a comer a crecientes masas que se incorporan en los países emergentes y que hasta ahora no consumían. Y al mismo tiempo que van a ser necesarios platos de comida, también va a ser necesario un gran desarrollo científico y tecnológico para tener comida para todos. Porque en el 2050, que parece que estuviera muy lejos, pero piensen que el 1989 también parecía muy lejos y no lo es tanto, vamos a necesitar la misma cantidad de comida que se produjo durante toda la historia de la humanidad para la demanda que va a haber en esos momentos. Está claro, entonces, que con la producción tal cual hoy es, aún con los grandes adelantos científicos y tecnológicos que hemos tenido, no va a alcanzar.
Por eso, cuando hablo de desarrollo científico y tecnológico, no me lo imagino solamente en una central nuclear, que sí va a estar; no me lo imagino únicamente en una mejor técnica para tener mayor y mejor energía fósil o hidroeléctrica, sino también me lo imagino aplicado a la producción de valor agregado a esos alimentos que nosotros tenemos por suerte, la capacidad de poder producir.
En los tres campos que digo que van a ser claves para el siglo XXI, la asociación estratégica entre Brasil y Argentina, es clave. Y no es un discurso, todos los que están sentados aquí lo saben.
El mundo cambió totalmente en el 2008 y si yo pregunto si alguno de ustedes en el 2007 o en el 2006, dos años antes, tres meses antes, se imaginaba lo que iba a pasar, seguramente no lo hubieran imaginado en esta dimensión y en esta profundidad.
Si además, le sumamos acontecimientos que son de público y notorio, que están ocurriendo en estos momentos en otras latitudes y que no tienen que ver ni con la economía, aunque parezca que tuvieron que ver con la economía, ni siquiera tienen que ver con la política, tienen que ver con cosas más profundas y más inmanejables que afortunadamente nosotros, en nuestra región, no tenemos: conflictos religiosos, étnicos ni de ninguna otra índole que hoy asolan otras regiones del mundo. Todo esto, sumado a lo anterior, nos convierte, sinceramente, en una región de una oportunidad única.
Yo espero -y esto más que un deseo es casi un pedido- que todos los que tengan responsabilidades institucionales, empresariales, sociales estén a la altura de las circunstancias y no tengamos que ver, como nos ha pasado en nuestra historia reciente -cuando hablo de nuestra historia reciente, hablo de nuestro siglo XIX y de nuestro casi recién ido siglo XX-, de no saber interpretar esos cambios de la historia y terminar actuando en contra de nuestros propios intereses, que han sido muchas veces cosas que hemos vivido los argentinos: actuar en contra de nuestros propios intereses.
No importa por qué, si era por ideología, si era porque se impulsaba de afuera o de adentro; lo importante es haber aprendido la lección y no cometer el mismo error, porque estamos, reitero, ante una oportunidad única.
Yo quiero aprovechar esta oportunidad y este momento también único de la historia, como bien decía Dilma, de dos mujeres...Impensable.
Yo me acuerdo cuando una vez me echaron del bloque, así que, quién iba a imaginar que unos años más tarde, dos mujeres iban a presidir la República Federativa del Brasil y de la Argentina. Ni las feministas más combatientes lo podrían haber imaginado y aquí estamos. (APLAUSOS)
Quiere decir que es posible, que es posible tener sueños y llevarlos a cabo; que es posible imaginar empresas que parecen difíciles de alcanzar pero que es posible realizarlas.
Que hoy, Dilma Rousseff, sea Presidenta del Brasil y Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta de Argentina, muestra que es posible cambiar la historia, construir cosas nuevas, diferentes, que no son ni mejores ni peores que las anteriores, sino que son diferentes y que interpretan y dan cuenta de los nuevos vientos que corren aquí y en el mundo.
Por esos nuevos tiempos, por esta Argentina, por el Brasil de Dilma, por la América del Sur, por la UNASUR, por MERCUSUR, yo invito a todos a levantar nuestras copas en el día de hoy.
Muchas gracias por estar aquí todos juntos. (APLAUSOS)