PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DEL SITIO DE LA MEMORIA EN LA EX ESMA
Muy buenos días. Sí, la lluvia también es buena. Muy buenos días a todos y a todas, y a todos los compatriotas.
No puedo en un día como hoy olvidar algunos momentos de estos últimos 12 años. Uno la primera vez, como mencionaba la compañera sobreviviente, cuando siendo senadora y él presidente, vinimos aquí con un grupo grande de gente; seríamos más de 100 personas, 150 personas, muchos sobrevivientes, a conocer por primera vez esto.
Confieso que en aquella oportunidad, la sorpresa, el reconocimiento, la cantidad de gente, todos hablaban, todos contaban sus experiencias, me hizo como entrar flotando y salir flotando, no llegué a adquirir la verdadera dimensión. Pero luego hubo una segunda llegada que fue un día de mucho calor, un 24 de marzo del 2004, de un sol radiante, intenso de calor, donde él venía como Presidente de los argentinos pero fundamentalmente como miembro y parte de una generación diezmada, tal cual lo había anunciado el 25 de Mayo en que le tocó asumir como Presidente 30 años después, estar en esa misma plaza recuperando la democracia.
Este 24 de marzo del 2004 él vino a recuperar no solamente un edificio, no solamente un ex centro clandestino de detención, vino a recuperar la memoria y la historia de los argentinos.
Yo recuerdo que los días previos, no sé si alguna vez lo conté pero en todo caso lo repetiré, aunque estoy un poco grande me acuerdo mucho todavía, le dije: “Néstor, por qué no escribís lo que vas a decir, porque va a ser un día de emociones muy fuertes, va a ser un día fuerte y vos”…bueno, ustedes saben cómo era él, con lo que pensaba cuando tenía emociones. Dijo: “No, no, vos dejame que va a andar todo bien”. “Mirá, dale, escribilo”, le decía yo. Y no, por supuesto no lo escribió.
Ese día Néstor Kirchner, al que muchos o algunos pocos lo acusaban de frío y cerebral, fue la única vez, creo, que no lo escuché hablar solamente con sus neuronas, habló con el corazón y con las tripas en nombre de tantos miles y miles que ya no podrán hacerlo nunca más. Y también, como Presidente de los argentinos, pidiendo perdón en nombre del Estado Nacional.
Yo estaba ese día junto a él. Y el otro día, hace un tiempo -no sé si estará entre nosotros, otro hijo nacido como Juan- ese día lo conocí a Juan, nunca lo había visto, ese día también habló Juan y hace poco tiempo Rahuel, otro nieto recuperado, me alcanzó una foto color sepia que tengo sobre el escritorio en la Casa Rosada; él también ese día estaba entre la multitud. Pero lo increíble es que él no sabía que era hijo de detenidos desaparecidos, y mucho menos aún imaginaba que había nacido precisamente en el lugar.
Tengo la foto donde estamos con Juan, ¿dónde está Rahuel? Mi amor, gracias por estar acá, gracias por esa foto maravillosa color sepia. Es un investigador del CONICET pero también le gusta sacar fotos, y me dijo que en ese momento estaba en la época de los sepia, se sacaban fotos color sepia. La tengo sobre mi escritorio y estamos en esa foto sepia como en el tiempo, en la memoria, Néstor, Juan, los otros dos compañeros de Hijos que hablaron y Solita Silveyra que había recitado un maravilloso poema. Charlamos con él, con su mujer y su hijo, y me decía que él había estado ahí. Le pregunté por qué había ido, dijo porque siempre se había sentido cerca de todo lo que eran los derechos humanos, en su casa se leía Página 12 y entonces sintió que tenía la necesidad de estar aquí. Le pregunté: ¿entraste al predio? No, nunca había imaginado lo que ocurrió mucho tiempo después, que también él era hijo de desaparecidos y había nacido aquí.
Yo les hablaba de aquella primera vez cuando vine, y de la segunda que entré por la tarde, ese 24 de marzo del 2004. Vine muy tarde, ya atardecía, 6 ó 7 de la tarde, no quedaba nada; entré con mi hijo y un pequeño grupo de personas que nos acompañaban, no seriamos más de seis o siete, la recorrimos, y entonces ahí sí, en ese silencio, en esa soledad infinita, sentí como que algo pasaba adentro de uno y que había una energía y una fuerza ahí adentro impresionante y que esta historia no podía ser una historia ocultada, no podía ser simplemente un edificio, teníamos que hacer, poniéndonos todos de acuerdo, este lugar al que no denominamos museo, en el museo se guardan las piezas del pasado, en los sitios de la memoria se guarda la memoria, la justicia y la verdad.
Y lo hicimos respetando, sin intervenir casi el lugar, y hoy estamos aquí, cumpliendo con ese mandato histórico por convicción, por comprensión, por todo lo que nos pasó. ¿Pero saben por qué? Porque hay mucha vida, porque la memoria no es pasado, para tener memoria hay que estar vivo en el presente, y para tener vida en el futuro hay que saber lo que nos pasó para que nunca más nos vuelva a pasar esto a los argentinos.
Quiero agradecerte, Juan, lo que sentiste en cuanto a protección, pero quiero decirles a los 40 millones de compatriotas que ya no tenemos que esperar que nos proteja un presidente o una presidenta, tenemos ante la humanidad la inmensa responsabilidad de saber que en este país los 40 millones tienen que garantizar el respeto de los derechos humanos, la memoria, la verdad y la justicia, no pueden quedar en manos de un presidente ni de un parlamento ni de un poder judicial, es el pueblo el que se tiene que empoderar de su propia historia, es el pueblo el que se tiene que hacer cargo de las cosas que nos pasaron, de las tragedias y de las victorias, porque hoy aquí hay una victoria de la vida sobre la muerte, de la memoria sobre el olvido, de la patria sobre la antipatria. Hoy aquí finalmente ellos, inmortalizados jóvenes, están hoy más vivos y presentes que nunca en todos ustedes y en la historia.
Gracias compatriotas, muchas gracias, y ahora la voy a recorrer, no me atreví a hacerlo antes porque estaba segura que si no me iba a pasar lo mismo, que no iba a poder hablar. Esta es una inauguración muy particular, es al revés de todas, en todos lados se inaugura, se recorre y después se hace el acto, yo sabía que si la recorría después no iba a poder hablar. Así que muchas gracias por acompañarnos. Y a todos los jóvenes, a los grandes y a los pequeños, como mi nieto que hoy me acompaña, que no entiende pero aplaude y por ahí abre los deditos en ve, es para ellos que le estamos haciendo este país y también para la humanidad. Somos un ejemplo en el mundo en materia de derechos humanos, defendamos argentinos ese papel, ese rol que es patrimonio de la Argentina, no de un gobierno.
Gracias a todos y a todas y como siempre sale el sol, después de la lluvia siempre sale el sol. No se confundan ni lo olviden nunca, podrá aparecer la tormenta más fuerte, el cielo más negro, pero el sol definitivamente siempre sale. Gracias a todos y a todas.