PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER EN LA APERTURA DE LA CUMBRE DEL MERCOSUR EN PARANA, ENTRE RIOS.
Señora presidenta de la República Federativa de Brasil; señor presidente de la República Oriental del Uruguay; señor presidente del Estado Plurinacional de Bolivia; señor presidente de la República del Paraguay; señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela; a todos los trabajadores y trabajadoras de la prensa oral, televisiva y escrita que nos acompañan; señor gobernador de la provincia de Entre Ríos, que es nuestro querido anfitrión, un saludo inmenso para él y para todo el pueblo entrerriano, que nos ha dado una cálida bienvenida, un cálido recibimiento y una magnifica organización de esta cumbre en la que estamos terminando la presidencia pro témpore de la República Argentina para transmitírsela a nuestra hermana República Federativa de Brasil en la persona de la presidenta Dilma Rousseff. A continuación, para dar un informe sobre lo hecho durante el transcurso de esta presidencia pro témpore por parte de la República Argentina, le voy a dar la palabra a nuestro canciller Héctor Timerman.
- Hace uso de la palabra el señor Canciller y luego dice la señora Presidenta:
Realmente es un momento muy especial para todos los países que integramos el Mercosur pero también para toda la región, porque es un momento muy especial para el mundo. En principio quiero referirme, ya lo hizo el Canciller muy detalladamente, a los logros que hemos obtenido en estos seis meses, particularmente la obtención de una chapa patente para nuestros autos, de los países que integramos este espacio. Es un símbolo que tal vez a algunos les parezca chico, pero siempre la integración requiere también de pequeños gestos que tienen que ver con la vida cotidiana de la gente.
En cuanto a nuestros respectivos países, sobre todo los más viejos en esta conformación del Mercosur, y que muchas veces en nuestros propios países somos atacados por sostener una política permanente de sostenimiento del Mercosur, de la integración, porque nos dicen que en realidad el Mercosur es una traba para integrarnos al mundo, etcétera -he leído discursos similares no solamente en mi país sino también en otros países- podemos exhibir en los últimos años el mayor grado de apertura e integración al mundo que hemos tenido, que no siempre es la suma de lo que hemos exportado y lo que hemos importado, y si lo comparamos con las etapas previas donde el Mercosur prácticamente estaba en vías de extinción, vemos que precisamente la integración no ha sido un entorpecimiento para integrarnos al resto del mundo, sino que un mejor funcionamiento del Mercosur, que –debo decirlo- comenzó a tener un mayor peso específico a partir de las presidencias de Inácio Lula Da Silva y Néstor Kirchner, donde realmente volvieron a colocar al Mercosur y a la integración regional como un punto central de las políticas públicas de cada uno de nuestros países y lo hemos venido sosteniendo también las presidentas que sucedimos a ambos, revela claramente que el entenderse con los vecinos, que el comerciar con los vecinos, no puede nunca ser un obstáculo para integrarse al mundo porque cómo me voy a integrar al mundo si no soy capaz de integrarme con el que vive al lado. Me parece que es muchas veces una trampa en la que nos quieren poner en la discusión de que volvamos a rémoras del pasado, en las cuales la división, la desconfianza entre nuestros países era lo cotidiano.
Creo precisamente que hemos podido revertir todo eso, y a pesar de haber tenido dificultades, diferencias que pudimos resolver entre nosotros, no sólo en el ámbito del Mercosur sino también de la UNASUR, hemos demostrado claramente que es imposible integrarse al mundo si previamente no se está integrado en la región. Máxime cuando estamos en una región con las posibilidades de recursos humanos, de recursos naturales, de manejo de minerales, de agua potable, bueno, no voy a enumerar lo que cada vez que nos reunimos sabemos que tenemos y que nos convierte realmente en un lugar de privilegio. Pero también todavía en un lugar con mucha deuda social pendiente, porque seguimos siendo muy desiguales.
La verdad que la desigualdad ha avanzado en el mundo, y cada vez parece adueñarse más de los países, intrapaíses y también hacia afuera. Y creo que el tema de la igualdad económica, social, cultural y política es uno de los temas claves sobre los cuales también tenemos que trabajar internamente en nuestros países, porque estoy absolutamente convencida de que logrando una mejor distribución del ingreso hacia adentro de cada uno de nosotros vamos a lograr una mejor distribución del ingreso regional, un mayor crecimiento cualitativo de nuestros recursos, de nuestras posibilidades, de nuestro valor agregado, que debemos hacer cada vez con mayor intensidad. Que no significa renegar de integrarnos a otras áreas del mundo ya más consolidadas económicamente, pero que esa integración a otras áreas más consolidadas económicamente no sea en detrimento de nuestra región sino que sea un win to win, un ganar – ganar, no podemos aceptar un tipo de integración en la cual nosotros seamos tributarios y perdamos. No se puede ser tributario en una integración, lo que tenemos que lograr con la integración es poder exhibir ante nuestras sociedades, ante nuestros compatriotas, que esa integración es altamente beneficiosa para el pueblo y fundamentalmente para los sectores más vulnerables y que más necesitan de la presencia del Estado.
Porque además no es una cuestión de sensibilidad política o emocional, es una cuestión de inteligencia económica, cuanto más hemos crecido en nuestros países, cuanto más ha crecido nuestro PBI es cuando mayor cantidad de gente hemos incorporado al consumo, al trabajo y a la producción. No puede haber desarrollo, no puede haber crecimiento si este desarrollo y este crecimiento no es de carácter inclusivo, incorporando cada vez más gente.
Y es precisamente lo que ha pasado en nuestros países, ha pasado aquí en la Argentina, donde a partir del año 2003 comenzamos a crecer exponencialmente incorporando millones de trabajadores en un proceso de reindustrialización; ha sido en el Brasil, que también ha incorporado a millones de sus compatriotas al consumo de los bienes indispensables, de los que carecían, no solamente en lo material sino también en otras cosas que se producen en lo educativo, en lo cultural, en el acceso a vacaciones, a recreación. Ha pasado lo mismo en Venezuela, donde se han incorporado millones de venezolanos a cosas que antes no tenían; ha pasado en Bolivia y también seguramente está pasando en el Paraguay. Entonces creo que la clave es entender que la incorporación de mayor cantidad de compatriotas a los procesos de la producción, del trabajo, del consumo, son claves para el crecimiento de un país y para estar fortalecidos a la hora de la integración, porque la integración no puede confundirse con la subordinación o con la cooptación de un sistema económico que ya se ha integrado por parte de otro sistema económico integrado, debe ser en igualdad de condiciones.
Y en igualdad de condiciones significa tener en cuenta las asimetrías que existen entre bloque y bloque, porque claramente los bloques con los cuales tenemos que negociar e integrarnos tienen tal vez un nivel superior al nuestro y entonces hay que tener en cuenta esas asimetrías. Baste no más comparar algunos de los aranceles de los productos que tienen en esos países cosas que nosotros producimos, y ver nuestros aranceles cuya cota superior es del 35%. Cuando nos dicen igualdad de condiciones yo pregunto qué hacemos con los aranceles a determinados productos agrícolas superiores al 120, al 130, al 140%; qué hacemos con aranceles que afectan claramente nuestra producción, en la cual somos líderes, con aranceles realmente exorbitantes, que no hacen revelar otra cosa que el proteccionismo. Esa palabra que todos critican en cada encuentro multilateral prolijamente, pero que luego ejercen también más prolijamente en cada uno de sus países.
Por eso digo que estamos de acuerdo con todas las integraciones, con todas las negociaciones, pero en igualdad de condiciones. Y la igualdad de condiciones significa nada más ni nada menos que contemplar las asimetrías por volumen pero también contemplar objetivamente datos de la realidad como los que estoy diciendo en materia de política arancelaria. Ni qué hablar de las barreras paraarancelarias, fitosanitarias, que se utilizan verdaderamente como un proteccionismo encubierto. Por eso creo que en todas estas discusiones que tengamos como Mercosur deben primar el pragmatismo, el realismo y la sinceridad a la hora de la discusión. Estamos dispuestos a discutir de igual a igual, pero poniendo los números sobre la mesa. Además esto es mucho más fácil que hacer una integración política, Esto es mucho más fácil que hacer una integración política, porque una integración política siempre trae los matices subjetivos de las ideologías, de los proyectos, de las pertenencias. Pero cuando hablamos de comercio, señores, estamos hablando de objetos claros, contentos, medibles, pesables, si se quiere utilizar el neologismo, y que nos permiten entonces, claramente, decir “a ver, cuánto sale entrar la manteca argentina a Francia y cuánto sale entrar la manteca francesa a la Argentina”.
De estas cosas tenemos que hablar, no perdernos en debates elogiosos de las integraciones, a lo cual quién puede estar en contra de integrarse. Absolutamente nadie. Pero tenemos que hablar claramente de qué es lo que se da y qué es lo que se nos pide a cambio. Porque se nos pide la reducción de los sectores industriales, donde precisamente son los que han permitido que nuestros países generen trabajo, producción, consumo y, en definitiva, bienestar para nuestra población.
Lo estamos haciendo, además, en un momento difícil en el mundo, complejo, complicado, donde se exhibe con crudeza que en realidad lo que siempre han pretendido vendernos como “reglas del mercado”, entre comillas, un mercado que aparentemente tendría reglas que escapan a las políticas o a la voluntad de los seres humanos, estamos viendo que no es así.
El manejo del precio del petróleo yo creo que ejemplifica, tal vez como pocas cosas, que en realidad el mercado es un eufemismo, un maravillo eufemismo que han hallado para esconder lo que en realidad sigue moviendo al mundo desde hace más de 2.000 mil años y que son las razones políticas, la geopolítica y los intereses de los países.
Me parece que estas demostraciones que muchas veces nos hacen, creo que cada vez con mayor crudeza, con mayor visibilidad, exhiben que el mercado es un conjunto de países, o a veces hasta ni siquiera de países, sino de personas o de grandes empresas, que en algún momento y en un lugar determinado se reúnen, toman decisiones sobre commodities, sobre términos de intercambio comercial, sobre el precio de determinados productos que, finalmente, terminan impactando en la política, pero no son decisiones del mercado.
Las decisiones del mercado son cuando la gente decide comprar un iPhone, por ejemplo, es una decisión de mercado, y son capaces de hacer colas en Nueva York, ahí en Apple, 20 cuadras de cola para ir a comprar un iPhone. Esa es una decisión del mercado, de los consumidores que quieren comprar algo. Ahí tenemos una clara decisión del mercado.
Pero cuando se reúnen 5 señores en Londres u 11 de los principales bancos del mundo para fijar la tasa Libor, como nos enteramos. Yo la verdad que creía que la tasa Libor –debo confesarlo- era una fórmula polinómica, que se encontraban y sí confluían…Bueno no, nos enteramos de repente que la tasa Libor era un lugar donde todos los días a las 11 de la mañana se reunían 14, 15 personas pertenecientes a los principales bancos del mundo y decidían cuál era la tasa para ese día de acuerdo con la conveniencia de tal o cual. Hoy estamos viendo un fenómeno parecido con un commoditie como es el petróleo y que para muchos países significa su principal fuente de ingresos.
Entonces creo que, sin despreciar al mercado, entendido el mercado como los comportamientos de usuarios, de consumidores, también el comportamiento de quienes producen frente a las expectativas que pueden tener de venta, convengamos que los que deciden hoy la vida no son ni los usuarios y consumidores ni tampoco ese conglomerado de productores, de industriales pequeños, medianos, grandes.
Ellos creen que son el mercado, eso es lo peor de todos. Algunos de estos empresarios creen que ellos son el mercado. Y no son el mercado, son simplemente por ahí grandes empresarios pero que cuando les cambian las reglas de juego desde un precio del petróleo o desde una tasa de interés o de las sanciones a un país, en realidad se dan cuenta que no son el mercado. Los han convencido también de que son el mercado. Y esta es una tarea y una discusión que nos debemos dar nosotros los gobernantes, sobre todo aquellos que provenimos no del mercado, sino de la política y que, entonces, creemos firmemente que es la política, no entendida como a la política de un partido o de un gobierno circunstancial de un momento histórico en un país, no, la política como el instrumento, la vocación y transformación de cambio; las decisiones políticas de un Estado cuando se consustancia pueblo y gobierno, son las que deciden en definitiva y las únicas que tienen posibilidades de darnos a cada uno de nosotros un razonable grado de autonomía.
Ustedes saben, para finalizar y antes de entregarle la Presidencia Pro Témpore a mi compañera Dilma Rousseff, que provengo de un movimiento político que históricamente tuvo 3 banderas: soberanía política, independencia económica y justicia social.
Y sigo obviamente sosteniendo la bandera de la soberanía política. Por eso quiero también agradecer en este marco el apoyo constante a lo que es realmente un vestigio, uno de los últimos vestigios de colonialismo del siglo XIX y que es el colonialismo que ejerce sobre nuestras Islas Malvinas el Reino Unido y su negativa cerrada a cumplir con la manda de las Naciones Unidas decidida en Asamblea General de sentarse a negociar, no de que nos den la razón, de sentarse a negociar. Agradezco una vez más el apoyo de todos ustedes. Así que la soberanía política sigue siendo una de nuestras banderas.
También la segunda, que era independencia económica. Claro, una bandera formulada allá por el año 45, donde estábamos en el mundo de la posguerra. Yo humildemente y a riesgo de que desde mi movimiento político me quiera excomulgar, he cambiado la independencia económica por la razonable autonomía económica que tiene que tener un país para poder tomar sus decisiones para beneficio, precisamente, de su sociedad y de su pueblo. Así que creo que autonomía económica hoy es un término más razonable que el de independencia económica.
Y, finalmente, he decidido también, que el otro día lo dije, el tema de la igualdad. La tercera bandera de nuestro movimiento era la justicia social. Pero la justicia social es un estado en el cual ya todos y cada uno de los que habitan un país, una sociedad ha tenido lo que le corresponde, ha logrado el acceso a todos los bienes. Y realmente ni en mi país ni en ninguno de los países que hoy estamos aquí sentados, y creo del mundo, se ha logrado el estado de justicia social que significa que cada uno pueda tener la posibilidad de acceder a todos los bienes que otros tienen. Por eso creo que la bandera debe ser la de construcción de igualdad social, que ya no está solamente referida al acceso a los bienes económicos, sino que se ha ampliado también a lo cultural, a lo igualitario de género…
Los buitres, me olvidaba de los buitres, nada más ni nada menos, en economía. Bueno, unos buitres un tanto desplumados. Yo lo decía el otro día, cuando uno leía las audiencias que se habían llevado a cabo, ya no en Nueva York, sino en el estado de Nevada, dentro de un casino. Lo cuento porque lo contaba la crónica de un diario opositor en mí país, así que doy fe de que así debe haber sido, porque si ellos que no nos quieren contaban eso, me imagino lo que debe haber sido.
La cronista contaba que la última audiencia de un juez de Nevada con los fondos buitres por el discovery sobre empresas y demás, se realizaba en un pequeño despacho el cual estaba en un casino donde había ruletas por un lado y además pasaban cowboys, o sea gente con la típica vestimenta de cowboys, botas, realmente muy surrealista. Y yo creo que realmente todo lo que ha sido una tragedia está deviniendo casi en una tragicomedia, porque realmente creo que lo que estamos haciendo el resto del mundo es precisamente defendernos del ataque de estos verdaderos especuladores, verdaderos buitres que apuestan a comprar papeles que ya han caído en default para luego caer con juicios, no para reclamar, sino con juicios, a punto tal que en Inglaterra esto está prohibido, no estoy hablando de Cuba, en Inglaterra esto está prohibido, en Luxemburgo esto está prohibido, en Bélgica se sacó una ley para prohibir esto y en Estados Unidos se derogó la ley que, precisamente, prohibía este tipo de prácticas que era la Doctrina Champerty.
Así que como el cangrejo, en algunos lugares se va para atrás y afortunadamente en otros lugares se va para adelante. Y esto es lo que tenemos que hacer nosotros. Por favor no ser cangrejos, mucho menos en este mundo, ir para adelante.
Quiero agradecer también el apoyo a todos los países en esta lucha, que no es de la Argentina, es una lucha internacional. Tan internacional que Naciones Unidas aprobó por amplísima mayoría abocarse, precisamente, a la redacción de una convención, de un convenio internacional que precisamente resguarde la reestructuración de deudas soberanas.
Así que también estamos en esa tarea en Naciones Unidas, con el apoyo de todos los países integrantes aquí del G-77+China y de otros países que no votaron a favor pero que se abstuvieron. Lo que también significa, dada la importancia de algunos de esos países, un apoyo y así lo hemos entendido.
Queremos agradecer a todos y cada uno de ustedes la presencia aquí, al señor Gobernador de la provincia de Entre Ríos por esta magnífica organización, a los gobernadores también que nos acompañan y a todos aquellos entrerrianos y entrerrianas que nos han recibido con tanta calidez.
Tal vez algunos de ustedes no sepan que esta es una tierra muy entrañable en la historia de las luchas emancipatorias argentinas y uruguayas. Tan es así que la bandera de esta Provincia, la bandera de Entre Ríos es la bandera de Artigas, es la bandera con la franja colorada cruzada. Esta Provincia tiene la bandera de Artigas.
¡Miren ustedes cómo estamos mezclados en las historias uruguayos, argentinos, cómo somos una sola cosa, un solo territorio!
Por eso es muy especial el estar hoy aquí celebrando esta reunión del MERCOSUR, porque hubo en esos hombres y mujeres del siglo XIX, en Ramírez y La Delfina, La Delfina, que era portuguesa, ¿sabías Dilma?, la compañera, la mujer del caudillo de esta Provincia del siglo XIX, Pancho Ramírez, era portuguesa, la decían “La Portuguesa”. Delfina, dicen que era una mujer muy bella y que peleaba junto a él en las batallas y bueno, él muere cuando precisamente le bolean su caballo a ella y él vuelve para salvarla.
Una historia romántica, así somos románticos también, sí, no somos tan fríos como en otras partes. También somos románticos, nos permitimos junto a la política la alegría y el romanticismo. Es imposible, además, no ser románticos en términos exactamente filosóficos si no se cree en la posibilidad de una vida mejor y de tener ideales. Los que no son románticos, nunca han lucha por la libertad ni por la igualdad.
Así que, como pese a los años seguimos siendo muy románticos, le podemos dar la palabra a la romántica Dilma Rousseff.