Mi país asume por novena vez la presidencia de este Consejo de Seguridad, pero en un marco regional inédito. Hoy contamos aquí con la presencia de 14 cancilleres, 12 de los cuales pertenecen a la región Latinoamericana, y han hecho uso de la palabra hoy el representante de la CELAC, a través de la representante de la República de Cuba y de la UNASUR a través del representante de Perú.
Ambos organismos regionales y subregionales cuentan a la Argentina como miembro fundador. Pero lo más importante de esto es que ambos organismos hemos enfrentado situaciones de gran conflictividad en la región que permitieron dar una respuesta, una respuesta que es en definitiva lo que debiera dar este Consejo de Seguridad ante distintos conflictos que se suscitan en distintos escenarios del mundo y que tornan a la paz y a la seguridad en dos valores muy vulnerables en el mundo contemporáneo.
Uno de los ejemplos que nos tocó resolver cuando todavía no éramos ni siquiera CELAC, sino éramos Grupo de Río, en la República Dominicana -Río es el antecedente inmediato en la conformación de CELAC- fue el duro enfrentamiento que sobrevino entre la República de Ecuador y de Colombia, que prácticamente casi termina en un conflicto armado y que debido a la intervención que le cupo al Grupo de Río en aquella oportunidad de República Dominicana, pudimos sortear con éxito.
Más tarde la UNASUR también pudo sortear con mucho éxito diversas situaciones que inclusive eran internas de lo distintos países y que afectaban la estabilidad democrática de los gobiernos, por ejemplo del presidente Evo Morales en Bolivia en lo que se denominó la Crisis de Pando, que dio origen a la Declaración de la Moneda, en la República de Chile cuando Michelle Bachelet era presidenta pro témpore de la UNASUR. Y también la Declaración de Buenos Aires, cuando abordamos un tema también destituyente del presidente Rafael Correa en la República de Ecuador, pudimos conjurar la crisis y permitir la continuidad del sistema democrático, que en nuestra región la continuidad de los sistemas democráticos no es una cuestión menor, es una cuestión que ha marcado la posibilidad de crecer económicamente y fundamentalmente hacerlo en un marco de paz y de seguridad.
Por eso creo que la elección que hemos hecho en temas de debate, de cómo podemos colaborar los organismos regionales y subregionales con este Consejo de Seguridad, con estas Naciones Unidas, para encontrar métodos de solución, tiene que ver también con algunos dilemas, con algunos problemas que han señalado otros representantes.
No puedo obviar la intervención que le cupo al representante de la Liga de los Países Árabes en un punto que para mí es modal en la solución de conflictos y en la eficacia -quiero resaltar este atributo-, la eficacia del Consejo de Seguridad para resolver cuestiones de gravedad. Qué es lo que planteó concretamente el representante de la Liga de Países Árabes: que todos los estados miembros de Naciones Unidas den cumplimiento a las resoluciones de Naciones Unidas. Parece casi una obviedad, pero en realidad no es una obviedad, el rasgo distintivo ha sido muchas veces que quienes se sientan en este ámbito y porque son miembros permanentes y con derecho a veto, utilizan esta facultad que les otorga reglamentariamente la Carta de Naciones Unidas, el reglamento del Consejo de Seguridad, pero son los que obturan la verdadera resolución de los conflictos.
Y me permito compararlo con la doctrina que yo podría denominar “doctrina de la América del Sur”. ¿Cómo tomamos las resoluciones en la CELAC o en la UNASUR? Las resoluciones se toman por unanimidad cuando hay conflictividad y esto es lo que tenemos que distinguir.
Todos los organismos y todos los estados normalmente en nuestras organizaciones institucionales contamos con lo que se denomina el derecho del veto, natural a todos los poderes ejecutivos, pero una cosa es la gestión de gobierno y otra cosa es la gestión de conflictos. Cuando en la gestión de conflictos aparece el derecho de veto, la solución se torna mucho más difícil y por momentos imposible.
Por lo tanto creemos que sería necesario revisar el funcionamiento de las instituciones en general de Naciones Unidas y en particular del Consejo de Seguridad, que responden a una lógica diferente, que fue la lógica de su fundación con posterioridad a la Guerra Fría ante el peligro de un holocausto nuclear, el derecho de veto era casi una salvaguarda precisamente para evitar ese holocausto nuclear.
Terminada esta suerte de Guerra Fría y dado que los que estaban enfrentados en esa Guerra Fría están todos sentados en esta mesa y no tienen grandes conflictividades, creo que debemos repensar el funcionamiento de los organismos porque tenemos un nuevo mundo, una nueva realidad y no se puede enfrentar un nuevo mundo, una nueva realidad y nuevos problemas con viejos instrumentos y con viejos métodos, porque no nos van a dar una respuesta. Por eso creemos en la necesidad de elaborar consensos, consensos que no se basen en los intereses particulares de cada estado que tenga el derecho a veto, sino en asegurar en serio la paz y la estabilidad.
En ese sentido podemos afirmar que la América del Sur, Latinoamérica es hoy una región de paz. Mi país es líder en materia de energía nuclear, pero también es líder en materia de no proliferación nuclear y de uso pacífico en la energía nuclear. Sin embargo, así como hoy el representante de la Liga de los Países Árabes hablaba de la conflictividad que conmueve al mundo en el Medio Oriente, ante la no aceptación de un Estado de Palestina que vienen demandando no solamente los países árabes sino numerosos países de la región, entre ellos el mío, podemos también decir en nuestra región, como bien lo mencionó el representante de la CELAC, una conflictividad por no respetar una resolución de Naciones Unidas en cuanto a la necesidad de que mi país y el Reino Unido entablen negociaciones, conversaciones en el marco de lo resuelto por Naciones Unidas en la resolución 2065 del año 1965 en cuanto a la soberanía de las Islas Malvinas.
No se trata de una postura caprichosa, no se trata de una postura de reafirmar que tenemos razón nosotros, simplemente decimos: queremos que se cumpla la resolución de Naciones Unidas y que ambos países nos sentemos a discutir sobre una cuestión litigiosa y controversial.
Se señalaba que había opiniones discordantes, uno puede tener opiniones discordantes sobre algo que no está resuelto por Naciones Unidas, pero cuando de este organismo que nos cobija a todos, del que todos somos signatarios, en el que todos nos hemos comprometido a respetar sus resoluciones, emana de su Asamblea General, órgano máximo de este organismo, una resolución, no estamos ante opiniones discordantes, estamos ante una resolución de Naciones Unidas y quienes están dispuestos a cumplir con lo que estamos obligados como miembros o no. Tomo esto como un ejemplo, no quiero introducir una polémica aquí porque me parece que son tan grandes y tantos los problemas que está atravesando el mundo que además no solamente hacen a la seguridad desde un concepto militar sino esencialmente desde un concepto económico. La crisis que no cesa del año 2008 y que tiende a agravar aún más las conflictividades ya existentes, nos exige a todos nosotros tener una actitud absolutamente diferente y repensar cómo funcionar en estos organismos y cómo cambiar reglas, cómo imaginar y diseñar nuevos instrumentos que nos permitan ser eficaces, porque en definitiva creo que el respeto de la sociedad global lo vamos a tener cuando seamos capaces de demostrar que somos eficaces en nuestra gestión.
Ser eficaces en la gestión es mediar y otorgar una solución a esa mediación, sobre todo cuando la mediación ha sido objeto también de una resolución del organismo máximo. De la misma manera que dentro de cada uno los resultados se replican cuando un parlamento toma una decisión y el poder ejecutivo la respeta. Algo similar debemos entender si queremos abordar una gobernanza global.
También se ha hablado mucho de derechos humanos. Mi país tengo el orgullo de decir que es un ejemplo en materia de respeto irrestricto a los derechos humanos, luego de haber sufrido durante la década de los 70 una de las dictaduras más trágicas y terribles que provocó la desaparición no sólo de ciudadanos argentinos sino también de ciudadanos de otras nacionalidades. Somos también líderes en esta materia, hemos fundado la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Naciones Unidas junto a otros países y también hemos celebrado la Convención sobre desaparición forzada de personas, que nos ha tenido junto a Francia y otros países como autores.
Por eso quería ensayar estas ideas, que son reflexiones, que no tienen la soberbia de tener la verdad revelada ni de ser certezas absolutas, simplemente comparar cómo resolvimos momentos muy graves para la región sudamericana con una metodología en la cual nadie se levantaba hasta que no se resolvía la cuestión y se hacía por consenso.
Finalmente también –lo charlaba ayer con el Secretario General de Naciones Unidas, el doctor Ban Ki Moon, que tuvo la deferencia una vez más de recibirme en audiencia privada- la necesidad de establecer regulaciones de carácter global para asegurar la soberanía de los estados y la privacidad de los ciudadanos en el mundo ante hechos que son de público y notorio conocimiento. Creo -le decía yo- que han pasado muchas cosas desde la caída del Muro de Berlín y precisamente una de las razones más distintivas para la caída de ese muro fue primero que los ciudadanos del otro lado querían vivir con libertad, querían vivir sin ser observados, y yo recordaba ayer esa excelente película que seguramente todos ustedes han visto, que recibió un Oscar de la academia aquí en Estados Unidos, “La vida de los otros”, donde los ciudadanos se sentían espiados, se sentían controlados.
Creo que esto nos debe servir para que esos valores que tanto sirvieron para construir un ideal, el ideal de la democracia, el ideal de que podemos vivir y convivir en pluralidad, en diversidad, con diferentes ideas y que esas ideas diferentes no nos tornan en enemigos del estado ni enemigos de otro compatriota, deben volver a retomarse porque son las que dieron origen en definitiva a la carta de San Francisco, son las que dieron origen a múltiples convenciones que hemos suscripto y estoy absolutamente convencida que en el fondo -tal vez algunos más en el fondo que otros- pensamos exactamente de la misma manera. No es una cuestión de sensibilidad solamente, no es una cuestión de generosidad intelectual únicamente, es una forma, creo la más inteligente tal vez, de que esta forma democrática sea concebida por la mayor cantidad de ciudadanos globales como la mejor forma de vida. Para eso la paz, la seguridad, el crecimiento económico, la inclusión, el respeto a los derechos humanos y la diversidad de las personas creo que son los valores inalienables y a los que nadie está dispuesto a renunciar.
Por eso hoy quisimos introducir este debate que es el debate de cómo cooperamos desde los organismos regionales y subregionales por nuestra organización madre, que es Naciones Unidas, para asegurar un mundo con más paz y más seguridad, pero también decía que la paz y la seguridad no es un concepto militar, los que crean que la paz y la seguridad se aseguran únicamente con las armas, bueno, creo que hay múltiples ejemplos a lo largo de estos miles de años de historia de la humanidad que nos aseguran que lo que realmente construye sociedades y construye estabilidades son valores e ideales por los cuales una sociedad y millones de compatriotas globales están dispuestos a dar su vida por esos valores, como se hizo en nuestras revoluciones emancipadoras durante el siglo XIX, fundamentalmente en América, como se hizo en África durante el siglo XX y cuando estamos ante esta nueva aldea global, que también requiere otro tipo de emancipaciones y otro tipo de independencias.
Muchas gracias y ahora sí retomo nuevamente mi rol de presidenta del Consejo de Seguridad y restando aún 30 oradores los invito a un cuarto intermedio hasta las 15 horas, porque creo que todos debemos comer algo para poder seguir dialogando y debatiendo. Muchas gracias y buenos días a todos y a todas.