Almuerzo de honor ofrecido por el Presidente de Colombia a la Jefa de Estado argentina: palabras de la Presidenta de la Nación

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Muy buenas tardes a todos y a todas.

Señor presidente de la República de Colombia, doctor Juan Manuel Santos; María Clemencia, su dignísima esposa; Canciller Ángela Holguín, vieja amiga de nosotros, antes Canciller allá en Buenos Aires cuando representaba a la CAF, durante dos años en nuestra Capital; señor Nuncio Apostólico; señor Embajador de Colombia en nuestro país; señores senadores y senadoras presentes, flamantes en los próximos días presidente de la Cámara de Representantes y la Cámara de Senadores que por ahí deben estar sentados pero que no los identifico, me los presentaron, así que felicitaciones por el nuevo cargo que van a asumir en los próximos días; señoras y señores empresarios y empresarias colombianos y argentinos; a Peckerman no lo voy a nombrar porque no lo hemos exportado, lo hemos prestado nada más, que quede claro, está prestado, sigue siendo argentinos y estamos muy orgullosos además los argentinos de poder exportar esta calidad de productos originales “made in Argentina”.En deportes, como decía y señalaba también Juan Manuel, reinas, papas, escritores, en esta tierra maravillosa de Gabo, el gran Gabo, tan admirado por todos nosotros los argentinos, tan amantes de la literatura, del arte y admiradores de Gabo porque, a diferencia de algunos otros grandes autores, también argentinos, que miraban más hacia Europa y querían ser como Europa, Gabo pintó Colombia, pintó su tierra y por eso se tornó tan universal.

Decía un ruso importante: “Pinta tu aldea y serás universal”. Gabo García Márquez, pintó Colombia, el realismo mágico de la América del Sur, de nuestros pueblos, que muchas veces no entienden algunas civilizaciones. Civilizaciones que, es bueno decirlo, cuando ya habían descubierto aquí nuestros pueblos originarios sistemas astronómicos, prácticas socializantes, agricultura, ganadería, vivían en Europa con tapa… -perdón de cualquier origen europeo, soy nieta de europeos, debo reconocerlo- vivían con tapa rabos y de la caza y de la pesca.

Por eso creo que hay que revalorizar lo propio, revalorizar esta América del Sur, no solamente por lo que hemos logrado en la última década con el crecimiento y la incorporación de millones de compatriotas al consumo a través de mejores condiciones de vida, sino que tenemos que tener también el compromiso de reconocer esa identidad y no creer que hemos hecho algo mágico, simplemente hemos comenzado a utilizar cualidades y calidades que nos habían convencido que no teníamos, que carecíamos de ellas. Cuando en realidad lo que había sucedido era que nos habían impedido ejercerlas, por efecto del colonialismo o lo que es aún peor, por efecto de la subestimación que nos hicieron tener a partir de nuestras propias capacidades y de los que somos capaces de hacer como colombianos, como argentinos, como brasileños, venezolanos, uruguayos, chilenos, peruanos.

Por eso yo reivindico siempre esta construcción de la patria de la América del Sur, de la UNASUR, esta tierra que ha podido resolver sus conflictos sin intermediación de organismos multilaterales internacionalmente consagrados que, sin embargo, no alcanzan a resolver ninguno de los conflictos que se han planteado en distintas partes del mundo.

Hoy Juan Manuel mencionaba la presencia de Néstor Kirchner aquí en Colombia; junto con Venezuela, primero, cuando fue la liberación de rehenes. Algo a lo que me quiero referir también especialmente para reivindicar una decisión de este Gobierno, de su Gobierno, Presidente, que es iniciar el proceso de paz.

Cuando me tocó ser Presidenta por primera vez, 10 de diciembre de 2007, antes de asumir como Presidenta, los meses previos, yo me había involucrado como senadora de mi país en la liberación de quien entonces permanecía cautiva aquí y se había convertido casi en un símbolo universal como era Ingrid Betancourt.

En aquella oportunidad, el presidente de ese entonces de Colombia visitó mi país y lo recibí como a otros tantísimos mandatarios y como es costumbre, al otro día de asumir como Presidenta, exactamente el 11 de diciembre del 2007. Quiero recordar la fecha con precisión porque en aquella oportunidad le pedí muy encarecidamente la necesidad de entablar un diálogo para poder recuperar la paz, para poder recuperar primero la vida de los rehenes y luego también el proceso de paz. Sé que era un momento difícil, tal vez no se pudo entender, en aquel momento se me respondió y se me dijo que nunca iba a suceder eso, que nunca iban a liberar a nadie, que iba a pasar lo que había pasado con los prisioneros del Cauca, que era inútil entablar cualquier tipo de negociación, que era inútil la paz y yo dije que intentar la paz jamás puede ser un ejercicio inútil.

Hoy lo decía cuando hablamos con la prensa: es mucho más fácil tirar tiros que sentarse en una mesa a dialogar.

Y si uno ve lo que ha pasado desde el 11 de diciembre del 2007, cuando había innumerable cantidad de rehenes, cuando parecía que nada se iba a poder lograr, a este día de hoy, no estoy hablando de hace cien siglos ni veinte años, todavía no se han cumplido cinco años de aquella charla y de aquella situación, y mire, Presidente, cómo se pueden modificar las cosas y los escenarios de un país y del mundo cuando hay voluntad sincera de recuperar la paz y la unidad de un país.

Yo vengo y quiero traerle, en nombre de mi país y de mi pueblo, de la Nación argentina, todas las felicitaciones por este proceso de paz que usted ha iniciado. Que comenzó también cuando Néstor y Chávez vinieron aquí a intentar, en otra presidencia, la liberación de rehenes; cuando finalmente se produjo y luego cuando se llevó a cabo el encuentro de Santa Marta. Por eso Colombia tiene para nosotros los argentinos en general, y para quien les habla en particular, una significación especial, casi diría personal.

Viéndolo hoy a usted, como Presidente de esta República, protagonizar este verdadero proceso histórico, no tenga dudas que es un proceso histórico que le ha ganado su lugar, el lugar que todos los que participamos en política queremos tener en la historia. Yo se lo comentaba hoy a usted personalmente: el día que vine a su asunción, cuando lo vi bajar por esa calle lateral de la mano de su mujer y de sus hijos para asumir como presidente de los colombianos, sentí, percibí, que usted se había preparado toda la vida para ese momento, y cuando lo escuché hablar, recordar y finalizar su discurso con las palabras de su abuelo, presidente también de esta República, me di cuenta que su lucha para lograr una nueva Colombia no iba a ser solamente una cuestión discursiva sino un ejercicio cotidiano de política. Que eso es la política, no hacer maravillosos discursos sino tener la capacidad de transformar la realidad, y de transformar lo que está mal en algo bueno, no solamente para los que piensan como nosotros porque son nuestros partidarios sino para la totalidad de nuestros compatriotas. Y tenga usted la certeza que lograr la paz y la unidad de Colombia no solamente es algo deseado por los colombianos sino que es algo deseado por todos los suramericanos que necesitamos una Colombia unida, solidaria, para que junto con el resto de las naciones podamos afrontar el gran desafío que significa este mundo nuevo.

Estamos ante un mundo nuevo. Así como los conquistadores se encontraron en 1492 con un mundo nuevo, los ayer conquistados y hoy emancipados nos encontramos también ante un mundo nuevo, absolutamente diferente. Y todo mundo nuevo requiere de nuevos instrumentos. Pretender tener soluciones de los problemas con los mismos instrumentos que los causaron –decía Einstein- es cosa de locos, y yo le tengo mucha confianza a Albert Einstein en cuanto a inteligencia para resolver problemas o dilucidar hipótesis y teorías.

Por eso creo que es muy importante advertir que la integración, la complementariedad, la unidad de nuestros países, el comercio intrarregional, va a significar al mismo tiempo la posibilidad de que millones de compatriotas se incorporen al consumo. A este nuevo mundo que todavía falta que millones de colombianos, de suramericanos y latinoamericanos se incorporen al consumo de servicios y bienes básicos y esenciales que hacen a la dignidad humana y hacen a que la gente mejore su calidad de vida y deje atrás la pobreza. El estudio, la educación, la salud, la vivienda, la ciencia, en fin, todo lo que constituye la dignidad de cada ser humano, es tarea fundamental de la política y responsabilidad de todos y cada uno de nosotros como gobernantes.

Por eso me encanta haber recordado a nuestros poetas, a nuestros escritores, a nuestros cantores. Yo quiero también recordar a nuestros próceres, quiero recordar a Bolívar, a Nariño, a Mariano Moreno, a Manuel Belgrano, a San Martín, a los que hace 200 años entendieron que teníamos que estar unidos para conquistar la libertad de ciertas formas de opresión. Hoy las formas de opresión tienen otros ropajes, otras vestimentas, más sutiles, menos identificables, pero nos obliga a nosotros, elegidos democráticamente por nuestros pueblos, gracias a Dios, superado ese Siglo XX -por lo menos en algunos de nuestros países- de feroces dictaduras. Hoy somos todas naciones democráticas, con diferentes gobiernos, que no todos pensamos igual acerca de todo, y es bueno, porque lo bueno y el mérito no está en ponerse de acuerdo entre los que pensamos igual, ponerse de acuerdo entre los que pensamos igual es lo más fácil del mundo, sería casi muy loco y muy ilógico no ponernos de acuerdo los que pensamos igual; el verdadero mérito es ponernos de acuerdo en las cosas fundamentales los que pensamos diferente en las cosas que no son tan fundamentales.

Entonces con esta actitud de unidad, con estas reuniones que hemos mantenido en el día de la fecha, con las que han mantenido nuestros equipos, con las que van a seguir manteniendo, con este compromiso por erradicar la pobreza, por luchar contra el crimen organizado, por seguir profundizando la integración, es que invito a todos y a todas a brindar, primero por el deporte para que no se me enoje el Presidente, porque además creo sinceramente que el deporte es algo muy bueno para todos los pueblos, pero fundamentalmente por toda nuestra gente, por los millones y millones de compatriotas que al momento de elegirnos tuvieron y tienen la esperanza de que nuestras acciones, nuestras políticas, nuestras decisiones ayuden a que todos los días que se levanten su vida sea un poco mejor. Por todos ellos, por Colombia y por Argentina, salud y muchas gracias.

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