Acto de entrega de diplomas de extensión universitaria en Tecnópolis

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE ENTREGA DE DIPLOMAS DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA DE OPERADOR SOCIOEDUCATIVO EN ECONOMÍA SOCIAL, REALIZADO EN TECNÓPOLIS.

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Muchas gracias.

Señor gobernador de la provincia de Buenos Aires; cooperativistas de Argentina Trabaja. ¡Qué día hoy, qué día tan maravilloso! (Aplausos)

Yo decía que podría haber estado en Venecia, me hubiera ido el viernes, el jueves, hubiera estado el fin de semana en Venecia, no estaría mal, pero había muchas cosas que hacer, hay muchas cosas que hacer todos los días, por eso lo mandé al Canciller. Pero digo yo qué dos puntas maravillosas: la Argentina de los que han tenido la oportunidad en la vida, esos arquitectos que nos hablaban orgullosos que han participado, son miembros de sociedades de arquitectos, han ganado premios; Clorindo Testa es su expresión más importante, alguien con un nivel académico; los que tuvieron la oportunidad de realizarse y hacer lo que querían, se la dio el país, se la dio la universidad pública nacional y gratuita, y aquí, el otro extremo, muy lejos de Venecia pero también muy cerca de toda esta historia común y de este colectivo, aún de aquellos que por allí no saben que son parte de un colectivo que se llama la Nación Argentina y su historia.

Aquí estamos en Villa Martelli, con los hombres y mujeres de Argentina Trabaja. No gracias a mí, te voy a decir gracias a quién. En el año 2009 cuando la crisis del mundo parecía que se terminaba en el 2010 y ahora recrudece, y que esta -acuérdense lo que les digo- de no tomarse determinadas medidas y giros se va a convertir en una crisis crónica y cíclica; en aquel 2009 un hombre, mi compañero, sabía que había que paliar lo que venía y habló con Alicia para organizar las cooperativas de trabajo Argentina Trabaja. Primero las pensamos como un paliativo y luego como un inmenso movimiento de organización social de los argentinos que no han tenido la misma oportunidad que estos maravillosos hombres que hoy nos dan el regalo de poder tener por primera vez una muestra de arquitectura en la muestra de arte más importante del mundo, y tener nuestro pabellón permanente. Para mucha gente que tal vez no conozca la Bienal es algo así como el Premio Nobel en materia de arte poder participar allí. Estamos muy orgullosos.

Pero también estamos muy orgullosos de estas diplomaturas que hemos entregado hoy porque son los hombres y mujeres del subsuelo de la patria que ingresan a las universidades públicas. Como decía Scalabrini Ortiz, como decía ese gran argentino, cuando recordaba aquel 17 de octubre protagonizado y hecho por los que estaban en el subsuelo sublevado de la patria. Y recién charlábamos con Alberto Sileoni, qué maravilla ver a nuestros morochos –ellos les dicen negros, nosotros les decimos morochos- ingresar a las universidades públicas para capacitarse, para adquirir nuevos saberes, estos hombres y mujeres de Argentina Trabaja que están completando los que le faltaba la primaria, los que le faltaba la secundaria. Estos 29 diplomas que han sido 16 meses de trabajo en la Universidad de Quilmes con ocho horas semanales capacitándolos en los saberes de la economía social y que cuando algunos que les falta el secundario lo completen, esas materias también les van a servir para una tecnicatura. Una Argentina diferente.

Recién Alberto Sileoni, nuestro ministro de Educación, hablaba de cifras, de todos los que se han incorporado al escuela, comparando el censo 2001 con el 2010; de paso les digo que en octubre vamos a presentar el libro del Censo 2010 para que todos los argentinos puedan tener esta información en sus manos, y hablaba de cifras, de cómo hemos reducido el grado de analfabetismo, cómo hemos ampliado la matrícula escolar en todos sus estamentos, en el primario, en el inicial, en el secundario, en las universidades, cifras que seguramente no aparecerán en ningún medio ni ningún diario. ¿Pero saben qué? Cada uno que recibió una netbook, cada uno que recibió la capacitación, cada uno que hoy puede ir a la escuela a estudiar o pudo ingresar a alguna de las universidades que hemos creado o a las que ya estaban creadas porque consiguió trabajo, porque su familia consiguió la oportunidad, esos la van a llevar siempre en su cabeza, en su memoria y en su corazón, que es decir la historia de todos los argentinos. Porque la historia es eso, la suma de millones de historias individuales que construyen un colectivo, la suma de millones de argentinos que unos años atrás no tenían esperanzas.

Cuando el otro día en el sorteo de PROCREAR, el plan de viviendas más importante y con un método de adjudicación inobjetable y transparente como jamás se había hecho en toda la historia, leía algunos de los que habían salido sorteados, había salido sorteada una familia que en el 2001 había perdido todo, se había ido a España, ahora había vuelto, se había inscripto y salió sorteada. Yo digo la parábola de los que se tuvieron que ir, ahora volvieron y cuando volvieron la patria igual los recibe con sus manos y sus brazos abiertos.

La verdad que es una maravilla poder sentir que entre todos estamos construyendo algo diferente, con fe, con esperanza, con alegría. ¿Que falta? Claro que falta, siempre lo repito machaconamente. Necesitamos cada vez ir por más, necesitamos que cada vez vayan más chicos al escuela, necesitamos que cada vez aprendan más, necesitamos que cada vez haya mayor retención en la matrícula, necesitamos cada vez capacitar más a nuestros trabajadores, a nuestros cooperativistas, para que el día de mañana cuando podamos todavía crear más industrias de las que tenemos, más industrias de las que hemos hecho en estos años, puedan ingresar directamente a un trabajo propio registrado, en una fábrica, en un taller, en una oficina, que es en definitiva lo que siempre aspiramos para todos los argentinos y también a la universidad.

Estos hombres y mujeres que hoy han recibido sus diplomaturas marcan precisamente la concreción de una Argentina que trabaja con esfuerzo, con dignidad y con orgullo, sí, con orgullo. El orgullo de alguien que viene desde abajo, desde muy abajo, que nunca pensó que podía ir a una universidad, que nunca pensó que alguien podía darle un diploma de una universidad en la mano, me parece que es un orgullo que llena el corazón, que permite seguir adelante, que permite tener esperanza, pero por sobre todas las cosas permite -como decía Alberto- saber que tenemos patria y que esa patria se ocupa todos los días de nosotros, trabajando cada vez más y con más de esfuerzo.

Quiero felicitarlos a todos y cada uno de ustedes, cooperativistas de Argentina Trabaja, que se ha convertido en una realidad; felicitar a Alicia por el trabajo incansable de esta mujer que me acompaña con la misma fuerza de él, con la misma fuerza para seguir trabajando por una Argentina que nos contenga a todos. Gracias y a seguir trabajando con fuerza, con alegría, con esperanza, con las fe de que cuando la voluntad se une junto a la decisión política es posible una sociedad mejor y un futuro mejor para todos los argentinos. Gracias y un beso muy grande a todos, muchas gracias.

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