Declaración conjunta sobre la Cumbre del Mercosur: Palabras de la Presidenta de la Nación

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PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE DECLARACIÓN CONJUNTA SOBRE LA CUMBRE DEL MERCOSUR, REALIZADA EN BRASILIA, REPÚBLICA FEDERATIVA DE BRASIL

Querida Dilma, presidenta de la República Federativa de Brasil; querido Hugo; presidente de la República Bolivariana de Venezuela; querido Pepe, compañero, presidente de la República Oriental del Uruguay; compañeros y compañeras; funcionarios y funcionarias que acompañan a nuestros presidentes; señores y señoras periodistas; fotógrafos, amigos que nos acompañan: yo quiero comenzar con las palabras que planteó Hugo cuando rememoró aquel 1999 en que se sentía solo, una soledad que no era solamente tuya Hugo o de tu Gobierno, era una soledad de décadas de las sociedades de la América del Sur que había sido despojadas – a veces violentamente – de sus derechos, de sus garantías y hasta de sus gobiernos constitucionales para instaurar regímenes autoritarios, antidemocráticos y luego más tarde, durante la década de los 90, bajo la pátina también de elecciones libres, populares y democráticas, luego de la derrota que había sufrido culturalmente nuestra sociedad, regímenes o gobiernos, para decirlo más concretamente, que instauraron políticas basadas en el Consenso de Washington que provocaron la exclusión de millones y millones de americanos del Sur, en todos nuestros países, de nuestros cuatro países y en el resto de los países de la América del Sur y del Caribe.  

Por eso tu soledad no era una soledad personal ni gubernamental, era una soledad política y cultural de nuestra región de la América del Sur. No sé si serían los 100 años de Gabo García Márquez, pero fueron por lo menos décadas de soledad, luego  de los derrocamientos de gobiernos populares, como el de Perón, en Argentina; el de Getulio Vargas, aquí en Brasil, soledades que arrastraron también Tiradentes, muerto en el exterior; Bolívar; Artigas; San Martín; Solano López; soledades de los pueblos.

Por eso creo que hoy estamos ante un día histórico: el ingreso de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur, a este Mercosur denostado en el que  muchas de nuestras sociedades descreían y apostaban a su fracaso. Sin ir más lejos, recuerdo en mi país un canciller que decía: “para qué ser socio y amigo de los pobres, pudiendo ser socios o amigos de los ricos”; cuando en realidad ya sabemos que los ricos no necesitan  ni socios ni amigos, sino simplemente empleados o esclavos. Pero aquí estamos, y yo quiero rescatar hoy la figura de dos presidentes - porque los mencionó Hugo - que comenzó el fin de su soledad con la llegada de Ignacio Lula Da Silva, como Presidente de Brasil, el 1° de enero de 2003, y continuó con la llegada del Presidente de la Argentina, Néstor Kirchner, el 25 mayo 2003.

Y así comenzaron a acabarse las  soledades y empezó el surgimiento de los proyectos nacionales, populares y democráticos. Dilma nos habló de que hoy este espacio del Mercosur, que concita a Brasil, a Venezuela, a Uruguay, a Paraguay y a la Argentina constituye - después de Estados Unidos, China, Alemania y Japón - la quinta economía del mundo. Es una muy buena noticia, es la verdad, pero también nos exige crear - más temprano que tarde - los instrumentos y las instituciones que tornen indestructible e indivisible este nuevo polo de poder porque en definitiva cuando estamos hablando de economía y de un lugar en la economía estamos hablando, también, en términos no solamente de política económica, sino de política a secas. Y qué es la política a secas, sino la lucha por el poder. ¿Qué es lo que nos diferencia en definitiva? En estos días estaba leyendo, no sé si ustedes lo habrán leído, seguramente que sí -sus agencias lo habrán transmitido- que ha retornado nuevamente, desde la Europa en crisis, la idea de poner un precio tope a los commodities, a nuestros commodities. Luego de lo que mencionara Pepe, que esto fue en definitiva la reconfirmación o reconformación de las relaciones de intercambio comercial, que sobrevinieron después de la aparición de los gigantes del Sudeste Asiático, ha resultado favorable este intercambio comercial, como si el problema ahora fuera del precio de los commodities o que nosotros pusiéramos en peligro la seguridad alimentaria.

Desde acá, desde la América del Sur, desde la autoridad que nos da a Brasil, a Argentina, a Uruguay y a Paraguay ser los mayores productores alimentarios, les decimos que se queden tranquilos, que vamos a proveer a la seguridad alimentaria. Porque el mundo no está así por la soja, ni por el trigo, ni por el maíz, el mundo está así por la inseguridad financiera, que generaron ellos, los países desarrollados con bonos basura, con derivados financieros. Primero le quisieron echar la culpa a los pobres, con la tasa sub prime, que era que la crisis existía porque los pobres no habían podido pagar las hipotecas. Ésta era la crisis, cada vez se va desnudando más a flor de piel que la crisis ha sido originada en los grandes centros financieros, en los paraísos fiscales; más de 80 paraísos fiscales en donde están más de 400 billones de dólares. ¿Se entiende la cifra, no? 400 millones de millones dólares, muchos fugados de nuestras propias economías de México, de Brasil, de Argentina y de Venezuela, los cuatro países de la América del Sur que más han jugado a través no de la corrupción política sino a través de la evasión fiscal a los paraísos fiscales. Por eso les decimos que se queden tranquilos, que cada vez vamos a producir más y mejor alimento, que lo que nosotros les reclamamos a ellos, a los grandes centros de poder, a los grandes centros financieros, es seguridad financiera, estabilidad financiera para el mundo. Basta de paraísos fiscales, basta de doble discurso, donde nos hablan de que tenemos que preocuparnos de los pobres y siguen amparando al los que fugan todos los días divisas de nuestros países. Esto es muy importante que lo remarquemos, así que se queden tranquilos.

Por eso Dilma, por eso Hugo, por eso Pepe, por eso próximo presidente democrático de la hermana República del Paraguay, tenemos que crear los instrumentos, más temprano que tarde, que preserven esta nueva realidad de poder que hemos construido con gran dificultad, con mucha dificultad, pero que estamos dispuestos a llevarla adelante de modo tal que cuando nosotros no estemos, que somos meras circunstancias de la historia, estén los hijos de nuestros hijos para cuidar esto que no es ni de Hugo ni de Dilma ni de Pepe ni de Cristina, sino de los pueblos que nos eligieron democráticamente para que gobernemos su economía y también en definitiva su presente y su futuro.

Pepe hablaba de trampas, de las trampas a que nos puede someter nuestra propia formación cultural. Yo quiero decirte Pepe que te quedes tranquilo, que no le tengas miedo a la forma o a tu propia historia o a la historia que cada uno de nosotros ha tenido o a la formación cultural que cada uno ha tenido en nuestras experiencias históricas; que podremos haber tenido errores, que podremos habernos equivocado pero que siempre trabajamos para los que menos tienen y nunca para los que más tienen. Esta es una garantía que nos permite no desandar el camino y no equivocarnos.

El otro día leía una magnífica carta que circuló en la red de un importante hombre de letras y economista español, en dónde se dirigía a su gobierno, al gobierno de España, no muy amigablemente así que no voy a repetir lo que decía pero terminaba su carta con una frase que me impresionó diciendo que hay dos clases de economistas: los economistas que trabajan para que los ricos sean más ricos y los economistas que trabajan para que los pobres sean menos pobres. Por eso no hay trampas para nosotros, ninguna de las cuatro personas que están sentadas allí –yo aquí parada eventualmente- hemos trabajado nunca para que los ricos sean más ricos, siempre, desde nuestra juventud, desde que nos incorporamos a la política… y vos a la fuerza militar, sos el único militar ahí sentado, en otro momento te estaríamos mirando medio torcido. Bueno, en otro monumento los tres de este lado te estaríamos mirado bastante torcido, pero mirá cómo han cambiado las cosas, miren cómo hemos podido torcer la historia. Lo cierto es que no hay que tenerle miedo porque podemos cometer errores, obviamente, nos equivocamos a diario, pero nunca, nunca nos vamos a equivocar de modo tal que tomemos decisiones o ejecutemos políticas que a sabiendas perjudiquen los intereses populares. Porque tenemos una historia y una experiencia de vida consagrada precisamente a luchar por lo que vos decías Pepe, lograr que esta nuestra tierra, la América del Sur, uno de los lugares más ricos del mundo, pero también como lo señalabas el más desigual, el más inequitativo en la distribución de la riqueza, sea cada vez más justo, más igualitario y más equitativo.

La incorporación de Venezuela, para finalizar, cierra definitivamente la ecuación de lo que va a ser este siglo XXI: energía, minerales, alimentos, ciencia y tecnología. De las cuatro tenemos quienes estamos sentados aquí, depende de nuestra inteligencia y de la inteligencia de nuestras sociedades, porque ésta es una gran batalla cultural, no crean que es una batalla de ideas políticas o económicas, es una gran batalla cultural porque durante mucho tiempo nuestras sociedades, inclusive nuestros hombres de empresa, fueron sometidos al bombardeo de que otros eran los paradigmas y otros eran los modelos. Nuestro gran desafío además de la construcción cotidiana de instrumentos y de políticas es seguir dando todos los días profundamente esa batalla cultural. Y como los conozco a los cuatro y me conozco yo la vamos a seguir dando. No en términos individuales, no estoy hablando en términos de Dilma, de Pepe, Hugo o Cristina, no nacimos ninguno de los cuatro de un repollo, formamos parte de proyectos colectivos, nacimos a la política colectivamente, no somos proyectos individuales. Hay atrás nuestro partidos con mucha historia, movimientos sociales y políticos con mucha historia, no estamos solos, representamos en todo caso esa fuerza social, esa fuerza histórica de nuestros pueblos, que se juntan inclusive en estos 200 años de historia para marcar por fin que la soledad ha terminado porque nos hemos encontrado. Muchas gracias y muy buenas tardes a todos y a todas.

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“La soledad de nuestros pueblos ha terminado”, afirmó la Presidenta en la Cumbre del Mercosur
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