PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DEL “PATIO MALVINAS ARGENTINAS”, EN CASA ROSADA.
Muy buenas tardes a todos y a todas en este muy especial 2 de mayo, inaugurando este patio, que era un patio original. Como ustedes verán todo esto era así originalmente y con el paso del tiempo y sobre todo las burocracias estatales, que quieren estar todas en la Casa Rosada, esto era una serie de cubículos y de cosas imposibles de recorrer y también yo diría hasta insalubres para trabajar. Decidimos recuperarlo como patio original de la Casa, que tiene además – no se pueden ver porque tuvimos que apagar las fuentes, sino tendrían que estar todos con paraguas – fuentes, espacios verdes y se lo hemos dedicado a nuestras Islas Malvinas, un lugar y un espacio también para ellas aquí. (Aplausos).
En un día también muy especial, hoy se cumplen exactamente treinta años del hundimiento del Crucero “General Belgrano”, creo que ahí tenemos con nosotros a varios sobrevivientes, un aplauso para ellos. (Aplausos). 323 fueron los que perdieron la vida en aquello que muchos, y creo que deberíamos también comenzar a analizar en nuestra Cancillería la presentación de lo que constituyó un crimen de guerra.
Es curioso, leía durante el último fin de semana una crónica, en uno de los matutinos porteños, acerca de una investigación que sobre dicho hecho iniciaron legisladores ingleses elaborando un informe. Por eso creo que sería importante también que los argentinos - y especialmente los organismos institucionales, en este caso la Cancillería – retome esos estudios, iniciados por ingleses para catalogar, para clasificar esto que sin lugar a dudas el ataque al crucero, fuera de la zona de exclusión, fue sin lugar a dudas un crimen de guerra.
Yo quiero rendir honor a esos jóvenes, a todos los que perdieron la vida, oficiales y suboficiales que perdieron la vida en ese hecho, y ver que momento diferente estamos viviendo en la Argentina. Aquellos jóvenes fueron convocados a la guerra, que es una palabra terrible; no hay guerras justas, yo no creo en las guerras justas, yo creo en la paz por sobre todas las cosas. (Aplausos). Pero mucho más nosotros nos convocamos en ese sentido y quiero también mostrarles – no sé si podrá tomar la cámara estás imágenes – que dice: “Tenemos Patria, Malvinas es Argentina. 30 años”, es un gran mural que hay pintado en Río Gallegos, el emblema de la agrupación que lo hizo, una agrupación juvenil.
“Willy” Olivera, que es el chico que falleció el otro día en un accidente cuando venía aquí, convocábamos a los jóvenes a la alegría, a la fiesta y a la participación política porque nosotros creemos en esas convocatorias. Él murió, era uno de los jóvenes que más entusiastamente había pintado este inmenso mural, que hoy adorna una de las más importantes arterias de la ciudad de Río Gallegos. Era un joven militante, de 23 años, que murió viniendo a un lugar a expresar alegría y a encontrarse con otros. Digo esto porque pareciera que hubo una sola guerra y fue hace 30 años, pero la verdad que esta guerra no fue decidida por los argentinos, pero otras guerras que hay todavía en el mundo siguen siendo decididas y siguen convocando a hombres para la guerra por parte de las grandes potencias, que sentadas en el Consejo de Seguridad, se amparan en ese Consejo de Seguridad para no cumplir ningunas de las resoluciones que sí obligan y demandan al resto de los países a cumplir.
No vamos a bajar la voz y nos vamos a callar en ninguna parte del mundo, es solamente la fuerza de la palabra y yo creo que la de la razón y la de la justicia frente a la de la guerra y la de las armas.
Cuando venía para aquí leía que un Comandante de la flota inglesa se vanagloriaba de que el último destructor, el más moderno del Reino Unido, ya está en una estación muy cercana a Las Malvinas, con lo cual Las Malvinas no deben tener temor a ninguna invasión argentina. Suena casi patético y ridículo, así estuvieran a 80 mil kilómetros de distancia tampoco tienen porque preocuparse. Somos y seremos siempre un país de paz porque siempre hemos sido un país de paz.
Y quiero también referirme a algo que sucedió, en el día de ayer, cuando nuestra Embajadora en Londres, la Embajadora Alicia Castro, en una convocatoria que había sido realizada a todo el cuerpo diplomático para que el Reino Unido explicara sus políticas de derechos humanos y democracia y luego cuando hubo lugar para las preguntas, obviamente en el marco del derecho, la Embajadora preguntó si había realmente una vocación de respeto a la democracia y los derechos humanos y por lo tanto a las resoluciones de Naciones Unidas. La verdad que creo que el Canciller inglés se molestó, es lógico. Lo que no me parece lógico es que les haya molestado a algunos argentinos, de acuerdo con lo que he leído hoy en algunos medios. (Aplausos). La verdad que es impresionante, a veces creo que el odio hace perder y nubla la razón de la gente, o por lo menos el decoro para disimular determinadas cuestiones. Pero la verdad que el derecho a hablar, sobre todo cuando a uno lo invitan a determinado lugar y le dicen que puede preguntar, me parece que no puede ser invalidado y mucho menos criticado y más aún cuando la pregunta está dirigida precisamente a que se respete el derecho internacional. Leí en esos medios de que no respetó formas diplomáticas. La verdad que alguna vez deberíamos repensar el concepto de lo que son las formas diplomáticas que se tiene acá en este país; en el resto del mundo – les puedo asegurar – que el concepto ese no existe, en el resto del mundo, afortunadamente para muchos países, existe la defensa irrestricta de sus derechos y de sus intereses por sobre toda cualquier otra cuestión. Nosotros tampoco somos así, nosotros creemos en pilares básicos: creemos en los derechos humanos; creemos en la democracia; creemos en el derecho internacional y creemos que eso sí, ningún interés de ningún país puede estar en contra de estos pilares básicos.
Por eso me parece muy justo que alguien que se llena la boca hablando de estás cuestiones pueda ser requerido formalmente, pacíficamente, civilizadamente, democráticamente acerca de porqué no se cumple lo que se dice.
Por eso hoy, en este bellísimo lugar, en este lugar que representa la casa de todos los argentinos decidimos que vamos a seguir trabajando duro. Y trabajar duro significa precisamente en todos y cada uno de los foros, en cada uno de los espacios institucionales democráticamente levantar la voz y seguir logrando consensos y voluntades acerca de lo que son los derechos argentinos. Y al que no le guste hablar de los derechos argentinos, hablar del diálogo. Porque también es cierto que puede no querer el Canciller inglés reconocernos nada, pero lo que no puede ser sostenido, lo que ya se torna francamente insostenible en cualquier parte del mundo es la negativa al diálogo. Como alguien puede decirse demócrata y decir: “yo de eso con usted no hablo” y sobre todo cuando atrás de eso está la organización de las Naciones Unidas.
Yo creo que todos nos debemos replantear y creo que el propio plenario de Naciones Unidas se debe replantear cuál es su verdadero rol, si ese plenario que hacemos por año es solamente un encuentro en la Ciudad de Nueva York, o si realmente queremos un mundo más justo, más seguro, más sensato realmente no debemos comenzar a exigir que sean cumplidas precisamente sus resoluciones, sobre todo porque las políticas que se han llevado adelante, no solamente en esto que estamos hablando, sino en muchos campos: en lo económico, en la lucha contra las drogas, etc. El otro día se planteó un interesante debate, que desgraciadamente no puso ser televisado, en la Cumbre de las Américas, creo que muchas de las políticas impulsadas por los grandes países, digamos por los países de mayor poder, porque países grandes somos todos hasta los más pequeños geográficamente. (Aplausos). Los países con mayor poder, con mayor desarrollo deberían replantearse porque realmente seguir insistiendo en políticas que solamente llevan al fracaso en el campo económico, en el campo de la seguridad internacional, en el campo de la lucha contra el narcotráfico creo que deberíamos comenzar a plantearlo, sin posiciones dogmáticas y sin la obstinación de que es mi posición lo que yo digo y el resto no sirve de nada, sino con la apertura mental que exige una crisis de la gravedad que está viviendo hoy el mundo en muchos ámbitos y muchos aspectos.
Por eso yo quería también acordarme de “Willy”, este chico que convocamos a la alegría y quiero contarles algo que me emocionó mucho, el lunes, cuando estuve en Río Gallegos y fui – como voy siempre por supuesto – a donde descansan sus restos. Cuando salí recorrí un poco las rejas y en ellas hay banderas colgadas, remeras y no querían dejarlas colgar ahí y yo dije este es un lugar de encuentros y de gente que quiere venir a dejar su testimonio. Y ahí tienen que estar los testimonios. Y cuando me subí al auto de vuelta, para irme, observé que así justo en diagonal, en la escalinata cuando uno baja, había un montón de coronas y dije: “uy alguien que murió hace poco y miran le han puesto”. Y me dijeron que eran para “Willy”, es increíble, pero han quedado casi enfrente, casi en dirección directa hacia la puerta. Y me acerqué y creo que me lloré todo ahí, mucho más de lo de adentro y pude observar su cuadro, el de un joven – como tantos que hoy nos vienen acompañando – de 23 años, con su remera distintiva de su organización y con mucha alegría. Sus compañeros habían dejado o su familia, no sé, había dejado allí el retrato y pensé en tantos jóvenes convocados en otro momento a la guerra, a la violencia, al fracaso y la verdad que me siento muy feliz de ser parte de un gobierno y de una generación de dirigentes que ha sabido convocar a los jóvenes a la alegría, a la participación, a la demanda de justicia, a la no violencia, en definitiva a construir no una Argentina mejor, sino una sociedad mejor. Porque es muy difícil vivir en una Argentina mejor si al mismo tiempo también no luchamos por vivir en un mundo mejor. Y en esto tenemos que estar todos los argentinos: los que tenemos representaciones institucionales, cuidando por supuesto la forma para que no se vea como agresivo, ni como compulsivo, sino simplemente como la demanda de un derecho.
Por eso yo quería, hoy, reivindicar la actitud de la Embajadora, que con todo el respeto del mundo, le pidió al señor Canciller de Inglaterra, que cuándo iban a dialogar y cuándo iban a cumplir la resolución de Naciones Unidas, a un lugar donde había sido invitada para escuchar hablar de democracia y de derechos humanos y donde además se permitía formular preguntas. Por eso quiero en ese sentido agradecer la colaboración de todos los argentinos, quiero agradecer a los sobrevivientes que están aquí, a los familiares, a todos los que han puesto y han dejado algo de seres queridos en esta larga lucha de 200 años, que lleva la Argentina y que esperemos que cada vez demande menos en el sentido de entregar vidas, y demande mucho más en el sentido de entregar esfuerzo, trabajo, patriotismo, luchar por los intereses del país, no servir a los intereses ajenos. Esas son las cosas para las cuales convocamos y vamos a seguir convocando con obstinación y casi con terquedad porque sabemos que es el camino adecuado y porque además sabemos que es el camino que se merecen los que entregaron su vida por la Patria, en todos los tiempos y en todas las épocas.
Muchas gracias a todos y muy buenas tardes. (Aplausos)