Acto de cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias 2011: Palabras de la Presidenta de la Nación

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PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHER, EN EL ACTO DE CIERRE DE LAS JORNADAS MONETARIAS Y BANCARIAS 2011, REALIZADO EN EL FOUR SEASONS HOTEL DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES

Muy buenas tardes a todos y a todas.

Invitados extranjeros; señora presidenta del Banco Central; periodismo local y extranjero y, en general, todos aquellos que nos hemos reunido una vez más para venir a compartir la clausura de estas jornadas.

¿Lo hice el año pasado o el ante año, Mercedes? El año pasado. Bien, reiteramos, somos reincidentes.

Creo que en un mundo también bastante diferente…Es como que todos los años que venimos hay algo diferente, porque creo que el anterior habíamos hablado sobre lo que era la crisis global, año 2009, el año 2010, sobre cómo habíamos comenzado a superarla y ahora, nuevamente en el año 2011, esta crisis que tiene su principal visibilidad, por así decirlo, hoy en Europa.

Yo estaba el otro día mirando una fotografía, para ser más precisos en el día de ayer, en la portada de un diario, que no era una fotografía de aquí de la Argentina, era una fotografía de Grecia, pero en realidad era una fotografía de la Argentina. Había un inmenso globo donde decía “Yesterday, Argentina. ¿Tomorrow, who?”, una cosa así, “quién mañana”.

Y la verdad que cuando leía un poco los temas que se habían abordado aquí, el propósito de ir hacia una economía sustentable, temas tales como problemas específicos de una macroeconomía en países en desarrollo, una crítica de las teorías y visiones predominantes en la economía, que creo que fue el primer panel durante el día jueves, las crisis de reducción obligada del desendeudamiento o desapalancamiento, como se suele decir, reforma estructural y el viernes el problema de la desigualdad, la verdad es que me vino de vuelta a la memoria esa fotografía del globo y la fotografía de una Argentina,  la del año 2001, que creo que todos las tenemos muy clara y presente, y por eso en Grecia se hablaba de esto y por eso el otro día en Islandia se hablaba del modelo argentino.

Yo creo que todas estas cosas que ustedes han discutido, primero, la revisión de las teorías monetaristas que se aplicaron fundamentalmente durante todos los años 90 y que en nuestro país implosionaron en el año 2001, es uno de los ejercicios que siempre hemos hecho para explicar qué había pasado, precisamente, en la Argentina y por qué habíamos culminado en esa crisis formidable de default. En realidad, el default venía pergeñándose, incubándose desde mucho tiempo antes; venía incubándose en base a un país que suprimía puestos de trabajo, que se desindustrializaba y que, al perder fuentes de trabajo, al perder trabajadores, calidad de empleo, necesariamente provocaba una creciente desigualdad.

Siempre la desigualdad fue abordada por los cientistas sociales, era casi discurso de sociólogos, era casi discurso de políticos, era muy difícil escuchar hablar a un economista de desigualdad. En realidad, siempre se hablaba de temas vinculados a balanza de pagos, a déficit, a superávit, a sector externo, a deuda, a intereses y yo creo que lo más importante que ha sucedido en estos tiempos, es que debemos saber que la desigualdad es una tragedia social pero que, sin lugar a dudas, hoy es un concepto profunda y estructuralmente económico. No es solamente un valor social, es un disvalor económico.

Creemos y estamos absolutamente convencidos, creo que ha sido también un tema de discusión y creo que ha flotado durante todas estas discusiones que, precisamente, la profundización de esa desigualdad, esa distribución del ingreso, ha sido una de las causas de la crisis que hoy atraviesan las teorías que reinaron durante la década pasada.

La Argentina tenía, precisamente, en uno de los temas que ustedes han abordado, la deuda, el endeudamiento, una de las más severas restricciones a su crecimiento como economía, como sociedad. Cuando estalla el default de deuda soberana más importante en toda la historia, acuérdense que eran 160 mil millones de dólares, hoy estamos hablando de un nivel en Grecia de 330 mil millones de euros para una economía cuyo tamaño como país no tiene ni punto de vista ni de comparación con la Argentina.

La reestructuración, tarde o temprano, vendrá, pero yo creo que están demorándola, como también nos demoraron a nosotros mediante…Yo cuando escuchaba hablar el otro día del Plan Brady decía “pero eso nosotros lo tuvimos en la época de los ‘90”. O sea, vino el Plan Brady y, después finalmente, en el 2001 terminó estallando todo. Así que, yo creo que cuanto más se demore el abordaje del problema, más terribles van a ser las crisis como nos pasó exactamente a nosotros en el 2001.

Lo curioso es que habiendo visto yo un enfermo con los mismos síntomas, con la misma patología, se quiera aplicar el mismo remedio que mató al enfermo. Esto es lo que a mí me hace muchas veces dudar acerca de la pretendida racionalidad de los economistas.

Sinceramente, yo creo que cuando uno ha visto un enfermo contagiado, brotado, lo ha visto evolucionar, que primero empezó con unas ampollitas, después empezó con algunos tumores y, finalmente, se murió o casi se murió y ve exactamente lo mismo replicar en otros países y pretende curar con la misma medicina que ya experimentó con aquel enfermo y le dio tan mal resultado, sinceramente uno duda si realmente hay tanta inteligencia y creo que hay mucha estructuración cultural, mucha estructuración mental acerca de cómo resolver los problemas.

En realidad, creo que los pretendidamente heterodoxos somos más ortodoxos que algunos, porque si uno examina adecuadamente las tesis del liberalismo, advertirá que una de las claves del capitalismo -siempre lo he discutido eso aquí en la Argentina otrora- está en el consumo. Y precisamente, todas, absolutamente todas las recetas, son tendientes a restringir el consumo que, obviamente, afecta a los sectores más populares y, por lo tanto, termina afectando indefectiblemente, por una cuestión de volumen, a toda la economía.

O sea, cuando en realidad lo que hay que aplicar son medidas contracíclicas, se va a un camino de ajustar, que realmente ha dado muy, pero muy malos resultados, pero bueno…

En síntesis, yo lo que creo fundamentalmente, es que podemos ver también lo que pasó en la Argentina y cómo abordamos el problema.

Otras de las cosas que también indudablemente se han modificado en el mundo global, han sido los términos de intercambio. El mundo ha cambiado pero, sin embargo, muchos siguen sin registrar estos cambios en el mundo, en los términos de intercambio que, también, han impactado en todo el mundo global: la aparición de los gigantes asiáticos donde se producen las manufacturas que antes se nos vendían a muy alto costo y, al mismo tiempo, la incorporación de millones y millones de personas a la sana costumbre de comer, costumbre que, por cierto, cuando uno la adopta, resulta muy difícil de abandonar y, por lo menos cuando la quieren hace abandonar, protesta y hace lío, creo que también debería llevarnos a advertir que han surgido nuevos actores, nuevos elementos que también requieren nuevas soluciones y nuevas actitudes frente a los problemas.

Nada de esto parece ser registrado y se insiste absolutamente en programas de ajuste que yo creo que van a ser muy nocivos. Esperemos que lo adviertan a tiempo y puedan revertirse esas políticas.

¿Qué pasó en la Argentina desde el año 2003 concretamente a la fecha? Hemos reestructurado nuestra deuda externa con una quita importante; una quita que tuvo también una concepción absolutamente económica. Se nos decía desde algunos capitales o fondos buitres, que no era ético no pagar las deudas; tampoco resulta muy ético que alguien pretenda que se le paguen intereses absolutamente usurarios cuando venían a contratar a nuestro país, en un mundo en donde la tasa por depósito de dólar estaba a 2 puntos,  venían a hacer depósitos, merced a la convertibilidad, al 15 y al 17 y pretender no asumir una de las características estructurales del capitalismo que es la asunción del riesgo.

Si yo voy a un banco donde me pagan el 20 por ciento y el resto de todas las entidades bancarias solamente paga el 3 por ciento, debo saber, como buen capitalista, que tengo un riesgo de que ese banco no pueda devolverme lo que yo he depositado.

Nosotros sostuvimos que este riesgo debía ser asumido por ambas partes, no era que nos negáramos a pagar, sino que íbamos a pagar de acuerdo a esta teoría del riesgo y también a las posibilidades de crecimiento de la Argentina, que la necesidad de crecimiento de la Argentina significaba necesario reestructurar esa deuda y permitirnos a nosotros iniciar un camino virtuoso donde mercado interno, reindustrialización del país, fuerte sesgo exportador nos permitieran ir creciendo y no solamente pagar lo que debíamos, sino, fundamentalmente, hacer crecer a nuestra sociedad y al mercado interno, porque sosteníamos que la única posibilidad política y económica de abordar nuestros compromisos, era precisamente, el crecimiento y el desarrollo del mercado interno, que implicaba generar millones de puestos de trabajo que se habían destruido, que significaba poder abordar con programas sociales eficientes, los problemas de los que aún no se han podido incorporar al mercado de trabajo, la transformación de la industrialización no es una cosa  que pueda hacerse de un día para el otro y, finalmente también, ir recuperando el rol del Estado, que creo que también es uno de los temas que se ha abordado en este Seminario, que pretendidamente durante la década de los 90 se pretendió como prescindente de las políticas económicas o con Bancos Centrales autónomos, independientes de lo que pasará en la economía de un país, como si la moneda no fuera una de las cuestiones soberanas y más importante que tiene un país y como se cuide el valor de esa moneda además si la economía, que es representada a través de esa unidad monetaria, no genera trabajo, no genera valor agregado, no genera exportación, no genera producción.

Sobre todo eso pivoteamos y comenzamos en un proyecto económico, político que ha generado casi un crecimiento del 80 por ciento de nuestro Producto Bruto Interno. Gran parte de ello, obviamente, también pivoteando en el sector interno, en el mercado interno que ha adquirido un desarrollo muy importante a través de salarios. Tenemos los salarios de mayor poder adquisitivo de Latinoamérica, hemos renegociado más de 2.500 convenciones colectivas de trabajo, entre el sector patronal y asalariado, una novedad porque prácticamente estaba clausurada la negociación colectiva. Paralelamente, renegociamos nuestra deuda y comenzamos a pagar nuestra deuda sin acceder al mercado de capitales, lo que también permitió, afortunadamente, que nuestro sector financiero, no fuera contaminado por activos tóxicos al mantenernos alejados del marcado de capitales y tener un sistema financiero muy solvente del cual sí queremos que aumente su nivel de financiamiento, estamos en un 12, 13 por ciento, no sé por qué Amado mira para allá, deben estar los banqueros, yo no miro muy bien. Pero, bueno, por ahí deben estar porque Amado empezó a mirar para allá.

Realmente, tenemos también, y lo hemos estado mirando con Mercedes, un crecimiento de los préstamos también en el sector para inversión, un sector que está creciendo, nos gustaría que creciera un poquito más, ha crecido mucho el del consumo, pero realmente una de las cosas que nosotros hemos tenido como eje central, sobre todo a partir de la crisis del 2008, fue sostener la demanda agregada, sostener la demanda agregada como una de las claves, el Estado a través de un…Sé que han hablado también de infraestructura seguramente, una de las claves también de estos años de crecimiento.

La Argentina que menciona Stiglitz en un excelente artículo –no sé si lo habrán comentado aquí- que me acercó Mercedes acerca de este tema de la desigualdad, cuando Stiglitz habla en Estados Unidos de lo que ha crecido la brecha entre ricos y pobres y menciona a la infraestructura como uno de los temas centrales para poder comenzar a reducir la brecha y generar actividad económica.

La Argentina en materia de inversión de infraestructura, ha crecido 28 veces desde el año 2003 al 2011. En el año 2003, la Argentina invertía 1.350 millones de pesos; no se olviden que durante toda la década de los 90, la infraestructura fue considerada casi como un gasto. Nosotros la consideramos como uno de los motores centrales y generación de varios puntos de crecimiento del PBI, no solamente en materia de infraestructura de carácter social, sino también, obviamente, en materia de infraestructura económica, llegando en el año este que estamos cursando, a casi 70 mil millones de pesos en materia de inversión en infraestructura. En total, en todo el período desde el año 2003 a la fecha, si mal no recuerdo, algo así como 170 mil millones de pesos, de los cuales una buena parte también fue al sector energético porque obviamente, esta es otra de las claves también de lo que no pasó en los últimos años, en una Argentina que no producía, para qué se quería la energía. Había algunos que les encantaba exportar y lo veían casi como una cosa buena que se exportará energía, cuando sabemos que en un país es casi pecado exportar energía porque la energía debe ser reservada para, precisamente, lograr garantizar la producción interna y la actividad económica con precios que no estén sujetos a la volatilidad de los commodities internacionales y, por lo tanto, que afecten la competitividad de la economía.

Pero les decía: en infraestructura, con una inversión formidable que, bueno, ha tenido impacto social a través de la educación, a través de las viviendas e impacto económico a través de rutas, en fin y todo lo que significa transporte de energía, gasoductos, líneas de alta tensión, usinas, etcétera, etcétera.

Pero también hemos logrado -y esto nunca me canso de repetirlo, fue una sugerencia del entonces director general de la ANSES, el hoy ministro de Economía, Amado Boudou- cuando la crisis del año 2008, decidimos recuperar la administración de los recursos de los trabajadores, esto es lo que hoy se denomina la administración de la ANSES.

Esto, no solamente nos permitió lograr muy importantes medidas en el sector económico. Yo siempre repito el préstamo aquel famoso que le dimos a GM, era increíble, pero la Argentina dándole un préstamo a General Motors, esto revela cómo el mundo ha cambiado: si a alguien le decían esto en cualquier otro mundo, hubiera dicho que estaba loco. Pero, sin embargo, le dimos un préstamo porque si no tenían que echar trabajadores de su planta de Rosario y no podían presentar un modelo nuevo con el que se habían comprometido antes de que estallara la crisis de Wall Street y no solamente se nos fue devuelto el préstamo íntegramente mucho tiempo antes de lo pactado, sino que además logramos que no se despidieran trabajadores, se incorporaran nuevos trabajadores y hace muy poco nos vinieron a anunciar una nueva inversión.

También nos permitió realizar, porque ya lo veníamos haciendo antes, porque uno de los demás que también debemos decir, es que la administración de los recursos de los trabajadores en manos privadas fue absolutamente ineficiente. Este es otro de los mitos también que ha corrido durante la década de los 90 y que era la pretendida ineficiencia del Estado en la administración de recursos sobre determinados bienes y la pretendida eficiencia del sector privado.

Lo cierto es que en dos años y un poco más de administración de los recursos de los trabajadores, hemos duplicado, hemos duplicado el Fondo de Sustentabilidad de Garantía mientras que ese Fondo de Sustentabilidad de Garantía durante los casi 14 años, si mal no recuerdo, había llegado a esos 90 mil millones que hoy duplicamos: 14 años en manos del sector privado, 90 mil millones de pesos; 2 años y meses en manos del sector público, hemos duplicado, hemos crecido el doble de lo que tenía el sector privado, pero con una diferencia. Cuando nosotros decidimos tomar, a través de una ley del Parlamento, los fondos que habían estado en manos del Estado y que habían sido transferidos al sector privado, el Estado ya les estaba pagando la jubilación mínima al 60 por ciento de los trabajadores que estaban inscriptos en las AFJP.

Fíjense ustedes qué negocio chino, perdón no, qué negocio –no vamos tampoco a pelearnos con nadie-, entre comillas, era realmente lo que nos habían propuesto.

El Estado se quedó con todos los jubilados que ya estaban jubilados, transfirió todo lo que eran los aportes al sector privado y luego, el sector privado congelaba a las clases bajas y no les podía pagar cuando comenzamos en el año 2003 a subir nosotros la mínima, que estaba en 150 pesos, si mal no recuerdo, cuando comenzamos nosotros a subir la mínima, llegó un momento que las privadas no le pagaban a sus propios aportantes durante todos esos años la mínima.

¿Qué tenía que hacer el Estado? El Estado, que se había quedado con todos los pasivos, comenzó a tener la obligación de pagar la jubilación mínima a los que aportaban a las privadas. Era algo que uno se lo explica a un chico de jardín de infantes y no podía entender qué tamaño desaguisado fuera sostenido y defendido por pretendidos economistas o el stablishment. Y lo qué eran las comisiones, me dice acá el Ministro.

No quiero tampoco ser mala y seguir con el dedito dando vuelta y vuelta. Prefiero hacer lo macro -no tiene nada que con ningún banco, por favor- voy a lo macro que es el fondo de sustentabilidad y todos los beneficios que esto nos permitió.

Porque además, en estos años hemos incorporado más de 2 millones y medio de jubilados y pensionados que carecían de cobertura pese a haber ingresado en la edad del derecho, carecían de cobertura o porque habían sido despedidos o porque no les habían podido hacer los aportes o porque la edad que tenían les había impedido tener un trabajo o porque no había trabajo en la Argentina. No nos olvidemos también que en el año 2003, un cuarto de nuestra población estaba desocupada.

Hoy tenemos una cobertura de casi el 90 por ciento de la gente en edad de jubilarse con jubilaciones sustancialmente superiores que además, establecen dos aumentos al año en lo que se ha llamado la Ley de Movilidad Jubilatoria, y  que nos convierte en el país con mayor cobertura de toda la región en materia de pensiones y también desarrollar el programa que, según Bernardo Kliksberg, y que creo que es una voz muy autorizada al respecto de Naciones Unidas, es el programa más importante en materia social como es la Asignación Universal por Hijo que representa el 1,2 de nuestro PBI, en un sistema absolutamente transparente y que ahora hemos extendido también a las mujeres embarazadas.

Todas estas medidas, que pueden ser vistas solamente desde un aspecto social, yo quiero charlarlas frente a ustedes, economistas, desde el aspecto netamente económico y que tiene que ver con algo que sostenía al principio y que es la sustentabilidad que da el sostener la demanda agregada a la actividad económica, sobre todo a los sectores más vulnerables, a los sectores de menos capacidad de ahorro que, por lo tanto, todos sus ingresos los consumen. Porque lo más terrible de las crisis, es que los sectores de mayor poder adquisitivo, aún en las crisis, retraen su consumo casi por una cuestión cultural, no porque se vayan a fundir ni a quedar sin nada, pero los sectores de menores ingresos, aquellos que destinan casi todos sus ingresos a alimentación, a vestidos o a transporte, obviamente, no pueden reducir su nivel de egresos y, por lo tanto, son los que verdaderamente sostienen el sistema, por eso, además de, obviamente, comenzar a mejorar notablemente los índices de desigualdad.

Y aquí quiero ir al punto clave de por qué la desigualdad ha dejado de ser sólo un concepto social y se ha transformado en un concepto económico.

Hoy, los gobiernos, los que tenemos responsabilidades institucionales de conducir los destinos de un país, tenemos que ver la lucha contra la desigualdad, no solamente como una cuestión de sensibilidad social, sino también, esencialmente, como una cuestión de afianzamiento fundamental de los procesos de crecimiento económico. No hay sociedades que puedan crecer en forma sostenida, si se profundiza la brecha de desigualdad. Es más, una frase que me gustó del artículo de Stiglitz, que dice: “No importa cómo se reparta la torta, lo importante es el tamaño de la torta”. Y yo digo que no, yo digo que no es así.

Junto con Stiglitz coincidimos en que es importante el tamaño de la torta pero también cómo se distribuye. ¿Porque sino saben qué pasa además? Cuando la torta se la comen dos o tres, se terminan atragantando, empachando y tampoco les sirve a los que se comen toda la torta. Por eso necesitamos que la torta pueda llegar a la mayor cantidad de gente posible, para que sea grande pero, fundamentalmente, para que no se termine indigestando una sociedad y también una economía.

¿Cuál es el rol, entonces? Porque tuvimos una gran difusión acá. Me acuerdo cuando Mercedes asumió. Nuestra presidenta del Banco Central asumió en medio de un vendaval, con gente atrincherada en el Banco Central, que realmente uno lo toma a risa hoy pero que le hizo daño al país, son esas cosas, esas actitudes que hasta que no se ve el final de la película, hacen mucho daño, perjudican la imagen de un país porque, en definitiva, es muy difícil entender lo que pasó en ese momento.

A los años, esto sucedió a fines del 2009 principios del 2010, habíamos tomado la decisión también de destinar parte de las reservas disponibles, es decir, aquellas excedentes, cubiertas las relaciones técnicas que tienen que tener un Banco Central, con su cantidad de depósitos, con su M1, M2, M3, no soy experta en el tema pero me acuerdo de las fórmulas, se decidió también, con un criterio tan lógico como el que habíamos abordado cuando el tema de la reestructuración de la deuda.

Porque yo planteaba y planteábamos con Mercedes, con Amado, qué lógica tiene que un país tenga depósitos excedentes, por los cuales le pagan el 0,5 por ciento por año y tenga que salir al mercado para pagar su deuda, un mercado de capitales que nos cobraban tasas del 13, del 14 o del 15 por ciento. No tiene ninguna explicación lógica; es tan ilógico como eso que yo decía al principio de la patología, de la enfermedad, de los médicos y de los tratamientos.

Sin embargo, hubo mucho barullo pero, finalmente, se demostró, a través de los números, porque esto no es ideología, se demostró a través de los números que realmente habíamos abordado el problema correctamente porque además, habíamos sorteado otro de los graves problemas que tuvo, no la Argentina, sino la economía global y que fue la especulación permanente desde los grandes fondos buitres, de centros financieros, de consultoras, de calificadoras de riesgo que después nos dimos cuenta…Hoy estaba escuchando, leyendo unos días atrás, que alguien está pidiendo acciones penales contra las calificadoras de riesgo por cómo calificaron y por cómo analizaron, por ejemplo,  la situación de Grecia. Todos nos enteramos que, en realidad, nos habían engañado, no a nosotros, sino a los bancos o a los contribuyentes o a las autoridades europeas o a todos juntos, en realidad, y estábamos planteando entonces, la necesidad, después de haber abordado el pago de la deuda con las reservas, de cómo finalmente pudimos llegar a mayor cantidad de reservas, bajar el nivel de endeudamiento y evitar esa especulación, ese rumor permanente acerca de la presunta imposibilidad de Argentina de pagar su deuda, con la cual especularon durante buena parte del 2009, para levantar el riesgo país, para levantarnos la tasa pero, fundamentalmente, creo yo y permítanme tener una interpretación personal de esta Presidenta, para escarmentarnos. Porque, en definitiva, lo que no se podía permitir era que el que había sido calificado como el peor del grado, el que había sido mandado al rincón, con el bonete y mirando la pared, pudiera demostrar que lo que había planteado era lo que había que hacer.

Yo creo que había mucho de todas estas cosas en estas medidas, como también cuando se nos soltó la mano en el año 2001, después de haber sido alumnos dilectos durante tanto tiempo del Fondo Monetario Internacional. Pero ya vemos cómo se crean rumores, situaciones, operaciones políticas de todo tipo a lo cual ya vemos que ni siquiera la Argentina está sometida, sino hasta autoridades del Fondo Monetario, por lo que está viendo también en estos días, han sido sometidas. Las operaciones, cuando de intereses se trata, parece ser que no tienen límites en este mundo global.

Así que, al cabo de aquella decisión, que tuvo un costo político momentáneo afortunadamente, porque luego se demostró que realmente teníamos razón y que habíamos mejorado la posición de reservas, estamos nuevamente con reservas record en toda nuestra historia, pudimos demostrar con sencillez, yo no me atrevería a decir con heterodoxia, porque heterodoxia supondría decir cosas y hacer construcciones muy sofisticadas. Pero pagar con lo de uno comparando con lo que quieren cobrar del otro lado, calificarlo de heterodoxia me parece casi un ejercicio de vanidad. Fue mucho más simple, fue un ejercicio que podría haber hecho cualquier ama de casa, no se necesitaba ser un economista heterodoxo o una Presidenta audaz; bastaba con tener un poco de sentido común.

Y finalmente también, hoy seguramente el ministro de Economía junto con el  director general de la AFIP, lo va a poder anunciar, también este mes de junio donde hemos recaudado más de 48.000 millones de pesos, esta información que va a salir más detallada el día lunes, exactamente, si lo queremos en dólares, 11.884 millones de dólares que, comparativamente con el mes de junio año pasado, representa un incremento del 30,5 por ciento en nuestra recaudación con una novedad: estamos con record histórico en la recaudación del impuesto a los débitos de cuenta corriente o de Impuesto al Cheque, como se lo conoce vulgarmente, y también record histórico de comercio exterior y, dentro de él, record histórico de derechos de exportación que teníamos el record batido en octubre del 2010, este mes de junio hemos batido también ese record. Lo cual refleja un crecimiento del país que en el año lleva el 9,1, año a año, tomado mes a mes, mayo a mayo, y que realmente revela la solidez de un modelo que se ha construido con mercado interno, superando esa vieja contradicción que durante tanto tiempo pivoteó en la economía Argentina entre si exportábamos no podíamos desarrollar mercado interno y si teníamos mercado interno no podíamos desarrollar un buen sector comercial externo. Que tiene que ver también con esto de la desigualdad, porque el modelo que exportaba y que al mismo tiempo no tenía mercado interno, presuponía también un país absolutamente desigual como fue, por ejemplo, el país del Centenario, donde éramos la octava economía del mundo pero el Centenario fue celebrado con estado de sitio por el grado de conflictividad social, por el grado de desocupación reflejado en fantásticas pinturas de principios de siglo acerca de esa situación económica que vivía nuestro país y que tenía que ver con este concepto de la torta, el tamaño de la torta y la distribución.

Por eso me parece a mí y esto es casi un atrevimiento por parte de quien es Presidenta que se dirige, porque sé que acá los hay, a presidentes de Bancos Centrales y a prestigiosos economistas, pedirles a todos ustedes, que han sido formados, educados en academias, que tienen los instrumentos, los elementos técnicos para poder desarrollar políticas, para aconsejar a presidentes, para aconsejar a funcionarios, poder salirse de los esquemas tradicionales y retornar finalmente…Si uno los lee bien, en definitiva, a los padres del capitalismo, me parece que podría darse cuenta de que muchas de las cosas que están sucediendo, son profundamente en el fondo, anticapitalistas.

Yo les decía al principio el tema del consumo, el ajuste, que ha sido el paradigma de las recetas del Fondo Monetario Internacional, es profundamente anticapitalista. Si el capitalismo pudo derrotar en la caída del Muro de Berlín al comunismo, no fue porque tuviera mejores armas, porque hablaban más lindo, simplemente porque la gente quería consumir y vivir como vivían los del otro lado. Esto es la clave del capitalismo, que significa mejor calidad de vida.

Tampoco quiero que mañana salga “Cristina levanta el consumo irracional”. No,  no es así; todos sabemos de qué estoy hablando. Cuando hablamos de consumo, hablo de mejor calidad de vida. Hay más consumo de energía,  porque hay más gente que tiene gas natural; hay más consumo de energía porque hay más gente que ahora tiene una heladera, tiene un lavarropas, tiene un aire acondicionado, hay más consumo de ropa y de alimentos porque hay gente que puede comer más y mejor y vestirse más y mejor también.

La construcción, que ha sido junto a la producción de bienes, uno de los grandes también impulsores del crecimiento, tiene que ver con la cantidad de ladrillos que se han pegado, no solamente en el sector público a través de la infraestructura, uno puede verla, inclusive, aunque parezca casi un contrasentido, en la calidad de los materiales que se utilizan en los sectores más vulnerables y que pueden verse aquí a la entrada de la Ciudad aunque a algunos no les guste.

Miren: yo empecé a viajar a Buenos Aires, y con esto quiero terminar, cuando fui senadora a partir del 10 de diciembre de 1995, pleno auge de la convertibilidad, pleno auge de las políticas monetaristas, pleno auge del Consenso de Washington. La Villa 31, que todavía está en el ingreso a la Ciudad, sobre la autopista Illia, era un montón de casitas pequeñitas hechas de cartón y chapas, cartón y chapas en condiciones absolutamente precarias, casi temerosas de que algo pasará con eso cartones y esas chapas. Vean hoy que prácticamente son edificios los que están construidos, todos de mampostería, frente…Cuando uno pasa por la autopista lo puede ver claramente. Eso, aunque a algunos no les guste o no lo quieran ver, también refleja cómo ha mejorado la calidad de vida de la gente en los sectores más vulnerables.

Lo que tenemos que hacer ahora, obviamente, será en todo caso, urbanizar, transformar, trabajar más.

Pero yo les pido, pidan fotos del año 1995 y mírenlas contra estas fotos de ahora y van a ver la diferencia, pero sustancial, casi exponencial entre la calidad de vida en ese momento y lo que fue la construcción. Eso también impacta en la actividad económica. Son ladrillos, es cemento, son los techos de chapa, son las cosas que se ponen adentro de las casas.

En definitiva todo este modelo de crecimiento, que también ha tenido en el sector externo un importante incremento, pero que –les reitero- la mayor parte se ha debido precisamente a nuestro mercado interno.

Yo les decía, entonces, que lo que les pido a todos los economistas, a los presidentes de los Bancos Centrales, que comprendan realmente que no hay posibilidades de sostener los modelos económicos si además no tienen una fuerte sustentabilidad social y que la sustentabilidad política e institucional de los gobiernos, depende también de esa sustentabilidad social y económica. Y sino, miremos lo que está pasando en países con alto grado de desarrollo institucional casi varios siglos antes que nosotros cuando la gente se resiste a ser la variable de ajuste, porque esta es la clave, los trabajadores, los asalariados, los empleados, los estudiantes como variable de ajuste de un desaguisado que ellos no cometieron, que cometieron además, quienes desde las entidades financieras creyeron que los derivados financieros podían generar riquezas.

Yo la semana pasada estuve en un instituto que es emblemático en la República Argentina, el Instituto Federico Leloir, que lleva el nombre de quien fuera uno de nuestros Premio Nobel en materia de bioquímica, en materia de ciencias duras, y les decía a los cientos de jóvenes y científicos que se encontraban congregados en ese día, donde estaban ampliando el Instituto,  que si durante el siglo XX y, fundamentalmente, durante la segunda mitad del siglo XX se creyó que los grandes generadores de riqueza podían ser las entidades financieras, no tuvieran dudas que los grandes generadores de riqueza en el siglo XXI van a ser aquellos que tengan el conocimiento, aquellos que tengan la ciencia y aquellos que tengan la tecnología y también los que tengamos los alimentos y también los que tengamos la energía.

Estas van hasta las tres claves y las tres variables sobre las que va a girar este siglo XXI y yo espero que hayamos aprendido algunas lecciones y que cuando veamos al enfermo, le demos la medicina adecuada para que pueda curarse y volver a caminar, que de eso se trata en definitiva también, la economía global: levantarse y volver a caminar.

Muchas gracias y muy buenas tardes a todos y a todas. (APLAUSOS)

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