Miembros del cuerpo diplomático; dirigentes de la comunidad judía; autoridades nacionales, provinciales y municipales; sobrevivientes y familiares; amigas y amigos, señoras y señores: aquí estamos queridos amigos.
Quiero agradecerles la invitación que me permite compartir con ustedes en un acto muy importante algunas reflexiones.
La conmemoración del Holocausto es un justo acto de la memoria mundial, para mirar el pasado y tratar de evitar que este tenga repeticiones, digo tratar de evitar porque lamentablemente a veces tenemos poca memoria. Tenemos que lograr que nunca más nos vuelva a suceder lo que nos sucedió, pero la memoria es fundamental para eso.
El hecho que ese día consagrado a la memoria se haya fijado en función de los hechos conocidos como el Ghetto de Varsovia es en sí mismo importante, porque se jalona a esa memoria a un acto de heroísmo de quienes fueron víctimas y dejaron la enseñanza de que la lucha contra la opresión no es nunca una lucha sin esperanza, por el contrario, la opresión, aunque cueste, resulta vencida siempre por las convicciones, por la lucha, por el heroísmo de los pueblos.
La primera pregunta que nos surge a raíz de la invitación para conmemorar el Holocausto es si aquello sólo les pasó a los disidentes o a los judíos. Creo sinceramente que le pasó a la humanidad toda.
Creo que la humanidad toda también debe hacerse cargo de su historia, produjo verdugos y víctimas que en nombre de un sin número de finalidades o seudos ideales, han protagonizado horrores de todo tipo.
Con esto no queremos ni buscamos igualar a víctimas y victimarios, pero sí llamar la atención respecto de lo que es capaz el ser humano cuando pierde de vista el respeto por el otro, el respeto por la diversidad, el respeto a la pluralidad.
En segundo lugar, la reflexión lleva a considerar si es necesario reafirmar el compromiso en la lucha contra la discriminación y el odio, repudiando a todos quienes intentan levantarse contra la democracia.
Sinceramente quiero destacar el valor de la rememoración, la recordación, el ejercicio de la memoria permanente. Creo que está en el centro de la lucha para que no se repitan horrores históricos mundiales y locales que han costado tanta vida, tanto dolor, tanto sufrimiento. Es muy necesario recordar, tener buena memoria.
Recordar no es simplemente formalizar un acto protocolar, es volver a tener memoria del dolor, afianzar la convicción de la necesidad de seguir la lucha para desterrar toda forma de discriminación de lo diferente, de lo diverso.
Recordar tiene que comprometernos a defender la vida en democracia, el respeto del otro, el valor del ser humano.
Para nosotros que ponemos la defensa de los derechos humanos en el centro de la política respecto del otro, local e internacionalmente, conmemoraciones como la presente tienen un profundo valor. No es sólo el rescate de un hecho histórico, es también la continua puesta en valor de un compromiso moral por los derechos humanos, por la lucha contra cualquier forma de discriminación, a favor del pluralismo, la igualdad y los derechos democráticos.
La memoria que rescatamos no es un instrumento de odio, en ella está en juego la construcción de sentido un pueblo contra la ignorancia y la indiferencia, contra la mutilación del futuro.
La memoria como recuerdo colectivo, como evocación lanzada hacia el presente, como reserva de valor simbólico de un pueblo, preserva la identidad, ayuda a no olvidar lo aprendido, tiene que ser el camino para que no se repitan los errores pasados.
Rescatamos el valor de la memoria para hacer un pueblo dueño de nuestro propio destino. La recuperación de la memoria es el primer paso para recuperar nuestro futuro, como pueblo libre y dueño de nuestro destino.
El Holocausto nos pasó a todos. Le sucedió a la humanidad como fatídica prueba de lo que es capaz el propio ser humano. Nos pasó a todos, pero fundamentalmente hubo una acción irracional, imposible de explicar, de verdaderos monstruos, que arremetieron contra todos pero fundamentalmente contra la familia y el pueblo judío.
La memoria como conmemoración tiene que ayudarnos a ser mejores. Para tratar de ser mejores recordamos y reafirmamos nuestro compromiso de defensa y respeto de los derechos humanos, de la compresión de la diversidad y la pluralidad, y de la defensa y respeto a la democracia como forma de vida.
Decía que agradezco profundamente, señor Presidente, la invitación de ustedes aquí. Me siento honrado de poder acompañarlos de nombre de todos los argentinos y como Presidente en este tiempo de la historia, como pasante de la historia.
Sé que nos han pasado cosas que demuestran que la memoria a veces es selectiva, por eso en todo momento, como Presidente de los argentinos, impulso con todas mis fuerzas para que la memoria tenga vigencia en algo que fue terrible. Me tocó visitar campos de concentración, fui a verlos, es inexplicable que seres humanos, que se dicen seres humanos, hayan hecho lo que han hecho.
Los argentinos, que no ganamos nada mirando al costado, que no ganamos nada viendo si vendemos un peso o exportamos un peso más o un peso menos; si tenemos un mercado más o un mercado menos. Acá en la Argentina lo terrible se siguió dando en el año 1992, con el atentado a la Embajada, y en el año 1994 con el también terrible atentado a la AMIA.
Es decir, que la memoria tiene sus huecos, tremendos. Pero lo más grave es que en vez de afrontar esa terrible situación que nos tocaba vivir y buscar justicia rápidamente, tocándole a quien le tocara la responsabilidad de semejante aberración en suelo argentino, por seudas cuestiones políticas, institucionales o como se llamen, se buscó tapar, se buscó el encubrimiento, se buscó demorar la verdad, se buscó taponear la verdad, se buscó llenar de trabas la verdad.
A trece años y quince años de semejantes hechos estamos luchando con todo lo que podemos, para encontrar esa verdad, con todo el valor, porque, como digo ante el mundo en cualquier lugar que voy, lo digo ante los argentinos, el hermano estado de Israel existe, el Holocausto existió, y los atentados que tuvimos en la Argentina también existieron. (Aplausos)
Por eso tengan la certeza de que con todos los errores y aciertos que tenemos los seres humanos, tengo el compromiso indeclinable de trabajar junto a ustedes, junto a las entidades, junto al pueblo argentino que profesa la religión judía, la comunidad judía, que son hermanos argentinos que trabajan junto a nosotros, que somos todos argentinos que queremos construir una Patria distinta, tenemos que seguir trabajando y esforzándonos con todo para encontrar esa verdad.
Sepamos, y a algunos les molesta que yo hable de estos temas, pero debo decirlo porque así lo siento, son terribles las trabas y las trampas que nos han colocado en el camino; es terrible muchas veces como la propia justicia durante mucho tiempo miró hacia el costado; es terrible como muchos argentinos a veces quisieran- me gustaría que sean muchos menos- que prioricemos en los intercambios comerciales y no en encontrar la verdad sobre quiénes cometieron aberrantes hechos aquí en la Patria No hay ni una moneda, ni cien, ni mil millones de monedas que puedan intercambiar la pérdida de vidas y el atentado siniestro que tuvieron nuestros compatriotas, no tengan ninguna duda que entre las monedas y la vida estamos por la vida, indeclinablemente. (Aplausos)
Señor Presidente, amigos de la comunidad, gracias como argentino, como Presidente circunstancial de los argentinos, de permitirme poder acompañarlos hoy. Yo no tengo un pie en cada lado, ni hago el equilibrismo de los diplomáticos para tratar de quedar bien con uno y con otro, yo quiero junto a ustedes trabajar por la justicia y la verdad. Un abrazo muy grande. (Aplausos)
Quiero agradecerles la invitación que me permite compartir con ustedes en un acto muy importante algunas reflexiones.
La conmemoración del Holocausto es un justo acto de la memoria mundial, para mirar el pasado y tratar de evitar que este tenga repeticiones, digo tratar de evitar porque lamentablemente a veces tenemos poca memoria. Tenemos que lograr que nunca más nos vuelva a suceder lo que nos sucedió, pero la memoria es fundamental para eso.
El hecho que ese día consagrado a la memoria se haya fijado en función de los hechos conocidos como el Ghetto de Varsovia es en sí mismo importante, porque se jalona a esa memoria a un acto de heroísmo de quienes fueron víctimas y dejaron la enseñanza de que la lucha contra la opresión no es nunca una lucha sin esperanza, por el contrario, la opresión, aunque cueste, resulta vencida siempre por las convicciones, por la lucha, por el heroísmo de los pueblos.
La primera pregunta que nos surge a raíz de la invitación para conmemorar el Holocausto es si aquello sólo les pasó a los disidentes o a los judíos. Creo sinceramente que le pasó a la humanidad toda.
Creo que la humanidad toda también debe hacerse cargo de su historia, produjo verdugos y víctimas que en nombre de un sin número de finalidades o seudos ideales, han protagonizado horrores de todo tipo.
Con esto no queremos ni buscamos igualar a víctimas y victimarios, pero sí llamar la atención respecto de lo que es capaz el ser humano cuando pierde de vista el respeto por el otro, el respeto por la diversidad, el respeto a la pluralidad.
En segundo lugar, la reflexión lleva a considerar si es necesario reafirmar el compromiso en la lucha contra la discriminación y el odio, repudiando a todos quienes intentan levantarse contra la democracia.
Sinceramente quiero destacar el valor de la rememoración, la recordación, el ejercicio de la memoria permanente. Creo que está en el centro de la lucha para que no se repitan horrores históricos mundiales y locales que han costado tanta vida, tanto dolor, tanto sufrimiento. Es muy necesario recordar, tener buena memoria.
Recordar no es simplemente formalizar un acto protocolar, es volver a tener memoria del dolor, afianzar la convicción de la necesidad de seguir la lucha para desterrar toda forma de discriminación de lo diferente, de lo diverso.
Recordar tiene que comprometernos a defender la vida en democracia, el respeto del otro, el valor del ser humano.
Para nosotros que ponemos la defensa de los derechos humanos en el centro de la política respecto del otro, local e internacionalmente, conmemoraciones como la presente tienen un profundo valor. No es sólo el rescate de un hecho histórico, es también la continua puesta en valor de un compromiso moral por los derechos humanos, por la lucha contra cualquier forma de discriminación, a favor del pluralismo, la igualdad y los derechos democráticos.
La memoria que rescatamos no es un instrumento de odio, en ella está en juego la construcción de sentido un pueblo contra la ignorancia y la indiferencia, contra la mutilación del futuro.
La memoria como recuerdo colectivo, como evocación lanzada hacia el presente, como reserva de valor simbólico de un pueblo, preserva la identidad, ayuda a no olvidar lo aprendido, tiene que ser el camino para que no se repitan los errores pasados.
Rescatamos el valor de la memoria para hacer un pueblo dueño de nuestro propio destino. La recuperación de la memoria es el primer paso para recuperar nuestro futuro, como pueblo libre y dueño de nuestro destino.
El Holocausto nos pasó a todos. Le sucedió a la humanidad como fatídica prueba de lo que es capaz el propio ser humano. Nos pasó a todos, pero fundamentalmente hubo una acción irracional, imposible de explicar, de verdaderos monstruos, que arremetieron contra todos pero fundamentalmente contra la familia y el pueblo judío.
La memoria como conmemoración tiene que ayudarnos a ser mejores. Para tratar de ser mejores recordamos y reafirmamos nuestro compromiso de defensa y respeto de los derechos humanos, de la compresión de la diversidad y la pluralidad, y de la defensa y respeto a la democracia como forma de vida.
Decía que agradezco profundamente, señor Presidente, la invitación de ustedes aquí. Me siento honrado de poder acompañarlos de nombre de todos los argentinos y como Presidente en este tiempo de la historia, como pasante de la historia.
Sé que nos han pasado cosas que demuestran que la memoria a veces es selectiva, por eso en todo momento, como Presidente de los argentinos, impulso con todas mis fuerzas para que la memoria tenga vigencia en algo que fue terrible. Me tocó visitar campos de concentración, fui a verlos, es inexplicable que seres humanos, que se dicen seres humanos, hayan hecho lo que han hecho.
Los argentinos, que no ganamos nada mirando al costado, que no ganamos nada viendo si vendemos un peso o exportamos un peso más o un peso menos; si tenemos un mercado más o un mercado menos. Acá en la Argentina lo terrible se siguió dando en el año 1992, con el atentado a la Embajada, y en el año 1994 con el también terrible atentado a la AMIA.
Es decir, que la memoria tiene sus huecos, tremendos. Pero lo más grave es que en vez de afrontar esa terrible situación que nos tocaba vivir y buscar justicia rápidamente, tocándole a quien le tocara la responsabilidad de semejante aberración en suelo argentino, por seudas cuestiones políticas, institucionales o como se llamen, se buscó tapar, se buscó el encubrimiento, se buscó demorar la verdad, se buscó taponear la verdad, se buscó llenar de trabas la verdad.
A trece años y quince años de semejantes hechos estamos luchando con todo lo que podemos, para encontrar esa verdad, con todo el valor, porque, como digo ante el mundo en cualquier lugar que voy, lo digo ante los argentinos, el hermano estado de Israel existe, el Holocausto existió, y los atentados que tuvimos en la Argentina también existieron. (Aplausos)
Por eso tengan la certeza de que con todos los errores y aciertos que tenemos los seres humanos, tengo el compromiso indeclinable de trabajar junto a ustedes, junto a las entidades, junto al pueblo argentino que profesa la religión judía, la comunidad judía, que son hermanos argentinos que trabajan junto a nosotros, que somos todos argentinos que queremos construir una Patria distinta, tenemos que seguir trabajando y esforzándonos con todo para encontrar esa verdad.
Sepamos, y a algunos les molesta que yo hable de estos temas, pero debo decirlo porque así lo siento, son terribles las trabas y las trampas que nos han colocado en el camino; es terrible muchas veces como la propia justicia durante mucho tiempo miró hacia el costado; es terrible como muchos argentinos a veces quisieran- me gustaría que sean muchos menos- que prioricemos en los intercambios comerciales y no en encontrar la verdad sobre quiénes cometieron aberrantes hechos aquí en la Patria No hay ni una moneda, ni cien, ni mil millones de monedas que puedan intercambiar la pérdida de vidas y el atentado siniestro que tuvieron nuestros compatriotas, no tengan ninguna duda que entre las monedas y la vida estamos por la vida, indeclinablemente. (Aplausos)
Señor Presidente, amigos de la comunidad, gracias como argentino, como Presidente circunstancial de los argentinos, de permitirme poder acompañarlos hoy. Yo no tengo un pie en cada lado, ni hago el equilibrismo de los diplomáticos para tratar de quedar bien con uno y con otro, yo quiero junto a ustedes trabajar por la justicia y la verdad. Un abrazo muy grande. (Aplausos)