Señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; autoridades nacionales, provinciales y municipales; señores representantes de organismos de Derechos Humanos; Abuela, Madres; doctora, querida amiga: creo que la entrega de este premio, como bien dijo recién nuestra querida Abuela, es un premio que trasciende lo individual y va de la mano de la construcción de lo colectivo. Construir lo colectivo en lo ético, en lo moral, en una etapa tan oscura como la que nos tocó vivir, tiene una trascendencia absolutamente incomparable con todas las cosas que se puedan hacer hoy.
Pero también el ayer nos debe poner frente al hoy y a mí me toca ser presidente de la República en esta etapa temporal de la historia; y junto a ustedes, junto a todos los organismos y toda la sociedad argentina, tengo que expresar que en la búsqueda de justicia y de verdad sabemos que tenemos, querida Abuela y queridos amigos, asignaturas pendientes a resolver, temas a resolver. Creo que está llegando el momento, se ha tenido más que paciencia. Sé que hay algunos integrantes de la Justicia que a veces les molesta, pero ella decía recién “se nos está terminando el tiempo y nos levantamos cada día con más fuerza”, es una frase muy fuerte, pero con mucho contenido y con mucha realidad.
La Justicia argentina, en el ayer, en el presente y en el futuro, necesariamente debe acelerar; yo no quiero entrometerme en otro poder pero debe acelerar a fondo el avance de los juicios a los responsables del genocidio que nos tocó vivir a los argentinos. Este es un tema central, no pueden estar parados meses y años en casación o en otros lugares, juicios que rápidamente tienen que marchar porque los argentinos necesitamos, para nuestra reconciliación, memoria, justicia y verdad. Los familiares y toda la sociedad argentina necesitan saber realmente qué pasó, qué sucedió y además necesitamos que sean juzgados los responsables. (Aplausos) Dentro de la ley, dentro de la Constitución, pero necesitamos la celeridad que corresponde. No puede ser que tengamos tanta demora y tantos casos esperando esta situación. Y no se puede volver a repetir en el presente.
El presente también tiene problemas que tienen conexión con el pasado y el propio esclarecimiento de esos juicios nos va relacionando con el pasado. En el día de ayer, querida Abuela, que me emocionó profundamente y también me hizo tomar con claridad la dimensión de la responsabilidad que me toca, la cual asumo y no la esquivo bajo ningún aspecto. Recibí una carta profunda, seria, cariñosa, fuerte en calidad moral, de la familia López, en la que mostraban su desesperación por la desaparición de nuestro amigo, que tuvo la valentía de ir a declarar al juicio del genocida Etchetcolatz y como resultado hoy no lo tenemos entre nosotros.
Tenemos la obligación de hacer todo para que aparezca López, tiene que aparecer nuestro amigo, tenemos que buscar todas las instancias para que esto se pueda dar y no tenemos que descansar en ningún momento. No vamos a bajar los brazos y nunca vamos a decir que hemos fracasado, porque si en 30 años o más, ya que lamentablemente algunos problemas de este tipo empezaron antes de la propia dictadura, no bajamos los brazos y estamos buscando la verdad, no tenga ninguna duda la familia López y todos los argentinos que vamos a trabajar a fondo para saber qué es lo que está sucediendo, tiene que aparecer López. Vamos a luchar contra esa impunidad que, como ustedes ven, aún sigue existiendo en la oscuridad, porque las coberturas, porque evidentemente los procesos de complicidad, porque hay fuerzas que siguen actuando corporativamente de algunas manera a espaldas nuestras, y tenemos que dejar estas cosas en claro para que los argentinos nunca más estemos amenazados por este tipo de actitudes. Que cada uno pueda decir lo que tenga que decir, en el lugar que corresponde, con absoluta tranquilidad, donde consolidemos una democracia plural, amplia, con consenso, donde el miedo desaparezca definitivamente. Es nuestro compromiso a fondo, no nos van a hacer bajar los brazos.
Si las Abuelas y las Madres nunca bajaron los brazos, nosotros, con la fortaleza moral y espiritual que nos dan, no tengan ninguna duda que junto a ustedes y junto a todos los argentinos tenemos que esclarecer este tema, cueste lo que nos cueste, lleve el tiempo que nos lleve. No nos vamos a cansar nunca de la búsqueda de la verdad.
También recordamos hoy 30 años de la masacre de Margarita Belén. Aquí hay un amigo y compañero presente, Jorge Giles, que estaba preso en su momento allí, en el Chaco, yo tenía dos compañeros y amigos allí, el flaco Sala y Tierno, que fueron masacrados por el solo hecho de pensar diferente. La verdad que es otra fotografía clara de qué nos pasó y qué nos sucedió, no les bastó tenerlos presos, no les bastó torturarlos, no les bastó tenerlos en el peor de los rincones, sino que también los tenían que masacrar, pero ni aún así pudieron matar sus ideas de libertad, de justicia y de equidad que todos los argentinos estamos tratando de reencontrar. Por eso para ellos nuestro profundo respeto, recuerdo, amor y cariño, los recordamos siempre en las luchas, en las asambleas, en las peleas, en las discusiones y en los debates que siempre asumieron con tanta fortaleza y con tanta dignidad, en toda su participación militante comprometida con la historia de este país.
Espero en los próximos tiempos ir a visitar lo que queda, tengo que ir, porque de alguna manera allí también tenemos que levantar alguna llama de la memoria, juntamente con los organismos de Córdoba, doctora, abuela, madre, que es el Campo de la Perla, que es otra verdadera vergüenza que nos tocó vivir a los argentinos. Quiero ir no en términos individuales, sino llevar la institucionalidad de lo que es la Presidencia de la Nación, llevar el Estado Nacional a ese lugar, para que entre todos empecemos el camino de la memoria, de la reivindicación de quienes estuvieron allí y del castigo moral, histórico, a los perversos ejecutores de los sufrimientos de hermanos y hermanas que tuvieron que pasar por el peor de los caminos allí en este campo de La Perla. Todos los argentinos tienen que tomar conciencia, porque es todo un símbolo de lo que nos ha pasado.
Con la idea, con el concepto, con la filosofía de que la justicia tiene que ser del ayer, del presente y del futuro, que nosotros no aspiramos a ningún tipo de venganza, que queremos la memoria, con reconciliación y justicia, que queremos una justicia ágil, dinámica y efectiva, y que en nuestras responsabilidades institucionales sabemos también que construir justicia es vencer la indigencia, la pobreza, la desocupación, la exclusión, dar acceso a las posibilidades de investigación, de educación, la defensa de las ideas, la consolidación de nuestros intelectuales, que nuestros trabajadores, de nuestra clase media, están mancomunados y no son cosas separadas. Porque evidentemente las cosas que pasaron en el 76 y durante toda la dictadura militar tampoco estaban separadas, cuando se procedía sobre determinados hermanos y hermanas era precisamente para consolidar la entrega, la exclusión, el desamparo y la destrucción de la Patria, no eran persecuciones individuales, era la persecución a un proyecto colectivo de país, con pluralidad, consenso y democracia.
Nosotros asumimos como tal la absoluta responsabilidad de todos los desafíos, lo hacemos con nuestra fuerza y con nuestras imperfecciones, con nuestros aciertos y con nuestros errores, pero comprometidos con los conceptos, con los valores y con las convicciones, de poco valdría estar aquí sin convicciones, tratar de estar sentado en un sillón por estar sentado.
Hoy entregamos este premio a nuestra querida Abuela en reconocimiento a la tarea de ella, pero como bien dijo y expresó con toda claridad, a la construcción colectiva de nuestras Abuelas y nuestras Madres, en este Salón que seguramente fue testigo de tantos hechos horrorosos para todos los argentinos, pero en el que hoy va de a poco entrando la verdad, la justicia, la memoria, y van llegando aquellos que durante muchísimo tiempo tuvieron que tratar de golpear alguna puerta para que les mientan, para que algún burócrata juegue con su dolor.
Estamos dando pasos trascendentes, pero tenemos que dar muchísimos pasos más porque justicia y memoria son banderas irrenunciables. Muchas gracias por vuestra presencia. (Aplausos)
Pero también el ayer nos debe poner frente al hoy y a mí me toca ser presidente de la República en esta etapa temporal de la historia; y junto a ustedes, junto a todos los organismos y toda la sociedad argentina, tengo que expresar que en la búsqueda de justicia y de verdad sabemos que tenemos, querida Abuela y queridos amigos, asignaturas pendientes a resolver, temas a resolver. Creo que está llegando el momento, se ha tenido más que paciencia. Sé que hay algunos integrantes de la Justicia que a veces les molesta, pero ella decía recién “se nos está terminando el tiempo y nos levantamos cada día con más fuerza”, es una frase muy fuerte, pero con mucho contenido y con mucha realidad.
La Justicia argentina, en el ayer, en el presente y en el futuro, necesariamente debe acelerar; yo no quiero entrometerme en otro poder pero debe acelerar a fondo el avance de los juicios a los responsables del genocidio que nos tocó vivir a los argentinos. Este es un tema central, no pueden estar parados meses y años en casación o en otros lugares, juicios que rápidamente tienen que marchar porque los argentinos necesitamos, para nuestra reconciliación, memoria, justicia y verdad. Los familiares y toda la sociedad argentina necesitan saber realmente qué pasó, qué sucedió y además necesitamos que sean juzgados los responsables. (Aplausos) Dentro de la ley, dentro de la Constitución, pero necesitamos la celeridad que corresponde. No puede ser que tengamos tanta demora y tantos casos esperando esta situación. Y no se puede volver a repetir en el presente.
El presente también tiene problemas que tienen conexión con el pasado y el propio esclarecimiento de esos juicios nos va relacionando con el pasado. En el día de ayer, querida Abuela, que me emocionó profundamente y también me hizo tomar con claridad la dimensión de la responsabilidad que me toca, la cual asumo y no la esquivo bajo ningún aspecto. Recibí una carta profunda, seria, cariñosa, fuerte en calidad moral, de la familia López, en la que mostraban su desesperación por la desaparición de nuestro amigo, que tuvo la valentía de ir a declarar al juicio del genocida Etchetcolatz y como resultado hoy no lo tenemos entre nosotros.
Tenemos la obligación de hacer todo para que aparezca López, tiene que aparecer nuestro amigo, tenemos que buscar todas las instancias para que esto se pueda dar y no tenemos que descansar en ningún momento. No vamos a bajar los brazos y nunca vamos a decir que hemos fracasado, porque si en 30 años o más, ya que lamentablemente algunos problemas de este tipo empezaron antes de la propia dictadura, no bajamos los brazos y estamos buscando la verdad, no tenga ninguna duda la familia López y todos los argentinos que vamos a trabajar a fondo para saber qué es lo que está sucediendo, tiene que aparecer López. Vamos a luchar contra esa impunidad que, como ustedes ven, aún sigue existiendo en la oscuridad, porque las coberturas, porque evidentemente los procesos de complicidad, porque hay fuerzas que siguen actuando corporativamente de algunas manera a espaldas nuestras, y tenemos que dejar estas cosas en claro para que los argentinos nunca más estemos amenazados por este tipo de actitudes. Que cada uno pueda decir lo que tenga que decir, en el lugar que corresponde, con absoluta tranquilidad, donde consolidemos una democracia plural, amplia, con consenso, donde el miedo desaparezca definitivamente. Es nuestro compromiso a fondo, no nos van a hacer bajar los brazos.
Si las Abuelas y las Madres nunca bajaron los brazos, nosotros, con la fortaleza moral y espiritual que nos dan, no tengan ninguna duda que junto a ustedes y junto a todos los argentinos tenemos que esclarecer este tema, cueste lo que nos cueste, lleve el tiempo que nos lleve. No nos vamos a cansar nunca de la búsqueda de la verdad.
También recordamos hoy 30 años de la masacre de Margarita Belén. Aquí hay un amigo y compañero presente, Jorge Giles, que estaba preso en su momento allí, en el Chaco, yo tenía dos compañeros y amigos allí, el flaco Sala y Tierno, que fueron masacrados por el solo hecho de pensar diferente. La verdad que es otra fotografía clara de qué nos pasó y qué nos sucedió, no les bastó tenerlos presos, no les bastó torturarlos, no les bastó tenerlos en el peor de los rincones, sino que también los tenían que masacrar, pero ni aún así pudieron matar sus ideas de libertad, de justicia y de equidad que todos los argentinos estamos tratando de reencontrar. Por eso para ellos nuestro profundo respeto, recuerdo, amor y cariño, los recordamos siempre en las luchas, en las asambleas, en las peleas, en las discusiones y en los debates que siempre asumieron con tanta fortaleza y con tanta dignidad, en toda su participación militante comprometida con la historia de este país.
Espero en los próximos tiempos ir a visitar lo que queda, tengo que ir, porque de alguna manera allí también tenemos que levantar alguna llama de la memoria, juntamente con los organismos de Córdoba, doctora, abuela, madre, que es el Campo de la Perla, que es otra verdadera vergüenza que nos tocó vivir a los argentinos. Quiero ir no en términos individuales, sino llevar la institucionalidad de lo que es la Presidencia de la Nación, llevar el Estado Nacional a ese lugar, para que entre todos empecemos el camino de la memoria, de la reivindicación de quienes estuvieron allí y del castigo moral, histórico, a los perversos ejecutores de los sufrimientos de hermanos y hermanas que tuvieron que pasar por el peor de los caminos allí en este campo de La Perla. Todos los argentinos tienen que tomar conciencia, porque es todo un símbolo de lo que nos ha pasado.
Con la idea, con el concepto, con la filosofía de que la justicia tiene que ser del ayer, del presente y del futuro, que nosotros no aspiramos a ningún tipo de venganza, que queremos la memoria, con reconciliación y justicia, que queremos una justicia ágil, dinámica y efectiva, y que en nuestras responsabilidades institucionales sabemos también que construir justicia es vencer la indigencia, la pobreza, la desocupación, la exclusión, dar acceso a las posibilidades de investigación, de educación, la defensa de las ideas, la consolidación de nuestros intelectuales, que nuestros trabajadores, de nuestra clase media, están mancomunados y no son cosas separadas. Porque evidentemente las cosas que pasaron en el 76 y durante toda la dictadura militar tampoco estaban separadas, cuando se procedía sobre determinados hermanos y hermanas era precisamente para consolidar la entrega, la exclusión, el desamparo y la destrucción de la Patria, no eran persecuciones individuales, era la persecución a un proyecto colectivo de país, con pluralidad, consenso y democracia.
Nosotros asumimos como tal la absoluta responsabilidad de todos los desafíos, lo hacemos con nuestra fuerza y con nuestras imperfecciones, con nuestros aciertos y con nuestros errores, pero comprometidos con los conceptos, con los valores y con las convicciones, de poco valdría estar aquí sin convicciones, tratar de estar sentado en un sillón por estar sentado.
Hoy entregamos este premio a nuestra querida Abuela en reconocimiento a la tarea de ella, pero como bien dijo y expresó con toda claridad, a la construcción colectiva de nuestras Abuelas y nuestras Madres, en este Salón que seguramente fue testigo de tantos hechos horrorosos para todos los argentinos, pero en el que hoy va de a poco entrando la verdad, la justicia, la memoria, y van llegando aquellos que durante muchísimo tiempo tuvieron que tratar de golpear alguna puerta para que les mientan, para que algún burócrata juegue con su dolor.
Estamos dando pasos trascendentes, pero tenemos que dar muchísimos pasos más porque justicia y memoria son banderas irrenunciables. Muchas gracias por vuestra presencia. (Aplausos)