En primer lugar quiero agradecerles la invitación y felicitarlos por esta convención anual desarrollada bajo el lema “de la reactivación al crecimiento sostenido”.
Me interesa marcar la diferencia que existe entre dedicarnos a este tema, el de cómo dar sustentabilidad a nuestro crecimiento, con los esfuerzos que años atrás debíamos realizar para convencer al mayor número posible de argentinos de que la obra pública, el dinero dedicado a crear trabajo y mejorar las oportunidades, no era un gasto sino una inversión. Aún hoy se sigue pensando en muchos análisis que hacen algunos economistas, que la inversión en obra pública es un gasto y lo analizan como gasto y no como inversión. Creo que definitivamente la evolución del proceso argentino merece un proceso de reanálisis de quienes analizan así, para darse cuenta de que la obra pública, la inversión en infraestructura en la Argentina, no sólo fue una gran generadora de mano de obra, de inclusión social, sino que ha generado nuevamente una inversión en infraestructura que nos que nos está posibilitando reconstruir n país que estaba absolutamente destruido. Por eso reafirmo el concepto y la filosofía, que creo es ya para todos los argentinos, porque basta recorrer la Argentina para ver que gracias a Dios se ha comprendido con claridad, y es hora de que esto sea entendido globalmente, de que la obra pública, la inversión pública, es fundamentalmente un elemento de reconversión, de crecimiento económico y de calidad de país, y no un gasto público improductivo, como durante mucho tiempo algunos pensadores quisieron instalar. (Aplausos)
Esta diferencia que podemos llamar semántica expresa en su propia dimensión cuánto hemos mejorado en este tiempo. Me tocó completar el mandato del ex Presidente doctor De la Rua y avanzamos en el ejercicio del que constitucionalmente nos compete, hasta finalizar el 10 de diciembre de 2007.
Decía nuestro amigo presidente de la Cámara algo muy certero, algo que dijo con mucha claridad y simpleza y que yo siempre digo, pero no es meramente enunciativo; yo digo que el 10 de diciembre de 2007 espero, esperamos poder anunciarle al pueblo argentino que hemos salido del infierno y entramos en el purgatorio. Y allí viene la profundización del gran debate nacional que nos va a determinar concretar políticas de Estado, políticas de inversión. Para eso vamos a trabajar fuertemente y hemos generado un espacio muy fuerte a la agenda de inversión y hemos puesto allí a la prestigiosa economista Beatriz Nofal para preparar cómo afrontamos con políticas estratégicas decididamente la salida del infierno, porque si no nos vamos a quedar en políticas coyunturales y ustedes saben que a la puerta de un infierno está el otro infierno, entonces tenemos que resolver con absoluta corrección la construcción hacia políticas de Estado desde este paso hacia el purgatorio que vamos a dar. (Aplausos)
Todos nosotros sabemos que hemos perdido la autoestima durante mucho tiempo los argentinos, no solamente en el área que hoy tenemos la posibilidad de estar nuevamente juntos hoy aquí, siempre los argentinos somos sinónimo de que no podemos hacer las cosas, de que nos salen mal porque somos argentinos. Yo he visto una paulatina recuperación de la autoestima, he visto con la calidad que trabajan las empresas constructoras argentinas, cómo trabaja el obrero de la construcción argentino, la calidad que tiene, la aparición de más de 10.000 empresas en todo el país. Y el aferrarnos a convicciones para hacer un país, no vale ganar de cualquier manera, vale y en muy importante concretar las convicciones, la visión, la intuición de país que nosotros queremos. Por eso consideramos fundamental consolidar la recuperación de la autoestima, que los argentinos nos empecemos a autovalorar como corresponde, no a sobrevalorar cuando nos agarra el exitismo y ya nos creemos los mejores del mundo, pero sí entender que tenemos una calidad humana, un elemento humano en la Argentina de alta calidad que es respetado por todo el mundo y que es muy importante cuando se miden las inversiones y cuando se miden las posibilidades de Argentina en el concierto internacional. El recurso humano es fundamental, por eso la recuperación de la autoestima en ese aspecto es fundamental.
Hemos tenido siempre muy claro que los fuegos de protesta de fines de 2001 expresaban un reclamo ciudadano que interpelaba a la democracia para la construcción de un proyecto de país que nos contenga a todos y no a unos pocos con poder concentrado. Sabemos que se reclamó por un modelo político y económico que regenere la calidad institucional, que ponga fin al abuso, a la corrupción y a la concentración excesiva de la riqueza.
Tuvimos presente que para reconciliar al Estado con esa sociedad cada vez más exigente debíamos dejar atrás la exclusión, derrotar la pobreza, poner en marcha un país productivo y recuperar el trabajo como única forma de desarrollo digno en el mundo actual y futuro. Con los oídos atentos a las demandas del pueblo, con una capacidad de autocrítica permanente, entender que somos falibles y somos seres humanos, que nos equivocamos y que nadie puede acertar en todo. Como incluso aquellos que analizan la realidad, obviamente tampoco aciertan en todo. Creo que es muy importante para consolidar el punto de inflexión de la nueva Argentina que todos nos demos cuenta que somos falibles. Por supuesto el primero que tiene que dar ese ejemplo es quien han honrado los argentinos para conducir la Nación y debe tener siempre los pies sobre la tierra, moverse con la humildad que los argentinos requieren y tener cierta capacidad de autocrítica.
Pero después todos los sectores de la sociedad, empresarios, periodistas, sindicalistas, es muy difícil acertar en todo, y es muy difícil a veces escaparse de las pasiones cotidianas, pero creo que la maduración de la dirigencia argentina paulatinamente se está viendo, y estoy seguro de que en los próximos años los debates que va a tener la sociedad, que va a poder presenciar el conjunto de los argentinos, van a ser por propuestas, ideas, se va a salir de ese chabacanismo corto que tanto daño y a veces tanto desaliento le trae a ciertos sectores de la sociedad.
Tuvimos presente que para reconciliar al Estado con esa sociedad cada vez más exigente debíamos dejar atrás la exclusión, derrotar la pobreza y poner en marcha ese modelo productivo que es esencial y central.
El camino de aquella Argentina postrada a esta lucha por crecer y sostener su crecimiento no está exento de peligros y acechanzas. Los que se favorecían con el antiguo estado de las cosas están allí, esperando que esta nueva esperanza se frustre.
La Argentina de la violación de los derechos humanos, la de la justicia con impunidad para el poderoso, la del cierre de fábricas y destrucción del aparato productivo, la de la corrupción estructural, la del empobrecimiento constante de los sectores medios, la de la marginalidad y la exclusión social, la de la concentración económica y la del endeudamiento eterno todavía acecha y festeja cualquier dificultad.
Sólo venceremos la resistencia de esos nostálgicos del viejo orden aportando a construir la Argentina del desarrollo con consenso social e intersectorial; la Argentina del crecimiento con inclusión social y con pleno respeto a la justicia y a los derechos humanos. Esa Argentina se logrará poniéndose por encima de cualquier interés sectorial o corporativo, avanzando hacia la integración regional y hacia una inteligente inserción en el mundo actual. Tenemos que avanzar en un modelo argentino que ponga el acento en una distribución más equitativa del ingreso, que utilice intensivamente la inteligencia, el conocimiento, la capacidad de trabajo de nuestra gente, agregando calidad y valor a nuestra producción, favoreciendo la articulación y complementación de los sectores públicos y privados. En ese modelo, crear trabajo y ganar dinero en forma honesta debe lograr reconocimiento social. Ese modelo de empresario, de emprendedor argentino, que debe actuar con absoluta responsabilidad.
Desde esa perspectiva, que no niega que falta todavía andar mucho, que subsisten problemas, que es necesario también mejorar mucho, pulir errores y no caer en el error de la soberbia, en el pensamiento único o en el triunfalismo, y en función de los logros ya obtenido, la cosa puede analizarse en su correcta dimensión.
Como analizábamos con nuestra ministra de Economía y nuestro jefe de Gabinete, nuestro país está transitando el quinto año consecutivo de crecimiento a tasas cercanas al 9 por ciento. Todos sabemos que si logramos instalar definitivamente el crecimiento en la Argentina a tasas de 3 o 4 por ciento, si esta Argentina crece durante 15 ó 20 años consecutivos, independientemente de quien tenga la iniciativa temporal en la conducción del Estado, estaremos ante la Argentina que nos merecemos.
El producto per cápita supera ya un 5 por ciento del piso más alto de la convertibilidad, marcando una mejoría en el nivel de vida de los argentinos. Se movilizó la enorme masa de recursos productivos ociosos y se produjo una fuerte recuperación de la tasa de inversión, dando lugar a una ampliación de la dotación de capitales. 25,9 creció la inversión bruta fija de octubre a octubre, según el último dato que tenemos.
Nuestra economía transita hacia un equilibrio de largo plazo, consistente con la restauración de los equilibrios macroeconómicos en los planos fiscal y externo, en la notable recuperación de la actividad y el retorno de la confianza de los agentes económicos.
Hay un hecho que es fundamental, el superávit fiscal primario, el superávit comercial, son elementos centrales que los argentinos deberemos mantener definitivamente, porque los argentinos venimos tratando de cuidarnos de una adicción, y como adictos siempre estamos a las puertas de recuperar esa adicción. Ya sabemos adonde nos llevó la teoría del déficit fiscal permanente. En este mes de octubre tuvimos un superávit fiscal de 2.142 millones, superando ya en el 8,84 aproximadamente el superávit fiscal previsto para todo el año. Es un 3,2 del producto más las provincias un 3,60.
Cuando discutíamos con el Fondo, discusiones que parecen lejanas, en el año 2003 decíamos que el 3 por ciento del producto de aquel momento, ha crecido más del 40 por ciento, y seguimos con un superávit fiscal que está rondando el 3,6.
Esto es muy importante, igual que el superávit comercial. Han crecido el 25 por ciento las exportaciones, el 30 por ciento las importaciones, tenemos un 15 por ciento de superávit comercial, unos 10.200 millones de dólares, que también son tremendamente importantes para consolidar el perfil de una Argentina autónoma en la globalización.
Les decía a ustedes que para que tomen dimensión de cómo cuidamos el superávit fiscal primario lo comparen con el de octubre. Si hacemos un ejercicio de memoria, en octubre del año pasado tuvimos 1.000 millones menos que ahora, es decir que de año a año creció el 87,4 el superávit fiscal primario obtenido. Eso significa que se puede hacer inversión pública, se puede hacer obra pública, se pueden mejorar los salarios, la salud, se puede distribuir mejor la riqueza, se puede achicar las brechas, se puede disminuir la pobreza, la desocupación y se puede mantener el superávit fiscal primario. Creo que esto los números lo demuestran con absoluta claridad. (Aplausos)
Acumulado el superávit primario ascendió a 21.238 millones de pesos, superando, al mismo período enero a octubre, en 3.209 millones.
Las erogaciones privadas denotan una mayor incidencia en los gastos de capital, particularmente en obra pública, en detrimento de los gastos corrientes. Esto es muy sano, aumentó la inversión y bajaron los gastos corrientes. Es decir que poquito a poquito vamos administrando paulatinamente mejor.
En materia de reservas superamos los niveles previos al pago de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Cuando nos tocó asumir el gobierno teníamos aproximadamente entre 7.000 y 8.000 millones de dólares de reservas, veníamos de una situación muy difícil. A mi siempre me gustó tener solidez, cuando me tocó administrar mi provincia así lo hice y debo haber sido el único gobernador que recibió los fondos de regalías mal liquidadas, los guardó, los administró, los tiene el actual gobierno, están a disposición de todos y me criticaron por guardarlos, ahorrarlos y administrarlos, otros no se sabe en qué los gastaron y siguen hablando. (Aplausos)
Esta es la realidad. Por otros rubros también se recibió dinero, pero si vamos a las provincias que recibimos fondos por regalías mal liquidadas sería muy importante, así como nosotros tuvimos que rendir en el caso de Santa Cruz cuando me tocó ser gobernador y lo hicieron los posteriores gobernadores hasta el último centavo de la administración, sería muy importante que todos, porque hace a la salud de la República, lo hagan. Tanto que les interesa a algunos sectores de la información investigar en todos estos temas, gustaría ver algún periodista que investigue cómo se gastaron todos estos fondos en las otras provincias, se llevarían una ingrata sorpresa de cómo prácticamente se dilapidaron y en algunos casos se malversaron. No pudieron ahorrar nada, se endeudaron mucho más, y nadie fue a ver por qué se endeudaron mucho más o por qué los fondos no están. En mi provincia ahí están, por eso puedo hablar con toda la autoridad moral que corresponde.
Siempre me gustó ahorrar, cuidar, dar solidez, porque creo que no hay mayor progresismo que generar confianza en una Argentina como la nuestra. Muchos me preguntaban “¿por qué discute con los empresarios cuando va afuera?” Señores, yo salí a dos meses de haber asumido el Gobierno, habíamos roto todos los contratos, habíamos perdido previsibilidad, nadie creía en nada a los argentinos, y bueno, yo de alguna forma tenía que terminar, salir de las reuniones, buscar la forma, ¿qué les iba a decir con dos meses de Gobierno? Era muy difícil, porque ustedes saben, es una experiencia que yo tuve, que cuando uno asume el gobierno al otro día le caen todas las piedras sobre la espalda y a caminar, y hay que caminar.
Sobre mis espaldas cayó la devaluación asimétrica profunda e indiscutible que se llevó adelante, que más allá de las modificaciones naturales había que hacer, cayó el fracaso del modelo de la convertibilidad, cayó el fracaso de los gobiernos que nos antecedieron, y nosotros tuvimos que salir a hacer frente con un gabinete que tuvimos que armar en una semana, ponernos al frente del país y salir a discutir con el mundo, prácticamente indefensos, y lo hicimos, lo hicimos con absoluta convicción.
Yo les puedo asegurar que cuando en diciembre del año pasado cancelamos la deuda del Fondo Monetario y terminamos con esta historia, con las famosas visitas, que viene el Fondo, que hay que hacer lo que dice el Fondo, esas cosas que nos pasan a los argentinos a veces, que pareciera ser que nunca tenemos el coraje o la decisión, o que siempre no tenemos razón. Aplicamos durante años las políticas del Fondo, miren cómo nos fue a los argentinos, o no se levantan más tranquilos ustedes sabiendo que ya no va a caer ninguna comisión de iluminados a decirnos qué es lo que tenemos que hacer en la Argentina, y lo que hacemos en la Argentina es responsabilidad de los argentinos porque hemos recuperado nuestra capacidad de decisión. (Aplausos). Esto fue muy importante, le pagamos al Fondo y decían “la Argentina se va a quedar sin reservas, queda al borde de situaciones…”. Argentinos, entre todos, porque es la realidad, ayer teníamos 30.010 millones, hoy tenemos 30.070 millones de dólares de reservas que logramos todos los argentinos, lo cual nos permite paulatinamente ir pensando y consolidando un proyecto estratégico, esto es muy importante.
Hay que seguir consolidándolo, no como meta única, pero sí definitivamente como una solvencia. ¿Se imaginan ustedes? Superávit fiscal primario, superávit comercial, reservas por más de 30 mil millones de dólares en este momento, reconversión de toda la deuda privada. También decían que estábamos absolutamente locos, me trataban a mí como el más intransigente, había algunos funcionarios del equipo, amigos que me decían “vayamos y negociemos por el 40 o 50 de la deuda” “este muchacho está loco”; nos pusimos firmes y por primera vez logramos una quita de 70 mil millones de dólares que nos permitió reconvertir la deuda privada y hacer viable la Argentina. Reconversión de la deuda privada, pago al Fondo también son dos elementos fundamentales que se agregan al superávit fiscal primario, al superávit comercial y, por supuesto, a las reservas que tenemos.
Es evidente que este nivel de reservas nos preservó de las turbulencias financieras. Se terminó el efecto México, el efecto asiático, ¿se acuerdan? “Se nos iban las reservas por esto, por aquello, por el sentido de dependencia que teníamos. Ese modelo de país de servicio, sin industria, sin obra pública que se había llevado adelante, un modelo absolutamente dependiente y excluyente.
Esta política ha disminuido el riesgo del país, disminuye el costo del financiamiento para empresas y familias, como para el Gobierno garantiza la estabilidad macroeconómica y preserva la independencia financiera. El mundo ha tomado nota de los riesgos de la globalización, de la falta de un pensamiento internacional con fines contracíclicos y asume la necesidad de acumulación de reservas. Así las reservas internacionales de los bancos centrales crecieron más del 200 por ciento en el último decenio, mientras que en la Argentina, pagando a todos los que les pagamos, hemos logrado triplicar el volumen de reservas apenas en los últimos cuatro años. Adicionalmente, ese incremento no es la contracara de ningún endeudamiento, como en el pasado, sino el saldo de un gigantesco proceso de desendeudamiento que tiene la Argentina.
Nosotros estamos absolutamente convencidos, yo les iba anunciado a ustedes cómo fuimos logrando las distintas metas. Hace pocas horas se anunció que la desocupación llegó al 10.2, con un mayor crecimiento de la tasa de empleo, es decir que si tuviéramos la tasa de empleo de cuando empezamos a gobernar, la desocupación estaría en el 8.4 o en el 8.7.
Ha disminuido fuertemente la demanda de planes sociales y salen 1.500 personas por día de la pobreza en la Argentina. Cuando nos tocó empezar a gobernar la Argentina teníamos el 57 por ciento de pobreza, hoy tenemos, en el último dato y sabemos que ha bajado, el 31.8, hemos bajado 26 puntos. Teníamos el 27 por ciento de indigencia, tenemos el 11.2, 11.4. Teníamos el 27 por ciento de desocupación, en la primera medición el 20.3, y ahora prácticamente la mitad, el 10.2.
Este es un esfuerzo que hicimos entre todos los argentinos, pero entonces desocupación, indigencia, pobreza, superávit fiscal primario, superávit comercial, reservas, desendeudamiento, reconversión de la deuda privada, pago al Fondo, son elementos centrales que vertebran la estructuración de políticas que trascienden lo coyuntural y se convierten fuertemente en un modelo estratégico. Esto lo hemos ido logrando y avanzando entre todos los argentinos.
Merece ser destacado que de cada diez asalariados nuevos, nueve son registrados, dando la pauta de que en la Argentina crece el empleo decente, el empleo digno. El salario mínimo, otra conquista importantísima, es ya de 800 pesos. El poder adquisitivo de los salarios registró un crecimiento del 55.2, en la conjugación de estos dos factores bajamos la pobreza, como ya lo expliqué, a los niveles que recién enuncié.
A lo largo de los últimos 25 años nuestro país sufrió un proceso de profunda concentración del ingreso, con su consecuente inequidad y su resultado de exclusión. Podemos decir hoy que tres décadas atrás el 20 por ciento más pobre recibía el 7.7 por ciento del ingreso nacional, esa es la cifra actual para Canadá; en octubre del 2001 se recibía sólo el 2.8 por ciento. Hemos iniciado una recuperación, ya los indicadores de ingreso per cápita familiar evidencian mejorías como las que marcábamos al comienzo, sobre la base de la expansión del nivel de actividad, una variación interanual del 9.2, aumento en los niveles de empleo y reducción del número de desocupados. Se cae rápido y profundo, y ustedes saben que se sube lento y trabajosamente, y cualquier error que se vuelve a cometer se cae mucho más fácil.
El sector de la construcción, como bien se ha recibido en la jornada de hoy, tiene el doble de empresas, duplicó su participación en el PBI, triplicó el consumo de cemento y cuadriplicó la cantidad de trabajadores formales, creo que están llegando a 400 mil libretas y, si hacemos un buen control de trabajo informal, no tengo ninguna duda que va a bajar la desocupación y esas 400 mil libretas van a ser superadas rápidamente.
Hasta fines del 2005, de los 40.2 puntos que creció el PBI, más del 15 por ciento fue aportado por este sector, el de la construcción; que lo tengan en cuenta todos los argentinos, para aquellos que dicen que es un gasto improductivo, del 40.2 del crecimiento el 15 por ciento lo aportó el sector de la construcción, esto debe ser escuchado por todos los argentinos. Durante este año, casi un sexto del crecimiento se explica por esta actividad. Dentro de la industria de la construcción más del 40 por ciento fue consecuencia de la llamada construcción reproductiva, que es la que genera mayor capacidad de producción futura. Juntos, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, esta Cámara Argentina de la Construcción y la UOCRA, capacitaron a más de 40.000 personas desde el año 2004, con una inversión superior a los 15 millones de pesos, dando respuesta a la necesidad de mano de obra y de mayor calificación.
Estos indicadores demuestran la consolidación del sector de la construcción como un motor de crecimiento, no son el producto de la casualidad y de las fuerzas del mercado, por el contrario, son el fruto del esfuerzo conjunto de las empresas, del Gobierno y de la sociedad, y representan un ejemplo de la exitosa articulación entre el Estado y el mercado. El Estado cumpliendo su rol promotor y regulando como corresponde, con reglas claras y transparentes; el sector privado apostando por el país, realizando inversiones, obteniendo rentabilidad y generando trabajo de calidad.
Aspiramos a que los empresarios argentinos se consoliden, tenemos que terminar con la mezquina idea, con esa envidia que nos carcomió durante tanto tiempo, que cuando alguien nos ponemos algunos mal. Es fundamental que definitivamente los empresarios argentinos tengan rentabilidad y se consoliden como verdaderos dueños y administradores del capital nacional privado, como una forma de la consolidación de la nueva estructura que la sociedad argentina necesita.
Para apuntalar el crecimiento de la economía el Estado se ha involucrado y ha invertido crecientemente en generar la infraestructura que por años se fue deteriorando. No voy a decir lo que deben haber dicho ya el señor ministro de Planificación, el señor secretario de Obras Públicas y la Ministra respecto al número de obras construidas, viviendas, establecimientos escolares, obras hídricas, rutas, hospitales, a un país cuando se llega para invertir se mira todo esto, si hay rutas, si hay aeropuerto, si hay hospital, qué infraestructura tiene, cuando se va a un lugar turístico se mira lo mismo.
Es decir que nosotros estábamos en una situación prácticamente lamentable. Hoy, no digo que estamos bien, pero estamos empezando a salir de una situación muy difícil, de poder darle a este país la infraestructura que necesita. Pero cuánto falta, a cada lugar que voy, cuánto falta, porque inclusive de la propia ciudadanía, cuando ve que las cosas se empiezan a hacer, surge la demanda para que se hagan con mayor rapidez. Estamos actuando con los recursos que tenemos y a la mayor rapidez que podemos, pero es evidente que hay un montón de asignaturas pendientes para tener la Argentina que nos merecemos y queremos brindar a los argentinos y al mundo.
Si ustedes me permiten les quiero hacer un profundo agradecimiento. Me tocó hablar en esta Cámara como gobernador, en momentos muy difíciles, y coincidimos en muchísimas cosas. Quiero agradecerles que en ese momento hayan tenido la deferencia de invitar a un gobernador de una provincia tan lejana.
Me tocó venir paulatinamente como Presidente en distintas oportunidades, y esta vez quería volver a estar presente, porque quiero reconocer a los trabajadores del sector y a los empresarios del sector el tremendo esfuerzo y la credibilidad que han tenido hacia las políticas implementadas. No hay duda que ustedes son la síntesis de la dinámica global de un país que cambia y se transforma paulatinamente.
Bien dijo el presidente de la Cámara de la Construcción, nuestro amigo Wagner, que es evidente que tenemos que dar certeza, que tenemos que dar previsibilidad, tenemos que avanzar en forma paulatina, tenemos que consolidar la credibilidad de una Argentina seria. La pérdida de certeza, de previsibilidad y de credibilidad que hemos tenido, interna y externamente, no se recupera en un minuto por una actitud voluntarista, nos va a llevar tiempo construirla, y para eso vamos a necesitar una dirigencia política, una dirigencia gremial y empresarial, moderna, que actúe más allá de cualquier cuestión circunstancial o demagógica; terminar con una clase de dirigentes políticos, de la cual yo vengo y formo parte también, que están más preocupados en ver cuál es la frase más inteligente que pueden decir; o de qué manera pueden decir algo que los diferencia, pero de última no dicen nada; o de qué manera están para el spot publicitario; o de qué manera demuestran sus distintas banalidades; o de qué manera hace leyes que son incumplibles, pero para tratar de quedar bien las tratan de llevar adelante o que duerman mil años en los archivos, lo importante es decir yo fui el autor de tal proyecto.
Es decir, salir de la construcción y del pensamiento individual, para pasar a la construcción colectiva, que es lo que necesita la Argentina. Todos, me incluyo yo también, necesitamos dar esos pasos de madurez y de responsabilidad. Dios quiera que los argentinos lo estemos comprendiendo, porque allí ya va a dejar de ser un problema quién gobierna o quién no gobierna este país, se irán dando, de acuerdo a la voluntad popular, distintas administraciones, pero el mundo sabrá que definitivamente los argentinos entramos en la senda de la madurez, de la responsabilidad, de entender que nadie es imprescindible, más allá de la actitud y la voluntad de que todos somos necesarios.
Lo digo con absoluta claridad, había tiempos en que en la Argentina estaban todos angustiados si cambiaban el ministro de Economía, ¿se acuerdan ustedes?, se votaron leyes hasta los días domingo, leyes impresentables para la historia, no las quiero
enumerar, una de ellas es la de Subversión Económica, pero de tantas otras podemos hablar, para tratar de superar supuestamente ciertas coyunturas o para tratar de mantener ciertas políticas, o si se va tal ministro o tal cosa el país se cae. Se terminó la época del fundamentalismo y de la imprevisibilidad, la construcción colectiva es fundamental.
Todos debemos saber que somos pasantes de la historia, nos toca vivir un tiempo, tratemos de honrar ese tiempo con la mayor eficacia, la mayor puesta de todos nuestros conocimientos y la mayor humildad, entender que a cada uno le toca cumplir esa etapa histórica, lo importante es que después por lo menos, cuando llega la hora de que venga el otro, uno pueda dormir con la tranquilidad de que hizo todo lo que podía hacer para que nuestra amada Argentina esté un poquito mejor, paulatinamente mejor y mejor, creciendo día a día y en forma cotidiana. No hay mejoramientos milagrosos, ya lo sabemos. (Aplausos)
La Argentina que nosotros estamos construyendo en esta etapa de la historia tiene estos parámetros que les decía: desendeudamiento, la reconversión de la deuda privada como lo hicimos, el pago al Fondo, superávit fiscal, superávit primario, disminución de la indigencia, de la pobreza, de la desocupación, disminución de la brecha entre los que más ganan y los que menos ganan, que lo hemos logrado ostensiblemente en este último tiempo; la consolidación de un país industrial, la consolidación de un campo productivo con desarrollo industrial también, insertarnos en el mundo, insertarnos en la política del MERCOSUR, movernos en el mundo con autonomía en la globalización, abrir todos los mercados del mundo y entender que se pueden combinar políticas de fuerte consumo con políticas exportadoras, porque esa síntesis nos permite realizarnos a todos los argentinos.
Lo importante es que hagamos una Argentina para todos los argentinos, una Argentina que sea respetada, una Argentina que todo el mundo sepa que cuando, interna o externamente, dice vamos a llevar adelante este tema tiene la voluntad de cumplir con lo que dice y lo cumple, porque eso nos va a llevar a resolver muchísimas de las asignaturas pendientes que tenemos.
Muchísimas gracias, muchas gracias por la paciencia y por haber compartido este momento, a vuestras órdenes.
Me interesa marcar la diferencia que existe entre dedicarnos a este tema, el de cómo dar sustentabilidad a nuestro crecimiento, con los esfuerzos que años atrás debíamos realizar para convencer al mayor número posible de argentinos de que la obra pública, el dinero dedicado a crear trabajo y mejorar las oportunidades, no era un gasto sino una inversión. Aún hoy se sigue pensando en muchos análisis que hacen algunos economistas, que la inversión en obra pública es un gasto y lo analizan como gasto y no como inversión. Creo que definitivamente la evolución del proceso argentino merece un proceso de reanálisis de quienes analizan así, para darse cuenta de que la obra pública, la inversión en infraestructura en la Argentina, no sólo fue una gran generadora de mano de obra, de inclusión social, sino que ha generado nuevamente una inversión en infraestructura que nos que nos está posibilitando reconstruir n país que estaba absolutamente destruido. Por eso reafirmo el concepto y la filosofía, que creo es ya para todos los argentinos, porque basta recorrer la Argentina para ver que gracias a Dios se ha comprendido con claridad, y es hora de que esto sea entendido globalmente, de que la obra pública, la inversión pública, es fundamentalmente un elemento de reconversión, de crecimiento económico y de calidad de país, y no un gasto público improductivo, como durante mucho tiempo algunos pensadores quisieron instalar. (Aplausos)
Esta diferencia que podemos llamar semántica expresa en su propia dimensión cuánto hemos mejorado en este tiempo. Me tocó completar el mandato del ex Presidente doctor De la Rua y avanzamos en el ejercicio del que constitucionalmente nos compete, hasta finalizar el 10 de diciembre de 2007.
Decía nuestro amigo presidente de la Cámara algo muy certero, algo que dijo con mucha claridad y simpleza y que yo siempre digo, pero no es meramente enunciativo; yo digo que el 10 de diciembre de 2007 espero, esperamos poder anunciarle al pueblo argentino que hemos salido del infierno y entramos en el purgatorio. Y allí viene la profundización del gran debate nacional que nos va a determinar concretar políticas de Estado, políticas de inversión. Para eso vamos a trabajar fuertemente y hemos generado un espacio muy fuerte a la agenda de inversión y hemos puesto allí a la prestigiosa economista Beatriz Nofal para preparar cómo afrontamos con políticas estratégicas decididamente la salida del infierno, porque si no nos vamos a quedar en políticas coyunturales y ustedes saben que a la puerta de un infierno está el otro infierno, entonces tenemos que resolver con absoluta corrección la construcción hacia políticas de Estado desde este paso hacia el purgatorio que vamos a dar. (Aplausos)
Todos nosotros sabemos que hemos perdido la autoestima durante mucho tiempo los argentinos, no solamente en el área que hoy tenemos la posibilidad de estar nuevamente juntos hoy aquí, siempre los argentinos somos sinónimo de que no podemos hacer las cosas, de que nos salen mal porque somos argentinos. Yo he visto una paulatina recuperación de la autoestima, he visto con la calidad que trabajan las empresas constructoras argentinas, cómo trabaja el obrero de la construcción argentino, la calidad que tiene, la aparición de más de 10.000 empresas en todo el país. Y el aferrarnos a convicciones para hacer un país, no vale ganar de cualquier manera, vale y en muy importante concretar las convicciones, la visión, la intuición de país que nosotros queremos. Por eso consideramos fundamental consolidar la recuperación de la autoestima, que los argentinos nos empecemos a autovalorar como corresponde, no a sobrevalorar cuando nos agarra el exitismo y ya nos creemos los mejores del mundo, pero sí entender que tenemos una calidad humana, un elemento humano en la Argentina de alta calidad que es respetado por todo el mundo y que es muy importante cuando se miden las inversiones y cuando se miden las posibilidades de Argentina en el concierto internacional. El recurso humano es fundamental, por eso la recuperación de la autoestima en ese aspecto es fundamental.
Hemos tenido siempre muy claro que los fuegos de protesta de fines de 2001 expresaban un reclamo ciudadano que interpelaba a la democracia para la construcción de un proyecto de país que nos contenga a todos y no a unos pocos con poder concentrado. Sabemos que se reclamó por un modelo político y económico que regenere la calidad institucional, que ponga fin al abuso, a la corrupción y a la concentración excesiva de la riqueza.
Tuvimos presente que para reconciliar al Estado con esa sociedad cada vez más exigente debíamos dejar atrás la exclusión, derrotar la pobreza, poner en marcha un país productivo y recuperar el trabajo como única forma de desarrollo digno en el mundo actual y futuro. Con los oídos atentos a las demandas del pueblo, con una capacidad de autocrítica permanente, entender que somos falibles y somos seres humanos, que nos equivocamos y que nadie puede acertar en todo. Como incluso aquellos que analizan la realidad, obviamente tampoco aciertan en todo. Creo que es muy importante para consolidar el punto de inflexión de la nueva Argentina que todos nos demos cuenta que somos falibles. Por supuesto el primero que tiene que dar ese ejemplo es quien han honrado los argentinos para conducir la Nación y debe tener siempre los pies sobre la tierra, moverse con la humildad que los argentinos requieren y tener cierta capacidad de autocrítica.
Pero después todos los sectores de la sociedad, empresarios, periodistas, sindicalistas, es muy difícil acertar en todo, y es muy difícil a veces escaparse de las pasiones cotidianas, pero creo que la maduración de la dirigencia argentina paulatinamente se está viendo, y estoy seguro de que en los próximos años los debates que va a tener la sociedad, que va a poder presenciar el conjunto de los argentinos, van a ser por propuestas, ideas, se va a salir de ese chabacanismo corto que tanto daño y a veces tanto desaliento le trae a ciertos sectores de la sociedad.
Tuvimos presente que para reconciliar al Estado con esa sociedad cada vez más exigente debíamos dejar atrás la exclusión, derrotar la pobreza y poner en marcha ese modelo productivo que es esencial y central.
El camino de aquella Argentina postrada a esta lucha por crecer y sostener su crecimiento no está exento de peligros y acechanzas. Los que se favorecían con el antiguo estado de las cosas están allí, esperando que esta nueva esperanza se frustre.
La Argentina de la violación de los derechos humanos, la de la justicia con impunidad para el poderoso, la del cierre de fábricas y destrucción del aparato productivo, la de la corrupción estructural, la del empobrecimiento constante de los sectores medios, la de la marginalidad y la exclusión social, la de la concentración económica y la del endeudamiento eterno todavía acecha y festeja cualquier dificultad.
Sólo venceremos la resistencia de esos nostálgicos del viejo orden aportando a construir la Argentina del desarrollo con consenso social e intersectorial; la Argentina del crecimiento con inclusión social y con pleno respeto a la justicia y a los derechos humanos. Esa Argentina se logrará poniéndose por encima de cualquier interés sectorial o corporativo, avanzando hacia la integración regional y hacia una inteligente inserción en el mundo actual. Tenemos que avanzar en un modelo argentino que ponga el acento en una distribución más equitativa del ingreso, que utilice intensivamente la inteligencia, el conocimiento, la capacidad de trabajo de nuestra gente, agregando calidad y valor a nuestra producción, favoreciendo la articulación y complementación de los sectores públicos y privados. En ese modelo, crear trabajo y ganar dinero en forma honesta debe lograr reconocimiento social. Ese modelo de empresario, de emprendedor argentino, que debe actuar con absoluta responsabilidad.
Desde esa perspectiva, que no niega que falta todavía andar mucho, que subsisten problemas, que es necesario también mejorar mucho, pulir errores y no caer en el error de la soberbia, en el pensamiento único o en el triunfalismo, y en función de los logros ya obtenido, la cosa puede analizarse en su correcta dimensión.
Como analizábamos con nuestra ministra de Economía y nuestro jefe de Gabinete, nuestro país está transitando el quinto año consecutivo de crecimiento a tasas cercanas al 9 por ciento. Todos sabemos que si logramos instalar definitivamente el crecimiento en la Argentina a tasas de 3 o 4 por ciento, si esta Argentina crece durante 15 ó 20 años consecutivos, independientemente de quien tenga la iniciativa temporal en la conducción del Estado, estaremos ante la Argentina que nos merecemos.
El producto per cápita supera ya un 5 por ciento del piso más alto de la convertibilidad, marcando una mejoría en el nivel de vida de los argentinos. Se movilizó la enorme masa de recursos productivos ociosos y se produjo una fuerte recuperación de la tasa de inversión, dando lugar a una ampliación de la dotación de capitales. 25,9 creció la inversión bruta fija de octubre a octubre, según el último dato que tenemos.
Nuestra economía transita hacia un equilibrio de largo plazo, consistente con la restauración de los equilibrios macroeconómicos en los planos fiscal y externo, en la notable recuperación de la actividad y el retorno de la confianza de los agentes económicos.
Hay un hecho que es fundamental, el superávit fiscal primario, el superávit comercial, son elementos centrales que los argentinos deberemos mantener definitivamente, porque los argentinos venimos tratando de cuidarnos de una adicción, y como adictos siempre estamos a las puertas de recuperar esa adicción. Ya sabemos adonde nos llevó la teoría del déficit fiscal permanente. En este mes de octubre tuvimos un superávit fiscal de 2.142 millones, superando ya en el 8,84 aproximadamente el superávit fiscal previsto para todo el año. Es un 3,2 del producto más las provincias un 3,60.
Cuando discutíamos con el Fondo, discusiones que parecen lejanas, en el año 2003 decíamos que el 3 por ciento del producto de aquel momento, ha crecido más del 40 por ciento, y seguimos con un superávit fiscal que está rondando el 3,6.
Esto es muy importante, igual que el superávit comercial. Han crecido el 25 por ciento las exportaciones, el 30 por ciento las importaciones, tenemos un 15 por ciento de superávit comercial, unos 10.200 millones de dólares, que también son tremendamente importantes para consolidar el perfil de una Argentina autónoma en la globalización.
Les decía a ustedes que para que tomen dimensión de cómo cuidamos el superávit fiscal primario lo comparen con el de octubre. Si hacemos un ejercicio de memoria, en octubre del año pasado tuvimos 1.000 millones menos que ahora, es decir que de año a año creció el 87,4 el superávit fiscal primario obtenido. Eso significa que se puede hacer inversión pública, se puede hacer obra pública, se pueden mejorar los salarios, la salud, se puede distribuir mejor la riqueza, se puede achicar las brechas, se puede disminuir la pobreza, la desocupación y se puede mantener el superávit fiscal primario. Creo que esto los números lo demuestran con absoluta claridad. (Aplausos)
Acumulado el superávit primario ascendió a 21.238 millones de pesos, superando, al mismo período enero a octubre, en 3.209 millones.
Las erogaciones privadas denotan una mayor incidencia en los gastos de capital, particularmente en obra pública, en detrimento de los gastos corrientes. Esto es muy sano, aumentó la inversión y bajaron los gastos corrientes. Es decir que poquito a poquito vamos administrando paulatinamente mejor.
En materia de reservas superamos los niveles previos al pago de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Cuando nos tocó asumir el gobierno teníamos aproximadamente entre 7.000 y 8.000 millones de dólares de reservas, veníamos de una situación muy difícil. A mi siempre me gustó tener solidez, cuando me tocó administrar mi provincia así lo hice y debo haber sido el único gobernador que recibió los fondos de regalías mal liquidadas, los guardó, los administró, los tiene el actual gobierno, están a disposición de todos y me criticaron por guardarlos, ahorrarlos y administrarlos, otros no se sabe en qué los gastaron y siguen hablando. (Aplausos)
Esta es la realidad. Por otros rubros también se recibió dinero, pero si vamos a las provincias que recibimos fondos por regalías mal liquidadas sería muy importante, así como nosotros tuvimos que rendir en el caso de Santa Cruz cuando me tocó ser gobernador y lo hicieron los posteriores gobernadores hasta el último centavo de la administración, sería muy importante que todos, porque hace a la salud de la República, lo hagan. Tanto que les interesa a algunos sectores de la información investigar en todos estos temas, gustaría ver algún periodista que investigue cómo se gastaron todos estos fondos en las otras provincias, se llevarían una ingrata sorpresa de cómo prácticamente se dilapidaron y en algunos casos se malversaron. No pudieron ahorrar nada, se endeudaron mucho más, y nadie fue a ver por qué se endeudaron mucho más o por qué los fondos no están. En mi provincia ahí están, por eso puedo hablar con toda la autoridad moral que corresponde.
Siempre me gustó ahorrar, cuidar, dar solidez, porque creo que no hay mayor progresismo que generar confianza en una Argentina como la nuestra. Muchos me preguntaban “¿por qué discute con los empresarios cuando va afuera?” Señores, yo salí a dos meses de haber asumido el Gobierno, habíamos roto todos los contratos, habíamos perdido previsibilidad, nadie creía en nada a los argentinos, y bueno, yo de alguna forma tenía que terminar, salir de las reuniones, buscar la forma, ¿qué les iba a decir con dos meses de Gobierno? Era muy difícil, porque ustedes saben, es una experiencia que yo tuve, que cuando uno asume el gobierno al otro día le caen todas las piedras sobre la espalda y a caminar, y hay que caminar.
Sobre mis espaldas cayó la devaluación asimétrica profunda e indiscutible que se llevó adelante, que más allá de las modificaciones naturales había que hacer, cayó el fracaso del modelo de la convertibilidad, cayó el fracaso de los gobiernos que nos antecedieron, y nosotros tuvimos que salir a hacer frente con un gabinete que tuvimos que armar en una semana, ponernos al frente del país y salir a discutir con el mundo, prácticamente indefensos, y lo hicimos, lo hicimos con absoluta convicción.
Yo les puedo asegurar que cuando en diciembre del año pasado cancelamos la deuda del Fondo Monetario y terminamos con esta historia, con las famosas visitas, que viene el Fondo, que hay que hacer lo que dice el Fondo, esas cosas que nos pasan a los argentinos a veces, que pareciera ser que nunca tenemos el coraje o la decisión, o que siempre no tenemos razón. Aplicamos durante años las políticas del Fondo, miren cómo nos fue a los argentinos, o no se levantan más tranquilos ustedes sabiendo que ya no va a caer ninguna comisión de iluminados a decirnos qué es lo que tenemos que hacer en la Argentina, y lo que hacemos en la Argentina es responsabilidad de los argentinos porque hemos recuperado nuestra capacidad de decisión. (Aplausos). Esto fue muy importante, le pagamos al Fondo y decían “la Argentina se va a quedar sin reservas, queda al borde de situaciones…”. Argentinos, entre todos, porque es la realidad, ayer teníamos 30.010 millones, hoy tenemos 30.070 millones de dólares de reservas que logramos todos los argentinos, lo cual nos permite paulatinamente ir pensando y consolidando un proyecto estratégico, esto es muy importante.
Hay que seguir consolidándolo, no como meta única, pero sí definitivamente como una solvencia. ¿Se imaginan ustedes? Superávit fiscal primario, superávit comercial, reservas por más de 30 mil millones de dólares en este momento, reconversión de toda la deuda privada. También decían que estábamos absolutamente locos, me trataban a mí como el más intransigente, había algunos funcionarios del equipo, amigos que me decían “vayamos y negociemos por el 40 o 50 de la deuda” “este muchacho está loco”; nos pusimos firmes y por primera vez logramos una quita de 70 mil millones de dólares que nos permitió reconvertir la deuda privada y hacer viable la Argentina. Reconversión de la deuda privada, pago al Fondo también son dos elementos fundamentales que se agregan al superávit fiscal primario, al superávit comercial y, por supuesto, a las reservas que tenemos.
Es evidente que este nivel de reservas nos preservó de las turbulencias financieras. Se terminó el efecto México, el efecto asiático, ¿se acuerdan? “Se nos iban las reservas por esto, por aquello, por el sentido de dependencia que teníamos. Ese modelo de país de servicio, sin industria, sin obra pública que se había llevado adelante, un modelo absolutamente dependiente y excluyente.
Esta política ha disminuido el riesgo del país, disminuye el costo del financiamiento para empresas y familias, como para el Gobierno garantiza la estabilidad macroeconómica y preserva la independencia financiera. El mundo ha tomado nota de los riesgos de la globalización, de la falta de un pensamiento internacional con fines contracíclicos y asume la necesidad de acumulación de reservas. Así las reservas internacionales de los bancos centrales crecieron más del 200 por ciento en el último decenio, mientras que en la Argentina, pagando a todos los que les pagamos, hemos logrado triplicar el volumen de reservas apenas en los últimos cuatro años. Adicionalmente, ese incremento no es la contracara de ningún endeudamiento, como en el pasado, sino el saldo de un gigantesco proceso de desendeudamiento que tiene la Argentina.
Nosotros estamos absolutamente convencidos, yo les iba anunciado a ustedes cómo fuimos logrando las distintas metas. Hace pocas horas se anunció que la desocupación llegó al 10.2, con un mayor crecimiento de la tasa de empleo, es decir que si tuviéramos la tasa de empleo de cuando empezamos a gobernar, la desocupación estaría en el 8.4 o en el 8.7.
Ha disminuido fuertemente la demanda de planes sociales y salen 1.500 personas por día de la pobreza en la Argentina. Cuando nos tocó empezar a gobernar la Argentina teníamos el 57 por ciento de pobreza, hoy tenemos, en el último dato y sabemos que ha bajado, el 31.8, hemos bajado 26 puntos. Teníamos el 27 por ciento de indigencia, tenemos el 11.2, 11.4. Teníamos el 27 por ciento de desocupación, en la primera medición el 20.3, y ahora prácticamente la mitad, el 10.2.
Este es un esfuerzo que hicimos entre todos los argentinos, pero entonces desocupación, indigencia, pobreza, superávit fiscal primario, superávit comercial, reservas, desendeudamiento, reconversión de la deuda privada, pago al Fondo, son elementos centrales que vertebran la estructuración de políticas que trascienden lo coyuntural y se convierten fuertemente en un modelo estratégico. Esto lo hemos ido logrando y avanzando entre todos los argentinos.
Merece ser destacado que de cada diez asalariados nuevos, nueve son registrados, dando la pauta de que en la Argentina crece el empleo decente, el empleo digno. El salario mínimo, otra conquista importantísima, es ya de 800 pesos. El poder adquisitivo de los salarios registró un crecimiento del 55.2, en la conjugación de estos dos factores bajamos la pobreza, como ya lo expliqué, a los niveles que recién enuncié.
A lo largo de los últimos 25 años nuestro país sufrió un proceso de profunda concentración del ingreso, con su consecuente inequidad y su resultado de exclusión. Podemos decir hoy que tres décadas atrás el 20 por ciento más pobre recibía el 7.7 por ciento del ingreso nacional, esa es la cifra actual para Canadá; en octubre del 2001 se recibía sólo el 2.8 por ciento. Hemos iniciado una recuperación, ya los indicadores de ingreso per cápita familiar evidencian mejorías como las que marcábamos al comienzo, sobre la base de la expansión del nivel de actividad, una variación interanual del 9.2, aumento en los niveles de empleo y reducción del número de desocupados. Se cae rápido y profundo, y ustedes saben que se sube lento y trabajosamente, y cualquier error que se vuelve a cometer se cae mucho más fácil.
El sector de la construcción, como bien se ha recibido en la jornada de hoy, tiene el doble de empresas, duplicó su participación en el PBI, triplicó el consumo de cemento y cuadriplicó la cantidad de trabajadores formales, creo que están llegando a 400 mil libretas y, si hacemos un buen control de trabajo informal, no tengo ninguna duda que va a bajar la desocupación y esas 400 mil libretas van a ser superadas rápidamente.
Hasta fines del 2005, de los 40.2 puntos que creció el PBI, más del 15 por ciento fue aportado por este sector, el de la construcción; que lo tengan en cuenta todos los argentinos, para aquellos que dicen que es un gasto improductivo, del 40.2 del crecimiento el 15 por ciento lo aportó el sector de la construcción, esto debe ser escuchado por todos los argentinos. Durante este año, casi un sexto del crecimiento se explica por esta actividad. Dentro de la industria de la construcción más del 40 por ciento fue consecuencia de la llamada construcción reproductiva, que es la que genera mayor capacidad de producción futura. Juntos, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, esta Cámara Argentina de la Construcción y la UOCRA, capacitaron a más de 40.000 personas desde el año 2004, con una inversión superior a los 15 millones de pesos, dando respuesta a la necesidad de mano de obra y de mayor calificación.
Estos indicadores demuestran la consolidación del sector de la construcción como un motor de crecimiento, no son el producto de la casualidad y de las fuerzas del mercado, por el contrario, son el fruto del esfuerzo conjunto de las empresas, del Gobierno y de la sociedad, y representan un ejemplo de la exitosa articulación entre el Estado y el mercado. El Estado cumpliendo su rol promotor y regulando como corresponde, con reglas claras y transparentes; el sector privado apostando por el país, realizando inversiones, obteniendo rentabilidad y generando trabajo de calidad.
Aspiramos a que los empresarios argentinos se consoliden, tenemos que terminar con la mezquina idea, con esa envidia que nos carcomió durante tanto tiempo, que cuando alguien nos ponemos algunos mal. Es fundamental que definitivamente los empresarios argentinos tengan rentabilidad y se consoliden como verdaderos dueños y administradores del capital nacional privado, como una forma de la consolidación de la nueva estructura que la sociedad argentina necesita.
Para apuntalar el crecimiento de la economía el Estado se ha involucrado y ha invertido crecientemente en generar la infraestructura que por años se fue deteriorando. No voy a decir lo que deben haber dicho ya el señor ministro de Planificación, el señor secretario de Obras Públicas y la Ministra respecto al número de obras construidas, viviendas, establecimientos escolares, obras hídricas, rutas, hospitales, a un país cuando se llega para invertir se mira todo esto, si hay rutas, si hay aeropuerto, si hay hospital, qué infraestructura tiene, cuando se va a un lugar turístico se mira lo mismo.
Es decir que nosotros estábamos en una situación prácticamente lamentable. Hoy, no digo que estamos bien, pero estamos empezando a salir de una situación muy difícil, de poder darle a este país la infraestructura que necesita. Pero cuánto falta, a cada lugar que voy, cuánto falta, porque inclusive de la propia ciudadanía, cuando ve que las cosas se empiezan a hacer, surge la demanda para que se hagan con mayor rapidez. Estamos actuando con los recursos que tenemos y a la mayor rapidez que podemos, pero es evidente que hay un montón de asignaturas pendientes para tener la Argentina que nos merecemos y queremos brindar a los argentinos y al mundo.
Si ustedes me permiten les quiero hacer un profundo agradecimiento. Me tocó hablar en esta Cámara como gobernador, en momentos muy difíciles, y coincidimos en muchísimas cosas. Quiero agradecerles que en ese momento hayan tenido la deferencia de invitar a un gobernador de una provincia tan lejana.
Me tocó venir paulatinamente como Presidente en distintas oportunidades, y esta vez quería volver a estar presente, porque quiero reconocer a los trabajadores del sector y a los empresarios del sector el tremendo esfuerzo y la credibilidad que han tenido hacia las políticas implementadas. No hay duda que ustedes son la síntesis de la dinámica global de un país que cambia y se transforma paulatinamente.
Bien dijo el presidente de la Cámara de la Construcción, nuestro amigo Wagner, que es evidente que tenemos que dar certeza, que tenemos que dar previsibilidad, tenemos que avanzar en forma paulatina, tenemos que consolidar la credibilidad de una Argentina seria. La pérdida de certeza, de previsibilidad y de credibilidad que hemos tenido, interna y externamente, no se recupera en un minuto por una actitud voluntarista, nos va a llevar tiempo construirla, y para eso vamos a necesitar una dirigencia política, una dirigencia gremial y empresarial, moderna, que actúe más allá de cualquier cuestión circunstancial o demagógica; terminar con una clase de dirigentes políticos, de la cual yo vengo y formo parte también, que están más preocupados en ver cuál es la frase más inteligente que pueden decir; o de qué manera pueden decir algo que los diferencia, pero de última no dicen nada; o de qué manera están para el spot publicitario; o de qué manera demuestran sus distintas banalidades; o de qué manera hace leyes que son incumplibles, pero para tratar de quedar bien las tratan de llevar adelante o que duerman mil años en los archivos, lo importante es decir yo fui el autor de tal proyecto.
Es decir, salir de la construcción y del pensamiento individual, para pasar a la construcción colectiva, que es lo que necesita la Argentina. Todos, me incluyo yo también, necesitamos dar esos pasos de madurez y de responsabilidad. Dios quiera que los argentinos lo estemos comprendiendo, porque allí ya va a dejar de ser un problema quién gobierna o quién no gobierna este país, se irán dando, de acuerdo a la voluntad popular, distintas administraciones, pero el mundo sabrá que definitivamente los argentinos entramos en la senda de la madurez, de la responsabilidad, de entender que nadie es imprescindible, más allá de la actitud y la voluntad de que todos somos necesarios.
Lo digo con absoluta claridad, había tiempos en que en la Argentina estaban todos angustiados si cambiaban el ministro de Economía, ¿se acuerdan ustedes?, se votaron leyes hasta los días domingo, leyes impresentables para la historia, no las quiero
enumerar, una de ellas es la de Subversión Económica, pero de tantas otras podemos hablar, para tratar de superar supuestamente ciertas coyunturas o para tratar de mantener ciertas políticas, o si se va tal ministro o tal cosa el país se cae. Se terminó la época del fundamentalismo y de la imprevisibilidad, la construcción colectiva es fundamental.
Todos debemos saber que somos pasantes de la historia, nos toca vivir un tiempo, tratemos de honrar ese tiempo con la mayor eficacia, la mayor puesta de todos nuestros conocimientos y la mayor humildad, entender que a cada uno le toca cumplir esa etapa histórica, lo importante es que después por lo menos, cuando llega la hora de que venga el otro, uno pueda dormir con la tranquilidad de que hizo todo lo que podía hacer para que nuestra amada Argentina esté un poquito mejor, paulatinamente mejor y mejor, creciendo día a día y en forma cotidiana. No hay mejoramientos milagrosos, ya lo sabemos. (Aplausos)
La Argentina que nosotros estamos construyendo en esta etapa de la historia tiene estos parámetros que les decía: desendeudamiento, la reconversión de la deuda privada como lo hicimos, el pago al Fondo, superávit fiscal, superávit primario, disminución de la indigencia, de la pobreza, de la desocupación, disminución de la brecha entre los que más ganan y los que menos ganan, que lo hemos logrado ostensiblemente en este último tiempo; la consolidación de un país industrial, la consolidación de un campo productivo con desarrollo industrial también, insertarnos en el mundo, insertarnos en la política del MERCOSUR, movernos en el mundo con autonomía en la globalización, abrir todos los mercados del mundo y entender que se pueden combinar políticas de fuerte consumo con políticas exportadoras, porque esa síntesis nos permite realizarnos a todos los argentinos.
Lo importante es que hagamos una Argentina para todos los argentinos, una Argentina que sea respetada, una Argentina que todo el mundo sepa que cuando, interna o externamente, dice vamos a llevar adelante este tema tiene la voluntad de cumplir con lo que dice y lo cumple, porque eso nos va a llevar a resolver muchísimas de las asignaturas pendientes que tenemos.
Muchísimas gracias, muchas gracias por la paciencia y por haber compartido este momento, a vuestras órdenes.