Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay, querido amigo Tabaré Vázquez; Su Majestad, querido amigo; señores presidentes y jefes de Gobierno de los países de Iberoamérica aquí presentes y sus representantes; señor Secretario General de la Cumbre Iberoamericana y de la región, un placer volver a compartir con usted una nueva reunión: desde la primera reunión que hemos realizado en 1991, las Cumbres Iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno se han consolidado como un espacio de concertación política y de cooperación, acumulando resultados significativos.
Estos encuentros son oportunidades que tenemos que aprovechar para fortalecer una visión de conjunto propia y distintiva, para optimizar y ampliar los mecanismos de cooperación y para promover la presencia internacional de la Cumbre Iberoamericana.
El prisma de la globalización nos lleva a revalorizar un sentido de comunidad que demanda una voluntad distinta, más universal, una síntesis que preserve y que a la vez integre nuestras particularidades.
En el actual contexto internacional en el que surgen fracturas de alto voltaje conflictivo, Iberoamérica es una comunidad que, con los roces que a veces pueden provocar distintos puntos de vista o intereses contrapuestos, convive en paz.
La fortaleza de nuestros lazos culturales debe permitir amortiguar algunos de los efectos negativos de la globalización. En esta etapa histórica que nos toca transitar, observamos un viejo fenómeno humano que adquiere una nueva visibilidad en la agenda internacional, se trata de las migraciones, ahora descriptas en términos de flujos que circulan según los vientos globales. Muchas veces se habla en esos términos sin recordar que estamos hablando de personas y no de bienes o capitales.
Las grandes migraciones entre Europa y América latina, empiezan a mediados del siglo XIX y continúan hasta la actualidad. En los últimos tiempos, la corriente se había revertido y fuimos los latinoamericanos perseguidos o buscando un mejor pasar quienes dejamos nuestras tierras para ir o para volver a esa Europa, flujo que parece estar hoy, por lo menos respecto de mi país, gracias a Dios, revirtiéndose.
La Argentina desde sus orígenes constitucionales, se convirtió en un gran país receptor de inmigrantes. Nuestra Constitución Nacional de 1853, desde su Preámbulo, se propone asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
En su Capítulo 1º dispone que el Gobierno fomentará la inmigración y no restringirá ni limitará el ingreso de aquellos extranjeros que vengan a trabajar o a enseñar a nuestro territorio.
Por cierto que nuestro país, luego de un penoso lapso a principios de esta década, mantuvo su perfil de país receptor, ya no para europeos, sino para hermanos sudamericanos provenientes especialmente de países limítrofes.
En reconocimiento de esa situación, nuestro Gobierno ha tomado la iniciativa de avanzar unilateralmente con un Programa de Normalización Documentaria Migratoria que se encuentra en vías de negociación en el MERCOSUR.
Dicho Programa, denominado “Patria Grande”, consiste en que la Argentina promueve la regularización de la situación migratoria de los extranjeros nativos de los Estados partes del MERCOSUR y de sus Estados asociados, en busca de facilitar la tramitación para acceder a una residencia legal en el país.
Con tal fin, se dispone un nuevo criterio de radicación basado en la acreditación de la nacionalidad de uno de los países de la región y adoptando la buena fe como principio rector del Programa. Esto ha permitido documentar más de doscientos mil inmigrantes en los primeros cuatro meses del programa, disminuyendo la marginalidad y el anonimato que condena al inmigrante no regularizado a la indefensión frente a los empleadores inescrupulosos y a los delincuentes del tráfico y trato de personas.
Es de destacar que la regularización del inmigrante conlleva en mi país la posibilidad real de ejercer sus derechos de acceso gratuito a la educación, la salud y la justicia. Así, la Argentina conjuga su acerbo constitucional con su convicción democrática, fortaleciendo dos de sus objetivos más preciados: respeto por los derechos humanos y fortalecimiento de la integración regional.
De este modo, la Argentina promueve hacia la comunidad internacional un discurso migratorio que ha refrendado por la ley y los hechos en su territorio. La problemática migratoria no debe permanecer estanca respecto de otros temas multilaterales, como el del comercio internacional y las barreras y subsidios de los países más desarrollados que generan daño en la producción y el empleo de los países menos desarrollados.
La capacidad de desarrollo es clave para nuestros países y es sabido que el comercio es uno de sus pilares. Así como Europa apoya nuestros esfuerzos para fortalecer nuestras democracias y sostener la vigencia de los derechos humanos, es importante que refuerce su colaboración con nuestra lucha contra la pobreza, no sólo con herramientas asistenciales, sino facilitando los cambios estructurales que América latina se propone.
Por eso, la idea del presidente Zapatero, de proponer la constitución de un fondo iberoamericano, nosotros la abrazamos fuertemente porque puede ser una herramienta de reconversión muy interesante de esta situación. Creo que es un paso muy importante y tenemos que dinamizarlo y consolidarlo y creo que es una herramienta y una alternativa que va a llevar a lograr la solución y respuesta a muchísimas situaciones que pueden, evidentemente, ser resueltas de otra forma.
Si bien el combate contra los flagelos vinculados con la profundización de la pobreza y el desempleo y la desigualdad social es primordialmente responsabilidad de cada gobierno, el éxito de las políticas de desarrollo depende también de que podamos contar con un sistema económico y financiero internacional más justo, más solidario y más equitativo.
Debemos trabajar juntos para disminuir las causas que obligan, empujan y fuerzan a las personas a buscar en otras tierras la seguridad, el empleo y la noción de futuro que no encuentran en los propios países. Mientras tanto, nuestros Estados deben reafirmar su compromiso con el cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos y garantizar los de los trabajadores migrantes y de su familia, de conformidad con el ordenamiento jurídico interno de cada país.
Para nosotros, los latinoamericanos, Iberoamérica representa un foro de vinculación privilegiada con la Unión Europea, mientras que para la península Ibérica es la posibilidad de acompañar un proceso de inserción en el mundo a partir de la protección del legado histórico y cultural. Identidad y desarrollo económico con equidad social, son interdependientes y se refuerzan mutuamente. Por eso, es preciso incluir a todos los sectores en el beneficio que pueda resultar de un mejor aprovechamiento de las potencialidades iberoamericanas.
La exclusión, impide la formación de una comunidad. Los excluidos producen como reacción un tipo de identidad resistente, anclada en el pasado y en uniformidad. Para superar esta visión, debemos aspirar a construir una identidad que, profundizando los vínculos históricos y culturales que nos unen, admitiendo al mismo tiempo los rasgos propios que cada una de nuestras múltiples identidades nos permitan, tanto dentro de Iberoamérica como en relación con otros espacios y grupos de países, reconozcamos como una unidad en la diversidad.
El ámbito de la cooperación es el que más posibilita la participación de la sociedad civil, esencial para el fortalecimiento de la identidad iberoamericana. Por ello, es importante que los proyectos de cooperación sean vistos como de interés tanto por las opiniones públicas de la vertiente latinoamericana como de la europea y que tengan un fuerte impacto en las sociedades civiles.
Subrayamos que la cultura es un enorme capital de conexión de los veintidós países iberoamericanos y nos hemos propuesto darle una importancia singular. En este sentido, las industrias culturales y creativas son instrumentos fundamentales de expresión y la afirmación de las identidades así como de la generación de riqueza y crecimiento. Por eso, debemos apoyar y fomentar la producción de contenidos culturales y las estructuras de distribución de actividades, bienes y servicios culturales del espacio cultual iberoamericano y en el exterior, con especial atención en el sector cinematográfico y audiovisual, en la música y el libro, tal como está recogido en la Carta Cultural Iberoamericana que vamos a adoptar mañana.
Iberoamérica representa el reencuentro con una identidad, una identidad basada en un legado histórico que podrá seguir convocándonos en la medida que se traduzca en un proyecto en un futuro que nos incluya a todos.
Yo creo que tenemos que ir enamorándonos de la construcción del espacio iberoamericano porque certeramente, con las expresiones que escuché anteriormente y, fundamentalmente, las expresiones del presidente de España, yo coincido con absoluta claridad en lo que él ha expresado. Estamos ante un desafío muy grande. Si nosotros, a las cumbres iberoamericanas las transformamos en un instrumento de transformación y logramos que nuestros pueblos canalicen sus problemas y tengan las respuestas a sus realidades, y consolidamos nuestra identidad, yo no tengo ninguna duda que vamos a influir decididamente en la solución de nuestros problemas pero también es muy importante que aparezca la voz iberoamericana en la consolidación del multilateralismo tan jaqueado en estos momentos por las distintas circunstancias que nos tocan vivir.
Por eso, nosotros, desde la Argentina –lo hemos conversado también en el MERCOSUR- apostamos decididamente a que este espacio se consolide y a que tenga respuestas reales y concretas.
Estamos muy agradecidos por la recepción, por la atención recibida aquí, en la República Oriental del Uruguay por su Presidente y su pueblo, y también, agradecemos profundamente la decisión que vemos por parte de los distintos mandatarios de poder decirle a nuestros pueblos que esta Cumbre Iberoamericana de Montevideo, más que una Cumbre más, es el punto de inflexión, como bien marcaba el señor Secretario General, para construir lo que nuestros pueblos necesitan y lo que creo que puede llegar a generar un equilibrio distinto en las relaciones de la construcción del multilateralismo.
Así que, muchísimas gracias y, realmente, muchas gracias por todas las atenciones. (APLAUSOS)
Estos encuentros son oportunidades que tenemos que aprovechar para fortalecer una visión de conjunto propia y distintiva, para optimizar y ampliar los mecanismos de cooperación y para promover la presencia internacional de la Cumbre Iberoamericana.
El prisma de la globalización nos lleva a revalorizar un sentido de comunidad que demanda una voluntad distinta, más universal, una síntesis que preserve y que a la vez integre nuestras particularidades.
En el actual contexto internacional en el que surgen fracturas de alto voltaje conflictivo, Iberoamérica es una comunidad que, con los roces que a veces pueden provocar distintos puntos de vista o intereses contrapuestos, convive en paz.
La fortaleza de nuestros lazos culturales debe permitir amortiguar algunos de los efectos negativos de la globalización. En esta etapa histórica que nos toca transitar, observamos un viejo fenómeno humano que adquiere una nueva visibilidad en la agenda internacional, se trata de las migraciones, ahora descriptas en términos de flujos que circulan según los vientos globales. Muchas veces se habla en esos términos sin recordar que estamos hablando de personas y no de bienes o capitales.
Las grandes migraciones entre Europa y América latina, empiezan a mediados del siglo XIX y continúan hasta la actualidad. En los últimos tiempos, la corriente se había revertido y fuimos los latinoamericanos perseguidos o buscando un mejor pasar quienes dejamos nuestras tierras para ir o para volver a esa Europa, flujo que parece estar hoy, por lo menos respecto de mi país, gracias a Dios, revirtiéndose.
La Argentina desde sus orígenes constitucionales, se convirtió en un gran país receptor de inmigrantes. Nuestra Constitución Nacional de 1853, desde su Preámbulo, se propone asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
En su Capítulo 1º dispone que el Gobierno fomentará la inmigración y no restringirá ni limitará el ingreso de aquellos extranjeros que vengan a trabajar o a enseñar a nuestro territorio.
Por cierto que nuestro país, luego de un penoso lapso a principios de esta década, mantuvo su perfil de país receptor, ya no para europeos, sino para hermanos sudamericanos provenientes especialmente de países limítrofes.
En reconocimiento de esa situación, nuestro Gobierno ha tomado la iniciativa de avanzar unilateralmente con un Programa de Normalización Documentaria Migratoria que se encuentra en vías de negociación en el MERCOSUR.
Dicho Programa, denominado “Patria Grande”, consiste en que la Argentina promueve la regularización de la situación migratoria de los extranjeros nativos de los Estados partes del MERCOSUR y de sus Estados asociados, en busca de facilitar la tramitación para acceder a una residencia legal en el país.
Con tal fin, se dispone un nuevo criterio de radicación basado en la acreditación de la nacionalidad de uno de los países de la región y adoptando la buena fe como principio rector del Programa. Esto ha permitido documentar más de doscientos mil inmigrantes en los primeros cuatro meses del programa, disminuyendo la marginalidad y el anonimato que condena al inmigrante no regularizado a la indefensión frente a los empleadores inescrupulosos y a los delincuentes del tráfico y trato de personas.
Es de destacar que la regularización del inmigrante conlleva en mi país la posibilidad real de ejercer sus derechos de acceso gratuito a la educación, la salud y la justicia. Así, la Argentina conjuga su acerbo constitucional con su convicción democrática, fortaleciendo dos de sus objetivos más preciados: respeto por los derechos humanos y fortalecimiento de la integración regional.
De este modo, la Argentina promueve hacia la comunidad internacional un discurso migratorio que ha refrendado por la ley y los hechos en su territorio. La problemática migratoria no debe permanecer estanca respecto de otros temas multilaterales, como el del comercio internacional y las barreras y subsidios de los países más desarrollados que generan daño en la producción y el empleo de los países menos desarrollados.
La capacidad de desarrollo es clave para nuestros países y es sabido que el comercio es uno de sus pilares. Así como Europa apoya nuestros esfuerzos para fortalecer nuestras democracias y sostener la vigencia de los derechos humanos, es importante que refuerce su colaboración con nuestra lucha contra la pobreza, no sólo con herramientas asistenciales, sino facilitando los cambios estructurales que América latina se propone.
Por eso, la idea del presidente Zapatero, de proponer la constitución de un fondo iberoamericano, nosotros la abrazamos fuertemente porque puede ser una herramienta de reconversión muy interesante de esta situación. Creo que es un paso muy importante y tenemos que dinamizarlo y consolidarlo y creo que es una herramienta y una alternativa que va a llevar a lograr la solución y respuesta a muchísimas situaciones que pueden, evidentemente, ser resueltas de otra forma.
Si bien el combate contra los flagelos vinculados con la profundización de la pobreza y el desempleo y la desigualdad social es primordialmente responsabilidad de cada gobierno, el éxito de las políticas de desarrollo depende también de que podamos contar con un sistema económico y financiero internacional más justo, más solidario y más equitativo.
Debemos trabajar juntos para disminuir las causas que obligan, empujan y fuerzan a las personas a buscar en otras tierras la seguridad, el empleo y la noción de futuro que no encuentran en los propios países. Mientras tanto, nuestros Estados deben reafirmar su compromiso con el cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos y garantizar los de los trabajadores migrantes y de su familia, de conformidad con el ordenamiento jurídico interno de cada país.
Para nosotros, los latinoamericanos, Iberoamérica representa un foro de vinculación privilegiada con la Unión Europea, mientras que para la península Ibérica es la posibilidad de acompañar un proceso de inserción en el mundo a partir de la protección del legado histórico y cultural. Identidad y desarrollo económico con equidad social, son interdependientes y se refuerzan mutuamente. Por eso, es preciso incluir a todos los sectores en el beneficio que pueda resultar de un mejor aprovechamiento de las potencialidades iberoamericanas.
La exclusión, impide la formación de una comunidad. Los excluidos producen como reacción un tipo de identidad resistente, anclada en el pasado y en uniformidad. Para superar esta visión, debemos aspirar a construir una identidad que, profundizando los vínculos históricos y culturales que nos unen, admitiendo al mismo tiempo los rasgos propios que cada una de nuestras múltiples identidades nos permitan, tanto dentro de Iberoamérica como en relación con otros espacios y grupos de países, reconozcamos como una unidad en la diversidad.
El ámbito de la cooperación es el que más posibilita la participación de la sociedad civil, esencial para el fortalecimiento de la identidad iberoamericana. Por ello, es importante que los proyectos de cooperación sean vistos como de interés tanto por las opiniones públicas de la vertiente latinoamericana como de la europea y que tengan un fuerte impacto en las sociedades civiles.
Subrayamos que la cultura es un enorme capital de conexión de los veintidós países iberoamericanos y nos hemos propuesto darle una importancia singular. En este sentido, las industrias culturales y creativas son instrumentos fundamentales de expresión y la afirmación de las identidades así como de la generación de riqueza y crecimiento. Por eso, debemos apoyar y fomentar la producción de contenidos culturales y las estructuras de distribución de actividades, bienes y servicios culturales del espacio cultual iberoamericano y en el exterior, con especial atención en el sector cinematográfico y audiovisual, en la música y el libro, tal como está recogido en la Carta Cultural Iberoamericana que vamos a adoptar mañana.
Iberoamérica representa el reencuentro con una identidad, una identidad basada en un legado histórico que podrá seguir convocándonos en la medida que se traduzca en un proyecto en un futuro que nos incluya a todos.
Yo creo que tenemos que ir enamorándonos de la construcción del espacio iberoamericano porque certeramente, con las expresiones que escuché anteriormente y, fundamentalmente, las expresiones del presidente de España, yo coincido con absoluta claridad en lo que él ha expresado. Estamos ante un desafío muy grande. Si nosotros, a las cumbres iberoamericanas las transformamos en un instrumento de transformación y logramos que nuestros pueblos canalicen sus problemas y tengan las respuestas a sus realidades, y consolidamos nuestra identidad, yo no tengo ninguna duda que vamos a influir decididamente en la solución de nuestros problemas pero también es muy importante que aparezca la voz iberoamericana en la consolidación del multilateralismo tan jaqueado en estos momentos por las distintas circunstancias que nos tocan vivir.
Por eso, nosotros, desde la Argentina –lo hemos conversado también en el MERCOSUR- apostamos decididamente a que este espacio se consolide y a que tenga respuestas reales y concretas.
Estamos muy agradecidos por la recepción, por la atención recibida aquí, en la República Oriental del Uruguay por su Presidente y su pueblo, y también, agradecemos profundamente la decisión que vemos por parte de los distintos mandatarios de poder decirle a nuestros pueblos que esta Cumbre Iberoamericana de Montevideo, más que una Cumbre más, es el punto de inflexión, como bien marcaba el señor Secretario General, para construir lo que nuestros pueblos necesitan y lo que creo que puede llegar a generar un equilibrio distinto en las relaciones de la construcción del multilateralismo.
Así que, muchísimas gracias y, realmente, muchas gracias por todas las atenciones. (APLAUSOS)