Querido amigo y compañero Víctor Santa María, Secretario General del SUTERH; queridos amigos y compañeros encargados de edificios de la República Argentina; querido Vicepresidente y amigo y señora, todos presentes aquí: la verdad que les quiero agradecer junto a ellos y a Cristina, la amable invitación de poder participar en esta fiesta aniversario como parte de vuestra familia, porque, más allá del cargo circunstancial que tengamos, venimos a compartir una noche en familia.
Ser Presidente es una circunstancia de la historia. Todos somos pasantes de la historia y yo les puedo asegurar que, en esta responsabilidad y en este tiempo histórico donde el pueblo argentino me ha permitido tener la iniciativa política en la conducción del país, no pienso ni claudicar ni renunciar a las convicciones que abracé toda mi vida.
Quiero llevar adelante con toda las fuerzas ese proyecto de reconstrucción de la Argentina; quiero llevar con todas mis fuerzas, sin dar concesiones que no corresponden, las ideas de una Argentina integrada, la inclusión social, la lucha contra la indigencia, la lucha contra la desocupación y la pobreza. Hemos bajado más de 30 puntos la pobreza, estamos rondando el 10 por ciento de desocupación, el 12 por ciento de indigencia, hemos crecido al 40 por ciento en este país. Pero en este país no tiene que crecer solamente un pequeño grupo, tienen que crecer todos los argentinos porque la Argentina debe ser para todos. Esto es central y esencial. (APLAUSOS)
Es por eso que algunos dicen que yo me enojo y algunos, con un lenguaje más pulido, dicen que me crispo. No es que yo me enojo, no es que yo me crispe, pasa que no renuncio a defender los intereses que tengo que defender que son los intereses del pueblo argentino. Y por eso voy a discutir con los que tenga que discutir sin ningún tipo de inconvenientes.
No vengo a tratar de quedarme toda la vida sentado en el sillón de la Casa Rosada teniendo que mirar al pueblo con la nuca. Quiero mirar a mis hermanos con los ojos, con aciertos y con errores estoy dejando todo para que este país cambie, para que haya justicia, para que definitivamente tengamos un país distinto.
Es por eso que hoy estoy con ustedes acá, porque sé por lo que han pasado, sé por lo que les toca pasar y sé de la injusticias que aún subsisten. Por eso les digo a no aflojar, sigamos con fuerza por esta Argentina que nos merecemos. (APLAUSOS)
También les pido que me ayuden. Ustedes saben, como les decía recién, que hay algunos que no quieren que cambie nada. Por lo tanto, es fundamental que el pueblo argentino esté atento, porque ya hemos tenido y sufrido muchísimo los argentinos para no poder construir la felicidad que nos merecemos.
Nosotros, quienes representamos en este tiempo de la historia a nuestro pueblo, necesitamos el acompañamiento fuerte de todos los argentinos. Porque cuando hablamos de unidad, cuando hablamos de convivencia de todos los argentinos, es construyendo la unidad y la convivencia en una distribución justa de las posibilidades de la patria. Porque esto de hacer unidad y convivencia solamente para unos pocos no sirve. Es central construir una Argentina total y absolutamente diferente.
Por eso les pido a los argentinos que en paz, en amor, con fuerza, con convicciones, recuperando la autoestima, porque los argentinos no somos los peores del mundo como nos quisieron hacer creer, somos de los mejores del mundo. ¡Miren las cosas que nos han pasado y tenemos el país en pie todavía! ¡Miren si los argentinos podemos!
Pero todavía estamos en el infierno y se producen, como dijo el compañero Santa María, estos arrebatos del infierno. Dios quiera, queridos hermanos y hermanas, que el 10 de diciembre de 2007, cuando termina mi mandato, les pueda decir que estamos en las puertas del purgatorio, que hemos triunfado, que nos encaminamos a la victoria y que dejamos atrás ese período de sombra que tanto dolor nos trajo a todos los argentinos y que podamos empezar a pensar otra vez como pensaron nuestros abuelos en el sentido de que nuestros hijos van a estar mejor que nosotros. Cuando definitivamente en la Argentina los hijos estén mejor que los padres y los abuelos, habremos recuperado nuestras mejores épocas. No como nos pasó últimamente que he visto llorar a padres y abuelos porque sus hijos estaban peor que ellos. Ese tipo de Argentina no lo queremos, queremos la Argentina donde el hijo vaya a estar mejor que el padre porque esa es la Argentina que crece y esa es la Argentina que nosotros nos merecemos. (APLAUSOS)
Queremos la Argentina donde nuestros pibes vayan a las universidades; no queremos la Argentina de los dirigentes que se ponen contentos porque inauguran comedores en los barrios por la situación que les toca vivir; queremos que en la Argentina se vuelvan a sentar el padre y los hijos a la mesa de la casa porque tienen trabajo y porque recuperaron su dignidad y no tienen que ir a un comedor para tratar de sobrevivir. Esa es la Argentina que nos merecemos y por esa Argentina tenemos que luchar, esa es la Argentina que soñamos, esa es la Argentina que vale la pena y esa es la Argentina que necesitamos. (APLAUSOS)
Por eso, les agradezco profundamente esta oportunidad, les agradezco profundamente el compartir con ustedes, y sepan que allí, en la Casa de Gobierno, tienen a un amigo y a un compañero que acierta y se equivoca, pero que pone lo mejor de sí para que las cosas vayan cambiando. Y es verdad, algunos me dicen despectivamente, “ahí va el pingüino” y con este calor que tuvimos hoy, sí, va el pingüino, soy un pingüino y me siento orgulloso como pingüino de compartir con todos ustedes. (APLAUSOS)
Muchas gracias, muchas gracias por todo, les dejo mi corazón, les dejo mis brazos abiertos, y les digo fuerza, todos los días un poquito más para que la Argentina cambie, para que recuperamos los sueños, para que recuperemos el amor, para que recuperemos la pasión, para que la paz sea con justicia y para que en la Argentina, definitivamente, aquellos que más trabajan, que son más honestos y que más estudian, sean los verdaderos triunfadores.
Muchísimas gracias y gracias por haber compartido con ustedes. (APLAUSOS)
Ser Presidente es una circunstancia de la historia. Todos somos pasantes de la historia y yo les puedo asegurar que, en esta responsabilidad y en este tiempo histórico donde el pueblo argentino me ha permitido tener la iniciativa política en la conducción del país, no pienso ni claudicar ni renunciar a las convicciones que abracé toda mi vida.
Quiero llevar adelante con toda las fuerzas ese proyecto de reconstrucción de la Argentina; quiero llevar con todas mis fuerzas, sin dar concesiones que no corresponden, las ideas de una Argentina integrada, la inclusión social, la lucha contra la indigencia, la lucha contra la desocupación y la pobreza. Hemos bajado más de 30 puntos la pobreza, estamos rondando el 10 por ciento de desocupación, el 12 por ciento de indigencia, hemos crecido al 40 por ciento en este país. Pero en este país no tiene que crecer solamente un pequeño grupo, tienen que crecer todos los argentinos porque la Argentina debe ser para todos. Esto es central y esencial. (APLAUSOS)
Es por eso que algunos dicen que yo me enojo y algunos, con un lenguaje más pulido, dicen que me crispo. No es que yo me enojo, no es que yo me crispe, pasa que no renuncio a defender los intereses que tengo que defender que son los intereses del pueblo argentino. Y por eso voy a discutir con los que tenga que discutir sin ningún tipo de inconvenientes.
No vengo a tratar de quedarme toda la vida sentado en el sillón de la Casa Rosada teniendo que mirar al pueblo con la nuca. Quiero mirar a mis hermanos con los ojos, con aciertos y con errores estoy dejando todo para que este país cambie, para que haya justicia, para que definitivamente tengamos un país distinto.
Es por eso que hoy estoy con ustedes acá, porque sé por lo que han pasado, sé por lo que les toca pasar y sé de la injusticias que aún subsisten. Por eso les digo a no aflojar, sigamos con fuerza por esta Argentina que nos merecemos. (APLAUSOS)
También les pido que me ayuden. Ustedes saben, como les decía recién, que hay algunos que no quieren que cambie nada. Por lo tanto, es fundamental que el pueblo argentino esté atento, porque ya hemos tenido y sufrido muchísimo los argentinos para no poder construir la felicidad que nos merecemos.
Nosotros, quienes representamos en este tiempo de la historia a nuestro pueblo, necesitamos el acompañamiento fuerte de todos los argentinos. Porque cuando hablamos de unidad, cuando hablamos de convivencia de todos los argentinos, es construyendo la unidad y la convivencia en una distribución justa de las posibilidades de la patria. Porque esto de hacer unidad y convivencia solamente para unos pocos no sirve. Es central construir una Argentina total y absolutamente diferente.
Por eso les pido a los argentinos que en paz, en amor, con fuerza, con convicciones, recuperando la autoestima, porque los argentinos no somos los peores del mundo como nos quisieron hacer creer, somos de los mejores del mundo. ¡Miren las cosas que nos han pasado y tenemos el país en pie todavía! ¡Miren si los argentinos podemos!
Pero todavía estamos en el infierno y se producen, como dijo el compañero Santa María, estos arrebatos del infierno. Dios quiera, queridos hermanos y hermanas, que el 10 de diciembre de 2007, cuando termina mi mandato, les pueda decir que estamos en las puertas del purgatorio, que hemos triunfado, que nos encaminamos a la victoria y que dejamos atrás ese período de sombra que tanto dolor nos trajo a todos los argentinos y que podamos empezar a pensar otra vez como pensaron nuestros abuelos en el sentido de que nuestros hijos van a estar mejor que nosotros. Cuando definitivamente en la Argentina los hijos estén mejor que los padres y los abuelos, habremos recuperado nuestras mejores épocas. No como nos pasó últimamente que he visto llorar a padres y abuelos porque sus hijos estaban peor que ellos. Ese tipo de Argentina no lo queremos, queremos la Argentina donde el hijo vaya a estar mejor que el padre porque esa es la Argentina que crece y esa es la Argentina que nosotros nos merecemos. (APLAUSOS)
Queremos la Argentina donde nuestros pibes vayan a las universidades; no queremos la Argentina de los dirigentes que se ponen contentos porque inauguran comedores en los barrios por la situación que les toca vivir; queremos que en la Argentina se vuelvan a sentar el padre y los hijos a la mesa de la casa porque tienen trabajo y porque recuperaron su dignidad y no tienen que ir a un comedor para tratar de sobrevivir. Esa es la Argentina que nos merecemos y por esa Argentina tenemos que luchar, esa es la Argentina que soñamos, esa es la Argentina que vale la pena y esa es la Argentina que necesitamos. (APLAUSOS)
Por eso, les agradezco profundamente esta oportunidad, les agradezco profundamente el compartir con ustedes, y sepan que allí, en la Casa de Gobierno, tienen a un amigo y a un compañero que acierta y se equivoca, pero que pone lo mejor de sí para que las cosas vayan cambiando. Y es verdad, algunos me dicen despectivamente, “ahí va el pingüino” y con este calor que tuvimos hoy, sí, va el pingüino, soy un pingüino y me siento orgulloso como pingüino de compartir con todos ustedes. (APLAUSOS)
Muchas gracias, muchas gracias por todo, les dejo mi corazón, les dejo mis brazos abiertos, y les digo fuerza, todos los días un poquito más para que la Argentina cambie, para que recuperamos los sueños, para que recuperemos el amor, para que recuperemos la pasión, para que la paz sea con justicia y para que en la Argentina, definitivamente, aquellos que más trabajan, que son más honestos y que más estudian, sean los verdaderos triunfadores.
Muchísimas gracias y gracias por haber compartido con ustedes. (APLAUSOS)