Señor vicepresidente de la Nación, señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados; señores Gobernadores; autoridades nacionales, provinciales, municipales; señores legisladores; representantes de organismos internacionales y de la comunidad educativa; representantes gremiales; organismos de los derechos humanos; Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, es un honor que nos acompañen; señoras y señores; docentes, amigos y amigas presentes: la educación debe encararse como política de Estado para la construcción de un país, donde la justicia social se convierta en una característica fundamental del modelo de desarrollo económico y social.
Asumimos que el Estado tiene que garantizar los recursos y la planificación; reclamamos que los docentes garanticen el conocimiento en el mejor nivel de calidad posible; la familia tiene que garantizar el compromiso y la exigencia; los alumnos deben aportar el sacrificio y el esfuerzo personal que requiere todo proceso de aprendizaje. Si esos cuatro factores no concurren no es posible tener la mejor educación. La ecuación educativa exige responsabilidad estatal, responsabilidad docente, responsabilidad familiar y responsabilidad personal de los estudiantes.
Las experiencias mundiales de transformación del modelo económico en una verdadera sociedad del conocimiento, para estar a la altura de las exigencias actuales, ubican en un lugar central a la educación, la ciencia y la producción tecnológica. La soberanía del siglo XXI se define a partir de la posición del conocimiento, la ciencia y la tecnología de alto nivel.
Nosotros debemos construir un país independiente, integrado al mundo a partir de asumir los desafíos de la mejor educación propia de nuestro pasado, nuestro presente y adecuada al futuro, que queremos hacer realidad. Por eso nos disponemos a convocar al conjunto de los actores del sistema educativo, a las fuerzas políticas, a los representantes de las fuerzas del trabajo, la empresa, la producción, a las iglesias, a las organizaciones no gubernamentales (ONGs), a los movimientos populares y a la ciudadanía en general, para la elaboración de un Proyecto de Ley Nacional de Educación.
La discusión de esta ley está en línea con los esfuerzos que venimos concretando para ubicar a la educación como principal prioridad nacional: fuerte inversión en infraestructura, que no se agota en las 700 escuelas que estamos construyendo; fuerte inversión en equipamiento y materiales; incremento del número y monto de las becas; importante ayuda a las escuelas que más necesitan; plan de alfabetización; programas de retorno a la escolaridad; distribución de libros; introducción de nuevas tecnologías de la enseñanza y formación de docentes; equiparación salarial progresiva de todos los docentes de la Patria.
Hemos triplicado los recursos destinados a la investigación y fortalecido el presupuesto de nuestras universidades. Muchos de nuestros científicos - gracias a Dios - poco a poco van retornando. Hemos invertido miles de millones de pesos en educación, pero fueron la Ley de Educación Técnica, injusta y equivocadamente excluida en la década anterior, y fundamentalmente la Ley de Financiamiento Educativo, las que han constituido los más fuertes y significados hitos de esta tarea.
Hoy ponemos proa a la tarea central, fundamental: la de debatir la mejor Ley de Educación. Está claro que no puede ser una legislación para la coyuntura, debe interpretar con realismo la situación de la que partimos y delinear con imaginación y creatividad la estrategia educativa para la Argentina que queremos: una Argentina con inclusión, con más igualdad y mayor justicia social, producto de la mejor distribución de los beneficios de nuestro crecimiento; una Argentina integrada al mundo con dignidad, con soberanía, que recree y transmita su acervo cultural, valores y saberes de calidad en forma democrática para que todos sus ciudadanos puedan participar en una sociedad, que deba estar caracterizada por el valor del conocimiento, la ciencia y la tecnología. Necesitamos una ley que sepa interpretar las opiniones, deseos y sueños de la gran mayoría de argentinas y argentinos. Esa ley debe establecer los objetivos que habrán de constituirse en una verdadera política de Estado.
Desde nuestras perspectivas particulares y sectoriales tenemos que marchar hacia una síntesis, que refleje las coincidencias y no se agote en una simple sumatoria de buenas propuestas. Al convocar al debate sobre la futura Ley Nacional de Educación estamos poniendo en el centro de la discusión el modelo de país para las próximas décadas.
El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y el Consejo Federal de Cultura y Educación deberán planificar y conducir el debate nacional y la consulta a todos los sectores, sin exclusión, de la sociedad. Convocamos a los docentes, a los no docentes, a las familias, a los estudiantes, a sus organizaciones representativas, a las asociaciones vinculadas a la educación de los diferentes subsistemas y modalidades; convocamos a las Universidades, a los investigadores, académicos, a las fuerzas políticas, a las organizaciones, a los movimientos, a los representantes de las comunidades y a la ciudadanía en general.
La educación jugará un papel determinante en la configuración de la Argentina y del mundo. Parte del destino del país, de nuestros hijos, de las generaciones futuras depende del compromiso y de la amplitud con que encaremos este trabajo. La madurez con la que estamos enfrentando este desafío de recuperar la Patria nos brinda la esperanza que el debate será fructífero y aportará a construir la Argentina del futuro. En diversidad y pluralidad, confiamos en que podamos encontrar un camino de unidad para lograr la mejor Ley Nacional de Educación posible que, sobre la base de los avances hasta aquí logrados, sin tirar por la ventana la experiencia acumulada, nos permita dar un salto de calidad para recuperar el tiempo que nuestras crisis sucesivas nos han hecho perder.
También vamos a entrar en un debate donde con la amplitud de la idea, la Argentina tiene que dar un salto cualitativo en el trato de la diferencia. Es fundamental que en una ley tan profunda como la ley de educación se termine todo tipo de macartismo que tienda a castrar la posibilidad de pensar diferente o de tener un pensamiento o aportes que se traten de neutralizar no por ideas superadoras u otras verdades relativas, sino tratando de acallar con la descalificación. Nuestro país sufrió mucho daño por la descalificación burda.
Estamos tratando de salir del infierno y esta Ley de Educación es un paso sustantivo para poder construir ese país que estratégicamente deseamos todos los argentinos. Entonces, el debate tiene que ser amplio de una punta a la otra de la pluralidad que marca nuestra sociedad.
Se debe discutir con fuerza y con convicción en la ideas, porque debemos alcanzar una síntesis que nos represente a todos los argentinos. Pero debemos dar de una vez por todas esta discusión que va a ser profunda, que va a ser difícil, pero que yo creo que va a ser un paso definitivo para poder construir la Argentina que todos nosotros estamos soñando.
Hoy estamos hablando acá, en este Salón, de la Ley Nacional de Educación. Aquella “Carpa Blanca”, que sintetizaba la protesta de muchos sectores y de un sector fundamental como el docente en la vida educativa, hoy, su espíritu, estoy seguro que en gran parte, está trasladado a este espíritu que reina en todos los aquí presentes y en quienes nos escuchan para poder construir ese proyecto educativo y de país que los argentinos necesitamos y que deseamos fervientemente llevar adelante. (APLAUSOS)
Por eso, para que no nos pase lo de otras experiencias, que también nacieron en democracia con muy buena voluntad, pero que no pudieron fructificar por la intemperancia, por no saber escuchar al que piensa diferente, por creernos dueños de verdades absolutas, por no entender que un país para poder ser debe escucharse a sí mismo, se debe terminar con los egocentrismos, las banalidades y las tonterías de las dirigencias circunstanciales y coyunturales.
Esto lo debemos hacer para entender las necesidades de un pueblo que quiere desarrollarse y que quiere ser. Entendamos los dirigentes que sólo estamos en forma temporal, que podemos sentar las bases de un país diferente y que esto no va a ser un proceso donde cada uno de nosotros trate de mostrarse a sí mismo como si fuera el procreador de la futura legislación que va a tener este país en este tema porque la tiene que tener, sino que fundamentalmente cada uno de nosotros va a aportar, reitero, como paso temporal que tenemos para tomar iniciativas en la función del Estado, los canales, los caminos para que fluyan las ideas que tiendan a enriquecer esa Ley de Educación que nuestro pueblo está necesitando.
Yo estoy convencido que por todo lo que hemos sufrido los argentinos, por todas las cosas que nos han pasado, por las sucesivas crisis que nos ha tocado soportar cada tanto y en forma cada vez más aguda, nosotros, ante los ojos de nuestra historia, ante los ojos de nuestros próceres, ante los ojos de nuestros héroes, ante los ojos de nuestros mártires, ante los ojos de nuestros chicos, ante los ojos de nuestros excluidos, ante la desigualdad sufriente de muchos, creo que vamos a dar la respuesta que la historia está mereciendo.
Por eso, les puedo asegurar que hacemos esta convocatoria para discutir la Ley Federal de Educación con una profunda fe, creyendo en todos los argentinos, en los que piensan como uno y en los que piensan diferente y escuchando aún más a los que piensan diferente porque estoy seguro -yo lo trato de hacer permanentemente- que cuando uno escucha a aquellos que honestamente piensan diferente, también lo ayuda a uno a calificar su pensamiento y encontrar esa síntesis que los argentinos estamos necesitando.
En este tiempo de la historia, los señores gobernadores, todos los que tienen representatividad y yo como Presidente, por el lugar que ocupamos, somos los que más tenemos que escuchar.
Espero que podamos cumplir con ese mandato de nuestro pueblo y que podamos decir a fin de año que de una vez por todas en la Argentina ya tenemos la Ley Nacional de Educación Básica que termina con las asimetrías, las desigualdades y nos proyecta hacia un país diferente. Tampoco nos podemos pasar siglos discutiendo esta ley, es fundamental acelerar todo lo que podamos para llevarla adelante aunque seguramente como ninguna ley es estática se irá mejorando en forma paulatina y cuando se sancione, después habrá asignaturas pendientes que con el tiempo, la acción y la experiencia, iremos solucionando
Muchísimas gracias. (APLAUSOS)
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Asumimos que el Estado tiene que garantizar los recursos y la planificación; reclamamos que los docentes garanticen el conocimiento en el mejor nivel de calidad posible; la familia tiene que garantizar el compromiso y la exigencia; los alumnos deben aportar el sacrificio y el esfuerzo personal que requiere todo proceso de aprendizaje. Si esos cuatro factores no concurren no es posible tener la mejor educación. La ecuación educativa exige responsabilidad estatal, responsabilidad docente, responsabilidad familiar y responsabilidad personal de los estudiantes.
Las experiencias mundiales de transformación del modelo económico en una verdadera sociedad del conocimiento, para estar a la altura de las exigencias actuales, ubican en un lugar central a la educación, la ciencia y la producción tecnológica. La soberanía del siglo XXI se define a partir de la posición del conocimiento, la ciencia y la tecnología de alto nivel.
Nosotros debemos construir un país independiente, integrado al mundo a partir de asumir los desafíos de la mejor educación propia de nuestro pasado, nuestro presente y adecuada al futuro, que queremos hacer realidad. Por eso nos disponemos a convocar al conjunto de los actores del sistema educativo, a las fuerzas políticas, a los representantes de las fuerzas del trabajo, la empresa, la producción, a las iglesias, a las organizaciones no gubernamentales (ONGs), a los movimientos populares y a la ciudadanía en general, para la elaboración de un Proyecto de Ley Nacional de Educación.
La discusión de esta ley está en línea con los esfuerzos que venimos concretando para ubicar a la educación como principal prioridad nacional: fuerte inversión en infraestructura, que no se agota en las 700 escuelas que estamos construyendo; fuerte inversión en equipamiento y materiales; incremento del número y monto de las becas; importante ayuda a las escuelas que más necesitan; plan de alfabetización; programas de retorno a la escolaridad; distribución de libros; introducción de nuevas tecnologías de la enseñanza y formación de docentes; equiparación salarial progresiva de todos los docentes de la Patria.
Hemos triplicado los recursos destinados a la investigación y fortalecido el presupuesto de nuestras universidades. Muchos de nuestros científicos - gracias a Dios - poco a poco van retornando. Hemos invertido miles de millones de pesos en educación, pero fueron la Ley de Educación Técnica, injusta y equivocadamente excluida en la década anterior, y fundamentalmente la Ley de Financiamiento Educativo, las que han constituido los más fuertes y significados hitos de esta tarea.
Hoy ponemos proa a la tarea central, fundamental: la de debatir la mejor Ley de Educación. Está claro que no puede ser una legislación para la coyuntura, debe interpretar con realismo la situación de la que partimos y delinear con imaginación y creatividad la estrategia educativa para la Argentina que queremos: una Argentina con inclusión, con más igualdad y mayor justicia social, producto de la mejor distribución de los beneficios de nuestro crecimiento; una Argentina integrada al mundo con dignidad, con soberanía, que recree y transmita su acervo cultural, valores y saberes de calidad en forma democrática para que todos sus ciudadanos puedan participar en una sociedad, que deba estar caracterizada por el valor del conocimiento, la ciencia y la tecnología. Necesitamos una ley que sepa interpretar las opiniones, deseos y sueños de la gran mayoría de argentinas y argentinos. Esa ley debe establecer los objetivos que habrán de constituirse en una verdadera política de Estado.
Desde nuestras perspectivas particulares y sectoriales tenemos que marchar hacia una síntesis, que refleje las coincidencias y no se agote en una simple sumatoria de buenas propuestas. Al convocar al debate sobre la futura Ley Nacional de Educación estamos poniendo en el centro de la discusión el modelo de país para las próximas décadas.
El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y el Consejo Federal de Cultura y Educación deberán planificar y conducir el debate nacional y la consulta a todos los sectores, sin exclusión, de la sociedad. Convocamos a los docentes, a los no docentes, a las familias, a los estudiantes, a sus organizaciones representativas, a las asociaciones vinculadas a la educación de los diferentes subsistemas y modalidades; convocamos a las Universidades, a los investigadores, académicos, a las fuerzas políticas, a las organizaciones, a los movimientos, a los representantes de las comunidades y a la ciudadanía en general.
La educación jugará un papel determinante en la configuración de la Argentina y del mundo. Parte del destino del país, de nuestros hijos, de las generaciones futuras depende del compromiso y de la amplitud con que encaremos este trabajo. La madurez con la que estamos enfrentando este desafío de recuperar la Patria nos brinda la esperanza que el debate será fructífero y aportará a construir la Argentina del futuro. En diversidad y pluralidad, confiamos en que podamos encontrar un camino de unidad para lograr la mejor Ley Nacional de Educación posible que, sobre la base de los avances hasta aquí logrados, sin tirar por la ventana la experiencia acumulada, nos permita dar un salto de calidad para recuperar el tiempo que nuestras crisis sucesivas nos han hecho perder.
También vamos a entrar en un debate donde con la amplitud de la idea, la Argentina tiene que dar un salto cualitativo en el trato de la diferencia. Es fundamental que en una ley tan profunda como la ley de educación se termine todo tipo de macartismo que tienda a castrar la posibilidad de pensar diferente o de tener un pensamiento o aportes que se traten de neutralizar no por ideas superadoras u otras verdades relativas, sino tratando de acallar con la descalificación. Nuestro país sufrió mucho daño por la descalificación burda.
Estamos tratando de salir del infierno y esta Ley de Educación es un paso sustantivo para poder construir ese país que estratégicamente deseamos todos los argentinos. Entonces, el debate tiene que ser amplio de una punta a la otra de la pluralidad que marca nuestra sociedad.
Se debe discutir con fuerza y con convicción en la ideas, porque debemos alcanzar una síntesis que nos represente a todos los argentinos. Pero debemos dar de una vez por todas esta discusión que va a ser profunda, que va a ser difícil, pero que yo creo que va a ser un paso definitivo para poder construir la Argentina que todos nosotros estamos soñando.
Hoy estamos hablando acá, en este Salón, de la Ley Nacional de Educación. Aquella “Carpa Blanca”, que sintetizaba la protesta de muchos sectores y de un sector fundamental como el docente en la vida educativa, hoy, su espíritu, estoy seguro que en gran parte, está trasladado a este espíritu que reina en todos los aquí presentes y en quienes nos escuchan para poder construir ese proyecto educativo y de país que los argentinos necesitamos y que deseamos fervientemente llevar adelante. (APLAUSOS)
Por eso, para que no nos pase lo de otras experiencias, que también nacieron en democracia con muy buena voluntad, pero que no pudieron fructificar por la intemperancia, por no saber escuchar al que piensa diferente, por creernos dueños de verdades absolutas, por no entender que un país para poder ser debe escucharse a sí mismo, se debe terminar con los egocentrismos, las banalidades y las tonterías de las dirigencias circunstanciales y coyunturales.
Esto lo debemos hacer para entender las necesidades de un pueblo que quiere desarrollarse y que quiere ser. Entendamos los dirigentes que sólo estamos en forma temporal, que podemos sentar las bases de un país diferente y que esto no va a ser un proceso donde cada uno de nosotros trate de mostrarse a sí mismo como si fuera el procreador de la futura legislación que va a tener este país en este tema porque la tiene que tener, sino que fundamentalmente cada uno de nosotros va a aportar, reitero, como paso temporal que tenemos para tomar iniciativas en la función del Estado, los canales, los caminos para que fluyan las ideas que tiendan a enriquecer esa Ley de Educación que nuestro pueblo está necesitando.
Yo estoy convencido que por todo lo que hemos sufrido los argentinos, por todas las cosas que nos han pasado, por las sucesivas crisis que nos ha tocado soportar cada tanto y en forma cada vez más aguda, nosotros, ante los ojos de nuestra historia, ante los ojos de nuestros próceres, ante los ojos de nuestros héroes, ante los ojos de nuestros mártires, ante los ojos de nuestros chicos, ante los ojos de nuestros excluidos, ante la desigualdad sufriente de muchos, creo que vamos a dar la respuesta que la historia está mereciendo.
Por eso, les puedo asegurar que hacemos esta convocatoria para discutir la Ley Federal de Educación con una profunda fe, creyendo en todos los argentinos, en los que piensan como uno y en los que piensan diferente y escuchando aún más a los que piensan diferente porque estoy seguro -yo lo trato de hacer permanentemente- que cuando uno escucha a aquellos que honestamente piensan diferente, también lo ayuda a uno a calificar su pensamiento y encontrar esa síntesis que los argentinos estamos necesitando.
En este tiempo de la historia, los señores gobernadores, todos los que tienen representatividad y yo como Presidente, por el lugar que ocupamos, somos los que más tenemos que escuchar.
Espero que podamos cumplir con ese mandato de nuestro pueblo y que podamos decir a fin de año que de una vez por todas en la Argentina ya tenemos la Ley Nacional de Educación Básica que termina con las asimetrías, las desigualdades y nos proyecta hacia un país diferente. Tampoco nos podemos pasar siglos discutiendo esta ley, es fundamental acelerar todo lo que podamos para llevarla adelante aunque seguramente como ninguna ley es estática se irá mejorando en forma paulatina y cuando se sancione, después habrá asignaturas pendientes que con el tiempo, la acción y la experiencia, iremos solucionando
Muchísimas gracias. (APLAUSOS)
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