Señores Jefes de los Estados Mayores Conjuntos de las Fuerzas Armadas; autoridades nacionales, provinciales, municipales; miembros del Cuerpo Diplomático; señores Oficiales Superiores, Jefes y Oficiales de las Fuerzas Armadas; señores Subtenientes, Guardiamarinas y Alfereces; señoras y señores: tenemos el honor de compartir con ustedes, este momento tan importante para vuestra vida profesional: la ceremonia del egreso conjunto del Colegio Militar. Es un momento que es también importante para la Patria, la recepción de nuevos oficiales, hombres y mujeres que se integran a las tres Armas, que lo hagan en un acto conjunto tiene una significación muy especial y trascendente.
Como vuestro Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, participo de este acto eminentemente republicano, entregando a los futuros oficiales los despachos y sables, atributos de esa condición y símbolo de los principios legales y éticos que deben guiarlos durante toda su carrera profesional. Estos atributos que sólo pueden ser utilizados para la legítima defensa de la Patria, le son otorgados por imperio de la ley y los hacen guardianes de las armas de la Nación.
Como ciudadano que temporalmente ocupa la más alta responsabilidad, participo con satisfacción y alegría, porque al igual que ustedes soy parte del pueblo al que sirvo desde mi función de Presidente de la Nación Argentina.
Debemos cambiar definitivamente las lógicas de la relaciones cívico-militares, que contrapone ambos conceptos como contradictorios y opuestos. Tenemos que reemplazar esa misión arcaica por un vínculo distinto que relacione fluidamente al conjunto de la sociedad con las Fuerzas Armadas.
Al hacerlo, habremos superado la barrera que separaba cuanto menos en el imaginario académico y teórico, a los militares del resto de la sociedad a la que por el contrario, deben estar plenamente integrados. Defender a la Patria es tarea importante y debe encontrar a todo el pueblo unido, más allá de la función que cada uno cumpla.
Queremos avanzar en la construcción de una Argentina fundada en el trabajo y la producción, que garantice el progreso social y el crecimiento económico sostenido con una distribución equitativo del ingreso.
No tendremos un camino fácil, pero es un camino irrenunciable. Tampoco fue fácil el camino de la Independencia cuando nuestros Libertadores lo abordaron. Lo fácil no puede contentarnos, no vale la pena. Las grandes causas siempre necesitan esfuerzo y coraje.
Las Fuerzas Armadas deben participar de este desafío del que hoy estamos viendo los primeros frutos junto al resto de los argentinos. Deben hacerlo como servidores públicos y desde su rol en la defensa nacional sobre la que debemos tener una visión integral e integradora.
En el marco de esa visión, aspiramos a recuperar la capacidad de producción para la defensa, vinculada con los objetivos nacionales de crecimiento económico y social, integrando así la contribución del accionar de nuestras Fuerzas.
En este sentido, será prioridad del Gobierno impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico de aplicación dual, utilizando para ello no sólo los recursos materiales que se encuentran a su disposición, sino también los valiosos conocimientos de nuestros científicos.
La modernización del sistema de defensa nacional en un desarrollo que afianza el conjunto de las fuerzas, apuntando a la racionalidad del empleo de los medios, debe estar a la cabeza de nuestras prioridades de gobierno. Debe privilegiarse lo conjunto y lo combinado en un modelo eminentemente defensivo y operable. La misión, las funciones, los sistemas de armas y el despliegue de nuestras Fuerzas Armadas deben estar orientados en esa dirección.
El Gobierno Nacional pretende obtener en el marco de las posibilidades presupuestarias del Estado, Fuerzas Armadas altamente móviles, tecnificadas y en condiciones de brindar respuestas inmediatas a los requerimientos operativos que les sean formulados. Estos objetivos requieren además el reordenamiento del sistema doctrinario de cada Fuerza y su consecuencia de estandarización.
La política de defensa es una política de Estado, de acuerdo a cuyas directivas actúan las Fuerzas Armadas que deben receptar las transformaciones de la sociedad que los rodea. Además, debe estar indisolublemente unida a la política exterior de la Nación, en sintonía con los cambios del mundo actual con la perspectiva de asegurar la paz que permita a la Nación avanzar en el logro del bien común.
A esos efectos continuaremos priorizando las relaciones de cooperación con los países vecinos del ámbito regional y hemisférico y las operaciones de paz; subsidiariamente seguiremos aportando a otras políticas públicas como el control de desastres y la ayuda humanitaria. El respeto a los derechos humanos ocupa un lugar central en agendas públicas de la República Argentina; con memoria pero sin rencores debemos obtener justicia.
Como ciudadanos, tenemos el deber y el derecho de conocer los hechos de nuestra historia reciente que deben servirnos para aprender de ellos y para no repetirlos. Como Estado, hallar la verdad es nuestra obligación legal y ética. No se trata de impulsar una verdad a medias, una verdad sesgada por perspectivas parciales, porque esa no sería la verdad. Se trata de analizar un pasado doloroso con memoria y con justicia; hacerse cargo de él constituye un acto de grandeza.
Ya lo dije en otras ocasiones, quiero reiterarlo especialmente ante ustedes que empiezan hoy su carrera militar, queremos Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas, prestigiadas por el cumplimiento del rol que la Constitución les confiere, y por sobre todas las cosas, comprometidas con la construcción de un futuro mejor.
Queremos soldados que fieles al espíritu sanmartiniano que debe inspirarnos a todos y sin olvidar su actividad esencial, comprometan su aporte en la reconstrucción nacional. Así, entre la fuerte presencia de la historia y un exigente reclamo del futuro, comienzan el ejercicio de la carrera que han abrazado.
En mi condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, exigiré fidelidad a la Nación, a la Constitución, a las leyes, a las autoridades legalmente constituidas y al pueblo en su conjunto. Les exigiré también respeto por los derechos humanos, ese es el compromiso que hoy asumen frente al Estado y la sociedad.
Los felicito, les deseo éxito y los convoco a acompañar este cambio y a trabajar por la grandeza de la Patria, con el coraje que sé que tienen, con el impulso de la juventud que los anima, con el profesionalismo que han adquirido durante su formación y con el patriotismo sanmartiniano que nos obliga a todos los argentinos.
¡Viva la Patria! (Aplausos)
Como vuestro Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, participo de este acto eminentemente republicano, entregando a los futuros oficiales los despachos y sables, atributos de esa condición y símbolo de los principios legales y éticos que deben guiarlos durante toda su carrera profesional. Estos atributos que sólo pueden ser utilizados para la legítima defensa de la Patria, le son otorgados por imperio de la ley y los hacen guardianes de las armas de la Nación.
Como ciudadano que temporalmente ocupa la más alta responsabilidad, participo con satisfacción y alegría, porque al igual que ustedes soy parte del pueblo al que sirvo desde mi función de Presidente de la Nación Argentina.
Debemos cambiar definitivamente las lógicas de la relaciones cívico-militares, que contrapone ambos conceptos como contradictorios y opuestos. Tenemos que reemplazar esa misión arcaica por un vínculo distinto que relacione fluidamente al conjunto de la sociedad con las Fuerzas Armadas.
Al hacerlo, habremos superado la barrera que separaba cuanto menos en el imaginario académico y teórico, a los militares del resto de la sociedad a la que por el contrario, deben estar plenamente integrados. Defender a la Patria es tarea importante y debe encontrar a todo el pueblo unido, más allá de la función que cada uno cumpla.
Queremos avanzar en la construcción de una Argentina fundada en el trabajo y la producción, que garantice el progreso social y el crecimiento económico sostenido con una distribución equitativo del ingreso.
No tendremos un camino fácil, pero es un camino irrenunciable. Tampoco fue fácil el camino de la Independencia cuando nuestros Libertadores lo abordaron. Lo fácil no puede contentarnos, no vale la pena. Las grandes causas siempre necesitan esfuerzo y coraje.
Las Fuerzas Armadas deben participar de este desafío del que hoy estamos viendo los primeros frutos junto al resto de los argentinos. Deben hacerlo como servidores públicos y desde su rol en la defensa nacional sobre la que debemos tener una visión integral e integradora.
En el marco de esa visión, aspiramos a recuperar la capacidad de producción para la defensa, vinculada con los objetivos nacionales de crecimiento económico y social, integrando así la contribución del accionar de nuestras Fuerzas.
En este sentido, será prioridad del Gobierno impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico de aplicación dual, utilizando para ello no sólo los recursos materiales que se encuentran a su disposición, sino también los valiosos conocimientos de nuestros científicos.
La modernización del sistema de defensa nacional en un desarrollo que afianza el conjunto de las fuerzas, apuntando a la racionalidad del empleo de los medios, debe estar a la cabeza de nuestras prioridades de gobierno. Debe privilegiarse lo conjunto y lo combinado en un modelo eminentemente defensivo y operable. La misión, las funciones, los sistemas de armas y el despliegue de nuestras Fuerzas Armadas deben estar orientados en esa dirección.
El Gobierno Nacional pretende obtener en el marco de las posibilidades presupuestarias del Estado, Fuerzas Armadas altamente móviles, tecnificadas y en condiciones de brindar respuestas inmediatas a los requerimientos operativos que les sean formulados. Estos objetivos requieren además el reordenamiento del sistema doctrinario de cada Fuerza y su consecuencia de estandarización.
La política de defensa es una política de Estado, de acuerdo a cuyas directivas actúan las Fuerzas Armadas que deben receptar las transformaciones de la sociedad que los rodea. Además, debe estar indisolublemente unida a la política exterior de la Nación, en sintonía con los cambios del mundo actual con la perspectiva de asegurar la paz que permita a la Nación avanzar en el logro del bien común.
A esos efectos continuaremos priorizando las relaciones de cooperación con los países vecinos del ámbito regional y hemisférico y las operaciones de paz; subsidiariamente seguiremos aportando a otras políticas públicas como el control de desastres y la ayuda humanitaria. El respeto a los derechos humanos ocupa un lugar central en agendas públicas de la República Argentina; con memoria pero sin rencores debemos obtener justicia.
Como ciudadanos, tenemos el deber y el derecho de conocer los hechos de nuestra historia reciente que deben servirnos para aprender de ellos y para no repetirlos. Como Estado, hallar la verdad es nuestra obligación legal y ética. No se trata de impulsar una verdad a medias, una verdad sesgada por perspectivas parciales, porque esa no sería la verdad. Se trata de analizar un pasado doloroso con memoria y con justicia; hacerse cargo de él constituye un acto de grandeza.
Ya lo dije en otras ocasiones, quiero reiterarlo especialmente ante ustedes que empiezan hoy su carrera militar, queremos Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas, prestigiadas por el cumplimiento del rol que la Constitución les confiere, y por sobre todas las cosas, comprometidas con la construcción de un futuro mejor.
Queremos soldados que fieles al espíritu sanmartiniano que debe inspirarnos a todos y sin olvidar su actividad esencial, comprometan su aporte en la reconstrucción nacional. Así, entre la fuerte presencia de la historia y un exigente reclamo del futuro, comienzan el ejercicio de la carrera que han abrazado.
En mi condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, exigiré fidelidad a la Nación, a la Constitución, a las leyes, a las autoridades legalmente constituidas y al pueblo en su conjunto. Les exigiré también respeto por los derechos humanos, ese es el compromiso que hoy asumen frente al Estado y la sociedad.
Los felicito, les deseo éxito y los convoco a acompañar este cambio y a trabajar por la grandeza de la Patria, con el coraje que sé que tienen, con el impulso de la juventud que los anima, con el profesionalismo que han adquirido durante su formación y con el patriotismo sanmartiniano que nos obliga a todos los argentinos.
¡Viva la Patria! (Aplausos)