Señor Vicepresidente de la Nación; señor gobernador de la provincia de Santa Fe; señor intendente de esta querida localidad de Rosario; señor Alberto Gollán, un placer de estar aquí acompañándolo en estos cuarenta años; autoridades; señores empresarios; amigos y amigas: realmente comparto con profunda emoción las palabras dichas por don Alberto; son cuarenta años de lucha, cuarenta años de pelearle al pesimismo, al “no se puede”, a “los argentinos no podemos”, al quiebre permanente de nuestra autoestima. Usted, don Alberto, es un ejemplo y un espejo de lucha en la que muchos argentinos tenemos que mirarnos.

Durante muchos años en esa cultura de que los argentinos no pueden, que no pueden haber empresarios nacionales, que no podemos hacer un país que progrese, que se desarrolle, que tenga este tipo de realizaciones en las manos privadas que marcan un ejemplo claro y concreto del rumbo y el destino que nos merecemos y también me llenaron de emoción cuando habló de las utopías.

De qué vale todo lo que hacemos si no tenemos sueños, ilusiones y utopías; de qué vale luchar por las cosas por las creemos, por las que uno cree si todo es un simple intercambio de dar y recibir materialmente; de qué hubiera valido que don Alberto Gollán hace cuarenta años hubiera puesto en marcha una empresa de este tipo si no hubiera tenido utopías.

Las utopías, los sueños, las ilusiones, el mirarnos en nuestros pioneros, en construir un país donde haya trabajo, empleo, equidad, industria nacional y producción nacional, la idea de una Argentina superior es lo que esta generación de argentinos quiere llevar adelante.

Yo lo vengo a felicitar en nombre del pueblo argentino y también en el mío personal, pero aquí vengo como Presidente de los argentinos y decirle a todo el país que si don Alberto pudo durante cuarenta años mantener esta empresa en pie, ahora que los argentinos hemos decidido entre todos emprender la tarea del crecimiento, de la equidad y la justicia, no tengo ninguna duda que el sueño de tener un empresariado nacional fuerte, una clase media con movilidad ascendente y una clase trabajadora digna, es absolutamente posible en la Argentina.

Por ese país, por ese país de trabajo, de producción y dignidad y por Alberto Gollán, los invito a brindar como un ejemplo a la ilusión, a los sueños, a la utopía y a la autoestima de los argentinos.

Levantemos las copas y muchísimas gracias. (Aplausos)