Señor jefe del Estado Mayor General de la Armada; señor jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas; señores ministros; autoridades nacionales, provinciales y municipales; miembros del cuerpo diplomático; personal militar superior y subalterno de la Armada Argentina; señoras y señores; amigos y amigas presentes: en mi calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas vengo a la base de Puerto Belgrano a saludar en su día a la Armada Argentina, a sus hombres y mujeres, y a celebrar muy especialmente el Centenario del Arsenal Naval.
El Día de la Armada es una de esas fechas donde recordamos los orígenes de la Patria, sus batallas más gloriosas, sus acciones más valientes como la batalla de Montevideo, sus próceres más notables como el almirante Guillermo Brown, padre de nuestra Marina de Guerra.
En esta celebración, que es de todos los argentinos, rendimos homenaje a los héroes que a lo largo de la historia aportaron su esfuerzo y construyeron independencia, soberanía y patria; homenaje dirigido también a los héroes que pelearon por esas banderas y a quienes perdieron la vida defendiéndolas.
La Patria en estos días necesita que repasemos las páginas mejores de nuestra historia para inspirarnos allí y encontrar seguro respaldo a la inmensa tarea de reconstrucción que debemos concretar. Está latente en esos ejemplos la fuerza que permitirá reparar daños, restañar heridas, movilizar capacidades, motivar, reactivar, reconvertir para poder crear las condiciones productivas, industriales y de inversión que den trabajo genuino, inclusión social y una justa distribución de la riqueza a los argentinos que fueron despojados de sus derechos sociales más elementales.
Este día debe servir para la revalorización del espíritu pionero, el respeto por el otro, el rescate del valor ético de lo cotidiano, del trabajo día a día sin aflojar en el esfuerzo. Muchos piensan que sólo el Estado fue devastado y desguazado en estos años, creo que también se intentó devastar la autoestima de los argentinos queriendo hacer creer que lo nuestro no valía. En la base de la destrucción de lo nacional estaba la desvalorización de nuestra moral. Desde ese punto de vista queda claro cuánto valdrá que los argentinos encontremos puntos de unidad que nos ayuden a persistir en el esfuerzo de la importante puesta en valor de lo propio.
El Centenario del Arsenal Naval de Puerto Belgrano encierra también enseñanzas en el mismo sentido y se constituye en un fuerte símbolo de lo que nos pasó. Esta infraestructura con el dique de carena y la grada fue concebida por visionarios conscientes de la importancia estratégica de nuestro mar y de nuestros recursos. En su construcción trabajaron codo a codo inmigrantes y nacionales, calificados técnicos y obreros, para concretar el sueño del puerto y los diques de carena con capacidad para poner a seco y reparar buques militares y civiles de hasta 20 metros de largo y 23 metros de ancho. Cien años más tarde los desafíos son otros, pero la misión primera del Arsenal Naval es la misma, el mantenimiento técnico de los buques de la flota y las unidades operativas de la Armada que sirven de soporte lógico para la defensa de los intereses nacionales en el mar.
Desde la más pequeña soldadura hasta la más elaborada carpintería, abarcando la electrónica, la hidráulica, los motores turbina y calderas, todo pasa por las manos de los técnicos que trabajan en sus talleres y depósitos en sus diques en sus grúas; además de los buques de nuestra flota naval también llegan hasta aquí cargueros, petroleros y pesqueros.
Con esta infraestructura el capital humano que habita la actividad puede crecer aún más, generando más fuentes de trabajo y una más fecunda interacción con las empresas privadas de la zona. Estos técnicos altamente capacitados en su mayoría se formaron en la Escuela de Aprendices de Puerto Belgrano creada en 1937 y cerrada en 1998; de la misma forma se cerraron tantas industrias que declinaron nuestros astilleros y nuestra Marina Mercante y los barcos con bandera argentina llegaron casi a extinguirse.
Estamos revirtiendo esa triste realidad y la Armada trabaja en programas que permitirán la incorporación de conocimientos de tornería, calderas, carpintería, electricidad, soldadura, pintura y mecánica a ciudadanos sin oficio. Esperamos también poder reabrir la Escuela de Aprendices de Puerto Belgrano, como hicimos con los astilleros Domecq García, porque lo cierto es que la Argentina necesita esta base, necesita este arsenal y necesita a toda su gente trabajando y capacitándose para tener una Armada moderna, acorde a los desafíos de la Argentina del siglo XXI.
Porque además de llanos, pampa, montañas, valles, la Argentina es un país fluvial y marítimo; tenemos una zona económica exclusiva con una extensión más vasta que nuestro territorio, contamos con una de las plataformas continentales más extensas del mundo, tenemos 4.500 kilómetros de costa, 3.000 kilómetros de vías fluviales navegables, todo un caudal de riqueza pesquera, energética, comercial, industrial, naval y naviera, tecnológica y científica, que históricamente hemos desaprovechado.
Trabajamos por una Argentina donde costas, cuencas, puertos, hidrovías, plataforma y océanos sean canales productivos de una nación pujante, justa y fuerte. En el corazón de la defensa de este mundo marítimo y fluvial que nos enriquece, está la Armada Argentina. Por eso desde el Arsenal Naval Puerto Belgrano quiero saludar a los hombres y mujeres que la componen y cumplen con dignidad y orgullo las misiones que les asignamos.
La Armada, tanto en la Argentina como en el mundo, presta apoyo solidario para la comunidad en catástrofes y rescates participando junto a las demás fuerzas en operaciones conjuntas de mantenimiento de paz bajo el mandato de las Naciones Unidas.
Es preciso recordar también que en este centenario arsenal fue reparado el aviso Alférez Sobral; debemos rendir homenaje a sus valientes tripulantes, a su heroico comandante, capitán de corbeta Sergio Gómez Roca y a los 323 héroes del crucero General Belgrano que ofrendaron sus vidas por la soberanía en las Malvinas. Que su patriótico espíritu nos guíe para seguir llevando adelante, por los canales diplomáticos, nuestro justo reclamo en nombre del pueblo argentino. Quiera Dios que en su ejemplo de generosa entrega sepamos encontrar la grandeza, la sabiduría y la habilidad imprescindible para continuar el camino de la construcción de una Argentina cada día más recuperada y unida.
Del Estado nos quedaron ruinas y astillas, nada más, pero sobre esas astillas tenemos el deber patriótico de reconstruir, de volver a creer, de volver a soñar, en definitiva de volver a amar lo que hacemos, de creer en nosotros mismos. Sobre las ruinas del Estado recuperaremos también el trabajo, la seguridad, la justicia y la equidad.
Sabemos que son muchas las dificultades que deberemos vencer, pues resulta más fácil el desguace que la reconstrucción, pero esa recuperación será firme y no la podrán detener si valoramos el día a día y el paso a paso, si revalorizamos las tareas cotidianas como el camino práctico para volver realidad los sueños.
Los tiempos de la recuperación nacional a veces parecen más largos que lo que la urgencia de nuestras necesidades requiere, pero si desde el Estado y el Gobierno trabajamos duro y bien, si somos capaces de aunar la voluntad estatal, la vocación privada empresarial y la enorme fe de los argentinos, iremos recuperando el mejor tiempo.
Más allá de las viejas y nuevas heridas, que estamos intentando superar con justicia y verdad, debemos trazar líneas que unan la Marina de Guerra nacida bajo el signo definitivo del almirante Guillermo Brown y esta Marina actualizada a los nuevos tiempos que nos tocan vivir. Una línea asentada en el amor a la patria, el respeto por aquellos que hicieron nuestra patria, el ejemplo luminoso de los que brindaron su vida para hacerla grande.
Como ya hemos sostenido debe valorarse el rechazo categórico de vuestro jefe de Estado Mayor Conjunto a los hechos aberrantes y agraviantes a la dignidad humana, la ética y la ley, cometidos en la aciaga noche dictatorial, que pone a la Armada en rumbo del reencuentro con la sociedad argentina. No debemos permitir que quienes cometieron crímenes que la humanidad condena se escuden detrás del prestigio de nuestras instituciones para evitar afrontar sus responsabilidades.
Los exhorto una vez más a llevar bien alto el estandarte de los valores de nuestros héroes de la independencia, a retemplarse en el espíritu malvinero, en la eterna gloria de los 323 héroes del crucero General Belgrano, en el coraje del capitán Sergio Gómez Roca y los valientes tripulantes del aviso Sobral.
Los exhorto a vivir plenamente el sentimiento de patria que seguramente llevan en los corazones y que los ha hecho abrazar su carrera de marinos para elevarla y honrarla.
Que no nos pesen todos los esfuerzos realizados si pueden ser útiles a la patria de nuestros hijos. Recojamos con ellos las enseñanzas del almirante Guillermo Brown y recuperando fuertemente la autoestima de todos los argentinos, generando una patria que nos contenga a todos, caminemos rumbo a la reconstrucción nacional, sabiendo que la Argentina puede, que los argentinos podemos y que en el pensamiento de nuestros jóvenes, de nuestras generaciones, de nuestra clase media, de nuestros trabajadores, de nuestros empresarios nacionales, de nuestras Fuerzas Armadas e instituciones que componen el país, podemos encontrar el camino de la Argentina que nos merecemos. Muchísimas gracias.
El Día de la Armada es una de esas fechas donde recordamos los orígenes de la Patria, sus batallas más gloriosas, sus acciones más valientes como la batalla de Montevideo, sus próceres más notables como el almirante Guillermo Brown, padre de nuestra Marina de Guerra.
En esta celebración, que es de todos los argentinos, rendimos homenaje a los héroes que a lo largo de la historia aportaron su esfuerzo y construyeron independencia, soberanía y patria; homenaje dirigido también a los héroes que pelearon por esas banderas y a quienes perdieron la vida defendiéndolas.
La Patria en estos días necesita que repasemos las páginas mejores de nuestra historia para inspirarnos allí y encontrar seguro respaldo a la inmensa tarea de reconstrucción que debemos concretar. Está latente en esos ejemplos la fuerza que permitirá reparar daños, restañar heridas, movilizar capacidades, motivar, reactivar, reconvertir para poder crear las condiciones productivas, industriales y de inversión que den trabajo genuino, inclusión social y una justa distribución de la riqueza a los argentinos que fueron despojados de sus derechos sociales más elementales.
Este día debe servir para la revalorización del espíritu pionero, el respeto por el otro, el rescate del valor ético de lo cotidiano, del trabajo día a día sin aflojar en el esfuerzo. Muchos piensan que sólo el Estado fue devastado y desguazado en estos años, creo que también se intentó devastar la autoestima de los argentinos queriendo hacer creer que lo nuestro no valía. En la base de la destrucción de lo nacional estaba la desvalorización de nuestra moral. Desde ese punto de vista queda claro cuánto valdrá que los argentinos encontremos puntos de unidad que nos ayuden a persistir en el esfuerzo de la importante puesta en valor de lo propio.
El Centenario del Arsenal Naval de Puerto Belgrano encierra también enseñanzas en el mismo sentido y se constituye en un fuerte símbolo de lo que nos pasó. Esta infraestructura con el dique de carena y la grada fue concebida por visionarios conscientes de la importancia estratégica de nuestro mar y de nuestros recursos. En su construcción trabajaron codo a codo inmigrantes y nacionales, calificados técnicos y obreros, para concretar el sueño del puerto y los diques de carena con capacidad para poner a seco y reparar buques militares y civiles de hasta 20 metros de largo y 23 metros de ancho. Cien años más tarde los desafíos son otros, pero la misión primera del Arsenal Naval es la misma, el mantenimiento técnico de los buques de la flota y las unidades operativas de la Armada que sirven de soporte lógico para la defensa de los intereses nacionales en el mar.
Desde la más pequeña soldadura hasta la más elaborada carpintería, abarcando la electrónica, la hidráulica, los motores turbina y calderas, todo pasa por las manos de los técnicos que trabajan en sus talleres y depósitos en sus diques en sus grúas; además de los buques de nuestra flota naval también llegan hasta aquí cargueros, petroleros y pesqueros.
Con esta infraestructura el capital humano que habita la actividad puede crecer aún más, generando más fuentes de trabajo y una más fecunda interacción con las empresas privadas de la zona. Estos técnicos altamente capacitados en su mayoría se formaron en la Escuela de Aprendices de Puerto Belgrano creada en 1937 y cerrada en 1998; de la misma forma se cerraron tantas industrias que declinaron nuestros astilleros y nuestra Marina Mercante y los barcos con bandera argentina llegaron casi a extinguirse.
Estamos revirtiendo esa triste realidad y la Armada trabaja en programas que permitirán la incorporación de conocimientos de tornería, calderas, carpintería, electricidad, soldadura, pintura y mecánica a ciudadanos sin oficio. Esperamos también poder reabrir la Escuela de Aprendices de Puerto Belgrano, como hicimos con los astilleros Domecq García, porque lo cierto es que la Argentina necesita esta base, necesita este arsenal y necesita a toda su gente trabajando y capacitándose para tener una Armada moderna, acorde a los desafíos de la Argentina del siglo XXI.
Porque además de llanos, pampa, montañas, valles, la Argentina es un país fluvial y marítimo; tenemos una zona económica exclusiva con una extensión más vasta que nuestro territorio, contamos con una de las plataformas continentales más extensas del mundo, tenemos 4.500 kilómetros de costa, 3.000 kilómetros de vías fluviales navegables, todo un caudal de riqueza pesquera, energética, comercial, industrial, naval y naviera, tecnológica y científica, que históricamente hemos desaprovechado.
Trabajamos por una Argentina donde costas, cuencas, puertos, hidrovías, plataforma y océanos sean canales productivos de una nación pujante, justa y fuerte. En el corazón de la defensa de este mundo marítimo y fluvial que nos enriquece, está la Armada Argentina. Por eso desde el Arsenal Naval Puerto Belgrano quiero saludar a los hombres y mujeres que la componen y cumplen con dignidad y orgullo las misiones que les asignamos.
La Armada, tanto en la Argentina como en el mundo, presta apoyo solidario para la comunidad en catástrofes y rescates participando junto a las demás fuerzas en operaciones conjuntas de mantenimiento de paz bajo el mandato de las Naciones Unidas.
Es preciso recordar también que en este centenario arsenal fue reparado el aviso Alférez Sobral; debemos rendir homenaje a sus valientes tripulantes, a su heroico comandante, capitán de corbeta Sergio Gómez Roca y a los 323 héroes del crucero General Belgrano que ofrendaron sus vidas por la soberanía en las Malvinas. Que su patriótico espíritu nos guíe para seguir llevando adelante, por los canales diplomáticos, nuestro justo reclamo en nombre del pueblo argentino. Quiera Dios que en su ejemplo de generosa entrega sepamos encontrar la grandeza, la sabiduría y la habilidad imprescindible para continuar el camino de la construcción de una Argentina cada día más recuperada y unida.
Del Estado nos quedaron ruinas y astillas, nada más, pero sobre esas astillas tenemos el deber patriótico de reconstruir, de volver a creer, de volver a soñar, en definitiva de volver a amar lo que hacemos, de creer en nosotros mismos. Sobre las ruinas del Estado recuperaremos también el trabajo, la seguridad, la justicia y la equidad.
Sabemos que son muchas las dificultades que deberemos vencer, pues resulta más fácil el desguace que la reconstrucción, pero esa recuperación será firme y no la podrán detener si valoramos el día a día y el paso a paso, si revalorizamos las tareas cotidianas como el camino práctico para volver realidad los sueños.
Los tiempos de la recuperación nacional a veces parecen más largos que lo que la urgencia de nuestras necesidades requiere, pero si desde el Estado y el Gobierno trabajamos duro y bien, si somos capaces de aunar la voluntad estatal, la vocación privada empresarial y la enorme fe de los argentinos, iremos recuperando el mejor tiempo.
Más allá de las viejas y nuevas heridas, que estamos intentando superar con justicia y verdad, debemos trazar líneas que unan la Marina de Guerra nacida bajo el signo definitivo del almirante Guillermo Brown y esta Marina actualizada a los nuevos tiempos que nos tocan vivir. Una línea asentada en el amor a la patria, el respeto por aquellos que hicieron nuestra patria, el ejemplo luminoso de los que brindaron su vida para hacerla grande.
Como ya hemos sostenido debe valorarse el rechazo categórico de vuestro jefe de Estado Mayor Conjunto a los hechos aberrantes y agraviantes a la dignidad humana, la ética y la ley, cometidos en la aciaga noche dictatorial, que pone a la Armada en rumbo del reencuentro con la sociedad argentina. No debemos permitir que quienes cometieron crímenes que la humanidad condena se escuden detrás del prestigio de nuestras instituciones para evitar afrontar sus responsabilidades.
Los exhorto una vez más a llevar bien alto el estandarte de los valores de nuestros héroes de la independencia, a retemplarse en el espíritu malvinero, en la eterna gloria de los 323 héroes del crucero General Belgrano, en el coraje del capitán Sergio Gómez Roca y los valientes tripulantes del aviso Sobral.
Los exhorto a vivir plenamente el sentimiento de patria que seguramente llevan en los corazones y que los ha hecho abrazar su carrera de marinos para elevarla y honrarla.
Que no nos pesen todos los esfuerzos realizados si pueden ser útiles a la patria de nuestros hijos. Recojamos con ellos las enseñanzas del almirante Guillermo Brown y recuperando fuertemente la autoestima de todos los argentinos, generando una patria que nos contenga a todos, caminemos rumbo a la reconstrucción nacional, sabiendo que la Argentina puede, que los argentinos podemos y que en el pensamiento de nuestros jóvenes, de nuestras generaciones, de nuestra clase media, de nuestros trabajadores, de nuestros empresarios nacionales, de nuestras Fuerzas Armadas e instituciones que componen el país, podemos encontrar el camino de la Argentina que nos merecemos. Muchísimas gracias.