Muchas gracias por la tan amable introducción y cordial bienvenida. Ante todo deseo expresar mi reconocimiento a las autoridades de esta preciosa institución por ofrecerme la oportunidad de poder dirigirme a ustedes, a quienes agradezco muy especialmente su presencia.
Es para mí motivo de especial satisfacción hablar en la Fundación que lleva el nombre del primer Presidente de Alemania elegido democráticamente, Friedrich Ebert, a cuya memoria rindo respetuoso homenaje. En la República Argentina valoramos la presencia y actividad de la Fundación Ebert, debido a la importancia y pertinencia de sus estudios, publicaciones y conferencias, los intercambios personales que constantemente facilitan y promueven aportando calidad, actualidad y contenido al diálogo de nuestras sociedades.
Quisiera reflexionar con ustedes acerca de la relación entre Argentina y Alemania, evaluar sus perspectivas y analizar de qué manera nuestros dos países y sus respectivas regiones pueden intensificar su cooperación.
Desde sus comienzos la Argentina, al igual que el resto de los países latinoamericanos, fue producto del encuentro cultural entre los pueblos originarios y los emigrantes europeos. El mestizaje cultural, físico y social dio lugar a un mundo nuevo, con identidad propia.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX nuestros países recibieron con amplitud la llegada de otros europeos, que por cuestiones económicas, raciales, religiosas o políticas emprendieron el cruce del Atlántico. Ello también aparejó cambios en nuestras culturas y en nuestras sociedades enriqueciendo, aún más, la diversidad y pluralidad que nos caracteriza. No podemos dejar de mencionar el aporte de tantos alemanes a la evolución y progreso de la Argentina: los navegantes y comerciantes, los científicos y educadores, y los que contribuyeron a organizar las universidades, escuelas técnicas e institutos de investigación, los empresarios que aportaron al desarrollo de la banca, las comunicaciones y las industrias, y los miles y miles de alemanes que desde Sajonia, Renania, Brandemburgo, Baviera, cruzaron el océano para trabajar en nuestras llanuras, tierras, bosques y ciudades.
No cabe duda que una relación asentada en raíces, tradiciones e intereses compartidos posibilita diseñar objetivos comunes, a la vez que facilita la implementación de acciones conjuntas a nivel bilateral, biregional y multilateral.
La Argentina en materia de política exterior ha reafirmado la determinación de no renunciar a su autonomía en las decisiones y de participar de manera activa y constructiva en favor del nuevo orden mundial. Un nuevo orden mundial que permita a los países periféricos incrementar la generación de empleo, aumentar los niveles de ingresos de los más pobres y darles un mejor acceso a la educación, la salud, la vivienda y los servicios vitales de nuestros pueblos.
En el plano interno y regional sostenemos que la unidad latinoamericana debe ser la clave para lograr un desarrollo sustentable con inclusión.
América Latina ha sostenido desde el comienzo de sus luchas por la independencia los ideales de igualdad, libertad y solidaridad. Hoy sin embargo ostenta el triste récord de ser el continente más desigual, registrando la mayor brecha entre el ingreso de los más ricos y los más pobres.
Entendemos que el Mercosur, la Comunidad Andina, la Comunidad Sudamericana, deben ser los vehículos para lograr el retroceso de nuestros males. En el fortalecimiento de los organismos regionales y en la construcción de la unión sudamericana está la base de nuestro futuro.
Para mi país la profundización del Mercosur constituye un paso estratégico, una verdadera y sustancial política de Estado. Sin lugar a dudas el Mercosur ha contribuido al afianzamiento de la paz y la democracia en nuestro continente, al estrechamiento de las relaciones económicas, a una activa presencia en el ámbito internacional, a la promoción y defensa de los derechos humanos, los derechos de las mujeres, el desarrollo social, la educación, la cultura, la administración de justicia, la seguridad pública, la defensa de un medioambiente sano, la migración ordenada, el combate contra la droga y el terrorismo.
Partiendo del espacio regional apoyamos, clara y decididamente, el multilateralismo, para cumplir los objetivos del milenio e impulsar al desarrollo, con medidas eficaces, en pos de la solidaridad y la inclusión social, para eliminar, desde luego, el hambre y la pobreza.
Este es sin dudas el mejor camino para preservar la paz, la seguridad internacional, prevenir conflictos que nos ponen en peligro, promover la observancia del derecho internacional y fortalecer la capacidad de los organismos internacionales como garantes de la estabilidad del desarme y la no proliferación de armas de destrucción masiva.
La ausencia de multilateralidad en las relaciones internacionales pone al mundo al borde de convertirse en una jungla, sin leyes ni reglas, al igualar la capacidad fáctica para la intervención como casi un derecho a intervenir. Desde el multilateralismo defenderemos con éxito nuestros principios de democracia, de respeto por los derechos humanos, combatiendo toda discriminación racial, religiosa, de género o de nacionalidad, así como el terrorismo, el tráfico ilegal de armas, el narcotráfico, el lavado de dinero y toda otra manifestación del crimen internacional organizado.
América latina y Europa, Argentina y Alemania, están llamadas a coordinar su acción para afirmar responsablemente sus valores e intereses comunes en los organismos internacionales y regionales, y concretar nuevos avances en estos diversos campos de acción.
Es evidente que el mundo transita tiempos de profundos cambios en el marco de la aparición de riesgos sin precedentes. Tenemos que asumir como nuestro el desafío de quebrar la tendencia que genera fuertes tensiones al compás del crecimiento, y la brecha existente entre los más ricos y los más pobres, al interior de cada país y entre diversos países. Países centrales, países periféricos, reflejan realidades lacerantes de pobreza y exclusión social cada vez más estructurales.
La globalización tiene que operar para todos y no para unos pocos, y la bilateralidad, el multilateralismo y el regionalismo tienen que ser herramientas en la búsqueda de un mundo más prospero y más seguro. América latina y Argentina marchan hoy hacia el cambio y necesitan consolidar su crecimiento, lograr calidad institucional, atraer inversiones productivas, aumentar su productividad, mejorar la distribución del ingreso y crear empleo decente de manera constante.
En muchos casos el sólo crecimiento económico no alcanza para reducir drásticamente la pobreza. Las experiencias que lograron desarrollo económico y lo tradujeron en progreso social debieron abocarse a la generación de empleo para los más pobres, aumentar sus ingresos y darles un mejor acceso a la salud, la educación, a la nutrición, a la vivienda, al agua potable.
Más allá de la combinación de reformas macroeconómicas con otras entradas en el mercado, nuevos gobiernos institucionales, confiables, los países que lograron equilibrar el dinamismo económico con inclusión social pudieron hacerlo prestando atención a sus propias características.
La adopción de modelos universales, generalmente aconsejados por los organismos multilaterales de crédito, fue largamente superada por el desarrollo de posturas propias y enfoques adecuados para cada país. En todo caso, como los modelos importados e impuestos son modelos que sólo buscan recuperar la creencia de que el deudor es más que el desarrollo productivo de aquellos, así provocan errores que se pagan caros y culminarán con un gigantesco desprestigio de sus políticas, que obligará más tarde o más temprano a la reestructuración de sus entidades.
La necesidad de esa reestructuración de las entidades multilaterales de crédito, comenzando por el FMI, se evidencia cuando se escucha a su tecnocracia, plantear nuevas exigencias a medida que avanzamos en la solución de nuestros problemas. Por decenas hemos visto fracasar a distintos gobiernos, a distintos países, aplicando estas recetas encerrados en un patético círculo virtuoso.
A medida que crece la parte de las rentas nacionales que se deben destinar al servicio de la deuda, se dedican cada vez más a tratar de atraer, desde los mercados financieros, capitales especulativos para seguir incrementando el endeudamiento, y cada vez menos la atención de su crecimiento y las necesidades de su pueblo. Así el gobierno de turno y el propio Estado pierden representatividad ante los ojos de la mayoría de sus ciudadanos, lo que le va quitando toda sustentabilidad a cualquier plan o programa. En esas condiciones ni se crece ni se puede pagar la deuda.
La secuencia sigue con una teórica autocrítica de los técnicos del Fondo, mientras los pobres se multiplican. Mi país, por seguir esa receta, viene de sufrir una de las catástrofes socioeconómicas más graves de su existencia, que hiciera explosión a finales del 2001, producto de un modelo político económico al servicio de intereses ajenos al bien común, que favoreció la proliferación de los genocidas, ladrones y corruptos.
Lo que se necesita hacer comprender es que no existen recetas mágicas que den resultado en todo tiempo y lugar, lo que hace aconsejable respetar que en un marco de racionalidad cada país puede elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social.
En todo caso, los múltiples fracasos prueban que ningún equilibrio macroeconómico es sustentable si se asienta sobre otros desequilibrios, como los desajustes macrosociales o un gigantesco endeudamiento. Crecimiento sustentable con inclusión social, producción y empleo, requieren inversiones destinadas a crear nuevas oportunidades. Argentina requiere apoyo para su estrategia de desarrollo, que apunta a obtener fuentes de recursos genuinos para nuestros ciudadanos que deriven de su esfuerzo y trabajo diario.
Necesitamos crear, producir y exportar productos nacionales, bienes y servicios, innovaciones científicos-técnicas o desarrollos culturales. Por eso no reducimos la relación bilateral a un acuerdo comercial; queremos desarrollar esos acuerdos y además instalar proyectos conjuntos que promuevan cadenas de valor.
Nos interesa crear mecanismos de trabajo común, acelerar proyectos de inversiones productivas que incorporen tecnología y diseño a nuestra producción de bienes y servicios. Desde una nueva situación que presenta tangibles muestras de recuperación y saneamiento, queremos expresarle a Alemania y a la comunidad que integra que les puede ir mejor y a nosotros también si encontramos inteligentes formas asociativas a las que estamos dispuestos.
En la Argentina el porcentaje de personas pobres llegó a ser en octubre del año 2002 el 57,5 por ciento, abarcando 13.870.000 personas agrupadas en 3.198.000 hogares, lo que indicaba que el 45,7 por ciento de los hogares se encontraban en situación de indigencia.
La medición más reciente, primer semestre de 2004, muestra que el 31,6 por ciento de los hogares se encuentra por debajo de la línea de la pobreza; en tanto, 835.000 hogares superan la línea de indigencia. Estos valores comparados con los del primer semestre del 2003 reflejan una reducción de la pobreza en más del 10 por ciento en términos de personas, en tanto que la indigencia cayó del 27,7 al 17 por ciento y recientemente al 15 por ciento.
La primacía de intereses particulares sobre el interés general fue la expresión de un determinado modelo de sociedad que condujo a la pobreza en su sentido general, a la incertidumbre, al aislamiento, al temor y al empobrecimiento de la vida en todas sus esferas.
Nuestro gobierno se endereza a construir otra práctica política, otros significados y realidades a partir de generar más hechos que discursos, dar pasos concretos en lugar de promesas. Con el recuerdo de lo que nos tocó sufrir, con memoria de las responsabilidades que a cada uno le corresponden, los argentinos profundizaremos los cambios, consolidaremos el crecimiento y podremos entonces sí ser optimistas respecto de nuestro futuro.
Alemania podrá comprenderlo, porque supo cristalizar hace largo tiempo un sistema social destinado a asegurar los riesgos derivados del desempleo, la incapacidad profesional y laboral, los accidentes, las enfermedades, la vejez y otras contingencias.
La sociedad argentina y el Estado están tomando ahora el rumbo correcto, única garantía de estabilidad política, de democracia real, elementos esenciales de nuestra seguridad institucional, apto para radicar definitivamente beneficios en toda la región.
Es preciso subrayar que los argentinos hemos podido hacer frente a la grave crisis reciente exclusivamente con instrumentos del sistema democrático y las instituciones constitucionales, evitando la quiebra del orden legal, frenando el casos y la violencia.
Tras haber sufrido también, como otrora Alemania, la sombría experiencia del autoritarismo y la violación de los derechos humanos, para nosotros es fundamental que la democracia representativa se expanda como único camino seguro hacia una sociedad libre y próspera, con equidad y justicia.
Es por ello que estamos firmemente comprometidos con el restablecimiento de un sistema judicial independiente y una lucha a fondo contra la corrupción. Sólo sobre la base de la modernización democrática es factible asegurar una recuperación económica armoniosa y durable, que nos permita al mismo tiempo enfrentar y revertir las graves secuelas sociales que la crisis ha dejado: la pobreza, el desempleo, el deterioro, la caída de la salud y la educación.
La Argentina tras salir del default está encarando una estrategia seria y consistente para desendeudar el país de acuerdo a sus posibilidades de pago y sin comprometer sus perspectivas de crecimiento estructural.
En este marco, las relaciones entre la Argentina y Alemania ofrecen posibilidades para ingresar a una nueva etapa en materia de comercio, inversiones y transferencia tecnológica. Sabemos que la estabilidad económica y política requieren de un crecimiento sustentable dentro de un marco que favorezca la inserción de nuevas inversiones productivas como las realizadas por las empresas alemanas desde hace ya muchos años.
En materia de inversiones la Argentina ha iniciado una etapa de expansión económica sostenida que demanda un incremento de la inversión entre 2 ó 3 puntos adicionales del Producto Bruto Interno. Confiamos en la llegada de nuevas inversiones dado que nuestros costos son competitivo. Tenemos amplios recursos naturales en materia de alimentos, minería, energía y turismo, y contamos con recursos humanos capacitados por encima del promedio del mundo en desarrollo.
El proceso de crecimiento económico ya lleva 12 trimestres consecutivos, con una tasa de crecimiento anual del 9 por ciento. Con arduo trabajo y sacrificio el país se ha estabilizado y está creciendo con solidez fiscal, recuperación de las reservas y del ingreso, baja inflación, expansión de las inversiones, aumento y diversificación de las exportaciones y creación de empleo genuino.
En lo relativo al comercio exterior, el potencial actual es tan evidente como lo es la necesidad de superar mediante una creciente industrialización el acceso a los mercados y eliminar el proteccionismo que afecta a nuestras exportaciones de productos de origen agropecuario.
En materia tecnológica, biotecnológica, software y sustitución de combustibles, se presentan interesantes campos de cooperación científica y de desarrollo. Cabe destacar que algunas empresas alemanas, no obstante la crisis, han confiado en nosotros y vemos que están obteniendo importantes beneficios con dicha decisión y dicha actitud de inversión.
Nos congratulamos de ello ya que sus éxitos son también los nuestros por cuanto generan divisas y puestos de trabajo para el país. Nuestro gobierno ha decidido priorizar las inversiones públicas y la investigación científica tecnológica revirtiendo el proceso de las últimas décadas cuando equivocadas políticas descuidaron la investigación y condujeron a una grave fuga de cerebros.
Por ello hemos incorporado la cooperación científico tecnológica internacional como una herramienta principal de la actual política exterior argentina. En materia de los recursos humanos existente en el país, la presencia de una red virtual de científicos y técnicos argentinos trabajando en el exterior, particularmente en Europa, y las negociaciones que se han iniciado con el Ministerio Federal de Educación e Investigación, la Fundación Max Planck y el servicio alemán de intercambio académico crean promisorios marcos para aumentar la cooperación argentino-alemana.
Los estudios genómicos y la biotecnología por nuestra rica biodiversidad microbiana vegetal y animal, la nanotecnología y la energía renovable, el desarrollo de satélites y la informática, son campos prometedores tanto para Alemania como para la Unión Europea en general.
Nuestros países son socios en la corporación Antártica y el estudio de los mares de hace más de 10 años con programas que involucran al Instituto Antártico Argentino y al Instituto de Alemania, circunstancia que menciono como muestra de la variedad de posibilidades de trabajo conjunto en áreas científicas menos convencionales, pero de gran relevancia actual y futura.
Al mismo tiempo, apoyando el desarrollo de la educación en nuestro país en todos los niveles, incluyendo las mejoras en aspectos cualitativos que garanticen parámetros de enseñanza acorde con las exigencias del mundo actual y la competencia profesional de los docentes aprovechando las nuevas tecnologías, resultará muy útil favorecer proyectos de investigación y desarrollo en una estrategia conjunta entre universidades y empresas, para permitir la generación de emprendimientos que ayuden a diversificar producciones, mejorar competitividad y concretar la integración biregional.
En el campo del medio ambiente nuestro Gobierno ha puesto en marcha políticas y medidas que apuntan a mitigar los efectos negativos del cambio climático, reducir las emisiones de gas de efecto invernadero y proteger los ecosistemas. Somos parte de esas decisiones que incluyen en primer término la promoción de energía de fuentes renovables para asegurar su participación creciente en la matriz energética, la búsqueda de eficiencia mediante programas dirigidos a tal fin y la preservación de los bosques nativos. En estos aspectos, la experiencia y la capacidad industrial y tecnológica alemana pueden también contribuir a diseñar proyectos interesantes.
En materia de turismo es mucho lo que Argentina ofrece, comenzando por Tierra del Fuego, extremo austral del mundo, pasando por el glaciar Perito Moreno y los parques pre-cordilleranos del sur, y llegando al noroeste heredero del Imperio Incaico. En el norte con sus maravillosas Cataratas del Iguazú y sus Misiones Jesuíticas, pasando por los esteros litoraleños al encanto de nuestra Pampa húmeda y las zonas serranas del centro y el occidente cordillerano; disfrutando el desarrollo cultural de nuestras principales ciudades, Argentina recibe con gran generosidad a sus visitantes.
Notable resulta el importante incremento de visitantes de todo el mundo atraídos por una biodiversidad sustentable, en un clima benévolo, en una región alejada de conflictos étnicos y religiosos. Existe en la Argentina un vasto campo para inversiones rentables, tanto en infraestructura como en servicios turísticos, que ha sido percibido fuertemente por inversores de la Unión Europea. Confiamos que Alemania, emisor líder y segundo mercado turístico mundial, no desaproveche la ventajosa coyuntura actual.
Respecto a la cooperación para el desarrollo esperamos que Alemania y la Unión Europea comprendan que es preciso concretar nuevas acciones para eliminar progresivamente la desigualdad social y económica, que marca como una herida profunda la situación de América Latina. Nos interesa que dicha cooperación no se limite a complementar nuestros esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de la población, proteger los recursos naturales y el medio ambiente, apoyar las estructuras democráticas en todos sus niveles, fortalecer la función creativa de pequeñas y medianas empresas, promover paralelamente la ciencia, la tecnología y la innovación productiva, sino que también contribuya a extender los beneficios del desarrollo a los demás países de nuestra región sudamericana.
En materia cultural y educativa, como consecuencia de una tradición sólidamente arraigada, las relaciones entre Argentina y Alemania han alcanzado en la actualidad un punto de extraordinario vigor y de promisorio futuro. Una amplia red de contactos e intercambios entre instituciones e individuos nos vincula estrechamente, tanto en el ámbito artístico como el educativo, en los diversos niveles nacionales, provinciales y municipales, entre universidades y colegios, entre docentes y estudiantes, investigadores, profesionales y pasantes.
La convergencia acerca de los conceptos esenciales de la creación, como la libertad, la tolerancia, el respeto a la diversidad, la búsqueda sostenida de nuevos horizontes imaginativos, esta vía enriquecedora de vinculación constituye un fuerte reaseguro para la amistad argentino-germana, pues a partir de allí todos nuestros diálogos, y todo nuestro entendimiento se hace absolutamente posible.
He querido aquí reseñar los temas que consideramos prioritarios de la relación entre Argentina y Alemania, entre nuestra región. Se trata hoy de poner el acento en una activa colaboración recíprocamente ventajosa, confiamos en que Alemania perciba y aproveche las oportunidades que brinda una intensificación de estas relaciones con nuestro país y con Sudamérica, de mutuo respeto. Esperamos también que los dirigentes alemanes hagan valer su influencia en la Unión Europea para que los vínculos entre las dos regiones se profundicen, tanto en el contenido como el diálogo y en la colaboración política, como en concretar los acuerdos que están siendo negociados con vistas a un comercio más abierto, inversiones productivas y proyectos de cooperación para el desarrollo social y económico.
No queremos que la relación se agote en la formulación de promesas para el futuro, nuestros dos países y nuestras regiones reclaman que pongamos manos a la obra para efectivizar una estrategia realista de colaboración, que comencemos a producir resultados que aporten bienestar y mejoren la situación de nuestros pueblos en un marco de paz, justicia y libertad. El sur trabaja para salir de sus problemas, cuenta con ustedes y espera concretar esa cooperación mutuamente ventajosa. Sabemos lo que nos costará reconstruir una credibilidad deteriorada y entendemos que el camino para hacerlo pasa por dar sustentabilidad al crecimiento que protagonizamos, consolidando un país serio, un país normal, por eso insistimos con los números y las estadísticas. Que la Argentina ofrezca oportunidades de inversión es algo que los números y las estadísticas se encargan de probar, más allá de cualquier palabra, de juicio ideológico o desconfianza.
Allá en el sur del mundo los esperamos para que se asocien a nuestras oportunidades, tras el sueño de un mundo mejor, conviviendo en paz, con trabajo fecundo que aliente nuestras esperanzas día tras día.
Para nosotros hoy compartir con todos ustedes esta disertación, este diálogo mutuo, bilateral y amplio es realmente muy importante. Es muy importante tener en cuenta qué es lo que está pasando en el mundo de hoy, cuál es la incomprensión de los organismos multilaterales de crédito y de otros organismos multilaterales internacionales respecto de la situación que le toca vivir al mundo en general y a nuestra región en particular. Cada vez que uno intenta cuestionar y cada vez que uno dice que esos organismos están mirando con la nuca la realidad que hoy le toca vivir a la sociedad y al mundo, enseguida surge aquella discusión o aquel discurso que dice: “estos son gobernantes populistas”. Cada vez que uno trata de implementar políticas populares, no populistas, sino cuando se tratan de resolver cuestiones fundamentales y esenciales del pueblo, se genera este marco de calificación de centros tecnocráticos que han servido para consolidar la explotación, la especulación, la marginación y la exclusión en el mundo. Por eso es hora de que las voces se levanten con la fortaleza, con la potencialidad que el mundo necesita.
A mí me tocó tomar una Argentina devastada por un programa económico que fue apoyado por el Fondo Monetario Internacional, que exhibió a los gobernantes de la Argentina de aquel momento como ejemplo diciendo que “este es el camino que deben seguir los países del mundo”. Vean qué bien estaba gobernada la Argentina en un plan incomprensible como el de la convertibilidad, en un endeudamiento para sostener esa convertibilidad que llegó al 170% de su Producto Bruto Interno y con una corrupción inigualada en la Argentina, escandalosa, pero esos gobiernos eran apoyados por estos organismos.
Hoy, cuando uno defiende el interés nacional, cuando desea tener la legislación necesaria y dar los pasos necesarios para que los corruptos tengan el destino que corresponde que es la prisión; cuando tratamos de recuperar el marco de las posibilidades de volver a ser y la inclusión social; cuando queremos hacer frente al endeudamiento que nos dejaron en el marco de políticas especulativas asombrosas, en las que participaron bancos internacionales para consolidar la venta de bonos argentinos que no tenían ningún tipo de valor en su momento pero los vendieron como los mejores bonos y a nosotros nos toca la triste noticia de salir a decir cómo fue esa etapa y qué es lo que puede pagar la Argentina, todavía esos mismos sectores y esas mismas personas que siguen en esos mismos organismos, que siguen siendo las mismas líneas medias, dicen que la Argentina aplica políticas que el mundo actual no puede aceptar, en el marco que tuvimos con el canje de la deuda, en el que llegamos al 76%, y todavía hoy se animan a cuestionar este canje que evidentemente sí significó una quita de 67.000 millones de dólares, pero negociamos como corresponde, de cara a la sociedad y al mundo. Dijimos: “la Argentina quiere ser un país serio y puede pagar esto”. La Argentina fue un país que lo quebraron y lo vaciaron. Sin embargo, esos intereses siguen vivos allí.
Y pasa en otros países. Argentina es un país muy fuerte potencialmente, aún con gobiernos mediocres tiene grandes posibilidades de salir. Hemos crecido casi el 20% en dos años, este primer trimestre hemos vuelto a crecer muy fuerte; estamos venciendo la pobreza y la indigencia, hemos llevado el desempleo del 24 al 12%; crece nuestra recaudación; creció en un 40% el ingreso per cápita; somos un país con fuertes recursos humanos, pero hay otros países del mundo que están en situaciones mucho más desventajosas y que son prácticamente arrasados por políticas de ajuste que no comprenden, que no entienden y por las cuales son sometidos los pueblos a graves condiciones de marginalidad.
Por eso el mundo debe reaccionar, por eso se deben modernizar los organismos multilaterales de crédito, por eso se debe dar una discusión fuerte y racional sobre estos temas. Yo siempre digo que la experiencia de lo que pasó en la discusión sobre el problema último de Irak, donde el multilateralismo quedó absolutamente de lado, no es el único problema que enmarca el mundo en muchas soluciones que está necesitando. Por eso creo que la generación que nosotros representamos, aquellos que pensamos que el mundo se puede cambiar, que nos incorporamos a la política porque creíamos que el mundo se puede cambiar; que sufrimos la persecución, el autoritarismo y las prácticas de desaparición, como nos pasó a nosotros en la Argentina y que de otra forma mucho más grave sufrieron ustedes aquí, realmente debemos tener la valentía y la decisión de ayudar a crear ese nuevo orden internacional que dé la posibilidad de vivir en un mundo mucho más equilibrado y justo.
Salimos desde el marco de la verdad relativa a predicar nuestra verdad, a decirles qué sentimos y qué nos pasa, dispuestos a dar fuertemente una discusión con aportes, con ideas que nos lleven a una verdad constructora y superadora, pero es bueno saber que la tecnocracia, que el mundo hoy casi unificado en su conducción y con sus países muchas veces mirando casi como dejando pasar lo que está sucediendo, nos puede llevar realmente a puntos límite. Por eso la Comunidad Económica Europea, el Mercosur, la comunidad de naciones de América latina tienen muchas cosas para hacer en conjunto.
Nosotros venimos a sembrar junto a ustedes la semilla, Dios quiera, de un orden distinto y que esta generación pueda ser el punto de inflexión para construir una sociedad que se acerque mucho más a los que pensamos que el mundo no debe ser solamente de unos pocos sino que todos, sin ningún tipo de segregación, tienen que tener la posibilidad de realizarse. Muchísimas gracias por compartir este momento y quedo absolutamente a vuestras órdenes. (Aplausos).
Es para mí motivo de especial satisfacción hablar en la Fundación que lleva el nombre del primer Presidente de Alemania elegido democráticamente, Friedrich Ebert, a cuya memoria rindo respetuoso homenaje. En la República Argentina valoramos la presencia y actividad de la Fundación Ebert, debido a la importancia y pertinencia de sus estudios, publicaciones y conferencias, los intercambios personales que constantemente facilitan y promueven aportando calidad, actualidad y contenido al diálogo de nuestras sociedades.
Quisiera reflexionar con ustedes acerca de la relación entre Argentina y Alemania, evaluar sus perspectivas y analizar de qué manera nuestros dos países y sus respectivas regiones pueden intensificar su cooperación.
Desde sus comienzos la Argentina, al igual que el resto de los países latinoamericanos, fue producto del encuentro cultural entre los pueblos originarios y los emigrantes europeos. El mestizaje cultural, físico y social dio lugar a un mundo nuevo, con identidad propia.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX nuestros países recibieron con amplitud la llegada de otros europeos, que por cuestiones económicas, raciales, religiosas o políticas emprendieron el cruce del Atlántico. Ello también aparejó cambios en nuestras culturas y en nuestras sociedades enriqueciendo, aún más, la diversidad y pluralidad que nos caracteriza. No podemos dejar de mencionar el aporte de tantos alemanes a la evolución y progreso de la Argentina: los navegantes y comerciantes, los científicos y educadores, y los que contribuyeron a organizar las universidades, escuelas técnicas e institutos de investigación, los empresarios que aportaron al desarrollo de la banca, las comunicaciones y las industrias, y los miles y miles de alemanes que desde Sajonia, Renania, Brandemburgo, Baviera, cruzaron el océano para trabajar en nuestras llanuras, tierras, bosques y ciudades.
No cabe duda que una relación asentada en raíces, tradiciones e intereses compartidos posibilita diseñar objetivos comunes, a la vez que facilita la implementación de acciones conjuntas a nivel bilateral, biregional y multilateral.
La Argentina en materia de política exterior ha reafirmado la determinación de no renunciar a su autonomía en las decisiones y de participar de manera activa y constructiva en favor del nuevo orden mundial. Un nuevo orden mundial que permita a los países periféricos incrementar la generación de empleo, aumentar los niveles de ingresos de los más pobres y darles un mejor acceso a la educación, la salud, la vivienda y los servicios vitales de nuestros pueblos.
En el plano interno y regional sostenemos que la unidad latinoamericana debe ser la clave para lograr un desarrollo sustentable con inclusión.
América Latina ha sostenido desde el comienzo de sus luchas por la independencia los ideales de igualdad, libertad y solidaridad. Hoy sin embargo ostenta el triste récord de ser el continente más desigual, registrando la mayor brecha entre el ingreso de los más ricos y los más pobres.
Entendemos que el Mercosur, la Comunidad Andina, la Comunidad Sudamericana, deben ser los vehículos para lograr el retroceso de nuestros males. En el fortalecimiento de los organismos regionales y en la construcción de la unión sudamericana está la base de nuestro futuro.
Para mi país la profundización del Mercosur constituye un paso estratégico, una verdadera y sustancial política de Estado. Sin lugar a dudas el Mercosur ha contribuido al afianzamiento de la paz y la democracia en nuestro continente, al estrechamiento de las relaciones económicas, a una activa presencia en el ámbito internacional, a la promoción y defensa de los derechos humanos, los derechos de las mujeres, el desarrollo social, la educación, la cultura, la administración de justicia, la seguridad pública, la defensa de un medioambiente sano, la migración ordenada, el combate contra la droga y el terrorismo.
Partiendo del espacio regional apoyamos, clara y decididamente, el multilateralismo, para cumplir los objetivos del milenio e impulsar al desarrollo, con medidas eficaces, en pos de la solidaridad y la inclusión social, para eliminar, desde luego, el hambre y la pobreza.
Este es sin dudas el mejor camino para preservar la paz, la seguridad internacional, prevenir conflictos que nos ponen en peligro, promover la observancia del derecho internacional y fortalecer la capacidad de los organismos internacionales como garantes de la estabilidad del desarme y la no proliferación de armas de destrucción masiva.
La ausencia de multilateralidad en las relaciones internacionales pone al mundo al borde de convertirse en una jungla, sin leyes ni reglas, al igualar la capacidad fáctica para la intervención como casi un derecho a intervenir. Desde el multilateralismo defenderemos con éxito nuestros principios de democracia, de respeto por los derechos humanos, combatiendo toda discriminación racial, religiosa, de género o de nacionalidad, así como el terrorismo, el tráfico ilegal de armas, el narcotráfico, el lavado de dinero y toda otra manifestación del crimen internacional organizado.
América latina y Europa, Argentina y Alemania, están llamadas a coordinar su acción para afirmar responsablemente sus valores e intereses comunes en los organismos internacionales y regionales, y concretar nuevos avances en estos diversos campos de acción.
Es evidente que el mundo transita tiempos de profundos cambios en el marco de la aparición de riesgos sin precedentes. Tenemos que asumir como nuestro el desafío de quebrar la tendencia que genera fuertes tensiones al compás del crecimiento, y la brecha existente entre los más ricos y los más pobres, al interior de cada país y entre diversos países. Países centrales, países periféricos, reflejan realidades lacerantes de pobreza y exclusión social cada vez más estructurales.
La globalización tiene que operar para todos y no para unos pocos, y la bilateralidad, el multilateralismo y el regionalismo tienen que ser herramientas en la búsqueda de un mundo más prospero y más seguro. América latina y Argentina marchan hoy hacia el cambio y necesitan consolidar su crecimiento, lograr calidad institucional, atraer inversiones productivas, aumentar su productividad, mejorar la distribución del ingreso y crear empleo decente de manera constante.
En muchos casos el sólo crecimiento económico no alcanza para reducir drásticamente la pobreza. Las experiencias que lograron desarrollo económico y lo tradujeron en progreso social debieron abocarse a la generación de empleo para los más pobres, aumentar sus ingresos y darles un mejor acceso a la salud, la educación, a la nutrición, a la vivienda, al agua potable.
Más allá de la combinación de reformas macroeconómicas con otras entradas en el mercado, nuevos gobiernos institucionales, confiables, los países que lograron equilibrar el dinamismo económico con inclusión social pudieron hacerlo prestando atención a sus propias características.
La adopción de modelos universales, generalmente aconsejados por los organismos multilaterales de crédito, fue largamente superada por el desarrollo de posturas propias y enfoques adecuados para cada país. En todo caso, como los modelos importados e impuestos son modelos que sólo buscan recuperar la creencia de que el deudor es más que el desarrollo productivo de aquellos, así provocan errores que se pagan caros y culminarán con un gigantesco desprestigio de sus políticas, que obligará más tarde o más temprano a la reestructuración de sus entidades.
La necesidad de esa reestructuración de las entidades multilaterales de crédito, comenzando por el FMI, se evidencia cuando se escucha a su tecnocracia, plantear nuevas exigencias a medida que avanzamos en la solución de nuestros problemas. Por decenas hemos visto fracasar a distintos gobiernos, a distintos países, aplicando estas recetas encerrados en un patético círculo virtuoso.
A medida que crece la parte de las rentas nacionales que se deben destinar al servicio de la deuda, se dedican cada vez más a tratar de atraer, desde los mercados financieros, capitales especulativos para seguir incrementando el endeudamiento, y cada vez menos la atención de su crecimiento y las necesidades de su pueblo. Así el gobierno de turno y el propio Estado pierden representatividad ante los ojos de la mayoría de sus ciudadanos, lo que le va quitando toda sustentabilidad a cualquier plan o programa. En esas condiciones ni se crece ni se puede pagar la deuda.
La secuencia sigue con una teórica autocrítica de los técnicos del Fondo, mientras los pobres se multiplican. Mi país, por seguir esa receta, viene de sufrir una de las catástrofes socioeconómicas más graves de su existencia, que hiciera explosión a finales del 2001, producto de un modelo político económico al servicio de intereses ajenos al bien común, que favoreció la proliferación de los genocidas, ladrones y corruptos.
Lo que se necesita hacer comprender es que no existen recetas mágicas que den resultado en todo tiempo y lugar, lo que hace aconsejable respetar que en un marco de racionalidad cada país puede elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social.
En todo caso, los múltiples fracasos prueban que ningún equilibrio macroeconómico es sustentable si se asienta sobre otros desequilibrios, como los desajustes macrosociales o un gigantesco endeudamiento. Crecimiento sustentable con inclusión social, producción y empleo, requieren inversiones destinadas a crear nuevas oportunidades. Argentina requiere apoyo para su estrategia de desarrollo, que apunta a obtener fuentes de recursos genuinos para nuestros ciudadanos que deriven de su esfuerzo y trabajo diario.
Necesitamos crear, producir y exportar productos nacionales, bienes y servicios, innovaciones científicos-técnicas o desarrollos culturales. Por eso no reducimos la relación bilateral a un acuerdo comercial; queremos desarrollar esos acuerdos y además instalar proyectos conjuntos que promuevan cadenas de valor.
Nos interesa crear mecanismos de trabajo común, acelerar proyectos de inversiones productivas que incorporen tecnología y diseño a nuestra producción de bienes y servicios. Desde una nueva situación que presenta tangibles muestras de recuperación y saneamiento, queremos expresarle a Alemania y a la comunidad que integra que les puede ir mejor y a nosotros también si encontramos inteligentes formas asociativas a las que estamos dispuestos.
En la Argentina el porcentaje de personas pobres llegó a ser en octubre del año 2002 el 57,5 por ciento, abarcando 13.870.000 personas agrupadas en 3.198.000 hogares, lo que indicaba que el 45,7 por ciento de los hogares se encontraban en situación de indigencia.
La medición más reciente, primer semestre de 2004, muestra que el 31,6 por ciento de los hogares se encuentra por debajo de la línea de la pobreza; en tanto, 835.000 hogares superan la línea de indigencia. Estos valores comparados con los del primer semestre del 2003 reflejan una reducción de la pobreza en más del 10 por ciento en términos de personas, en tanto que la indigencia cayó del 27,7 al 17 por ciento y recientemente al 15 por ciento.
La primacía de intereses particulares sobre el interés general fue la expresión de un determinado modelo de sociedad que condujo a la pobreza en su sentido general, a la incertidumbre, al aislamiento, al temor y al empobrecimiento de la vida en todas sus esferas.
Nuestro gobierno se endereza a construir otra práctica política, otros significados y realidades a partir de generar más hechos que discursos, dar pasos concretos en lugar de promesas. Con el recuerdo de lo que nos tocó sufrir, con memoria de las responsabilidades que a cada uno le corresponden, los argentinos profundizaremos los cambios, consolidaremos el crecimiento y podremos entonces sí ser optimistas respecto de nuestro futuro.
Alemania podrá comprenderlo, porque supo cristalizar hace largo tiempo un sistema social destinado a asegurar los riesgos derivados del desempleo, la incapacidad profesional y laboral, los accidentes, las enfermedades, la vejez y otras contingencias.
La sociedad argentina y el Estado están tomando ahora el rumbo correcto, única garantía de estabilidad política, de democracia real, elementos esenciales de nuestra seguridad institucional, apto para radicar definitivamente beneficios en toda la región.
Es preciso subrayar que los argentinos hemos podido hacer frente a la grave crisis reciente exclusivamente con instrumentos del sistema democrático y las instituciones constitucionales, evitando la quiebra del orden legal, frenando el casos y la violencia.
Tras haber sufrido también, como otrora Alemania, la sombría experiencia del autoritarismo y la violación de los derechos humanos, para nosotros es fundamental que la democracia representativa se expanda como único camino seguro hacia una sociedad libre y próspera, con equidad y justicia.
Es por ello que estamos firmemente comprometidos con el restablecimiento de un sistema judicial independiente y una lucha a fondo contra la corrupción. Sólo sobre la base de la modernización democrática es factible asegurar una recuperación económica armoniosa y durable, que nos permita al mismo tiempo enfrentar y revertir las graves secuelas sociales que la crisis ha dejado: la pobreza, el desempleo, el deterioro, la caída de la salud y la educación.
La Argentina tras salir del default está encarando una estrategia seria y consistente para desendeudar el país de acuerdo a sus posibilidades de pago y sin comprometer sus perspectivas de crecimiento estructural.
En este marco, las relaciones entre la Argentina y Alemania ofrecen posibilidades para ingresar a una nueva etapa en materia de comercio, inversiones y transferencia tecnológica. Sabemos que la estabilidad económica y política requieren de un crecimiento sustentable dentro de un marco que favorezca la inserción de nuevas inversiones productivas como las realizadas por las empresas alemanas desde hace ya muchos años.
En materia de inversiones la Argentina ha iniciado una etapa de expansión económica sostenida que demanda un incremento de la inversión entre 2 ó 3 puntos adicionales del Producto Bruto Interno. Confiamos en la llegada de nuevas inversiones dado que nuestros costos son competitivo. Tenemos amplios recursos naturales en materia de alimentos, minería, energía y turismo, y contamos con recursos humanos capacitados por encima del promedio del mundo en desarrollo.
El proceso de crecimiento económico ya lleva 12 trimestres consecutivos, con una tasa de crecimiento anual del 9 por ciento. Con arduo trabajo y sacrificio el país se ha estabilizado y está creciendo con solidez fiscal, recuperación de las reservas y del ingreso, baja inflación, expansión de las inversiones, aumento y diversificación de las exportaciones y creación de empleo genuino.
En lo relativo al comercio exterior, el potencial actual es tan evidente como lo es la necesidad de superar mediante una creciente industrialización el acceso a los mercados y eliminar el proteccionismo que afecta a nuestras exportaciones de productos de origen agropecuario.
En materia tecnológica, biotecnológica, software y sustitución de combustibles, se presentan interesantes campos de cooperación científica y de desarrollo. Cabe destacar que algunas empresas alemanas, no obstante la crisis, han confiado en nosotros y vemos que están obteniendo importantes beneficios con dicha decisión y dicha actitud de inversión.
Nos congratulamos de ello ya que sus éxitos son también los nuestros por cuanto generan divisas y puestos de trabajo para el país. Nuestro gobierno ha decidido priorizar las inversiones públicas y la investigación científica tecnológica revirtiendo el proceso de las últimas décadas cuando equivocadas políticas descuidaron la investigación y condujeron a una grave fuga de cerebros.
Por ello hemos incorporado la cooperación científico tecnológica internacional como una herramienta principal de la actual política exterior argentina. En materia de los recursos humanos existente en el país, la presencia de una red virtual de científicos y técnicos argentinos trabajando en el exterior, particularmente en Europa, y las negociaciones que se han iniciado con el Ministerio Federal de Educación e Investigación, la Fundación Max Planck y el servicio alemán de intercambio académico crean promisorios marcos para aumentar la cooperación argentino-alemana.
Los estudios genómicos y la biotecnología por nuestra rica biodiversidad microbiana vegetal y animal, la nanotecnología y la energía renovable, el desarrollo de satélites y la informática, son campos prometedores tanto para Alemania como para la Unión Europea en general.
Nuestros países son socios en la corporación Antártica y el estudio de los mares de hace más de 10 años con programas que involucran al Instituto Antártico Argentino y al Instituto de Alemania, circunstancia que menciono como muestra de la variedad de posibilidades de trabajo conjunto en áreas científicas menos convencionales, pero de gran relevancia actual y futura.
Al mismo tiempo, apoyando el desarrollo de la educación en nuestro país en todos los niveles, incluyendo las mejoras en aspectos cualitativos que garanticen parámetros de enseñanza acorde con las exigencias del mundo actual y la competencia profesional de los docentes aprovechando las nuevas tecnologías, resultará muy útil favorecer proyectos de investigación y desarrollo en una estrategia conjunta entre universidades y empresas, para permitir la generación de emprendimientos que ayuden a diversificar producciones, mejorar competitividad y concretar la integración biregional.
En el campo del medio ambiente nuestro Gobierno ha puesto en marcha políticas y medidas que apuntan a mitigar los efectos negativos del cambio climático, reducir las emisiones de gas de efecto invernadero y proteger los ecosistemas. Somos parte de esas decisiones que incluyen en primer término la promoción de energía de fuentes renovables para asegurar su participación creciente en la matriz energética, la búsqueda de eficiencia mediante programas dirigidos a tal fin y la preservación de los bosques nativos. En estos aspectos, la experiencia y la capacidad industrial y tecnológica alemana pueden también contribuir a diseñar proyectos interesantes.
En materia de turismo es mucho lo que Argentina ofrece, comenzando por Tierra del Fuego, extremo austral del mundo, pasando por el glaciar Perito Moreno y los parques pre-cordilleranos del sur, y llegando al noroeste heredero del Imperio Incaico. En el norte con sus maravillosas Cataratas del Iguazú y sus Misiones Jesuíticas, pasando por los esteros litoraleños al encanto de nuestra Pampa húmeda y las zonas serranas del centro y el occidente cordillerano; disfrutando el desarrollo cultural de nuestras principales ciudades, Argentina recibe con gran generosidad a sus visitantes.
Notable resulta el importante incremento de visitantes de todo el mundo atraídos por una biodiversidad sustentable, en un clima benévolo, en una región alejada de conflictos étnicos y religiosos. Existe en la Argentina un vasto campo para inversiones rentables, tanto en infraestructura como en servicios turísticos, que ha sido percibido fuertemente por inversores de la Unión Europea. Confiamos que Alemania, emisor líder y segundo mercado turístico mundial, no desaproveche la ventajosa coyuntura actual.
Respecto a la cooperación para el desarrollo esperamos que Alemania y la Unión Europea comprendan que es preciso concretar nuevas acciones para eliminar progresivamente la desigualdad social y económica, que marca como una herida profunda la situación de América Latina. Nos interesa que dicha cooperación no se limite a complementar nuestros esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de la población, proteger los recursos naturales y el medio ambiente, apoyar las estructuras democráticas en todos sus niveles, fortalecer la función creativa de pequeñas y medianas empresas, promover paralelamente la ciencia, la tecnología y la innovación productiva, sino que también contribuya a extender los beneficios del desarrollo a los demás países de nuestra región sudamericana.
En materia cultural y educativa, como consecuencia de una tradición sólidamente arraigada, las relaciones entre Argentina y Alemania han alcanzado en la actualidad un punto de extraordinario vigor y de promisorio futuro. Una amplia red de contactos e intercambios entre instituciones e individuos nos vincula estrechamente, tanto en el ámbito artístico como el educativo, en los diversos niveles nacionales, provinciales y municipales, entre universidades y colegios, entre docentes y estudiantes, investigadores, profesionales y pasantes.
La convergencia acerca de los conceptos esenciales de la creación, como la libertad, la tolerancia, el respeto a la diversidad, la búsqueda sostenida de nuevos horizontes imaginativos, esta vía enriquecedora de vinculación constituye un fuerte reaseguro para la amistad argentino-germana, pues a partir de allí todos nuestros diálogos, y todo nuestro entendimiento se hace absolutamente posible.
He querido aquí reseñar los temas que consideramos prioritarios de la relación entre Argentina y Alemania, entre nuestra región. Se trata hoy de poner el acento en una activa colaboración recíprocamente ventajosa, confiamos en que Alemania perciba y aproveche las oportunidades que brinda una intensificación de estas relaciones con nuestro país y con Sudamérica, de mutuo respeto. Esperamos también que los dirigentes alemanes hagan valer su influencia en la Unión Europea para que los vínculos entre las dos regiones se profundicen, tanto en el contenido como el diálogo y en la colaboración política, como en concretar los acuerdos que están siendo negociados con vistas a un comercio más abierto, inversiones productivas y proyectos de cooperación para el desarrollo social y económico.
No queremos que la relación se agote en la formulación de promesas para el futuro, nuestros dos países y nuestras regiones reclaman que pongamos manos a la obra para efectivizar una estrategia realista de colaboración, que comencemos a producir resultados que aporten bienestar y mejoren la situación de nuestros pueblos en un marco de paz, justicia y libertad. El sur trabaja para salir de sus problemas, cuenta con ustedes y espera concretar esa cooperación mutuamente ventajosa. Sabemos lo que nos costará reconstruir una credibilidad deteriorada y entendemos que el camino para hacerlo pasa por dar sustentabilidad al crecimiento que protagonizamos, consolidando un país serio, un país normal, por eso insistimos con los números y las estadísticas. Que la Argentina ofrezca oportunidades de inversión es algo que los números y las estadísticas se encargan de probar, más allá de cualquier palabra, de juicio ideológico o desconfianza.
Allá en el sur del mundo los esperamos para que se asocien a nuestras oportunidades, tras el sueño de un mundo mejor, conviviendo en paz, con trabajo fecundo que aliente nuestras esperanzas día tras día.
Para nosotros hoy compartir con todos ustedes esta disertación, este diálogo mutuo, bilateral y amplio es realmente muy importante. Es muy importante tener en cuenta qué es lo que está pasando en el mundo de hoy, cuál es la incomprensión de los organismos multilaterales de crédito y de otros organismos multilaterales internacionales respecto de la situación que le toca vivir al mundo en general y a nuestra región en particular. Cada vez que uno intenta cuestionar y cada vez que uno dice que esos organismos están mirando con la nuca la realidad que hoy le toca vivir a la sociedad y al mundo, enseguida surge aquella discusión o aquel discurso que dice: “estos son gobernantes populistas”. Cada vez que uno trata de implementar políticas populares, no populistas, sino cuando se tratan de resolver cuestiones fundamentales y esenciales del pueblo, se genera este marco de calificación de centros tecnocráticos que han servido para consolidar la explotación, la especulación, la marginación y la exclusión en el mundo. Por eso es hora de que las voces se levanten con la fortaleza, con la potencialidad que el mundo necesita.
A mí me tocó tomar una Argentina devastada por un programa económico que fue apoyado por el Fondo Monetario Internacional, que exhibió a los gobernantes de la Argentina de aquel momento como ejemplo diciendo que “este es el camino que deben seguir los países del mundo”. Vean qué bien estaba gobernada la Argentina en un plan incomprensible como el de la convertibilidad, en un endeudamiento para sostener esa convertibilidad que llegó al 170% de su Producto Bruto Interno y con una corrupción inigualada en la Argentina, escandalosa, pero esos gobiernos eran apoyados por estos organismos.
Hoy, cuando uno defiende el interés nacional, cuando desea tener la legislación necesaria y dar los pasos necesarios para que los corruptos tengan el destino que corresponde que es la prisión; cuando tratamos de recuperar el marco de las posibilidades de volver a ser y la inclusión social; cuando queremos hacer frente al endeudamiento que nos dejaron en el marco de políticas especulativas asombrosas, en las que participaron bancos internacionales para consolidar la venta de bonos argentinos que no tenían ningún tipo de valor en su momento pero los vendieron como los mejores bonos y a nosotros nos toca la triste noticia de salir a decir cómo fue esa etapa y qué es lo que puede pagar la Argentina, todavía esos mismos sectores y esas mismas personas que siguen en esos mismos organismos, que siguen siendo las mismas líneas medias, dicen que la Argentina aplica políticas que el mundo actual no puede aceptar, en el marco que tuvimos con el canje de la deuda, en el que llegamos al 76%, y todavía hoy se animan a cuestionar este canje que evidentemente sí significó una quita de 67.000 millones de dólares, pero negociamos como corresponde, de cara a la sociedad y al mundo. Dijimos: “la Argentina quiere ser un país serio y puede pagar esto”. La Argentina fue un país que lo quebraron y lo vaciaron. Sin embargo, esos intereses siguen vivos allí.
Y pasa en otros países. Argentina es un país muy fuerte potencialmente, aún con gobiernos mediocres tiene grandes posibilidades de salir. Hemos crecido casi el 20% en dos años, este primer trimestre hemos vuelto a crecer muy fuerte; estamos venciendo la pobreza y la indigencia, hemos llevado el desempleo del 24 al 12%; crece nuestra recaudación; creció en un 40% el ingreso per cápita; somos un país con fuertes recursos humanos, pero hay otros países del mundo que están en situaciones mucho más desventajosas y que son prácticamente arrasados por políticas de ajuste que no comprenden, que no entienden y por las cuales son sometidos los pueblos a graves condiciones de marginalidad.
Por eso el mundo debe reaccionar, por eso se deben modernizar los organismos multilaterales de crédito, por eso se debe dar una discusión fuerte y racional sobre estos temas. Yo siempre digo que la experiencia de lo que pasó en la discusión sobre el problema último de Irak, donde el multilateralismo quedó absolutamente de lado, no es el único problema que enmarca el mundo en muchas soluciones que está necesitando. Por eso creo que la generación que nosotros representamos, aquellos que pensamos que el mundo se puede cambiar, que nos incorporamos a la política porque creíamos que el mundo se puede cambiar; que sufrimos la persecución, el autoritarismo y las prácticas de desaparición, como nos pasó a nosotros en la Argentina y que de otra forma mucho más grave sufrieron ustedes aquí, realmente debemos tener la valentía y la decisión de ayudar a crear ese nuevo orden internacional que dé la posibilidad de vivir en un mundo mucho más equilibrado y justo.
Salimos desde el marco de la verdad relativa a predicar nuestra verdad, a decirles qué sentimos y qué nos pasa, dispuestos a dar fuertemente una discusión con aportes, con ideas que nos lleven a una verdad constructora y superadora, pero es bueno saber que la tecnocracia, que el mundo hoy casi unificado en su conducción y con sus países muchas veces mirando casi como dejando pasar lo que está sucediendo, nos puede llevar realmente a puntos límite. Por eso la Comunidad Económica Europea, el Mercosur, la comunidad de naciones de América latina tienen muchas cosas para hacer en conjunto.
Nosotros venimos a sembrar junto a ustedes la semilla, Dios quiera, de un orden distinto y que esta generación pueda ser el punto de inflexión para construir una sociedad que se acerque mucho más a los que pensamos que el mundo no debe ser solamente de unos pocos sino que todos, sin ningún tipo de segregación, tienen que tener la posibilidad de realizarse. Muchísimas gracias por compartir este momento y quedo absolutamente a vuestras órdenes. (Aplausos).