Señor Presidente del Gobierno de España; señores miembros de la comitiva que lo acompañan; autoridades nacionales; señoras y señores: quiero darles la más cordial bienvenida a la República Argentina en esta importante visita que por su valor político y su valor afectivo nos llena de alegría. El valor político es central porque implica la demostración de la afinidad entre las posturas del reino de España y la República Argentina en el ámbito de la relación bilateral, la relación regional y la visión de los problemas que el mundo enfrenta, pero es también central el valor afectivo porque a la par de recibir al político recibimos al amigo, que conocemos y apreciamos desde antes de la función que hoy ocupa.
Creemos haber dado un paso histórico importante con la firma de esta Declaración de Buenos Aires con la que pretendemos impulsar y profundizar nuestra alianza privilegiada. Sobre la base de una historia común, valores que se comparten e ideas que en el mismo sentido se sostienen, España y Argentina han decidido encontrar los medios prácticos para construir una relación estratégica privilegiada. Está claro que no se trata de una simple declaración a la que se arriba por motivos protocolares. En este documento se expresan los puntos más importantes de una agenda común para incrementar el diálogo político, instrumentar la colaboración estrecha en las organizaciones internacionales en las que participamos y fomentar los mecanismos de integración regional. Marchamos hacia la mayor cooperación bilateral, establecemos mecanismos para promover las relaciones económicas y las inversiones, ahondamos el intercambio cultural y científico al tiempo de trazarnos un sendero de cooperación e integración iberoamericana.
Se trata de desarrollar proyectos conjuntos que apunten a la formación de asociaciones de empresas, que promuevan cadenas de valor, padrinazgos de pequeñas y medianas empresas, mecanismos de trabajo en común, proyectos de inversiones productivas que incorporen tecnología y diseño a nuestras producciones de bienes y servicios. Se trata de incrementar las oportunidades de trabajo, pero además esta declaración cobra importancia por la particularidad del momento histórico que nos toca vivir, particularidad que está referida al mundo, a Europa, a América Latina y a nuestro propio país.
El mundo transita tiempos de profundos cambios y debe evitar el incremento de las tensiones internacionales que crecen al compás de la extensión de la brecha entre ricos y pobres. El problema de un mundo con más democracia y más igualdad no es ya un problema que aqueje sólo a los países pobres, los países más desarrollados deben encontrar el modo de extender la igualdad y evitar que la brecha se agigante, no ya por motivos de asistencia humanitaria sino como parte de la defensa de su propia situación. Una democracia sin igualdad de oportunidades se torna más frágil y si en el mundo proliferan las armas y la desesperanza nadie podrá vivir con seguridad y tranquilidad.
Apoyamos – como usted sabe- el llamado a una alianza de civilizaciones, que hiciera en ocasión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y en la última reunión de la Cumbre Iberoamericana de San José de Costa Rica.
Las heridas abiertas por el terrorismo contra nuestros pueblos en la AMIA y en Atocha deben servir para vigorizar nuestra lucha por la seguridad colectiva, asumiendo que el valor seguridad no sólo es un concepto militar sino que reconoce un escenario político, económico, social y cultural. Una inteligente acción concertada y multilateral, sostenida en el tiempo, debe disminuir la vulnerabilidad. Ante la irracionalidad terrorista debemos oponer una nueva racionalidad, pues es evidente que su acción se ve favorecida si la respuesta es simétricamente irracional. Legitimidad en la respuesta y respaldo de la opinión pública internacional son dos presupuestos básicos para enfrentar este fenómeno violento.
Es notorio que debemos hacer de Naciones Unidas un instrumento más eficaz en la lucha por la paz, la seguridad, los derechos humanos, el desarrollo y el progreso social para poder ganar la batalla contra la pobreza, las enfermedades, la violencia, el terror, el delito y la degradación ambiental. Como es también notorio que los países con mayor desarrollo deben encontrar la forma asociativa para apoyar nuevas estrategias de desarrollo sustentable con inclusión social.
América Latina en general, y Argentina en particular, marchan hacia el cambio y necesitan consolidar un crecimiento sustentable, lograr calidad institucional, atraer inversiones productivas, incrementar la productividad, mejorar la distribución del ingreso y crear empleo decente para avanzar. Debemos incrementar la generación de empleo para los más pobres, aumentar sus niveles de ingreso y darles un mejor acceso a la salud, la educación, la nutrición, la vivienda, el agua potable y el resto de los servicios vitales. No lo lograremos con recetas impuestas ni renunciando a nuestra autonomía en las decisiones, para ganar sustentabilidad esos cambios necesitan la generación de un fuerte consenso político interno que se torna imposible si no se atiende al detalle la situación local.
Las democracias deben ayudar al sostén de las democracias para posibilitar un mundo más plural y más diverso, y la mejor manera de ayudar es la que en esta declaración estampamos: la búsqueda de las mejores posibilidades de asociación y colaboración recíprocas.
En estos días la República Argentina ha puesto en consideración de los mercados la propuesta de reestructuración de la parte de su deuda que se encuentra aún en cesación de pagos. Se trata del último paso de un proceso de reestructuración excepcional por su magnitud, por cuanto se hace sin apoyo financiero neto, por el número de bonos, monedas y de legislaciones comprendidas en ellas. Hemos elegido quizás el camino más difícil, pero a la vez el camino más serio y responsable de producir una reestructuración sustentable en nuestra capacidad de pago, en nuestras posibilidades de crecimiento, en lugar de una engañosa y falsa reestructuración intentando ganar tiempo para no cumplir. Sabemos que una situación excepcional requiere remedios excepcionales, como sabemos que ninguna situación excepcional puede sentar un precedente, de modo que la supuesta preocupación de quienes critican nuestra oferta sobre la base del temor a un mal precedente sólo expresa, en el mejor de los casos, temores infundados.
No fuimos ni somos el gobierno del default, ni el de la convertibilidad, ni el del endeudamiento, ni el del “corralito”, ni el de la devaluación. No hemos generado negocios ni asociaciones en base a asegurar ganancias fáciles. Intentamos cumplir de acuerdo con nuestras posibilidades y sabemos cuánto nos costará reconstruir la confianza internacional que la cesación de pagos implica. En el período 2002-2004 hemos sido los únicos entre los grandes deudores de los organismos multilaterales de crédito, que sin solicitar fondos frescos hemos hecho cancelaciones netas por un total de unos 9.000 millones de dólares.
Cabe agradecer el firme apoyo de su Gobierno a las negociaciones con los organismos multilaterales de crédito y sabemos que podemos contar con ustedes para la necesaria transformación estructural de esas entidades internacionales, de cuya necesidad dan sobrada prueba los continuos y costosos fracasos, que cimentaron sus consejos y exigencias en esta parte del planeta.
En la República Argentina estamos logrando desendeudarnos, estamos logrando grados de libertad en la fijación de la política económica que permiten que apliquemos medidas acordes también con la sustentabilidad que la situación social, económica y política tornan viable, pero sabemos que en esa recuperación, más que obteniendo el aplauso de los organismos financieros, aplicando las recetas universales impregnadas de ideologías que ya probaron su incorrección a nuestra situación dejando a millones de personas en la pobreza y en la indigencia, la obtendremos con nuestro crecimiento sustentable, que atraiga inversiones, aumente su productividad, mejore la distribución del ingreso y consolide la creación de empleo.
Creemos que lo que mejorará la imagen de la Argentina son los resultados que nos permitan mantener una sólida situación fiscal, la disminución del endeudamiento, el incremento de la inserción competitiva en los mercados mundiales, el incremento de la calidad institucional, la estabilidad política, el combate contra la indigencia, la pobreza, el desempleo y nuestro cumplimiento con las obligaciones contraídas.
Su presencia aquí y la firma de esta declaración cobran, entonces, una significación especial que esperamos que se valore en toda su dimensión. Encontramos el punto donde tornamos más estrecha nuestra alianza estratégica privilegiada, que nos permitirá actuar coordinadamente en las cuestiones mundiales, en las cuestiones regionales y en las cuestiones locales, de modo que España y Argentina se apoyen mutuamente.
Hubo en nuestras relaciones distintos momentos históricos, nuestro país se forjó en base a la colonización española, nacimos criollos en las luchas de nuestra independencia para ser luego país de inmigrantes por decisión. La tierra de Argentina cobijó sueños y tranquilidades de españoles perseguidos. España recibió nuestra ayuda y nos ha ayudado. Exiliados argentinos de la política o de la economía encontraron paz y prosperidad en la Madre Patria. Inversores españoles vivieron y sufrieron como vivimos y sufrimos los argentinos las vicisitudes de nuestros problemas económicos. Nos toca recorrer, querido amigo presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el tiempo en que España y Argentina eligen el tener una asociación privilegiada, con todo lo que estás palabras significan. Tenemos frente a nosotros el trabajo en común para hacer del mundo un lugar mejor y más vivible, que supere la época en que el terrorismo se ensañó con los habitantes de nuestras patrias; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para hacer que nuestras regiones logren instalar un multilateralismo eficiente, que pueda prevenir y solucionar los conflictos de un mundo en cambio; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para lograr que nuestros pueblos tengan bienestar, democracia, respeto por los derechos humanos, crecimiento con inclusión social, calidad institucional, reglas claras; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para tornar realidad las palabras de esta declaración: “trabajo en común en definitiva para encontrar los medios prácticos de la concreción de nuestros ideales”.
Estamos, querido Presidente, querido amigo, muy agradecido a usted y a quienes nos acompañan por la comprensión y el apoyo que hemos sentido fuertemente, muy fuerte, más allá de lo que nosotros esperábamos, con absoluta sinceridad, tanto en el proceso de canje de deuda que estamos viviendo, en nuestra relación con los organismos multilaterales de crédito y en el proceso de renegociación de empresas de España que están en la Argentina. Estas coincidencias de hoy y este apoyo suyo serán absolutamente valorados seguramente por generaciones de argentinos. A usted, señor Presidente, a quienes lo acompañan, a su Majestad el Rey de España, que también nos ha acompañado siempre permanentemente, tengan el agradecimiento del pueblo argentino por la comprensión y el acompañamiento. Muchas gracias. (Aplausos).
Creemos haber dado un paso histórico importante con la firma de esta Declaración de Buenos Aires con la que pretendemos impulsar y profundizar nuestra alianza privilegiada. Sobre la base de una historia común, valores que se comparten e ideas que en el mismo sentido se sostienen, España y Argentina han decidido encontrar los medios prácticos para construir una relación estratégica privilegiada. Está claro que no se trata de una simple declaración a la que se arriba por motivos protocolares. En este documento se expresan los puntos más importantes de una agenda común para incrementar el diálogo político, instrumentar la colaboración estrecha en las organizaciones internacionales en las que participamos y fomentar los mecanismos de integración regional. Marchamos hacia la mayor cooperación bilateral, establecemos mecanismos para promover las relaciones económicas y las inversiones, ahondamos el intercambio cultural y científico al tiempo de trazarnos un sendero de cooperación e integración iberoamericana.
Se trata de desarrollar proyectos conjuntos que apunten a la formación de asociaciones de empresas, que promuevan cadenas de valor, padrinazgos de pequeñas y medianas empresas, mecanismos de trabajo en común, proyectos de inversiones productivas que incorporen tecnología y diseño a nuestras producciones de bienes y servicios. Se trata de incrementar las oportunidades de trabajo, pero además esta declaración cobra importancia por la particularidad del momento histórico que nos toca vivir, particularidad que está referida al mundo, a Europa, a América Latina y a nuestro propio país.
El mundo transita tiempos de profundos cambios y debe evitar el incremento de las tensiones internacionales que crecen al compás de la extensión de la brecha entre ricos y pobres. El problema de un mundo con más democracia y más igualdad no es ya un problema que aqueje sólo a los países pobres, los países más desarrollados deben encontrar el modo de extender la igualdad y evitar que la brecha se agigante, no ya por motivos de asistencia humanitaria sino como parte de la defensa de su propia situación. Una democracia sin igualdad de oportunidades se torna más frágil y si en el mundo proliferan las armas y la desesperanza nadie podrá vivir con seguridad y tranquilidad.
Apoyamos – como usted sabe- el llamado a una alianza de civilizaciones, que hiciera en ocasión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y en la última reunión de la Cumbre Iberoamericana de San José de Costa Rica.
Las heridas abiertas por el terrorismo contra nuestros pueblos en la AMIA y en Atocha deben servir para vigorizar nuestra lucha por la seguridad colectiva, asumiendo que el valor seguridad no sólo es un concepto militar sino que reconoce un escenario político, económico, social y cultural. Una inteligente acción concertada y multilateral, sostenida en el tiempo, debe disminuir la vulnerabilidad. Ante la irracionalidad terrorista debemos oponer una nueva racionalidad, pues es evidente que su acción se ve favorecida si la respuesta es simétricamente irracional. Legitimidad en la respuesta y respaldo de la opinión pública internacional son dos presupuestos básicos para enfrentar este fenómeno violento.
Es notorio que debemos hacer de Naciones Unidas un instrumento más eficaz en la lucha por la paz, la seguridad, los derechos humanos, el desarrollo y el progreso social para poder ganar la batalla contra la pobreza, las enfermedades, la violencia, el terror, el delito y la degradación ambiental. Como es también notorio que los países con mayor desarrollo deben encontrar la forma asociativa para apoyar nuevas estrategias de desarrollo sustentable con inclusión social.
América Latina en general, y Argentina en particular, marchan hacia el cambio y necesitan consolidar un crecimiento sustentable, lograr calidad institucional, atraer inversiones productivas, incrementar la productividad, mejorar la distribución del ingreso y crear empleo decente para avanzar. Debemos incrementar la generación de empleo para los más pobres, aumentar sus niveles de ingreso y darles un mejor acceso a la salud, la educación, la nutrición, la vivienda, el agua potable y el resto de los servicios vitales. No lo lograremos con recetas impuestas ni renunciando a nuestra autonomía en las decisiones, para ganar sustentabilidad esos cambios necesitan la generación de un fuerte consenso político interno que se torna imposible si no se atiende al detalle la situación local.
Las democracias deben ayudar al sostén de las democracias para posibilitar un mundo más plural y más diverso, y la mejor manera de ayudar es la que en esta declaración estampamos: la búsqueda de las mejores posibilidades de asociación y colaboración recíprocas.
En estos días la República Argentina ha puesto en consideración de los mercados la propuesta de reestructuración de la parte de su deuda que se encuentra aún en cesación de pagos. Se trata del último paso de un proceso de reestructuración excepcional por su magnitud, por cuanto se hace sin apoyo financiero neto, por el número de bonos, monedas y de legislaciones comprendidas en ellas. Hemos elegido quizás el camino más difícil, pero a la vez el camino más serio y responsable de producir una reestructuración sustentable en nuestra capacidad de pago, en nuestras posibilidades de crecimiento, en lugar de una engañosa y falsa reestructuración intentando ganar tiempo para no cumplir. Sabemos que una situación excepcional requiere remedios excepcionales, como sabemos que ninguna situación excepcional puede sentar un precedente, de modo que la supuesta preocupación de quienes critican nuestra oferta sobre la base del temor a un mal precedente sólo expresa, en el mejor de los casos, temores infundados.
No fuimos ni somos el gobierno del default, ni el de la convertibilidad, ni el del endeudamiento, ni el del “corralito”, ni el de la devaluación. No hemos generado negocios ni asociaciones en base a asegurar ganancias fáciles. Intentamos cumplir de acuerdo con nuestras posibilidades y sabemos cuánto nos costará reconstruir la confianza internacional que la cesación de pagos implica. En el período 2002-2004 hemos sido los únicos entre los grandes deudores de los organismos multilaterales de crédito, que sin solicitar fondos frescos hemos hecho cancelaciones netas por un total de unos 9.000 millones de dólares.
Cabe agradecer el firme apoyo de su Gobierno a las negociaciones con los organismos multilaterales de crédito y sabemos que podemos contar con ustedes para la necesaria transformación estructural de esas entidades internacionales, de cuya necesidad dan sobrada prueba los continuos y costosos fracasos, que cimentaron sus consejos y exigencias en esta parte del planeta.
En la República Argentina estamos logrando desendeudarnos, estamos logrando grados de libertad en la fijación de la política económica que permiten que apliquemos medidas acordes también con la sustentabilidad que la situación social, económica y política tornan viable, pero sabemos que en esa recuperación, más que obteniendo el aplauso de los organismos financieros, aplicando las recetas universales impregnadas de ideologías que ya probaron su incorrección a nuestra situación dejando a millones de personas en la pobreza y en la indigencia, la obtendremos con nuestro crecimiento sustentable, que atraiga inversiones, aumente su productividad, mejore la distribución del ingreso y consolide la creación de empleo.
Creemos que lo que mejorará la imagen de la Argentina son los resultados que nos permitan mantener una sólida situación fiscal, la disminución del endeudamiento, el incremento de la inserción competitiva en los mercados mundiales, el incremento de la calidad institucional, la estabilidad política, el combate contra la indigencia, la pobreza, el desempleo y nuestro cumplimiento con las obligaciones contraídas.
Su presencia aquí y la firma de esta declaración cobran, entonces, una significación especial que esperamos que se valore en toda su dimensión. Encontramos el punto donde tornamos más estrecha nuestra alianza estratégica privilegiada, que nos permitirá actuar coordinadamente en las cuestiones mundiales, en las cuestiones regionales y en las cuestiones locales, de modo que España y Argentina se apoyen mutuamente.
Hubo en nuestras relaciones distintos momentos históricos, nuestro país se forjó en base a la colonización española, nacimos criollos en las luchas de nuestra independencia para ser luego país de inmigrantes por decisión. La tierra de Argentina cobijó sueños y tranquilidades de españoles perseguidos. España recibió nuestra ayuda y nos ha ayudado. Exiliados argentinos de la política o de la economía encontraron paz y prosperidad en la Madre Patria. Inversores españoles vivieron y sufrieron como vivimos y sufrimos los argentinos las vicisitudes de nuestros problemas económicos. Nos toca recorrer, querido amigo presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el tiempo en que España y Argentina eligen el tener una asociación privilegiada, con todo lo que estás palabras significan. Tenemos frente a nosotros el trabajo en común para hacer del mundo un lugar mejor y más vivible, que supere la época en que el terrorismo se ensañó con los habitantes de nuestras patrias; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para hacer que nuestras regiones logren instalar un multilateralismo eficiente, que pueda prevenir y solucionar los conflictos de un mundo en cambio; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para lograr que nuestros pueblos tengan bienestar, democracia, respeto por los derechos humanos, crecimiento con inclusión social, calidad institucional, reglas claras; tenemos frente a nosotros el trabajo en común para tornar realidad las palabras de esta declaración: “trabajo en común en definitiva para encontrar los medios prácticos de la concreción de nuestros ideales”.
Estamos, querido Presidente, querido amigo, muy agradecido a usted y a quienes nos acompañan por la comprensión y el apoyo que hemos sentido fuertemente, muy fuerte, más allá de lo que nosotros esperábamos, con absoluta sinceridad, tanto en el proceso de canje de deuda que estamos viviendo, en nuestra relación con los organismos multilaterales de crédito y en el proceso de renegociación de empresas de España que están en la Argentina. Estas coincidencias de hoy y este apoyo suyo serán absolutamente valorados seguramente por generaciones de argentinos. A usted, señor Presidente, a quienes lo acompañan, a su Majestad el Rey de España, que también nos ha acompañado siempre permanentemente, tengan el agradecimiento del pueblo argentino por la comprensión y el acompañamiento. Muchas gracias. (Aplausos).