PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN EL ACTO EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS JUDÍAS DE LA DICTADURA

PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN EL ACTO EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS JUDÍAS DE LA DICTADURA

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Señor jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; señor gobernador de la provincia de Buenos Aires; directivos de la AMIA y la DAIA; autoridades nacionales; miembros del cuerpo diplomático; señor embajador; señores representantes de organizaciones de derechos humanos y no gubernamentales; familiares de desaparecidos; señoras, señores: creo que hoy estamos viviendo un acto más del claro despertar ante este hecho tremendo que nos tocó vivir a los argentinos, la noche más negra que recordemos, que aquí en la AMIA se esté recordando a los amigos, a las amigas, a los compañeros que fueron desaparecidos durante la dictadura militar.

No es un reconocimiento tardío, la sociedad argentina -y a cada uno de nosotros nos tocó vivir de distinta forma – no quiso en determinado momento aceptar y a veces aún hoy no quiere aceptar la realidad que nos tocó vivir. ¿Se acuerdan ustedes cuando se decía: “si se lo llevaron por algo será”? Y en nuestros pueblos cambiarse de cuadra cuando nos veían, por el terror, por esa situación que nos llevó a tratar de no tener memoria, a no querer ver lo que estaba pasando, lo que estaba sucediendo, nos decían que era algo necesario para que la Argentina pudiera resurgir. Fíjense ustedes, pensar que un país pueda resurgir sobre la sangre, el asesinato, la tortura, la desaparición, el quitar el derecho a pensar diferente, el perder el sentido de la pluralidad, el creer que los que vinieron en nombre de la muerte y el odio eran los salvadores de la Argentina. Y esto no quiere decir que aquellos que creyeron eso son malas personas, sino fundamentalmente fue el terror que en todas sus acciones, en toda su dimensión a cada uno le afectó diferente. La sociedad reaccionó así y hubo tiempo, largo tiempo de impunidad, sino no hubiera pasado lo que nos pasó.

Y aún hoy vemos -hace pocos días- que una Cámara Federal de San Martín declara la constitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, aún hoy en la Argentina pasan estas cosas con todo el esfuerzo que han hecho las Abuelas, las Madres, los hermanos, las distintas organizaciones de los derechos humanos en la soledad más absoluta. (Aplausos).

Yo en cada nieto que aparece, cuando estamos con Estela y las Abuelas, veo la sonrisa y la vida de miles de argentinos de todos los cultos, y en este caso hermanos judíos que pelearon, lucharon, soñaron, militaron con la idea, tratando de aportar ideas, trabajo, horas y horas militando en las universidades, en los barrios, trabajando en distintos foros por hacer un país mejor.

Se imaginan ustedes que cuando hablamos de la debacle argentina, aún hoy se sigue hablando de esta debacle creyendo que fue meramente económica. No hubiera pasado en la Argentina lo que nos sucedió, si hubiera estado presente esa generación ausente. (Aplausos) No tengan ninguna duda, no es casualidad, ni lo son las políticas ni lo proyectos que se implementaron.

Estamos hoy entre todos tratando de recuperar esos lazos de solidaridad y justicia perdidos, es difícil volver a creer, cómo nos cuesta volver a creer después de las cosas que nos pasaron. Es difícil volver a soñar, a amar, a pensar que se pueden hacer cosas diferentes, es difícil pensar que se recuperan esas viejas potencialidades espirituales e intelectuales perdidas por esa tremenda derrota que sufrió el pueblo argentino.

Por eso hoy es un verdadero acto de memoria presente, hoy los chicos y chicas que son judíos y judías argentinos, o argentinos judíos y judías, seguro que están acá, como estuvieron en tantos días y tantas noches de su compromiso con la sociedad para que esta sociedad mejore; seguro que están con una sonrisa, mirándonos con la esperanza de que esta sociedad va recuperando su propia identidad y su propia decisión de ser, porque la justicia, la memoria y la reconciliación sin castigar fuerte y definitivamente a la impunidad es imposible; se debe hacer, sino no hay posibilidades. (Aplausos).

Les juro de corazón que jamás en mi vida aspiré a tratar de generar ningún hecho que pueda ayudar a dividir a la sociedad argentina. Uno tiene aciertos y errores como cualquier ser humano, pero ese discurso de que hay que encontrar la memoria en la lucha contra la impunidad y encontrar realmente el verdadero sendero de la justicia, eso no es dividir a la sociedad argentina, eso es unir a la sociedad argentina. (Aplausos). En la sociedad argentina solamente se podrá consolidar esa unidad y esa solidaridad con justicia.

En este tiempo de la historia -que quede bien grabado- yo no soy, como dije respecto de otros temas días pasados, neutral, no vengo a mezclar todo, no me interesa bajo ningún aspecto; lo dije el día que me tocó asumir como presidente de la Nación Argentina: no vengo a dejar los principios en la puerta de la casa de Gobierno. (Aplausos)

Veo los rostros de las Abuelas y de las Madres, y veo los rostros de mis amigos de aquellos tiempos. Yo también milité como ellos, yo también me incorporé a la política creyendo y sigo creyendo que esta Argentina puede cambiar. También compartimos sueños, amores, ilusiones y sentimientos, y tengo recuerdos imborrables, por eso recorro cada lugar de la Argentina, cada pueblito, para ir a levantar una placa a cada amigo, que lo conozca o no sé que es parte de esa generación que pensó que este país se podía cambiar, y me parece que es un deber del Estado argentino -no lo hablo como un tema individual sino en lo que me toca representar- recordarlo con todas las fuerzas. (Aplausos).

También quiero decirles que como Presidente es una obligación estar acá, una obligación moral, política e institucional. Tengo fe en el futuro, sé que los próximos presidentes van a consolidar todo esto que estamos haciendo entre todos nosotros y definitivamente la Argentina se va a convertir en una abanderada de la defensa de los derechos humanos, de la justicia y de la lucha contra la impunidad. No hay espacio para retroceder, no debemos retroceder nunca más. (Aplausos).

Estoy como amigo, como hermano y como hijo, los abrazo fuertemente y realmente felicito a las autoridades de la AMIA por el reconocimiento a estos luchadores por la justicia, por la equidad, y Dios quiera que pronto avancen decididamente todas las causas judiciales y en la Argentina podamos decir que ya no quedan rastros ni senderos de aquellos instrumentos que hicieron consolidar la impunidad. Muchísimas gracias.