Señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; autoridades nacionales, provinciales; miembros del cuerpo diplomático; señores representantes de organizaciones de derechos humanos no gubernamentales; señores representantes de los diferentes cultos; hijos, chicos: realmente uno desearía que este tipo de actos no existan. Lo ideal, bien lo decía con toda claridad ella recién, que esto no es siquiera una mano reparadora, porque reparar el daño causado es imposible. Ni este tipo de reconocimientos, ni la Justicia plena van a poder reparar semejante aberración que nos tocó vivir a los argentinos. Pero tenemos que tratar de avanzar con los elementos que tenemos, tenemos que tratar de dar los pasos que están a nuestro alcance.
Si bien es gravísimo, tremendamente grave lo que pasó con la dictadura genocida en la Argentina, también ha sido muy grave lo que pasó en la etapa democrática. Sin querer apuntar a nadie, honestamente se los digo, pero durante muchos años miles y miles de hombres y mujeres que participamos de la vida política argentina, aceptamos como método de convivencia, y lo hicimos como una necesidad para que la democracia pueda sobrevivir, el marco de la impunidad concreta. De una forma o de otra, con más vergüenza, con menos verguenza, con más o menos sentimientos, con más o con menos carga de conciencia, la realidad, cuando se escriba la historia de estos tiempos, sé que va a ser muy dura en este aspecto, por más justificaciones históricas que se quieran buscar, por estos 20 años de democracia en este sentido.
No exceptúo la fuerza, la valentía y la decisión de profundizar pasos muy buenos que se habían comenzado a dar como en 1985, en el juicio a los comandantes y demás, que podían haber terminado, de haber avanzado fuertemente y no tener que pasar días, meses y años cargando sobre nuestras espaldas el no querer mirar al costado ni al pasado.
Pero hay algo más grave también, cuando avanzamos sobre estos temas nos encontramos con medios importantes, con escribas importantes de la vida institucional y política de la Argentina que dicen que no hay que remover el pasado. Les puedo asegurar que no me gusta practicar el odio ni remover el pasado, no sé a que llaman remover el pasado. Si remover el pasado para algunos es tapar, es enterrar esa verdad hiriente que debe ser esclarecida y puesta sobre la superficie para saber la verdad de todo definitivamente. Pero acá estamos hablando de justicia, la justicia no tiene pasado, futuro, presente, es justicia, hay normas constitucionales, normas y leyes que existen. Me pregunto, ¿hay que dejar que pase el tiempo para que la Justicia después no se aplique y cuando se quiere aplicar es pasado? En la Argentina no estamos tratando de buscar mirando hacia el pasado, estamos tratando de resolver la asignatura fuertemente pendiente que tiene la Nación argentina, el Estado argentino y todos los argentinos que es aplicar justicia. Tenemos que aplicar justicia, no rencor, no venganza, no teorías donde igualan situaciones.
Siempre me pronuncié frente al indulto, contra la Ley de Obediencia Debida y Punto Final, así que hablo con absoluta autoridad moral sobre el tema. Pero que no me vengan con el tema igualitario, cuando uno ejerce el derecho de representar el Estado y ejerce la aplicabilidad del Estado y el funcionamiento y normas del Estado y demás, no hay nada que se pueda equiparar con cosas que supuestamente puedan haber pasado del otro lado. Terminemos también con ese discurso absolutamente inaceptable que trata de confundir las cosas. (Aplausos)
Por eso creo que se va a dar en la sociedad argentina, aparte de resolver los temas pendientes que tenemos, yo sé que entre todos vamos a seguir avanzando. Muchas de las cosas que dijo ella recién las vamos a ir convirtiendo entre todos en una realidad clara y concreta. Vergüenza debiéramos sentir, dolor.
Hoy aquí, gracias a Dios, después de todas las cosas que nos pasaron, las cosas que se habrán escuchado en este Salón, hoy una hija de detenidos, desaparecidos, estuvo acá, en este Salón, seguramente con el espíritu del padre, la madre y de tantos argentinos, que desde esta Casa de Gobierno sentían que se avanlanzaban sobre sus propias vidas. Hoy pueden estar en esta Casa que debe ser la Casa de la democracia, de la justicia, de la dignidad, donde nos podemos expresar todos con plena pluralidad. Yo creo que este hecho es un punto de inflexión histórico, ella estuvo acá, y lo que dijo es realmente muy profundo, porque que en esta Argentina hayan pasado las cosas que pasaron, que tengamos todavía más de 500 chicos que no sabemos dónde están, si bien el esfuerzo de las Madres y de las Abuelas permitieron recuperar 77 chicos, hay más de 500 chicos que no sabemos dónde están. Que haya habido madres de chicos y chicas tiradas al arbitrio de la voz imperativa de asesinos que supuestamente representaban la argentinidad. Que nosotros convivdo con ese tipo de cosas también nos tiene que hacer reflexionar seriamente a los argentinos, en este tema y en otros temas, porque cuando hablamos de justicia también hablamos de justicia hoy, no queremos impunidad hoy, no queremos violaciones a los derechos humanos hoy. Que terminen con esta historia de que los derechos humanos son una cuestión de izquierda, son derechos humanos, todo ser humano que habita en el mundo, en la tierra argentina tiene derecho al pleno respeto a los derechos humanos y a la justicia, que intentan de cualquier manera buscar que tienen parámetros de perfiles determinados.
Por eso creo que lo de hoy es como si llegara la mano del padre, de la madre de ellos. Los estamos ayudando a vivir, a realizarse para que peleen mucho para hacer una gran Argentina. Es como si realmente la sociedad estuviera tomando clara conciencia de esta situación, de hacerse carne, para que nunca más se repitan este tipo de cosas, porque todos los argentinos queremos la plena convivencia, nunca más queremos que pasen este tipo de cosas. Que nunca más miremos al costado, que vayamos a pensar que un país se puede recuperare económicamente, socialmente, y que para evitar conflictos tapemos esto, tapemos aquello, tapamos tantas coas en la Argentina que después..., nos tapó a todos, nos tocó vivir las cosas que nos hicieron sufrir y que han pasado en este país.
Por eso chicos, perdón, no podemos decirles nada más que perdón, pero estamos seguros que con ustedes, con la conciencia clara que tienen, y con muchísimos argentinos, lo que tenemos que sembrar en las nuevas generaciones, el espíritu y la dignidad de las Madres, de las Abuelas de Plaza de Mayo, y de distintas organizaciones que han luchado, vamos a construir una identidad de convivencia, de paz, de amor, de pluralidad, de tolerancia, donde sabremos soportar aún los pensamientos más diferentes en plena convivencia. Que nunca más la tarea imperativa de la imposición pase por los carriles que nos tocó pasar, que nunca más vuelvan ese tipo de culturas y ese tipo de metodología.
Creo que han sembrado muy fuerte, ustedes, las Abuelas, las Madres, y esto en la Argentina que viene se va a reflejar fuertemente. Cuenten con nosotros permanentemente y sigamos avanzando, sigamos recuperando la memoria, sigamos consolidando la justicia, siempre sin rencores y sin odios, pero con mucha profundidad para encontrar el camino de la verdad y de los sueños, para que si de algún lado nos miran se den cuenta de que fuimos cobardes, pero que reaccionamos, aunque un poco tarde, pero por lo menos para cimentar el futuro de las futuras generaciones. Muchísimas gracias.
Si bien es gravísimo, tremendamente grave lo que pasó con la dictadura genocida en la Argentina, también ha sido muy grave lo que pasó en la etapa democrática. Sin querer apuntar a nadie, honestamente se los digo, pero durante muchos años miles y miles de hombres y mujeres que participamos de la vida política argentina, aceptamos como método de convivencia, y lo hicimos como una necesidad para que la democracia pueda sobrevivir, el marco de la impunidad concreta. De una forma o de otra, con más vergüenza, con menos verguenza, con más o menos sentimientos, con más o con menos carga de conciencia, la realidad, cuando se escriba la historia de estos tiempos, sé que va a ser muy dura en este aspecto, por más justificaciones históricas que se quieran buscar, por estos 20 años de democracia en este sentido.
No exceptúo la fuerza, la valentía y la decisión de profundizar pasos muy buenos que se habían comenzado a dar como en 1985, en el juicio a los comandantes y demás, que podían haber terminado, de haber avanzado fuertemente y no tener que pasar días, meses y años cargando sobre nuestras espaldas el no querer mirar al costado ni al pasado.
Pero hay algo más grave también, cuando avanzamos sobre estos temas nos encontramos con medios importantes, con escribas importantes de la vida institucional y política de la Argentina que dicen que no hay que remover el pasado. Les puedo asegurar que no me gusta practicar el odio ni remover el pasado, no sé a que llaman remover el pasado. Si remover el pasado para algunos es tapar, es enterrar esa verdad hiriente que debe ser esclarecida y puesta sobre la superficie para saber la verdad de todo definitivamente. Pero acá estamos hablando de justicia, la justicia no tiene pasado, futuro, presente, es justicia, hay normas constitucionales, normas y leyes que existen. Me pregunto, ¿hay que dejar que pase el tiempo para que la Justicia después no se aplique y cuando se quiere aplicar es pasado? En la Argentina no estamos tratando de buscar mirando hacia el pasado, estamos tratando de resolver la asignatura fuertemente pendiente que tiene la Nación argentina, el Estado argentino y todos los argentinos que es aplicar justicia. Tenemos que aplicar justicia, no rencor, no venganza, no teorías donde igualan situaciones.
Siempre me pronuncié frente al indulto, contra la Ley de Obediencia Debida y Punto Final, así que hablo con absoluta autoridad moral sobre el tema. Pero que no me vengan con el tema igualitario, cuando uno ejerce el derecho de representar el Estado y ejerce la aplicabilidad del Estado y el funcionamiento y normas del Estado y demás, no hay nada que se pueda equiparar con cosas que supuestamente puedan haber pasado del otro lado. Terminemos también con ese discurso absolutamente inaceptable que trata de confundir las cosas. (Aplausos)
Por eso creo que se va a dar en la sociedad argentina, aparte de resolver los temas pendientes que tenemos, yo sé que entre todos vamos a seguir avanzando. Muchas de las cosas que dijo ella recién las vamos a ir convirtiendo entre todos en una realidad clara y concreta. Vergüenza debiéramos sentir, dolor.
Hoy aquí, gracias a Dios, después de todas las cosas que nos pasaron, las cosas que se habrán escuchado en este Salón, hoy una hija de detenidos, desaparecidos, estuvo acá, en este Salón, seguramente con el espíritu del padre, la madre y de tantos argentinos, que desde esta Casa de Gobierno sentían que se avanlanzaban sobre sus propias vidas. Hoy pueden estar en esta Casa que debe ser la Casa de la democracia, de la justicia, de la dignidad, donde nos podemos expresar todos con plena pluralidad. Yo creo que este hecho es un punto de inflexión histórico, ella estuvo acá, y lo que dijo es realmente muy profundo, porque que en esta Argentina hayan pasado las cosas que pasaron, que tengamos todavía más de 500 chicos que no sabemos dónde están, si bien el esfuerzo de las Madres y de las Abuelas permitieron recuperar 77 chicos, hay más de 500 chicos que no sabemos dónde están. Que haya habido madres de chicos y chicas tiradas al arbitrio de la voz imperativa de asesinos que supuestamente representaban la argentinidad. Que nosotros convivdo con ese tipo de cosas también nos tiene que hacer reflexionar seriamente a los argentinos, en este tema y en otros temas, porque cuando hablamos de justicia también hablamos de justicia hoy, no queremos impunidad hoy, no queremos violaciones a los derechos humanos hoy. Que terminen con esta historia de que los derechos humanos son una cuestión de izquierda, son derechos humanos, todo ser humano que habita en el mundo, en la tierra argentina tiene derecho al pleno respeto a los derechos humanos y a la justicia, que intentan de cualquier manera buscar que tienen parámetros de perfiles determinados.
Por eso creo que lo de hoy es como si llegara la mano del padre, de la madre de ellos. Los estamos ayudando a vivir, a realizarse para que peleen mucho para hacer una gran Argentina. Es como si realmente la sociedad estuviera tomando clara conciencia de esta situación, de hacerse carne, para que nunca más se repitan este tipo de cosas, porque todos los argentinos queremos la plena convivencia, nunca más queremos que pasen este tipo de cosas. Que nunca más miremos al costado, que vayamos a pensar que un país se puede recuperare económicamente, socialmente, y que para evitar conflictos tapemos esto, tapemos aquello, tapamos tantas coas en la Argentina que después..., nos tapó a todos, nos tocó vivir las cosas que nos hicieron sufrir y que han pasado en este país.
Por eso chicos, perdón, no podemos decirles nada más que perdón, pero estamos seguros que con ustedes, con la conciencia clara que tienen, y con muchísimos argentinos, lo que tenemos que sembrar en las nuevas generaciones, el espíritu y la dignidad de las Madres, de las Abuelas de Plaza de Mayo, y de distintas organizaciones que han luchado, vamos a construir una identidad de convivencia, de paz, de amor, de pluralidad, de tolerancia, donde sabremos soportar aún los pensamientos más diferentes en plena convivencia. Que nunca más la tarea imperativa de la imposición pase por los carriles que nos tocó pasar, que nunca más vuelvan ese tipo de culturas y ese tipo de metodología.
Creo que han sembrado muy fuerte, ustedes, las Abuelas, las Madres, y esto en la Argentina que viene se va a reflejar fuertemente. Cuenten con nosotros permanentemente y sigamos avanzando, sigamos recuperando la memoria, sigamos consolidando la justicia, siempre sin rencores y sin odios, pero con mucha profundidad para encontrar el camino de la verdad y de los sueños, para que si de algún lado nos miran se den cuenta de que fuimos cobardes, pero que reaccionamos, aunque un poco tarde, pero por lo menos para cimentar el futuro de las futuras generaciones. Muchísimas gracias.