Señor vicepresidente de la Nación; señores presidentes de las Cámaras Legislativas; señor gobernador de la provincia de Buenos Aires; señora ministra de Defensa; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; señor jefe del Estado Mayor General del Ejército; señores jefes del Estado Mayor Conjunto y de los Estados Mayores Generales de la Armada y la Fuerza Aérea; autoridades nacionales, provinciales y municipales; personal militar superior y subalterno de las Fuerzas Armadas; señoras y señores: como presidente de la Nación y comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas de la Nación, quiero saludarles con motivo de la celebración del Día del Ejército en conmemoración de los 196 años de su creación.
El papel de la Primera Junta y en especial el de los doctores Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano en su creación y desarrollo, exigen que recuperemos con toda fuerza el espíritu de aquellos próceres, para impregnar con él nuestro accionar actual y futuro.
Entre las consideraciones del acto de creación se manifiesta lo que quiero destacar citando textualmente: “y aunque para justa gloria del país es necesario reconocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de las provincias”.
Es interesante ver como en 1810 se tuvo especialmente en claro que la defensa para ser integral no puede concebirse como una cuestión solamente militar, y que para organización y funcionamiento de lo militar se requieren reglas de subordinación al poder civil.
La plena, efectiva y constante subordinación a los poderes constitucionales no sólo debe verse como necesaria y legítima en su accionar, en tanto se ubican al servicio de la voluntad del pueblo organizado en el gobierno civil, electo democráticamente, sino también como fidelidad a su propio origen. Concepto de la defensa integral y preeminencia del poder que surge del pueblo en democracia, son conceptos centrales de la problemática que encierra la defensa nacional.
Hoy que en nuestra Patria, la República Argentina, estamos mirando con esperanza al futuro, es fundamental tener presente esos conceptos, no sólo por una cuestión conceptual de democracia, constitución y voluntad popular, sino también por comprensión histórica. Muy mal les fue a las Fuerzas Armadas, y mucho peor al país y a sus ciudadanos, cuando se olvidaron de estos conceptos.
Hoy nuestra economía crece de manera continuada y enérgica; los beneficios de ese crecimiento han disminuido notablemente la pobreza, la indigencia y el desempleo; se ha recuperado el valor del salario y de las jubilaciones; el consumo nacional ha salido del pozo al que el derrumbe del 2001 lo había sepultado; estamos impulsando un importante incremento en el presupuesto de educación para garantizar su calidad y goce a todos los ciudadanos; hemos sorteado con éxito la difícil renegociación de la deuda externa y aumentamos la autonomía de nuestras decisiones al cancelar préstamos con organizaciones financieras internacionales; estamos desarrollando una política internacional soberana, afirmada en la región y especialmente en el MERCOSUR, con espíritu de integración y cooperación con nuestros pueblos hermanos.
Es claro entonces que de la reconstitución económica, cultural, social y política de nuestra Patria deben participar las Fuerzas Armadas, específicamente en el área de Defensa y en el marco de la Constitución.
Por ello nos disponemos a iniciar un proceso de revisión, reconversión y modernización integral del sistema de defensa nacional. Por imperio de la Constitución y las leyes la defensa nacional tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de nuestra integridad territorial y nuestra capacidad de autodeterminación, así como la protección de la vida y la libertad de nuestros ciudadanos.
La integración y la acción coordinada de las Fuerzas Armadas para solucionar aquellos conflictos que requieran el empleo de la fuerza en forma disuasiva o efectiva para enfrentar las agresiones de origen externo, constituyen elementos que son centrales en el cumplimiento de su misión básica.
Debemos avanzar de manera sostenida en un proceso que permita readecuar y establecer nuevas bases, sobre las cuales se debe ordenar el sistema de Defensa y las propias Fuerzas Armadas. Primero, aplicando efectivamente los criterios de organización militar establecidos en la Ley de Defensa Nacional y estableciendo las autoridades civiles el ejercicio efectivo de la conducción de política de defensa; luego, estableciendo directivas de nivel político dirigidas a organizar y enmarcar el desarrollo de las Fuerzas Armadas.
Esta revisión requiere una efectiva función de la conducción civil de la gestión y planificación presupuestaria conjunta y un incremento de la transparencia en la exposición y posterior ejecución de la misma.
El objetivo que se persigue es disponer de unas Fuerzas Armadas racionalmente organizadas, financieramente sostenibles en el marco de los presupuestos asignados, adecuadas en su organización a las normas y a la institucionalidad vigente, que garanticen un nivel de eficiencia que se corresponda al gasto público comprometido con el sector. Ello posibilitará a los hombres y mujeres que eligen servir al país en la carrera de las armas tener un horizonte profesional promisorio que les permita cumplir sus actividades personales y profesionales.
Como es público, el equipamiento y reequipamiento de las Fuerzas Armadas constituye un objetivo de nuestro Gobierno, para cobertura de las necesidades propias de la defensa, pero también con el objetivo subsidiario de concurrir al incremento de la producción nacional.
Vemos como muy promisoria en este sentido la producción por el Ejército Argentino, en asociación con el brasileño, del vehículo Gaucho y la repotenciación de diversos transportes y ambulancias.
También entendemos que las tareas de remodelación de media vida de la fragata Libertad, buque escuela de nuestra Armada, efectuadas en el astillero Río Santiago, constituyen parte del esfuerzo por auxiliar a la reconstrucción de la industria naval nacional, en tanto se trabaja en los proyectos de construcción de los patrulleros de alta mar.
Queremos mejorar de manera decisiva la vigilancia en nuestro cielo. En una primera fase estamos procediendo a la contratación de un prototipo y 10 radares secundarios monopulso argentinos, desarrollados y fabricados por la empresa INVAP, cuyas patentes han sido cedidas al Estado Nacional. Este contrato en pleno desarrollo pretende consolidar la presencia de un proveedor local de tecnología de avanzada en materia aeroespacial, que permita no sólo abastecer al mercado interno sino también abrir nuevos mercados para la exportación de productos con un significativo valor agregado.
Se encuentran también adicionalmente finalizadas las especificaciones técnicas requeridas por el llamado a licitación pública internacional que habrá de convocar la Fuerza Aérea para la provisión de tres radares móviles contemplados en el sistema y se espera que puedan estar operativos a principios del año próximo.
Nos interesa que en adelante la industria argentina pueda participar activamente en la provisión de nuevos radares de triple dimensión, desarrollados y fabricados en nuestro país y que sean necesarios para avanzar en las otras etapas del plan de desarrollo de nuestro sistema de vigilancia aeroespacial.
El equipamiento material constituye un instrumento significativo para el desempeño de las Fuerzas Armadas. Entendemos, no obstante, que necesitamos paralelamente un esfuerzo decisivo para la superación personal en la orientación y en la disposición de los oficiales superiores, oficiales jefes, oficiales, suboficiales y soldados.
Es nuestra preocupación utilizar de manera sistemática los recursos del Estado para la defensa, por ello el Ministerio de Defensa ha firmado un convenio con el INTI para que oficie como evaluador global del área de Defensa; se han firmado convenios de cooperación con las universidades nacionales de La Plata y Buenos Aires, con el objetivo específico de evaluar el estado de los equipos aéreos de las tres fuerzas; estamos estimulando el desarrollo de CITEFA y de los otros institutos científicos de investigaciones, corazón tecnológico de las Fuerzas Armadas, para incrementar los desarrollos nacionales de defensa.
El Gobierno que encabezo ha definido de manera meridiana la orientación de la defensa en el marco constitucional de la vigencia de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La revisión crítica del pasado está siendo acompañada por la necesaria capacitación de los cuadros castrenses en esta materia. En el día de hoy comienza en el Ministerio de Defensa un curso dirigido a jefes, oficiales y suboficiales, que durante una semana trabajarán en el más alto nivel para que la tarea futura nos permita superar definitivamente los oprobios del pasado. Aspiramos a que como ciudadanos soldados los hombres del Ejército participen de su tarea específica, la de profesionales de la guerra en el marco de la estrategia defensiva que adoptamos. Queremos Fuerzas Armadas prestigiadas por el cumplimiento de su rol y comprometidas con el futuro de la Nación.
Esto no es para nosotros un discurso de ocasión, debemos señalar aquí, forzosamente, que han ocurrido hechos que no ayudan a la construcción de aquel prestigio. Me refiero a las denuncias de espionaje interno realizadas en Trelew y a la participación de integrantes de estas fuerzas en un acto público, en el que no sólo se ha agredido a periodistas que realizaban su labor sino que se ha incurrido en conductas, acciones y palabras a las que no sería temerario calificar de rayanas con la apología del delito al reivindicar el terrorismo de Estado, tal como ha ocurrido el pasado 24 de mayo en la plaza San Martín.
Queremos avanzar en la construcción de una Argentina con crecimiento, empleo, producción, integrada en un proyecto nacional que nos contenga a todos. La inclusión, la equidad, la igualdad que Argentina necesita requiere Fuerzas Armadas comprometidas con el destino de la Nación y subordinadas al poder de origen popular.
Quiero que quede claro que como presidente de la Nación Argentina no tengo miedo ni les tengo miedo, que queremos el Ejército de San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio, y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, que fue el de Videla, Galtieri, Viola y Bignone. Hay un nuevo país, necesitamos soldados comprometidos con el destino de la patria, y como presidente de la Nación Argentina vengo a reivindicar un Ejército nacional, comprometido con el país y alejado definitivamente del terrorismo de Estado.
Señores oficiales y suboficiales, les pido fuertemente ese concepto y esa filosofía que definitivamente nos incorpore a la construcción de la patria que los argentinos necesitamos. Muchísimas gracias.
El papel de la Primera Junta y en especial el de los doctores Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano en su creación y desarrollo, exigen que recuperemos con toda fuerza el espíritu de aquellos próceres, para impregnar con él nuestro accionar actual y futuro.
Entre las consideraciones del acto de creación se manifiesta lo que quiero destacar citando textualmente: “y aunque para justa gloria del país es necesario reconocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de las provincias”.
Es interesante ver como en 1810 se tuvo especialmente en claro que la defensa para ser integral no puede concebirse como una cuestión solamente militar, y que para organización y funcionamiento de lo militar se requieren reglas de subordinación al poder civil.
La plena, efectiva y constante subordinación a los poderes constitucionales no sólo debe verse como necesaria y legítima en su accionar, en tanto se ubican al servicio de la voluntad del pueblo organizado en el gobierno civil, electo democráticamente, sino también como fidelidad a su propio origen. Concepto de la defensa integral y preeminencia del poder que surge del pueblo en democracia, son conceptos centrales de la problemática que encierra la defensa nacional.
Hoy que en nuestra Patria, la República Argentina, estamos mirando con esperanza al futuro, es fundamental tener presente esos conceptos, no sólo por una cuestión conceptual de democracia, constitución y voluntad popular, sino también por comprensión histórica. Muy mal les fue a las Fuerzas Armadas, y mucho peor al país y a sus ciudadanos, cuando se olvidaron de estos conceptos.
Hoy nuestra economía crece de manera continuada y enérgica; los beneficios de ese crecimiento han disminuido notablemente la pobreza, la indigencia y el desempleo; se ha recuperado el valor del salario y de las jubilaciones; el consumo nacional ha salido del pozo al que el derrumbe del 2001 lo había sepultado; estamos impulsando un importante incremento en el presupuesto de educación para garantizar su calidad y goce a todos los ciudadanos; hemos sorteado con éxito la difícil renegociación de la deuda externa y aumentamos la autonomía de nuestras decisiones al cancelar préstamos con organizaciones financieras internacionales; estamos desarrollando una política internacional soberana, afirmada en la región y especialmente en el MERCOSUR, con espíritu de integración y cooperación con nuestros pueblos hermanos.
Es claro entonces que de la reconstitución económica, cultural, social y política de nuestra Patria deben participar las Fuerzas Armadas, específicamente en el área de Defensa y en el marco de la Constitución.
Por ello nos disponemos a iniciar un proceso de revisión, reconversión y modernización integral del sistema de defensa nacional. Por imperio de la Constitución y las leyes la defensa nacional tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de nuestra integridad territorial y nuestra capacidad de autodeterminación, así como la protección de la vida y la libertad de nuestros ciudadanos.
La integración y la acción coordinada de las Fuerzas Armadas para solucionar aquellos conflictos que requieran el empleo de la fuerza en forma disuasiva o efectiva para enfrentar las agresiones de origen externo, constituyen elementos que son centrales en el cumplimiento de su misión básica.
Debemos avanzar de manera sostenida en un proceso que permita readecuar y establecer nuevas bases, sobre las cuales se debe ordenar el sistema de Defensa y las propias Fuerzas Armadas. Primero, aplicando efectivamente los criterios de organización militar establecidos en la Ley de Defensa Nacional y estableciendo las autoridades civiles el ejercicio efectivo de la conducción de política de defensa; luego, estableciendo directivas de nivel político dirigidas a organizar y enmarcar el desarrollo de las Fuerzas Armadas.
Esta revisión requiere una efectiva función de la conducción civil de la gestión y planificación presupuestaria conjunta y un incremento de la transparencia en la exposición y posterior ejecución de la misma.
El objetivo que se persigue es disponer de unas Fuerzas Armadas racionalmente organizadas, financieramente sostenibles en el marco de los presupuestos asignados, adecuadas en su organización a las normas y a la institucionalidad vigente, que garanticen un nivel de eficiencia que se corresponda al gasto público comprometido con el sector. Ello posibilitará a los hombres y mujeres que eligen servir al país en la carrera de las armas tener un horizonte profesional promisorio que les permita cumplir sus actividades personales y profesionales.
Como es público, el equipamiento y reequipamiento de las Fuerzas Armadas constituye un objetivo de nuestro Gobierno, para cobertura de las necesidades propias de la defensa, pero también con el objetivo subsidiario de concurrir al incremento de la producción nacional.
Vemos como muy promisoria en este sentido la producción por el Ejército Argentino, en asociación con el brasileño, del vehículo Gaucho y la repotenciación de diversos transportes y ambulancias.
También entendemos que las tareas de remodelación de media vida de la fragata Libertad, buque escuela de nuestra Armada, efectuadas en el astillero Río Santiago, constituyen parte del esfuerzo por auxiliar a la reconstrucción de la industria naval nacional, en tanto se trabaja en los proyectos de construcción de los patrulleros de alta mar.
Queremos mejorar de manera decisiva la vigilancia en nuestro cielo. En una primera fase estamos procediendo a la contratación de un prototipo y 10 radares secundarios monopulso argentinos, desarrollados y fabricados por la empresa INVAP, cuyas patentes han sido cedidas al Estado Nacional. Este contrato en pleno desarrollo pretende consolidar la presencia de un proveedor local de tecnología de avanzada en materia aeroespacial, que permita no sólo abastecer al mercado interno sino también abrir nuevos mercados para la exportación de productos con un significativo valor agregado.
Se encuentran también adicionalmente finalizadas las especificaciones técnicas requeridas por el llamado a licitación pública internacional que habrá de convocar la Fuerza Aérea para la provisión de tres radares móviles contemplados en el sistema y se espera que puedan estar operativos a principios del año próximo.
Nos interesa que en adelante la industria argentina pueda participar activamente en la provisión de nuevos radares de triple dimensión, desarrollados y fabricados en nuestro país y que sean necesarios para avanzar en las otras etapas del plan de desarrollo de nuestro sistema de vigilancia aeroespacial.
El equipamiento material constituye un instrumento significativo para el desempeño de las Fuerzas Armadas. Entendemos, no obstante, que necesitamos paralelamente un esfuerzo decisivo para la superación personal en la orientación y en la disposición de los oficiales superiores, oficiales jefes, oficiales, suboficiales y soldados.
Es nuestra preocupación utilizar de manera sistemática los recursos del Estado para la defensa, por ello el Ministerio de Defensa ha firmado un convenio con el INTI para que oficie como evaluador global del área de Defensa; se han firmado convenios de cooperación con las universidades nacionales de La Plata y Buenos Aires, con el objetivo específico de evaluar el estado de los equipos aéreos de las tres fuerzas; estamos estimulando el desarrollo de CITEFA y de los otros institutos científicos de investigaciones, corazón tecnológico de las Fuerzas Armadas, para incrementar los desarrollos nacionales de defensa.
El Gobierno que encabezo ha definido de manera meridiana la orientación de la defensa en el marco constitucional de la vigencia de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La revisión crítica del pasado está siendo acompañada por la necesaria capacitación de los cuadros castrenses en esta materia. En el día de hoy comienza en el Ministerio de Defensa un curso dirigido a jefes, oficiales y suboficiales, que durante una semana trabajarán en el más alto nivel para que la tarea futura nos permita superar definitivamente los oprobios del pasado. Aspiramos a que como ciudadanos soldados los hombres del Ejército participen de su tarea específica, la de profesionales de la guerra en el marco de la estrategia defensiva que adoptamos. Queremos Fuerzas Armadas prestigiadas por el cumplimiento de su rol y comprometidas con el futuro de la Nación.
Esto no es para nosotros un discurso de ocasión, debemos señalar aquí, forzosamente, que han ocurrido hechos que no ayudan a la construcción de aquel prestigio. Me refiero a las denuncias de espionaje interno realizadas en Trelew y a la participación de integrantes de estas fuerzas en un acto público, en el que no sólo se ha agredido a periodistas que realizaban su labor sino que se ha incurrido en conductas, acciones y palabras a las que no sería temerario calificar de rayanas con la apología del delito al reivindicar el terrorismo de Estado, tal como ha ocurrido el pasado 24 de mayo en la plaza San Martín.
Queremos avanzar en la construcción de una Argentina con crecimiento, empleo, producción, integrada en un proyecto nacional que nos contenga a todos. La inclusión, la equidad, la igualdad que Argentina necesita requiere Fuerzas Armadas comprometidas con el destino de la Nación y subordinadas al poder de origen popular.
Quiero que quede claro que como presidente de la Nación Argentina no tengo miedo ni les tengo miedo, que queremos el Ejército de San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio, y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, que fue el de Videla, Galtieri, Viola y Bignone. Hay un nuevo país, necesitamos soldados comprometidos con el destino de la patria, y como presidente de la Nación Argentina vengo a reivindicar un Ejército nacional, comprometido con el país y alejado definitivamente del terrorismo de Estado.
Señores oficiales y suboficiales, les pido fuertemente ese concepto y esa filosofía que definitivamente nos incorpore a la construcción de la patria que los argentinos necesitamos. Muchísimas gracias.