FIRMA DE CONVENIOS CON LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

FIRMA DE CONVENIOS CON LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

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Señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela, mi querido amigo don Hugo Chávez; señores ministros y secretarios de Estado de la República Bolivariana de Venezuela; señores ministros del Gobierno Nacional; señoras, señores: en nombre del pueblo argentino y en el mío propio quiero transmitirle a usted y a quienes lo acompañan una cordial bienvenida y la más cálida estadía en nuestra patria.

Venezuela y Argentina han sido cuna de dos grandes libertadores, Simón Bolívar y José de San Martín, sacrificados padres de la libertad sudamericana; son recordados en la historia por la inquebrantable vocación de construir una patria grande. No les fue simple enfrentar el dominio realista de España en una Sudamérica naciente y consecuentemente débil. Si ellos en su tiempo pudieron superar todo tipo de adversidades, no podemos nosotros no ser capaces de enfrentar la realidad que nos aplasta para cambiarla a favor de nuestra gente. Es nuestra misión sobreponernos a las dificultades del presente y avanzar en la unidad latinoamericana hacia un mañana mejor, cumpliendo así el sueño de nuestros padre fundadores.

En el año 2003 conmemoramos el primer siglo y medio de la instauración de nuestras relaciones diplomáticas. Para cualquier argentino es esta una buena ocasión para afianzar nuestra amistad con nuestros hermanos venezolanos, profundizando el intercambio comercial y desarrollando la mejor integración política y cultural de nuestros pueblos. Al cabo de estos 150 años es fácil observar los incontables gestos con los cuales el pueblo venezolano demostró su amistad fraternal para con nosotros. En los años ´70, cuando los argentinos nos debatíamos ante el peor terrorismo de Estado que la memoria del continente recuerda, fue Venezuela una de las tierras que generosamente abrió sus puertas a muchos perseguidos políticos que escapaban a la violencia establecida.

No fue un simple acto de asilo; se trató de una integración social auténtica en la que los venezolanos abrieron sus puertas y ofrecieron su mano amiga a quienes eran condenados a un inmerecido destierro. En aquellas tierras caribeñas se consolidaron familias de compatriotas de las que nacieron hijos argentinos.

Tampoco podemos olvidar el apoyo que el gobierno y el pueblo venezolano brindaron a nuestra patria frente al conflicto bélico del Atlántico Sur. Sepa que este sentido reconocimiento, señor Presidente, lo está expresando un patagónico que vive el reclamo soberano sobre nuestras Islas Malvinas como un deber inquebrantable.

Venezuela en todos estos acontecimientos nos demostró la verdadera esencia de al hermandad y solidaridad latinoamericana. Nosotros, argentinos, parte de esta Latinoamérica por la que tantos murieron, por la que tantos sufren y por la que tantos luchan, queremos reafirmar la decisión de unir nuestra marcha a la del pueblo venezolano en pos de un continente que en paz se integre para dar a sus hijos la vida digna que merecen.

No es este mundo que nos toca vivir el mejor escenario para alcanzar el objetivo. El fenómeno de la globalización parece querer condenar a nuestros pueblos al olvido y a la marginación. Las ironías de este tiempo cívico nos muestran que mientras se nos demandan mercados libres para la competencia internacional, el mundo central se cierra a nuestras ofertas en protección a sus productores.

Conseguir que nuestras economías crezcan en armonía distribuyendo el ingreso con equidad para no postergar las legítimas aspiraciones de desarrollo social; hacer que el mercado regional prospere e incremente su participación en el comercio internacional y equilibrar nuestras cuentas públicas sin condenar a nuestros hermanos al hambre y a la desocupación, son desafíos que la hora nos reclama.

Sé muy bien que no es simple la tarea; sé también cómo el peso del endeudamiento externo hace lento el viaje que nos lleva al mañana tan ansiado. La deuda externa que abruma nuestros pueblos es por cierto otro de los componentes de esta realidad que nos circunda. La República Argentina, en este año del centenario del bloqueo dispuesto por países europeos contra las costas venezolanas, se enorgullece del papel que desempeñó un ilustre hijo de nuestro país, el canciller Luis María Drago, quien consagró la doctrina que lleva su nombre ante el atropello que sufría entonces Venezuela, instalando como principio del derecho internacional el no cobro compulsivo de la deuda externa.

En un mundo convertido en una gran aldea, en que las barreras ceden ante el desenvolvimiento del comercio, el endeudamiento de las naciones con el sistema financiero internacional se convierte en un ancla que las inmoviliza en lo más injusto del presente.

Debemos ser capaces de agudizar el ingenio; es el tiempo de atrevernos a encontrar soluciones nuevas para hacer frente a problemas conocidos. Sabemos de la insuficiencia de las recetas ya aplicadas para salir de esta crisis que desde tanto tiempo nos aqueja y conocemos también que seguir transitando la senda de siempre no puede conducirnos a un destino diferente al que lamentablemente ya conocemos.

Seguir la lógica impuesta va a terminar por desalentarnos y convertir este instante de esperanza en una nueva frustración. Es imperioso que todos entendamos la disyuntiva y es necesario también llevar este mensaje al mundo desarrollado para que de una vez y para siempre se comprenda que no se puede seguir condenando a nuestros pueblos a la pobreza y a la marginación para simular el cumplimiento de una deuda impagable.

Aquí estamos nuestros pueblos, estamos nosotros y esperamos todos mucho más que la declamación de postulados que pretenden que llevemos a la práctica los ambiciosos proyectos de integración regional. Queremos comprometernos a cumplir el acuerdo de libre comercio CAN - Mercosur, para fortalecer una unión regional indispensable para negociaciones con terceros países a través de la coordinada voz de América del Sur. También alentamos con creciente expectativa el avance de la integración de la infraestructura continental y la concreción de un futuro no muy lejano del eje fluvial Orinoco – Amazonas – Paraná - Río de la Plata, columna vertebral de nuestro continente.

En estos pocos meses de trabajo hemos logrado identificar y definir programas conjuntos en lo político, económico, industrial, comercial, científico, técnico y cultural, poniendo especial énfasis en los aspectos sociales y en la lucha contra la pobreza y la exclusión. Como resultado de nuestros trabajos y en el marco de los instrumentos que hoy refrendamos, impulsaremos en beneficio de nuestros respectivos pueblos la cooperación en áreas básicas que hacen a nuestro desarrollo independiente, tales como la energía, la agricultura, la alimentación, la aeronáutica, el uso pacífico del espacio intraterrestre y la medicina nuclear.

Señor Presidente: esta es la agenda que nos toca afrontar. Tengo la convicción de que compartimos, como naciones hermanas que somos, los mismos valores, la misma percepción del hombre como sujeto histórico, dotado de responsabilidades y obligaciones para con su prójimo y su ambiente, y las mismas aspiraciones de progreso, justicia e igualdad para nuestros pueblos.

Tenemos una historia común y un mismo escenario en el que debemos desarrollarnos; comunes son nuestros desafíos, pero por sobre todas las cosas cargamos con la obligación de hacer común el destino de grandeza de nuestros pueblos, algo que sin lugar a dudas estamos hoy comenzando a edificar de una vez y para siempre.

Señor Presidente: para nosotros es profundamente gratificante que usted nos esté visitando, es profundamente gratificante que haya podido conversar y relacionarse con todas las entidades sociales, políticas, agrupaciones gremiales y empresariales que así lo hayan deseado en su visita en nuestra Argentina. Y también para nosotros el espíritu suyo de profundizar una fuerte integración comercial, de profundizar una fuerte integración socio-cultural y definitivamente entrar a sembrar las semillas que constituyan de una vez por todas la unidad latinoamericana, es tomado por el pueblo argentino en toda su pluralidad con una absoluta voluntad de acompañar fuertemente y de sintetizar en forma conjunta esas ideas de la Latinoamérica y el mundo que pretendemos.

Sé que son momentos difíciles, sé que son momentos absolutamente comprometidos para nuestra región, pero creo que es hora de que quienes representamos nuestros pueblos estemos a la altura de lo que nos demanda la historia. (Aplausos).

Sé que con racionalidad, con gran equilibrio y entendiendo como pocos el mundo contemporáneo, vamos a tener la respuesta alternativa que nuestra sociedades está necesitando.

Señor Presidente; señores integrantes de su comitiva: están en su casa, esta patria Argentina. Gracias. (Aplausos)