Señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; autoridades nacionales; señores empresarios; representantes gremiales; señores legisladores; integrantes de organizaciones no gubernamentales; señoras y señores: la lucha por el ordenamiento económico, por generar en el país la posibilidad de un proyecto absolutamente inclusivo, por dar la batalla en todos los lugares contra la exclusión social en todas sus calidades, es una tarea central y vital que los argentinos debemos llevar adelante, y el Gobierno pone y va a poner todo su esfuerzo por ser motor central en esta batalla y en esta lucha.
Lo que pasa es que no son palabras jóvenes las que estoy diciendo, son palabras que se han venido repitiendo en distintos funcionarios, en distintos presidentes, en distintos dirigentes durante varias décadas en la Argentina. Siempre los discursos tienen este contenido, pero es evidente que hay caminos absolutamente diferentes. Todavía recuerdo en 1996 cuando el paradigma y el rumbo era que para que haya distribución del ingreso, haya inversión y haya empleo se tenía que llenar el vaso para que derrame, en una actitud absolutamente voluntaria; hoy cuando nos vemos en el tiempo nos parece casi ridículo, pero tengamos la capacidad de autocrítica de que altos niveles de la sociedad argentina estaban casi con una cultura fundamentalista convencidos de que éste era el camino y el rumbo.
Se nos dijo también durante mucho tiempo que la quita de aportes patronales para la baja de costos laborales iba a generar miles y miles de puestos de trabajo, y cuando se produjo, en 1996, tuvimos el primer déficit fiscal importante del presupuesto. Pantallas como la que acabamos de exhibir, que nosotros ponemos con la mejor de las voluntades, si hablaran, recordarían las cosas que se fueron exponiendo y diciendo durante mucho tiempo. La sociedad argentina en general trató de creer y acompañar, pero no fueron más que acciones para transferir ingresos a los sectores de siempre.
Por eso nosotros creemos que la Argentina tiene que crecer; no hay que enamorarse de los números, estamos empezando a crecer pero aún estamos bien en subsuelo de la patria, estamos saliendo de situaciones dolorosas y lamentables. No vamos a caer en la euforia o en la actitud coyuntural, sin visión estratégica, de salir a hacer una fiesta de un crecimiento que es el crecimiento sobre el dolor que nos ha tocado pasar a todos los argentinos, esperando que la Argentina pueda definitivamente estructurar un fuerte avance en todo su esquema económico y obviamente en el esquema de la distribución del ingreso. La Argentina creció al 7 y al 8 por ciento pero no pudo vencer la desocupación y no pudo tener una distribución del ingreso diferente; y en situaciones bastante mejores, desde todo punto de vista, que la que tenemos nosotros. Tenemos un 150 por ciento de endeudamiento de nuestro producto bruto interno, y todavía algunos nos dicen que no es seria nuestra propuesta cuando decimos que podemos pagar el 75 por ciento de la deuda a los tenedores y acreedores de títulos externos. No hay nada más serio, si van a mirar nuestros números tenemos que hacer bastante esfuerzo todos los argentinos para cumplimentar lo que estamos diciendo, para llevar la deuda respecto al producto bruto de un 150 por ciento a un 80, un 70 por ciento, para empezar a ser un país con alguna posibilidad de viabilidad.
Esta es la situación que tiene la Argentina hoy. Se podrán hacer todo tipo de disertaciones, todo tipo de elaboraciones, podemos seguir escuchando a los tecnócratas que escuchamos durante la década del 90 seguir exponiendo si la Argentina va a crecer o tiene proyecto coyuntural, o no tiene plan económico, o que va a crecer solamente hasta el 2006; cuando escucho que vamos a crecer hasta el 2006, después de las cosas que nos han pasado, a uno lo motiva fuertemente. Pero tenemos que partir de la situación en la que estamos, y este plan se ubica en esta situación. Empezar a transformar los planes sociales, que sirvieron en la coyuntura, que sirven, pero tenemos que transformarlos en planes genuinos, tenemos que devolverle a la gente el instrumento de la dignidad del trabajo; tenemos que combinar con todos los sectores empresarios, con las pymes, con las empresas nacionales la reconstrucción del capital nacional, tarea central y esencial para hacer una nueva Argentina, en una forma coordinada -Estado, trabajadores y empresarios-, para definitivamente empezar a generar la simbiosis de nuevas síntesis que nos permitan dar las respuestas que los argentinos necesitamos.
Este es el gran debate de la idea del país que queremos construir. No se pude construir un país sin ideas, no es cierto que se hayan muerto las ideologías, las ideas y las visiones; las hay argentinas y construcciones diferentes, algunas las hemos soportado y ya vimos lo que nos ha pasado, nosotros tenemos la oportunidad, desde la pluralidad, de construir una Argentina diferente, y lo tenemos que hacer con ideas reales, concretas, con los pies sobre la tierra, discutiendo los temas que tenemos que discutir y aspirando a construir la Argentina que deseamos tener en nuestras manos. Tenemos que perder la vergüenza de que son ideas que no circulan más, que están fuera de onda, o lo que dicen algunos que han pugnado por estos proyectos, con los que se ha consolidado una gran exclusión en la Argentina, con pequeños sectores absolutamente desnacionalizados favorecidos con la rentabilidad de la economía cuando esa economía creció. Nosotros queremos hoy que cuando la Argentina crezca genere empleo y distribuya el ingreso de manera diferente, que genere inclusión. Ese es el proyecto que le va a permitir al país volver a ser viable y construir una Argentina solidaria entre todos, con un capitalismo serio, nacional y competitivo. Este es el gran desafío que tenemos por delante.
Por eso con el señor ministro de Trabajo, con los responsables de todas las áreas, Planeamiento Federal, las áreas sociales, salud, las universidades y la educación, tenemos que trabajar fuertemente mancomunados, pero con este concepto y con esta filosofía. Este es el desafío, tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacer un país equitativo y justo. ¿Si no para qué? ¿Conducir a la Argentina nuevamente por el sólo hecho de ser ministros, diputados o presidentes, lo que pueda ser cada uno, para volver a llevar a este programa de agudización de las contradicciones, de exclusión social e institucional? A mí no me interesa ser parte de esa Argentina.
Apostamos y decidimos jugar todo a esta visión de país. Por eso creemos en todos ustedes, en que todos somos absolutamente conscientes y responsables de nuestra verdad relativa y del momento que estamos viviendo. Vamos a apostar a estos planes, estamos dispuestos a ir teniendo y recibiendo todas las ideas creativas e imaginativas que nos permitan avanzar con estos temas, porque estoy seguro que si avanzamos por este camino, y combinamos crecimiento productivo y crecimiento económico con generación de empleo y distribución del ingreso correcta, la Argentina va a empezar a ser diferente y vamos a consolidar la posibilidad de tener nuevos sueños.
Este es el desafío que tenemos, éste es el camino que nosotros vamos a seguir transitando, absolutamente dispuestos a tener toda la autocrítica necesaria para corregir los errores que podamos cometer, pero absolutamente decididos a profundizar en el rumbo de estas ideas. Muchas gracias.
Lo que pasa es que no son palabras jóvenes las que estoy diciendo, son palabras que se han venido repitiendo en distintos funcionarios, en distintos presidentes, en distintos dirigentes durante varias décadas en la Argentina. Siempre los discursos tienen este contenido, pero es evidente que hay caminos absolutamente diferentes. Todavía recuerdo en 1996 cuando el paradigma y el rumbo era que para que haya distribución del ingreso, haya inversión y haya empleo se tenía que llenar el vaso para que derrame, en una actitud absolutamente voluntaria; hoy cuando nos vemos en el tiempo nos parece casi ridículo, pero tengamos la capacidad de autocrítica de que altos niveles de la sociedad argentina estaban casi con una cultura fundamentalista convencidos de que éste era el camino y el rumbo.
Se nos dijo también durante mucho tiempo que la quita de aportes patronales para la baja de costos laborales iba a generar miles y miles de puestos de trabajo, y cuando se produjo, en 1996, tuvimos el primer déficit fiscal importante del presupuesto. Pantallas como la que acabamos de exhibir, que nosotros ponemos con la mejor de las voluntades, si hablaran, recordarían las cosas que se fueron exponiendo y diciendo durante mucho tiempo. La sociedad argentina en general trató de creer y acompañar, pero no fueron más que acciones para transferir ingresos a los sectores de siempre.
Por eso nosotros creemos que la Argentina tiene que crecer; no hay que enamorarse de los números, estamos empezando a crecer pero aún estamos bien en subsuelo de la patria, estamos saliendo de situaciones dolorosas y lamentables. No vamos a caer en la euforia o en la actitud coyuntural, sin visión estratégica, de salir a hacer una fiesta de un crecimiento que es el crecimiento sobre el dolor que nos ha tocado pasar a todos los argentinos, esperando que la Argentina pueda definitivamente estructurar un fuerte avance en todo su esquema económico y obviamente en el esquema de la distribución del ingreso. La Argentina creció al 7 y al 8 por ciento pero no pudo vencer la desocupación y no pudo tener una distribución del ingreso diferente; y en situaciones bastante mejores, desde todo punto de vista, que la que tenemos nosotros. Tenemos un 150 por ciento de endeudamiento de nuestro producto bruto interno, y todavía algunos nos dicen que no es seria nuestra propuesta cuando decimos que podemos pagar el 75 por ciento de la deuda a los tenedores y acreedores de títulos externos. No hay nada más serio, si van a mirar nuestros números tenemos que hacer bastante esfuerzo todos los argentinos para cumplimentar lo que estamos diciendo, para llevar la deuda respecto al producto bruto de un 150 por ciento a un 80, un 70 por ciento, para empezar a ser un país con alguna posibilidad de viabilidad.
Esta es la situación que tiene la Argentina hoy. Se podrán hacer todo tipo de disertaciones, todo tipo de elaboraciones, podemos seguir escuchando a los tecnócratas que escuchamos durante la década del 90 seguir exponiendo si la Argentina va a crecer o tiene proyecto coyuntural, o no tiene plan económico, o que va a crecer solamente hasta el 2006; cuando escucho que vamos a crecer hasta el 2006, después de las cosas que nos han pasado, a uno lo motiva fuertemente. Pero tenemos que partir de la situación en la que estamos, y este plan se ubica en esta situación. Empezar a transformar los planes sociales, que sirvieron en la coyuntura, que sirven, pero tenemos que transformarlos en planes genuinos, tenemos que devolverle a la gente el instrumento de la dignidad del trabajo; tenemos que combinar con todos los sectores empresarios, con las pymes, con las empresas nacionales la reconstrucción del capital nacional, tarea central y esencial para hacer una nueva Argentina, en una forma coordinada -Estado, trabajadores y empresarios-, para definitivamente empezar a generar la simbiosis de nuevas síntesis que nos permitan dar las respuestas que los argentinos necesitamos.
Este es el gran debate de la idea del país que queremos construir. No se pude construir un país sin ideas, no es cierto que se hayan muerto las ideologías, las ideas y las visiones; las hay argentinas y construcciones diferentes, algunas las hemos soportado y ya vimos lo que nos ha pasado, nosotros tenemos la oportunidad, desde la pluralidad, de construir una Argentina diferente, y lo tenemos que hacer con ideas reales, concretas, con los pies sobre la tierra, discutiendo los temas que tenemos que discutir y aspirando a construir la Argentina que deseamos tener en nuestras manos. Tenemos que perder la vergüenza de que son ideas que no circulan más, que están fuera de onda, o lo que dicen algunos que han pugnado por estos proyectos, con los que se ha consolidado una gran exclusión en la Argentina, con pequeños sectores absolutamente desnacionalizados favorecidos con la rentabilidad de la economía cuando esa economía creció. Nosotros queremos hoy que cuando la Argentina crezca genere empleo y distribuya el ingreso de manera diferente, que genere inclusión. Ese es el proyecto que le va a permitir al país volver a ser viable y construir una Argentina solidaria entre todos, con un capitalismo serio, nacional y competitivo. Este es el gran desafío que tenemos por delante.
Por eso con el señor ministro de Trabajo, con los responsables de todas las áreas, Planeamiento Federal, las áreas sociales, salud, las universidades y la educación, tenemos que trabajar fuertemente mancomunados, pero con este concepto y con esta filosofía. Este es el desafío, tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacer un país equitativo y justo. ¿Si no para qué? ¿Conducir a la Argentina nuevamente por el sólo hecho de ser ministros, diputados o presidentes, lo que pueda ser cada uno, para volver a llevar a este programa de agudización de las contradicciones, de exclusión social e institucional? A mí no me interesa ser parte de esa Argentina.
Apostamos y decidimos jugar todo a esta visión de país. Por eso creemos en todos ustedes, en que todos somos absolutamente conscientes y responsables de nuestra verdad relativa y del momento que estamos viviendo. Vamos a apostar a estos planes, estamos dispuestos a ir teniendo y recibiendo todas las ideas creativas e imaginativas que nos permitan avanzar con estos temas, porque estoy seguro que si avanzamos por este camino, y combinamos crecimiento productivo y crecimiento económico con generación de empleo y distribución del ingreso correcta, la Argentina va a empezar a ser diferente y vamos a consolidar la posibilidad de tener nuevos sueños.
Este es el desafío que tenemos, éste es el camino que nosotros vamos a seguir transitando, absolutamente dispuestos a tener toda la autocrítica necesaria para corregir los errores que podamos cometer, pero absolutamente decididos a profundizar en el rumbo de estas ideas. Muchas gracias.