Señor Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología; autoridades nacionales; ministros de Educación y autoridades provinciales; rectores de universidades y representantes de instituciones educativas; señoras y señores: realmente compartir esta tarde con ustedes me causa una profunda alegría y también repotencia la esperanza de poder construir realmente una sociedad paulatinamente mejor, al menos paulatinamente mejor.
Estas cosas que se están dando en la Argentina en distintos lugares en la lucha por la recuperación nacional, en la lucha por la recuperación de nuestra identidad, por la recuperación de nuestra autoestima, de que nosotros tenemos calidades y podemos superar muchísimos problemas que parecen insuperables; esta calidad solidaria que los argentinos podemos mostrarnos entre nosotros y podemos mostrar al mundo, y que parta de nuestras universidades, es un salto cualitativo que realmente da fuerza a la ilusión, fuerza a los sueños, fuerzas a pensar que con amor y solidaridad se pueden concebir los puentes de plata que nuestra sociedad está necesitando.
Claro que venimos de una de las crisis más profundas que recuerde nuestra historia, no solamente por los marcos y el contorno de esa crisis, sino porque venimos de más de una década donde la idea de la solidaridad para quienes tenían la iniciativa de la conducción política de este país era absolutamente anticuada. Es decir que pensar, tener ideas, ser solidarios, reconstruir nuestra identidad, pensar en lo nacional, pensar en un país que pueda funcionar, basar esto en nuestros cuadros, en nuestra gente, en nuestra potencialidad natural -que la tenemos y es reconocida por todo el mundo-, era realmente una antigüedad. Nosotros teníamos un cuadro dentro de la distribución del trabajo del mundo y allí teníamos que funcionar definitivamente sin tratar de tener un pensamiento alternativo, crítico, que es fundamental para que cualquier sociedad pueda avanzar: la masa crítica, la posibilidad de discutir, la posibilidad de debatir la idea de la verdad relativa que pueda constituir desde esa verdad relativa verdades superadoras que nos permitan contener a todos los argentinos en propuestas que nos sinteticen.
Todo esto era como una idea retardataria de aquellos que quieren discutir o debatir, pero que no les gusta hacer. Querían generar una contradicción entre el hacer y el pensar, y cuando hay una contradicción entre el hacer y el pensar evidentemente esa sociedad va perdiendo el rumbo y el destino, porque hacer sin pensar es lo mismo que no hacer o hacer mal las cosas o buscar un destino que nos lleva sin rumbo y eso fue lo que nos pasó a los argentinos.
Es cierto que nuestros primeros pasos o nuestras primeras acciones están fuertemente direccionados a vencer la indigencia, la pobreza, el desempleo, a la reconstrucción de la industria nacional, pero también tienen que estar fuertemente basados en la construcción de un proyecto educativo que contenga a todos los argentinos. Un proyecto educativo que, como dijo el Ministro, tenga que ver con el país, un proyecto educativo que tenga que ver con construir los pensadores y los cuadros que van a determinar que este país tenga una visión y un contenido estratégico.
En la Argentina a medida que se vaya logrando la estabilidad institucional, a medida que vayamos superando estas cuestiones límite a que nos llevó la crisis que nos ha tocado vivir, los argentinos con mucha madurez nos vamos a tener que aprontar a discutir con gran profundidad el proyecto educativo que nos debe contener en los tiempos que vienen porque es el instrumento fundamental de la transformación del país. Sin un claro proyecto educativo, sin un claro contenido de qué país queremos llevar adelante y sin la formación de nuestros jóvenes y nuestros futuros cuadros de conducción, es imposible pensar en una Argentina distinta. La podemos mejorar, podemos superar coyunturalmente los problemas de desempleo, de pobreza, de indigencia, podemos hacer crecer nuestra economía, inclusive la podemos distribuir de manera distinta, pero no tenemos ningún futuro estratégico si no tenemos conformado el proyecto educativo que nos dé definitivamente la orientación como país que debemos tener. Es el gran desafío que seguramente va a empezar a moverse fuertemente a partir del año que viene y no tengo ninguna duda –es un sueño que uno tiene- de que seguramente en la Argentina que viene, cuando haya que definir quién tiene iniciativa política, no va a haber nadie que pueda presentarse como alternativa para conducir la Argentina si no tiene en claro cuáles son las políticas educativas y cuál es el proyecto estratégico que tiene que llevar adelante. Porque en el marco de la crisis se podían justificar muchas cosas, pero cuando empezamos a subir los peldaños para salir del infierno la cualificación es fundamental y no es un concepto elitista, esto es central.
Así que lo que estamos viviendo hoy a mí me llena de esperanza e ilusión. Cuando uno ve solidaridad, cuando uno ve amor, cuando ve que ese encuentro fue hecho porque se piensa y se siente de esa manera y se está dispuesto a dar mucho más que lo que por allí se pide, este es el ejemplo que la Argentina tiene que empezar a repetir y multiplicar.
Por eso los quiero felicitar fuertemente y decirles que confiamos muchísimo en las universidades nacionales argentinas. Siempre fueron la columna vertebral del desarrollo argentino y siempre fueron cualificadas, siempre dieron excelentes profesionales, siempre fueron centros de debate de la realidad nacional con un alto nivel cualitativo. Tienen que seguir profundizando esa tarea, tienen que seguir siendo la masa crítica que el país necesita y tienen que seguir con esa capacidad transgresora de atreverse a pensar a fondo, porque esto es lo que necesita este país.
Muchísimas gracias, gracias por estar aquí.
Estas cosas que se están dando en la Argentina en distintos lugares en la lucha por la recuperación nacional, en la lucha por la recuperación de nuestra identidad, por la recuperación de nuestra autoestima, de que nosotros tenemos calidades y podemos superar muchísimos problemas que parecen insuperables; esta calidad solidaria que los argentinos podemos mostrarnos entre nosotros y podemos mostrar al mundo, y que parta de nuestras universidades, es un salto cualitativo que realmente da fuerza a la ilusión, fuerza a los sueños, fuerzas a pensar que con amor y solidaridad se pueden concebir los puentes de plata que nuestra sociedad está necesitando.
Claro que venimos de una de las crisis más profundas que recuerde nuestra historia, no solamente por los marcos y el contorno de esa crisis, sino porque venimos de más de una década donde la idea de la solidaridad para quienes tenían la iniciativa de la conducción política de este país era absolutamente anticuada. Es decir que pensar, tener ideas, ser solidarios, reconstruir nuestra identidad, pensar en lo nacional, pensar en un país que pueda funcionar, basar esto en nuestros cuadros, en nuestra gente, en nuestra potencialidad natural -que la tenemos y es reconocida por todo el mundo-, era realmente una antigüedad. Nosotros teníamos un cuadro dentro de la distribución del trabajo del mundo y allí teníamos que funcionar definitivamente sin tratar de tener un pensamiento alternativo, crítico, que es fundamental para que cualquier sociedad pueda avanzar: la masa crítica, la posibilidad de discutir, la posibilidad de debatir la idea de la verdad relativa que pueda constituir desde esa verdad relativa verdades superadoras que nos permitan contener a todos los argentinos en propuestas que nos sinteticen.
Todo esto era como una idea retardataria de aquellos que quieren discutir o debatir, pero que no les gusta hacer. Querían generar una contradicción entre el hacer y el pensar, y cuando hay una contradicción entre el hacer y el pensar evidentemente esa sociedad va perdiendo el rumbo y el destino, porque hacer sin pensar es lo mismo que no hacer o hacer mal las cosas o buscar un destino que nos lleva sin rumbo y eso fue lo que nos pasó a los argentinos.
Es cierto que nuestros primeros pasos o nuestras primeras acciones están fuertemente direccionados a vencer la indigencia, la pobreza, el desempleo, a la reconstrucción de la industria nacional, pero también tienen que estar fuertemente basados en la construcción de un proyecto educativo que contenga a todos los argentinos. Un proyecto educativo que, como dijo el Ministro, tenga que ver con el país, un proyecto educativo que tenga que ver con construir los pensadores y los cuadros que van a determinar que este país tenga una visión y un contenido estratégico.
En la Argentina a medida que se vaya logrando la estabilidad institucional, a medida que vayamos superando estas cuestiones límite a que nos llevó la crisis que nos ha tocado vivir, los argentinos con mucha madurez nos vamos a tener que aprontar a discutir con gran profundidad el proyecto educativo que nos debe contener en los tiempos que vienen porque es el instrumento fundamental de la transformación del país. Sin un claro proyecto educativo, sin un claro contenido de qué país queremos llevar adelante y sin la formación de nuestros jóvenes y nuestros futuros cuadros de conducción, es imposible pensar en una Argentina distinta. La podemos mejorar, podemos superar coyunturalmente los problemas de desempleo, de pobreza, de indigencia, podemos hacer crecer nuestra economía, inclusive la podemos distribuir de manera distinta, pero no tenemos ningún futuro estratégico si no tenemos conformado el proyecto educativo que nos dé definitivamente la orientación como país que debemos tener. Es el gran desafío que seguramente va a empezar a moverse fuertemente a partir del año que viene y no tengo ninguna duda –es un sueño que uno tiene- de que seguramente en la Argentina que viene, cuando haya que definir quién tiene iniciativa política, no va a haber nadie que pueda presentarse como alternativa para conducir la Argentina si no tiene en claro cuáles son las políticas educativas y cuál es el proyecto estratégico que tiene que llevar adelante. Porque en el marco de la crisis se podían justificar muchas cosas, pero cuando empezamos a subir los peldaños para salir del infierno la cualificación es fundamental y no es un concepto elitista, esto es central.
Así que lo que estamos viviendo hoy a mí me llena de esperanza e ilusión. Cuando uno ve solidaridad, cuando uno ve amor, cuando ve que ese encuentro fue hecho porque se piensa y se siente de esa manera y se está dispuesto a dar mucho más que lo que por allí se pide, este es el ejemplo que la Argentina tiene que empezar a repetir y multiplicar.
Por eso los quiero felicitar fuertemente y decirles que confiamos muchísimo en las universidades nacionales argentinas. Siempre fueron la columna vertebral del desarrollo argentino y siempre fueron cualificadas, siempre dieron excelentes profesionales, siempre fueron centros de debate de la realidad nacional con un alto nivel cualitativo. Tienen que seguir profundizando esa tarea, tienen que seguir siendo la masa crítica que el país necesita y tienen que seguir con esa capacidad transgresora de atreverse a pensar a fondo, porque esto es lo que necesita este país.
Muchísimas gracias, gracias por estar aquí.