Quiero reiterar mi agradecimiento y satisfacción por su amable invitación y por lo fructífero de este encuentro, a partir de la firma del Acuerdo de Asociación Estratégica entre Argentina y México puedo decir, con toda la humildad posible, que nos toca dejar una huella en la rica historia de nuestra relación bilateral, una relación en la que se entrelazan las iniciativas gubernamentales, pero muy especialmente los fuertes vínculos culturales, sociales y personales, que nos llenan de emoción ante el primer recuerdo.
Los argentinos valoramos permanentemente lo que ya ha quedado como el concepto de México como refugio a hermanos y hermanas tristes e injustamente perseguidos en nuestra Patria. Para mi generación, aún sin haber pasado por esa terrible experiencia personal, es inmenso el agradecimiento hacia México por su papel de protección hacia los exiliados políticos, durante la última dictadura militar argentina.
Así como para nuestra memoria es permanente para pedir justicia y castigo para los culpables, también lo es para mantener el agradecimiento a quienes tuvieron el valor y la lealtad de principios para proteger y acompañar a nuestros hermanos, perseguidos políticos, por aquel régimen del terror que asoló a la Argentina.
Es necesario remarcar que dicha solidaridad fue demostrada no sólo por la dirigencia política del país, sino por los distintos sectores que constituyen la sociedad mexicana, entre los que quiero destacar a la academia y a la prensa. La simpatía y amistad del pueblo argentino hacia ustedes trasciende así los casos personales de los exiliados y los límites de las familias argentinas, que llegaron ya constituidas o que crecieron con hijos mexicanos o que se formaron aquí.
Pero hay que subrayar que esto no fue un raro privilegio, otorgado a los argentinos, sino una muestra más de la conducta ejemplar de México en contra de las dictaduras, en defensa de los oprimidos a lo largo del convulsionado siglo XX. De este modo, a los exiliados argentinos los precedieron en esta tierra, los austriacos que huían de la ocupación nazi y los supuestos, los españoles republicanos, que también por aquellas épocas pudieron escapar de la muerte, que le deparaba la dictadura franquista.
Por todo ello va nuestro agradecimiento y respeto por la historia que han sabido construirse los mexicanos, una historia que políticamente los diferencia de los otros países latinoamericanos, que como el nuestro sufrieron el estigma de los golpes de Estado recurrentes, que nos llevaron a padecer dictaduras cada vez más perfectas en su crueldad, hasta llegar a la última por la que aún se están juzgando culpables de crímenes de lesa humanidad.
Por cierto, el presente nos encuentra coincidiendo en el respeto por los derechos humanos, la profundización de la democracia, en el rechazo a la fuerza como forma de dirimir conflictos y el fortalecimiento del derecho internacional. Estas son algunas de las coincidencias, que nos han llevado a firmar el Acuerdo de Asociación Estratégica, por el que perfeccionamos nuestros canales de diálogo y concertación política con miras hacia las mejoras institucionales de nuestros respectivos Estados, la coordinación de políticas nacionales y la apreciación conjunta de la problemática internacional.
Desde hoy los encuentros entre los Presidentes de Argentina y México tendrán una periodicidad establecida y darán cuenta de la evolución de los ejes, previstos en el acuerdo. Al mismo tiempo se harán más fluidos algunos canales de comunicación entre los funcionarios, los empresarios y la sociedad en general.
Hemos hablado de derechos humanos y de su flagrante violación, durante las dictaduras, pero siento la obligación de hablar del respeto por los derechos humanos, durante la democracia y esa es una deuda que está saldada, parcialmente, y en distinta medida por los países de América latina. El gran reto de los derechos humanos para la democracia en nuestra región es también terminar con la pobreza y sus consecuencias en términos de enfermedad, analfabetismo y desempleo.
Señor Presidente: estimo que esta situación lo desvelará tanto a usted como a mí, por eso es que reviste gran importancia la fase económica del acuerdo estratégico que estamos llevando adelante. La Argentina ha sido presa, en el pasado reciente, de una economía especulativa, virtual y volátil que concentró la riqueza en unos pocos. Desde hace cuatro años, los argentinos hemos dirigido nuestra economía al cumplimiento de la deuda social, generado por entonces. Para ellos partimos de un paradigma de producción sostenible, de industrias con valor agregado, de generación de empleo digno, de reglas de juego previsibles y estables.
Vemos que las economías de Argentina y México hoy son pujantes, crecientes y complementarias. El acuerdo que nos reúne aquí busca facilitar y promover nuestros intercambios comerciales y las inversiones recíprocas, teniendo siempre en cuenta el objetivo del desarrollo integral, que merecen nuestros pueblos.
Señoras y señores: deseo brindar por la Argentina y México, por la amistad generada a través de nuestros intelectuales, actores, músicos y en especial por nuestros pueblos que son los que permiten en definitiva construir el afecto y la solidaridad de nuestros países; deseo brindar por los próceres de la Revolución Mexicana, que tanto influyeron en la política latinoamericana e iniciaron en el continente la corriente de derechos sociales, luego incorporada por nuestros movimientos populares; deseo brindar –señor Presidente, querido amigo – por el Acuerdo de Asociación Estratégica, que hoy firmamos, que nos acerca a los objetivos de democracia, defensa de los derechos humanos, libertad, más igualdad, justicia social, integración latinoamericana, integración de los países de América del Sur, saltar esas fronteras virtuales que nos ponen y nos impiden construir un espacio de reconstrucción de la potencialidad moral, espiritual, económica y de justicia que nuestra región merece.
La reunión que tuve con usted en la Argentina – vuelvo a repetir – me animó, me encantó porque más allá de la diversidad de percepciones que se puedan tener había objetivos comunes y decisiones comunes, que estaban por arriba de cualquier cuestión corta de este tiempo histórico. En la diversidad, en el consenso y en la pluralidad ambos coincidimos en la necesidad de crear, construir y sostener ese espacio de la Patria Grande, que tanta falta le hace a nuestra región. Por eso quiero brindar por el pueblo mexicano, por América latina, por nuestro pueblo argentino y por usted y su familia, señor Presidente. (APLAUSOS).
Los argentinos valoramos permanentemente lo que ya ha quedado como el concepto de México como refugio a hermanos y hermanas tristes e injustamente perseguidos en nuestra Patria. Para mi generación, aún sin haber pasado por esa terrible experiencia personal, es inmenso el agradecimiento hacia México por su papel de protección hacia los exiliados políticos, durante la última dictadura militar argentina.
Así como para nuestra memoria es permanente para pedir justicia y castigo para los culpables, también lo es para mantener el agradecimiento a quienes tuvieron el valor y la lealtad de principios para proteger y acompañar a nuestros hermanos, perseguidos políticos, por aquel régimen del terror que asoló a la Argentina.
Es necesario remarcar que dicha solidaridad fue demostrada no sólo por la dirigencia política del país, sino por los distintos sectores que constituyen la sociedad mexicana, entre los que quiero destacar a la academia y a la prensa. La simpatía y amistad del pueblo argentino hacia ustedes trasciende así los casos personales de los exiliados y los límites de las familias argentinas, que llegaron ya constituidas o que crecieron con hijos mexicanos o que se formaron aquí.
Pero hay que subrayar que esto no fue un raro privilegio, otorgado a los argentinos, sino una muestra más de la conducta ejemplar de México en contra de las dictaduras, en defensa de los oprimidos a lo largo del convulsionado siglo XX. De este modo, a los exiliados argentinos los precedieron en esta tierra, los austriacos que huían de la ocupación nazi y los supuestos, los españoles republicanos, que también por aquellas épocas pudieron escapar de la muerte, que le deparaba la dictadura franquista.
Por todo ello va nuestro agradecimiento y respeto por la historia que han sabido construirse los mexicanos, una historia que políticamente los diferencia de los otros países latinoamericanos, que como el nuestro sufrieron el estigma de los golpes de Estado recurrentes, que nos llevaron a padecer dictaduras cada vez más perfectas en su crueldad, hasta llegar a la última por la que aún se están juzgando culpables de crímenes de lesa humanidad.
Por cierto, el presente nos encuentra coincidiendo en el respeto por los derechos humanos, la profundización de la democracia, en el rechazo a la fuerza como forma de dirimir conflictos y el fortalecimiento del derecho internacional. Estas son algunas de las coincidencias, que nos han llevado a firmar el Acuerdo de Asociación Estratégica, por el que perfeccionamos nuestros canales de diálogo y concertación política con miras hacia las mejoras institucionales de nuestros respectivos Estados, la coordinación de políticas nacionales y la apreciación conjunta de la problemática internacional.
Desde hoy los encuentros entre los Presidentes de Argentina y México tendrán una periodicidad establecida y darán cuenta de la evolución de los ejes, previstos en el acuerdo. Al mismo tiempo se harán más fluidos algunos canales de comunicación entre los funcionarios, los empresarios y la sociedad en general.
Hemos hablado de derechos humanos y de su flagrante violación, durante las dictaduras, pero siento la obligación de hablar del respeto por los derechos humanos, durante la democracia y esa es una deuda que está saldada, parcialmente, y en distinta medida por los países de América latina. El gran reto de los derechos humanos para la democracia en nuestra región es también terminar con la pobreza y sus consecuencias en términos de enfermedad, analfabetismo y desempleo.
Señor Presidente: estimo que esta situación lo desvelará tanto a usted como a mí, por eso es que reviste gran importancia la fase económica del acuerdo estratégico que estamos llevando adelante. La Argentina ha sido presa, en el pasado reciente, de una economía especulativa, virtual y volátil que concentró la riqueza en unos pocos. Desde hace cuatro años, los argentinos hemos dirigido nuestra economía al cumplimiento de la deuda social, generado por entonces. Para ellos partimos de un paradigma de producción sostenible, de industrias con valor agregado, de generación de empleo digno, de reglas de juego previsibles y estables.
Vemos que las economías de Argentina y México hoy son pujantes, crecientes y complementarias. El acuerdo que nos reúne aquí busca facilitar y promover nuestros intercambios comerciales y las inversiones recíprocas, teniendo siempre en cuenta el objetivo del desarrollo integral, que merecen nuestros pueblos.
Señoras y señores: deseo brindar por la Argentina y México, por la amistad generada a través de nuestros intelectuales, actores, músicos y en especial por nuestros pueblos que son los que permiten en definitiva construir el afecto y la solidaridad de nuestros países; deseo brindar por los próceres de la Revolución Mexicana, que tanto influyeron en la política latinoamericana e iniciaron en el continente la corriente de derechos sociales, luego incorporada por nuestros movimientos populares; deseo brindar –señor Presidente, querido amigo – por el Acuerdo de Asociación Estratégica, que hoy firmamos, que nos acerca a los objetivos de democracia, defensa de los derechos humanos, libertad, más igualdad, justicia social, integración latinoamericana, integración de los países de América del Sur, saltar esas fronteras virtuales que nos ponen y nos impiden construir un espacio de reconstrucción de la potencialidad moral, espiritual, económica y de justicia que nuestra región merece.
La reunión que tuve con usted en la Argentina – vuelvo a repetir – me animó, me encantó porque más allá de la diversidad de percepciones que se puedan tener había objetivos comunes y decisiones comunes, que estaban por arriba de cualquier cuestión corta de este tiempo histórico. En la diversidad, en el consenso y en la pluralidad ambos coincidimos en la necesidad de crear, construir y sostener ese espacio de la Patria Grande, que tanta falta le hace a nuestra región. Por eso quiero brindar por el pueblo mexicano, por América latina, por nuestro pueblo argentino y por usted y su familia, señor Presidente. (APLAUSOS).