Querida Hebe; queridas Madres, Juanita; compañeros, compañeras: yo no sé si realmente se toma dimensión de esto que estamos viendo.
Yo miraba cuando ingresé el complejo habitacional, porque no estamos hablando de viviendas, estamos hablando de uno de los complejos habitacionales más grande y más digno de esta bendita Ciudad de Buenos Aires.
Y digno por varios motivos: no solamente por la calidad de las viviendas que recorrimos recién, equipadas, o lo que nos mostró Hebe recién con tanto orgullo y con un genuino y legítimo orgullo, esa casa movible, rodante, no sé qué es, camina, una casa que camina, como el país, que caminamos, que ya no caminamos en círculo, como tuvieron que caminar ustedes durante años. Porque se camina en círculo cuando no encontrás respuestas, pero caminás para adelante, firme y erguido cuando tenés un objetivo y un horizonte.
Por eso, Hebe, es bueno lo que dijiste: durante años caminaron y todavía aún caminan, pero como un símbolo, en torno a la Pirámide de la Plaza de Mayo. Hoy caminan hacia delante, mirando el futuro y reconstruyendo y restañando, fundamentalmente, heridas del pasado.
Yo decía los símbolos, estar aquí, con banderas argentinas en un mar -sí que flamee bien alto la bandera argentina- de cascos amarillos, de gente que ha construido por primera vez muchos con un trabajo digno y registrado, que han construido, hombres y mujeres, me explicaba Hebe cuando le dije "¡Qué lindos que son los pisos!", y me dijo: "Los pisos los hacen las mujeres". Por eso deben estar tan lindos los pisos.
El símbolo más grande que hoy yo puedo ver aquí, es el de un país que renació de sus propias cenizas. Porque, Hebe, quiero decirte algo de corazón: vos recién dijiste que nunca soñaste con ser feliz y yo cuando te veía a vos y a tantísimas otras, con los puños crispados, durante mucho tiempo reclamando justicia y hoy las veo aquí, construyendo para otros -porque esta es la gran diferencia, construir construyen muchos, pero construir para otros no tanto- construir para otros, sin ningún beneficio, simplemente la rentabilidad está en lo que vos dijiste: la felicidad de los chicos y el poder llevar adelante las convicciones. Esa es la rentabilidad de Hebe de Bonafini y de las Madres de Plaza de Mayo.
Por eso, yo creo que si tuviera que definir en una frase todos estos años transcurridos, diría que, finalmente, el amor pudo mucho más que el odio, mucho más, que no hay mejor manea de homenajear a los seres amados, a los seres queridos que hacer honor a esas ideas, a esas luchas, a esas convicciones por las cuales entregaron su vida.
Y hoy aquí en este lugar, en donde el Gobierno nacional pone sus recursos para que las Madres puedan levantar este fantástico complejo y podamos seguir trabajando entre todos. Porque yo quiero traer también esta idea, esta cosa que quiero impulsar fuertemente en toda la sociedad argentina: saber que tenemos que poner el hombro para seguir creciendo, para seguir construyendo, para que haya cada vez más cascos amarillos, para que cada vez más gente tenga sus casas dignas, para que puedan conseguir un trabajo, para que ese trabajo sea digno y registrado. Y tenemos que hacer un gran esfuerzo todos los argentinos.
Yo digo que todos tenemos problemas y todos hemos atravesado por momentos difíciles, pero aún aquellos que vivimos grandes dolores, tenemos un lugar donde ir a llorar por nuestro dolor. Y entonces digo: si mujeres como Hebe, como Juana, como tantas otras, que no tienen ese consuelo, pudieron sobreponerse a todo eso y hacer estas cosas, ¡cómo no vamos a poder el resto de los argentinos hacer las cosas que todavía le faltan a la patria!
Yo creo que los ejemplos son muy importantes; que más que mil discursos, que más que 20 millones de palabras, que más que pilas de libros, -y miren que me gusta leer y miren que me encanta hablar-, pero quieren que les diga una cosa, nada se compara con lo que puede verse, tocarse y la idea de construcción que hoy estamos aquí simbolizando entre todos. Eso del ejemplo de la construcción por sobre la destrucción, el ejemplo de la entrega hacia los demás por el que solo me importe lo que me pasa a mí, el ejemplo de argentinos que se levantaron y que pudieron entregarle a otro su corazón, su tiempo, su trabajo, su esfuerzo, eso es lo que nos tiene que movilizar a todos a ser todos los días un poco mejor.
Estoy casi media pastora evangélica Hebe ¿no? No, me parece que no soy ya demasiado aplacada diría si me está mirando de arriba.
Pero bueno, es que realmente creo que este es el camino: el del amor, sí, y será por eso que, bueno, que hoy más que nunca valoro el amor, porque mirando mi propia vida hacia atrás, me doy cuenta que también no eran solamente ideales o convicciones que por cierto las teníamos, era también compartir los dos una misma forma de mirar el mundo. Y era un amor que crecía también en eso, que construíamos juntos.
Por eso yo siempre tuve una gran tendencia, bueno, como muchísimos de mi generación, a ideologizar y a que todo era producto, bueno, de esa fuerza de las ideas. Y ahora uno advierte que no, que había algo más fuerte, más movilizador, y que era el amor que es compartir la vida, los sueños y por eso esta Fundación tuya de sueños compartidos define con mucha exactitud, con precisión milimétrica, diría, lo que fue la vida de muchos de nosotros: sueños compartidos que pudimos llevar a cabo con mucho esfuerzo y con mucho sacrificio, pero con la inmensa alegría que solo te produce trabajar con amor.
Y ese es el compromiso, seguir haciéndolo todos los días, no solamente por los que no están, sino, fundamentalmente, por los que todavía están y necesitan que sigamos trabajando, esforzándonos y profundizando el modelo político, económico, social y cultural que trajo alegría y felicidad a millones de argentinos.
Gracias a los trabajadores, a los vecinos que van a habitar este complejo, a vos Hebe, a las Madres y a todos los argentinos bien nacidos y de buena madera que quieren seguir compartiendo sueños que es la Argentina mejor que queremos seguir soñando.
Gracias a todos, muchas gracias. (APLAUSOS)