Señor ministro Presidente del Estado de Hessen; señora Alcaldesa de esta fantástica ciudad de Frankfurt; señor titular de la Feria del Libro en Frankfurt; señor titular de la Unión de Libreros Alemanes; señores, señoras; compatriotas: permítanme iniciar esta intervención saludando a los más de 70 escritores que hoy nos acompañan. Podría enumerar a todos los que están aquí, pero prefiero homenajearlos a todos en la persona de una mujer que no es escritora, que hoy nos acompaña, que es Elsa Oesterheld (Aplausos), la viuda de un fantástico escritor, autor entre otras maravillas de "El Eternauta", que desapareció durante la dictadura militar al igual que sus cuatro hijas. Elsa, su viuda, representa a todos esos escritores y escritoras, en definitiva a todos aquellos argentinos que sufrieron durante uno de los peores momentos más trágicos que nos ha tocado vivir. Yo quiero homenajearla porque sé que haciéndolo en la persona de ella estoy homenajeando a todos los que como dice Griselda Gambaro tienen un compromiso militante desde la literatura con la vida, la condición humana y los derechos humanos. (Aplausos).
OESTERHELD.- Gracias, un saludo, porque no es otra cosa lo que yo pueda decir. Esto es el renacer de una vida que resignifica muchísimas vidas que hemos perdido y que, gracias a esta cosa impresionante que surgió a través de esta nueva juventud, de esta nueva mujer y de este nuevo hombre, que surgió también después del dolor inmenso de un país como el nuestro, estamos renaciendo. Y yo, que creí estar muerta, también vuelvo a tener esperanzas. Nada más. (Aplausos)
PRESIDENTA.- Quiero también en nombre de todos, absolutamente de todos los argentinos, agradecer a las autoridades de la Feria del Libro haber decidido que Argentina en su Bicentenario, sus 200 años de historia, fuera precisamente la invitada de honor en esta edición de la Feria más importante del mundo. Quédese tranquilo, Ministro, lo digo yo que soy la Presidenta de otro país y nos honra realmente esta invitación.
Cuando me tocó inaugurar hace muy poco tiempo, el 25 de Mayo, los festejos en conmemoración de los 200 años de historia, decía que jamás en toda mi vida como militante política hubiera imaginado que iba a presidir los destinos de mi país justamente en una fecha como la del Bicentenario.
Déjenme decirles también que, como lectora incansable de libros, jamás hubiera soñado estar presidiendo como país invitado de honor, la ceremonia de apertura de este importante evento. La verdad es que las utopías a veces se convierten también en realidad, y me parece que es muy importante.
Como Jefa de Estado podría contarles de la importancia de la industria editorial en mi país, que es uno de los 12 bloques industriales, edición e impresión que se mide en la actividad económica de mi país, el segundo luego de España en materia de edición en lengua española. Podría hablarles de los más de 30 millones de libros que llevamos entregados desde el Ministerio de Educación en los últimos 7 años y que seguramente van a llegar a 35 el próximo año, con lo cual el Estado también interviene de una manera muy vital, muy positiva a la hora de promover la industria del libro y obviamente la lectura.
Podría hablar de las transformaciones que hemos tenido en estos años de crecimiento económico, que han sido también de un fuerte impulso a la educación, básico en todo lo que hace a la palabra, a la escritura, al libro. Para dar una cifra y nada más que eso porque no voy a aburrirlos con cifras, en el año 2002 la Argentina destinaba un 5 por ciento de su PBI, un PBI mucho más chico que el que hoy tenemos, al pago de la deuda externa, y solamente el 2 por ciento a la educación. Hoy, a tan sólo 7 años, la Argentina destina un 2 por ciento al pago de su deuda que ha refinanciado íntegramente y 6,47 de su Producto Bruto para el sector de educación. (Aplausos) Esta es la importancia que le asignamos hoy a la educación.
Yo no quiero dejar de interpelarme e interpelarles también acerca de algunos de los dilemas que se han planteado hoy aquí. Me pareció muy inteligente la intervención del titular de la Unión de Libreros Alemanes en cuanto a descreer de profecías apocalípticas en torno al futuro y a la existencia del libro. Creo que mientras exista la palabra como el instrumento más valioso para poder comunicar nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones, nuestras percepciones, el libro, la literatura, los autores que son en definitiva los que se expresan a través de esas ideas y se expresan a través de la palabra, no va a terminar.
Creo que el dilema significa aceptar que estamos en un momento que podríamos definir en la frontera de cómo se adquiere el conocimiento. Varios aquí hicieron mención a Gutemberg. Hasta ese momento el conocimiento estaba solamente en los conventos, lo tenían los eclesiásticos. Es Gutemberg que democratiza la palabra y permite que todos puedan acceder a ese conocimiento. En esta etapa, la red, la Internet opera muy parecido también a la democratización del conocimiento y de la información.
¿Cómo conciliar esto? Muy simple, le quiero hablar como abogada: mediante una adecuada legislación que proteja los derechos de propiedad intelectual que cada editor tiene sobre su obra, sobre su impresión, porque en realidad estamos ante un momento de cambio también en el sector educativo básico, en una situación como esta del libro. ¿Y por qué digo esto? Yo soy de la generación de Gutemberg, soy de las que sigo leyendo libros, el placer indescriptible de tomar un libro, abrirlo, comenzar a leerlo y si es bueno, ansiosa por ver cómo llega el final y si es malo, la verdad, dejarlo de lado, no seguir, lo cierto es que marca que también hay una la generación - la de mi hija, por ejemplo - que se vincula más con la red. Yo siempre les digo a los educadores y al ministro Educación en la República Argentina, que no tenemos que negar los nuevos instrumentos, no tenemos que pensar que los chicos no quieren leer ni quieren estudiar porque cuando un adolescente puede estar tres horas sentado frente a una computadora tiene las dos condiciones básicas para todo proceso de aprendizaje: concentración y abstracción. Necesitamos, entonces idear desde la educación, desde la industria de la impresión y los autores esa amalgama entre los nuevos métodos, los nuevos instrumentos y los derechos que le asisten a editores, a impresores y a autores. Y esto es responsabilidad sí - admito - de los políticos a través de sus Poderes Legislativos, del Poder Judicial, que no es político pero que también debe hacer respetar el derecho de propiedad intelectual, y por supuesto, de quienes tenemos responsabilidad desde los Ejecutivos.
Por eso creo que plantearse el apocalipsis es absurdo; lo felicito por tener la inteligencia de entender que no estamos ante el apocalipsis, sino simplemente ante una nueva era. Las cosas han cambiado y cuando uno no es tan importante como para cambiar la época, tiene que ser lo suficientemente inteligente para interpretar el cambio y poderlo utilizar en beneficio del conjunto de la sociedad. Esto creo que son los ejes de la cuestión que podríamos plantear en este dilema.
Luego me gustó mucho la intervención del titular de la Feria del Libro que dijo que Argentina ha presentado, en sus 200 años de historia, sus escritores sin maquillaje. Y eso está muy bien, acá la única que ha venido maquillada es la Presidenta; Argentina no se maquilla ni se maquillará. Ahí está su rica historia en sus 200 años, con desencuentros, con encuentros, expresada como en pocas partes a través de sus autores, de sus escritores, también de sus pintores. Por eso esta presentación que hemos hecho aquí no solamente ha sido de libros, hemos también presentado "Realidades y utopías", que es precisamente una muestra de pintores argentinos que reflejan también - al igual que nuestros escritores - la realidad de estos 200 difíciles años que hemos vivido los argentinos.
El señor ministro de Relaciones Exteriores hablaba de esa Argentina tan europea y es cierto, a los argentinos les encantó verse durante mucho tiempo como europeos. Yo soy nieta de tres abuelos españoles y mi segundo apellido es de origen alemán, ni les cuento lo que son los cuatro apellidos del anterior Presidente, imposibles de deletrear siquiera. Pero lo cierto es que quiero recordar a Julio Cortázar, uno de nuestros mejores escritores, tal vez junto a Borges los dos escritores más globales del siglo XX en la República Argentina. Julio Cortázar, un hombre que vivió fuera del país la mayor parte de su tiempo pero que escribió de la única manera que puede escribir un argentino, "Autopista del Sur" y "El muerto" son dos de los cuentos más maravillosos y demostrativos, junto a "Esa mujer" de Rodolfo Walsh, que puede tener la literatura argentina. Y decía Julio Cortázar que fue durante el conflicto de las islas Malvinas que los argentinos finalmente recuperamos nuestro verdadero lugar en el mundo que es América del Sur, América Latina. (Aplausos) Esa es nuestra casa y eso somos los argentinos, mestizaje puro como toda América Latina.
Por eso digo que si uno mira las culturas en el mundo lo más nuevo y original es precisamente América Latina, allí se mezcló el europeo, el negro, los pueblos originarios, los indios y en nuestra muestra pictórica esto también está expresado lo que significó el exterminio de nuestros pueblos originarios. Está expresado también desde el origen en la piedra fundamental de la literatura argentina, el Martín Fierro de José Hernández. Y también un detalle esencial a nuestra literatura y esto en consonancia con lo que planteaba nuestra querida y admirada Griselda Gambaro: la literatura argentina nunca fue neutral. ¿Qué quiero decir con esto? No fue una literatura aséptica, que no tuviera compromiso con su época, con lo cual no quiero decir que esté de acuerdo con todos los autores en la visión de la Argentina, de la historia, de la literatura que tenían, pero cada uno expresó, pintó la Argentina que veían sus ojos y sentían sus ideas. No vengo acá de fiscal a decir quienes fueron mejores o peores, obviamente tengo mis preferencias, porque yo tampoco nunca fui neutral, ni lo pienso ser, para la neutralidad están los suizos como decía mi abuelo, los argentinos tomamos siempre posición. (Aplausos) Así que, es una broma por favor, con el mayor de los respetos, la abuela del ex presidente Kirchner es Suiza, así que por favor que no se pueda entender como una ofensa; tengo además antecedentes familiares políticos con Suiza. Pero lo cierto es que es así, nunca hemos sido neutrales, hemos sido comprometidos, los hombres han sido comprometidos.
Es cierto que también hay distintas valoraciones de esos compromisos acerca del rol que debe desempeñar el respeto a la condición humana y el respeto a los derechos humanos, el derecho a las culturas originarias, obviamente me enrolo junto a aquellos hombres y mujeres que expresan estas ideas, pero quiero decirles que todos en la Argentina han expresado ideas muy fuertes.
Y esta presentación que hacemos hoy aquí tiene como eje central la memoria de estos 200 años, como bien señalaron los que me precedieron en el uso de la palabra con la huella imborrable, trágica, de lo que fue en nuestro país la última dictadura militar. En la muestra de "Realidad y utopía" hay una a magnífica obra de León Ferrari en una técnica de collage donde se expresan en cierta medida puntos comunes en la historia de este maravilloso país con el nuestro en lo que hace a tragedias de la humanidad. Tal vez sea una de las obras más logradas de León Ferrari. Y también líneas como las que se expresan en esa fantástica pintura de Ernesto de la Cárcova, "Sin pan y sin trabajo", año 1894, que viene a desmitificar el relato que nos hicieron y que le hicieron al mundo también de la Argentina del Centenario, una Argentina que era la octava economía del mundo y en la que parecía que todo era floreciente. En esa magnífica pintura de Ernesto de la Cárcova del año 1894 las palabras -y aquí reitero la vinculación del arte en todas sus expresiones, literatura, pintura- sin pan y sin trabajo, se pinta a una familia donde un obrero con el puño cerrado y con mucha desesperación mira hacia afuera como esperando que haya trabajo, la Argentina era muy rica pero había muchos argentinos que vivían en la más extrema y terrible miseria.
Unos cuantos años más tarde Antonio Berni en otra fantástica obra que también ha sido expuesta, "Manifestación", habla de rostros de inmigrantes y también de criollos y aparecen nuevamente las palabras pan y trabajo, que van a aparecer también en la literatura política en la Argentina a través de un movimiento político fundamentalmente integrado por escritores, periodistas, investigadores, poetas, como fue Forja, donde su lema era pan y trabajo para la Argentina.
Quiero decir con esto entonces que lo que ustedes van a ver en esta muestra es una Argentina vibrante, es una Argentina en movimiento, una Argentina que nunca se resignó ni aún en los peores momentos cuando todo parecía que estaba bien, cuando en realidad todo estaba mal; hubo siempre, tal vez en sectores pequeños y luego más grandes, una resistencia muy fuerte para construir esa Argentina de hace 200 años que imaginaron hombres como Mariano Moreno, como Castelli, como Monteagudo, como Manuel Belgrano, todos ellos escritores formados en las mejores universidades europeas de aquel entonces.
Quiero finalizar con uno de los desafíos o dilemas que se planteó nuestra querida Griselda Gambaro, que se lo planteó desde la derrota, desde el que expresaba las ideas y que tal vez nunca pudiera verlas victoriosas, yo me resisto a la idea de la derrota permanente, por eso a lo mejor ella es escritora y yo soy militante política, por eso tal vez nunca me resigne a que sea imposible mejorar, cambiar la condición humana, terminar con guerras y conflictos étnicos o religiosos. Porque otra cosa que también tenemos que ofrecer en esta Argentina maravillosa es la inexistencia de una cultura xenofóbica, estamos absolutamente integrados desde las religiones, desde las razas.
Quiero contarles que esta Presidenta hace muy poco tiempo festejó el Año Nuevo judío junto a la colectividad judía en mi país, que es una de las más importantes en el mundo, la quinta, y a los pocos días en el Centro Islámico de Buenos Aires festejamos el fin del Ramadán. Creo que en pocos lugares del mundo pueden darse estas cosas y créanme que me siento muy orgullosa de pertenecer a un país que con sus dificultades, con sus errores, ha podido construir esto en un mundo en el que como nos cuenta Griselda en una frontera porque cortaron un árbol mataron a cuatro personas. En realidad es un eufemismo, Griselda, nadie mata a cuatro personas porque cortan un árbol, alguien mata porque tiene un profundo odio racial, religioso, pero por sobre todas las cosas porque no acepta la diversidad y no acepta al otro. Clave esto último, no aceptar al otro, no aceptar la diversidad, clave para entender la mayoría de los conflictos contemporáneos.
Por eso celebro participar formal y emocionalmente de la apertura, de la inauguración de este fantástico evento cultural, y cuando digo cultural estoy diciendo eso, que nadie reduzca esto a una presentación de libros o de editores, este es uno de los aspectos, pero estamos ante un evento profundamente cultural y que como todo tiene implicancias económicas, porque la cultura no puede estar disociada de la economía; tiene connotaciones políticas porque la cultura y la literatura tampoco pueden estar disociadas de la política; no existe el hombre aséptico, objetivo, que mira el mundo desde la nada, el mundo siempre se mira desde algún lado, siempre, aún cuando uno crea que lo hace desde ningún lugar.
Quiero agradecer a las autoridades de esta feria, a la alcaldesa de Frankfurt, al señor Presidente ministro del Estado Federado, al señor ministro de Asuntos Exteriores, a la Unión de Libreros Alemanes, a todos y a todas las que nos concedieron la inmensa distinción de ser en los 200 años de historia el invitado de honor en esta maravillosa Feria del Libro de Frankfurt, Edición 2010. Aquí hay un martillo, ¿se supone que tengo que pegarle a alguien o alguien va a dejar inaugurada la feria? Porque es un martillito blanco, ¿es para pegarle a alguien o se deja inaugurada formalmente? A ver, acompáñeme, ¿la inauguramos juntos? Venga, venga. (Aplausos)